CREO QUE ESTE "ENTREMÉS" SE QUEDÓ COMO QUE "GUINDAO". Aporto mis reflexiones finales y, aunque no es el tema directo del presente Epígrafe, varias páginas se dedicaron a discutir lo indiscutible y, a manera de conclusiones, expongo para mejor proveer a los que estén mejor dispuestos.
Aquí como que se está confundiendo la “gordura con la hinchazón”. Nuestros aquí entusiastas y respetables foristas todavía enseñan doctrinas extrañas y contradictorias que no riman, para nada, con la enseñanza medular y el interés sano de heredar la vida eterna por parte de todas las criaturas humanas desde que fueron creadas por Dios.
Hubo una cualidad que permitió que los siervos de Jehová mencionados por uno de los apóstoles persistieran en la carrera y alcanzaran la victoria. Jehová le prometió a Noé “traer el diluvio de aguas sobre la tierra para arruinar a toda carne” (Gén. 6:17). ¿Por qué dice Pablo que eran “cosas todavía no contempladas”? Porque jamás se había visto una catástrofe así. Pero aunque era un suceso sin precedentes, Noé no consideró que fuera poco probable, o incluso imposible, que se hiciera realidad. La razón era que tenía fe.
Creía que Jehová haría lo que había dicho y por eso no pensó que las órdenes que le había dado fueran demasiado difíciles. Por el contrario, “hizo precisamente así” como se lo había indicado Dios (Gén. 6:22). Y no era poca cosa, pues tenía que construir el arca, aprovisionarla con comida y forraje, reunir los animales, predicar un mensaje de advertencia y velar por la espiritualidad de su familia. Pero la fe y el aguante de Noé no quedaron sin recompensa, pues él y los suyos sobrevivieron y recibieron muchas bendiciones.
Insistir en que es “egoísmo” de nuestra parte esperar salvación por las obras que estamos obligados a realizar para avalar nuestra fe en las “cosas esperadas”, es lo que edifica y nos motiva; así como nos impele, a rendir adoración exclusiva a un Dios de amor que exige devoción exclusiva pero con un propósito obvio, lógico y racional en mira y que, desde todo punto de vista, su recompensa es esperada por toda la creación humana. En la lista de la gran “nube de testigos que nos cerca” aparecen a continuación Abrahán y Sara.
Ellos estaban bien asentados en Ur, y tener que mudarse los exponía a un futuro que pudiera parecer incierto. Sin embargo, dieron un magnífico ejemplo de fe y obediencia a pesar de las dificultades. Teniendo presentes todos los sacrificios que hizo este patriarca por causa del Dios verdadero, es justo que se le llame “el padre de todos los que tienen fe” (Rom. 4:11). Pablo tocó tan solo algunos puntos destacados de su vida, pues sus oyentes conocían perfectamente su historia. No obstante, extrajo una lección muy poderosa: “En fe murieron todos estos (siervos de Dios, incluidos Abrahán y su familia), aunque no consiguieron el cumplimiento de las promesas, pero las vieron desde lejos y las acogieron, y declararon públicamente que eran extraños y residentes temporales en la tierra” (Heb. 11:13).
Es patente que fueron su fe y su estrecha relación con Jehová lo que les permitió correr con aguante para esperar, al final de su “carrera por la vida” conseguir disfrutar de las promesas de Dios. Confundir el trabajar para Dios para honra de su Nombre y su Gloria tiene un propósito: luchar por ello por amor a él como primer punto y luego, como el mismo Dios así lo ha dispuesto por lógica elemental, Él es el “Dios de vivos, no de muertos”. Es decir, si no esperamos nada a cambio por nuestra obediencia a la voluntad de Aquél que nos llamó a su Luz Maravillosa, no tendría sentido nuestra adoración.
Dios mismo establece que todo el que se acerque a él, “tiene que creer que él existe y que viene A SER REMUNERADOR DE LOS QUE LE BUSCAN SOLÍCITAMENTE”. ¡SÓLO LOS VIVOS ADORAN A DIOS! Los muertos no pueden “Alabar a Jah! Si Dios nos promete la vida pues hay que agradecerlo pero también tenemos que ganárnosla. Esa ha sido la experiencia en la práctica de todo el devenir humano desde el principio de la creación, aún en el estado imperfecto de lo que somos. ¡Más claro no puede ser!
Así que déjense de tanta alharaca impropia; de tanto histrionismo panderetero tratando de convencernos de esa falsa modestia que no engaña. Dios exige su Gloria, respeto y devoción exclusiva como Dios porque en él está la vida y todos nos movemos y existimos gracias a su voluntad. Pero dicha vida es su recompensa y la manera en que nos expresa su reconocimiento por nuestra devoción. El agradecer que VIVIMOS para él no es otra cosa que recibir LA VIDA QUE ÉL NOS OFRECE, si continuamos “soportando la prueba” para heredar la salvación.
La salvación ya fue “pagada por Cristo” en el madero; pero la salvación no es automática; no es A TODOS POR IGUAL sin que hagamos nada por merecerla y es aquí donde ustedes se confunden hasta la coronilla. El que la salvación sea gratuita no significa que todos VAN A SER SALVOS. Sólo serán salvos los que se ajusten a la disciplina de Jehová por medio de Jesucristo. Y para “ajustarse” a la justicia de Dios, tenemos que hacer “obras” (no las obras rituales de la antigua Ley dada a Israel) sino las obras “propias de la fe”; aquella ley a la que Pablo aludió cuando dijo: “Entonces, ¿dónde está la jactancia? Queda excluida. ¿Mediante qué ley? ¿La de obras? No, por cierto, sino mediante la ley de la fe. [SUP]28[/SUP] Porque estimamos que el hombre es declarado justo por fe aparte de obras de ley. [SUP]29[/SUP] ¿O es él el Dios de los judíos únicamente? ¿No lo es también de gente de las naciones? Sí, de gente de las naciones también, [SUP]30[/SUP] si en verdad Dios es uno solo, que declarará justos a los circuncisos como resultado de fe y justos a los incircuncisos por medio de su fe. [SUP]31[/SUP] ¿Abolimos ley, pues, por medio de nuestra fe? ¡Jamás suceda eso! Al contrario, establecemos ley”.
En vez de continuar disfrutando de los privilegios y riquezas que tenía, Moisés prefirió llevar una vida en la que fue “maltratado con el pueblo de Dios”. ¿Por qué? Porque, como explica Pablo, siempre “miraba atentamente hacia el pago del galardón” ¿Cuál pago y de qué galardón habla Pablo? ¿Era Moisés acaso un interesado y equivocado siervo de Dios porque esperaba la vida como premio como único interés? ¡De ningún modo debemos pensar así; es un absurdo. Fue a la entera familia humana que Jehová Dios aplicó el rescate de Jesucristo y ¿Para qué? ¿Acaso no estaba la promesa de la vida eterna a quienes hicieran la voluntad del Supremo Hacedor? ¿Acaso el esperar a cambio algo, no por nuestras obras únicamente como si no nos importara para nada el Creador, sino esmerándonos en servir al Dios de Amor y hacer su voluntad (y para hacerla se necesitan “obras” que demuestren nuestra fe) es lo que Él espera de nosotros.
Al esmerarnos en servirle por amor, no por un simple interés que al parecer es lo que ustedes confunden, no estamos siendo egoístas. La promesa está sobre la mesa: ¿Queremos la vida? ¡Pues la vida obtendremos pero si nos esforzamos por alcanzarla! Esto es el “Camino” del que habló Jesús para llegar “al Padre”. Y si nos mantenemos constantes como Moisés, como si viéramos a Aquel que es invisible” y no nos desviamos de ese “camino”, pues la vida como premio obtendremos por lógica indiscutible. (Hebreos 11:24-27). Moisés no se distrajo de su objetivo pensando en “disfrutar temporalmente del pecado”. Para él eran muy reales Dios y sus promesas. Por eso pudo demostrar un valor y un aguante nada comunes. Trabajó con muchísimo celo para sacar a los israelitas de Egipto y conducirlos hasta la Tierra Prometida.
Al igual que Abrahán, Moisés no vivió para ver cumplirse las promesas divinas. Cuando los israelitas estaban a las puertas de la Tierra Prometida, Jehová le dijo: “Desde lejos verás la tierra, pero no entrarás allá en la tierra que doy a los hijos de Israel”. ¿Por qué iba a castigarlos de ese modo a él y a Aarón? Porque, exasperados por los rebeldes israelitas, lo habían tratado con falta de respeto. En efecto, Jehová les dijo: “Ustedes actuaron en desacato para conmigo en medio de los hijos de Israel, junto a las aguas de Meribá” (Deu. 32:51, 52). ¿Cayó Moisés presa del desánimo y la amargura? De ningún modo. Al bendecir a la nación, terminó diciendo: “¡Feliz eres tú, oh Israel! ¿Quién hay como tú, pueblo que goza de salvación en Jehová, el escudo de tu ayuda, y Aquel que es tu eminente espada?” (Deu. 33:29).
Al escribir a los cristianos hebreos de Jerusalén y toda Judea, Pablo volvió a usar imágenes tomadas del atletismo y los juegos humanos. Además de destacar las razones para no abandonar la carrera por la vida, les mostró cómo resultar vencedores. ¿Qué dirá Pablo a sus hermanos para ayudarlos a mantener la vigilancia espiritual y resistir en la carrera por la vida?
Notemos el mensaje divinamente inspirado con el que Pablo trata de fortalecer a los cristianos hebreos. En el capítulo 10 de su carta, les menciona que la Ley no es más que “una sombra de las buenas cosas por venir”, y les destaca el enorme valor del sacrificio redentor de Cristo. Y al final del capítulo les dice: “Ustedes tienen necesidad de aguante, para que, después que hayan hecho la voluntad de Dios, reciban el cumplimiento de la promesa. Porque aún ‘un poquito de tiempo’, y ‘el que viene llegará y no tardará’”. Dichas palabras carecerían por completo de sentido si la cosa es así como al parecer todos los “trinis” la presentan.
Existe una recompensa lógica de la vida y el disfrute de nosotros como creación hecha “a imagen de Dios”. No podemos falsear la realidad del premio que fue puesto ante nosotros: LA PERSEVERANCIA POR OBTENER ESE PREMIO. ¿Y qué es este PREMIO por el cual debemos ser constantes para alcanzarlo? Pues la dádiva más preciosa suministrada por JEHOVA DIOS a toda la creación: LA VIDA SIN FIN. Ese fue su propósito y ese es nuestro propósito; pero hacerlo amándolo a Él como nuestro Dios de “vivos”, no de muertos”. Decir que amaremos a Jehová nuestro Dios aunque estemos muertos no tiene ningún sentido. Dios busca adoradores; pero adoradores vivos que esperan un galardón y, este galardón no es un deseo egoísta de realizar las “obras” propias de la fe con tal de alcanzarlo; es una obligación que tenemos para no menospreciar, por el contrario, la Dádiva que Dios ha puesto ante nosotros.
Todo el mensaje de la Biblia de principio a fin denota algo sublime: LA REDENCIÓN Y LA ELIMINACIÓN DEL PECADO DE LA HUMANIDAD ¿Para qué? Pues para que podamos vivir en paz y felicidad eternas alabando sin ningún problema a nuestro amoroso Creador. ¿Cuál fue una de las más grandes obras que ejecutó Jesucristo que daba sentido a la esperanza de sus palabras para las personas de su día? LA RESURRECCIÓN DE LOS MUERTOS como premio y muestra de lo que se hará en gran escala en el nuevo sistema de cosas por venir. ¿Y por qué dijo él que vendrá el día en que TODOS LOS QUE ESTÁN EN LOS SEPULCROS OIRÁN SU VOZ… ¿Para qué? Pues para RESUCITAR; volver A LA VIDA, porque ese es el cumplimiento final de la promesa y Dios cumple lo que promete.
Mientras tanto, todos nosotros que hoy decimos ser los seguidores del Hijo de Jehová, pues tenemos una responsabilidad; un agradecimiento y un compromiso de fidelidad para que “OBREMOS” de conformidad con esa Voluntad y que, después de haber corrido con “aguante la carrera por la vida”, no lleguemos a ser desaprobados de algún modo y no lo logremos, ¿Por qué? Pues por habernos descuidado de ejercer esa fe con “obras” propias de la fe; haciendo la Voluntad de Dios de todas esas responsabilidades de sujetarnos, en todo, a Su Voluntad para andar en las pisadas del Hijo de Dios y mantener nuestra fidelidad hasta el fin, para heredar, como él bien claro lo dijo, “la corona de la vida”. ¡Esa es la esperanza cristiana! ¡Ese es el propósito de Jehová para el Hombre! Lo que digan de más, está de más.
Por lo tanto, ¡Ya es hora de que ustedes despierten de ese sueño que los tiene trasnochados!