Re: ¿JESUS DIJO QUE ERA DIOS?
La atalaya de 1967, no veo la porción que expones;
Con relación a la atalaya de 1981, éste es el tema que se considera ahí;
Atenas... “ciudad de muchos dioses”
ZEUS, Hera, Artemis, Apolo, Ares... probablemente usted haya oído de por lo menos uno de estos dioses. En Atenas, la “ciudad de muchos dioses,” pueden hallarse restos de sus estatuas. No obstante, la más prominente de todas las antiguas deidades griegas fue Atenea, conocida como la diosa de la sabiduría. La ciudad de Atenas obtuvo su nombre de esta diosa, y el Partenón, templo de Atenea, es uno de los puntos de interés más notables de la ciudad.
Al visitar a Atenas, bulliciosa metrópolis de casi 2,5 millones de habitantes, y observar por todas partes los numerosos restos de dioses hechos de piedra, alguien bien pudiera pensar en las palabras que el apóstol cristiano Pablo pronunció aquí. Después de caminar por las calles de la ciudad, él dijo: “Contemplo que en todas las cosas ustedes parecen estar más entregados que otros al temor de las deidades.”—Hech. 17:22.
UN RECORRIDO ABARCADOR
Imagínese que primero le damos un vistazo general a Atenas. Viajamos en taxi por una carretera muy estrecha y empinada que nos conduce al punto de partida del funicular. Unos minutos más tarde llegamos a la cima del monte Licabeto, colina empinada y coniforme desde donde se obtiene una magnífica vista de la ciudad. Según la tradición, la capilla de San Jorge, situada en la cima de la colina, está construida en el lugar donde en otro tiempo estuvo situado un altar a Zeus. Mientras tomamos un refrigerio en el exterior de cierto restaurante, disfrutamos del paisaje.
Se aproxima la noche. El calor sofocante que ha envuelto a la ciudad durante el día va disminuyendo gradualmente. Hacia el suroeste de Atenas vemos el Pireo, conectado con la ciudad por kilómetros de suburbios. Las riquezas del país, tales como las aceitunas, las uvas y otros frutos, salen del país a muchas partes del mundo a través de este importante puerto y centro industrial de Grecia. Desde nuestra ventajosa posición en lo alto, también observamos que Atenas está rodeada de montañas y llena de monumentos, museos e iglesias.
Al ir anocheciendo, algo atrae nuestra atención súbitamente. Al otro lado del valle donde está situada Atenas, se encienden 1.500 focos que bañan de luz la Acrópolis. ¡Un espectáculo impresionante en verdad!
DEL ÁGORA AL AREÓPAGO
No podemos dejar de visitar la Acrópolis al día siguiente. Estacionamos nuestro automóvil en una de las congestionadas calles que queda cerca de la Acrópolis y caminamos el resto del trayecto. Abajo, a la izquierda, vemos las ruinas del antiguo Ágora, o plaza de mercado. No solo era éste un sitio donde se efectuaban transacciones comerciales, sino que era también un lugar donde se debatían y conducían asuntos civiles. En realidad, el Ágora era el centro de la vida pública. Por eso, el apóstol Pablo pasó algún tiempo allí cuando visitó a Atenas en su segundo viaje misional alrededor de 50 E.C. “Todos los días en la plaza de mercado” (el Ágora) él abordaba a las personas “que se hallaban por casualidad allí.” La actitud inquisitiva de éstas se refleja en las siguientes palabras: “De hecho, todos los atenienses y los extranjeros que residían allí temporalmente no pasaban su tiempo libre en ninguna otra cosa sino en decir algo o escuchar algo nuevo.”—Hech. 17:17, 21.
Pronto, Pablo se vio envuelto en una discusión con ciertos filósofos epicúreos y estoicos, y al poco tiempo éstos “se apoderaron de él y lo condujeron al Areópago, diciendo: ‘¿Podemos llegar a saber lo que es esta nueva enseñanza que es hablada por ti?’” (Hech. 17:18, 19) Hoy, los que van de día de campo y los pintores se refugian en el Ágora, punto de interés en el centro de Atenas, para escapar del bullicio de los turistas, que, cargando cámaras fotográficas, recorren la Acrópolis.
Mientras contemplamos absortos esta escena del día presente, no olvidamos que la situación en que se encontraba Pablo era extremadamente peligrosa. Se sospechaba que él era un “publicador de deidades extranjeras,” y la ley estipulaba que ‘ninguna persona tendrá otros dioses, o dioses nuevos; tampoco adorará en privado a dioses extraños a menos que se autorice la adoración pública de éstos.’ Entonces, no es de extrañar el que se apoderaran del apóstol y lo condujeran al Areópago para interrogarlo. De todas maneras, el relato bíblico acerca del Areópago nos indujo a buscar la colina que llevaba ese nombre.
Logramos hallar el camino, y una corta caminata nos lleva al pie del Areópago, o colina de Marte, situado al noroeste de la Acrópolis. Este es un momento emocionante. Quizás estemos parados en el mismo sitio donde estuvo Pablo cuando en cierta ocasión dio el memorable testimonio que se halla registrado en Hechos 17:22-31. A un lado de la pequeña colina encontramos una placa de bronce en la cual se halla grabado el famoso discurso de Pablo. Es tiempo de abrir nuestras Biblias y recordar lo que pasó aquí hace 19 siglos.
LA PREDICACIÓN PRIMITIVA EN ATENAS PRODUCE FRUTOS
El elocuente testimonio de Pablo ante los doctos de Atenas es una lección excelente de tacto y discernimiento. Al mismo tiempo, él estableció un magnífico punto de derecho, un argumento apropiado para refutar la acusación de que estaba introduciendo una nueva deidad. El apóstol demostró que estaba predicando acerca del mismísimo Creador del cielo y de la Tierra, Aquel que no mora en templos hechos por humanos. Prudentemente, Pablo dijo a su auditorio que él les estaba publicando el “Dios Desconocido,” a quien ellos mismos habían hecho un altar y a quien sin conocer estaban dando devoción piadosa. Al citar de los escritos de Aratos, poeta de Cilicia, y del Himno a Zeus de Cleantes, el apóstol hizo que este “Dios Desconocido” llegara a ser más real para ellos. De modo que Pablo pudo decir a los atenienses que algunos de sus propios poetas habían dicho: “También somos progenie de él” y, por lo tanto, todos los hombres deben su existencia a Él.
Pablo pasó a demostrar que este Dios juzgará la Tierra habitada con justicia por un varón que él ha nombrado. Y, como garantía de esto, Dios lo resucitó de entre los muertos. En este punto del discurso, Pablo fue interrumpido, ya que “al oír de una resurrección de muertos, algunos empezaron a mofarse, mientras que otros dijeron: ‘Te oiremos acerca de esto aun otra vez.’” ¿Qué sucedió entonces?
Pablo salió de en medio de ellos, pero su magistral razonamiento resultó en algo más que aquellas dos diferentes reacciones. También hubo un tercer grupo, pues “algunos varones se unieron a él y se hicieron creyentes, entre quienes también estaban Dionisio, juez del tribunal del Areópago, y una mujer por nombre Dámaris, y otros además de ellos.” (Hech. 17:32-34) En consecuencia, se desarrolló el cristianismo primitivo en la “ciudad de muchos dioses.”
REFLEXIONES SOBRE LA HISTORIA DE LA CIUDAD
La Acrópolis se alza a muy corta distancia del Areópago. Subimos la impresionante grada de mármol de los Propileos (o Pórticos), espléndida subida al Partenón, cima de la Acrópolis. A la derecha se halla el templo de la Victoria Aptera, pero la diosa ha desaparecido de allí. Pasamos por entre las imponentes columnatas de los Propileos, que, a pesar de estar desgastadas parcialmente, todavía presentan el aspecto impresionante de lo que una vez fue una estructura monumental. Al llegar a lo alto de la grada vemos los inmensos restos del Partenón. ¿Cuándo fue construido, y por qué se construyó?
El origen de Atenas queda oculto en el pasado, aunque la arqueología arroja alguna luz sobre la historia antigua de la ciudad. Durante el séptimo siglo a. de la E.C., la ciudad era gobernada por los eupátridas, una aristocracia que ejercía poder político y controlaba el Areópago, principal tribunal criminal de aquel tiempo. En el siglo siguiente un legislador llamado Solón colocó los cimientos de la democracia. De modo que Atenas se convirtió en el centro del primer estado con un gobierno democrático.
La subida del Imperio Medopersa resultó ser una amenaza seria para Grecia y, según lo había predicho el profeta Daniel, el cuarto rey de Persia ‘levantó todo contra el reino de Grecia.’ (Dan. 11:2) El oleaje de guerra iba y venía hasta que finalmente el ‘cuarto rey,’ Jerjes de Persia, movilizó todo su imperio e invadió a Grecia en 480 a. de la E.C. Llegó hasta Atenas y quemó la fortaleza de la Acrópolis. Los atenienses, sin embargo, destruyeron la armada persa en Salamina, y obligaron a los persas a retirarse. En virtud de su fuerte marina de guerra, Atenas obtuvo el liderato en Grecia.
Comenzó la edad de oro de Atenas. Durante aquel tiempo de gran prosperidad, bajo el caudillaje de Pericles, la ciudad llegó a estar a la cabeza de la cultura del mundo antiguo. Atenas floreció como centro educativo, pues hubo una gran cantidad de profesores, conferenciantes y filósofos tales como Sócrates, Platón y Aristóteles. Se establecieron allí cuatro escuelas de filosofía: la platónica, la peripatética, la epicúrea y la estoica. (Hech. 17:18, 19) También, durante aquel tiempo se construyeron muchos edificios y templos hermosos, entre ellos el Partenón, el monumento principal de la antigua religión pagana.
LAS ESCRITURAS CONTRA LA FILOSOFÍA
En el tiempo en que Jesús y sus apóstoles estuvieron en la Tierra, Atenas todavía era una ciudad importante a causa de sus escuelas de filosofía. Desde su cuna en Grecia, la filosofía se esparció a otras partes del mundo. De hecho, Pablo hasta tuvo que dar la siguiente advertencia a la congregación cristiana de Colosas, Asia Menor: “Cuidado: quizás haya alguien que se los lleve como presa suya por medio de la filosofía y del engaño vano según la tradición de los hombres, y no según Cristo.” Pablo estaba predicando a Cristo, y según dijo el apóstol: “Cuidadosamente ocultados en él están todos los tesoros de la sabiduría y del conocimiento.”—Col. 2:3, 8.
Cuando escribió a los corintios griegos, Pablo vigorosamente se declaró en contra de la sabiduría humana. En defensa del cristianismo verdadero, él colocó la filosofía humana en su lugar debido cuando dijo: “Si alguno entre ustedes piensa que es sabio en este sistema de cosas, hágase necio, para que se haga sabio. .*.*. ‘Jehová conoce que los razonamientos de los sabios son vanos.’” (1 Cor. 3:18-20) Sí, no solo sus razonamientos resultan vanos, sino que las obras de sus manos también perecen. Tan solo eche un vistazo a la Acrópolis. La imagen de Atenea cubierta de oro ya no se encuentra allí. En pie solo queda parte del Partenón. Y ¿qué hay del Erecteón, el templo dedicado a Atenea y Poseidón? Poco queda de su anterior imponente belleza.
Al dejar la Acrópolis e ir bajando por las gradas del elevadísimo Propileos, recordamos las palabras que el apóstol Pablo dirigió al tribunal de Atenas: “No debemos imaginarnos que el Ser Divino sea semejante a oro, o plata, o piedra, semejante a algo esculpido por el arte e ingenio del hombre.”—Hech. 17:29.
EL CRISTIANISMO GENUINO SIGUE VIVO
Durante la excursión, ¿pudo usted captar algo del espíritu de la antigua Atenas y de la Atenas moderna? Claro, para poder percibir completamente este espíritu es necesario asociarse con la gente. Muchos visitantes han hallado que los atenienses son verdaderamente hospitalarios. Ya que los griegos son muy hospitalarios con los forasteros, ciertamente no es coincidencia que la palabra griega para forastero también signifique huésped.
Entonces, no es sorprendente que el cristianismo verdadero, que se caracteriza por tal espíritu, haya echado raíces una vez más en Atenas y por toda Grecia. Pues, ¡tan solo en Atenas hay más de 7.000 testigos de Jehová que se asocian en las 110 congregaciones que hay allí! En toda Grecia hay 20.000 testigos de Jehová. Aunque a ellos, al igual que a Pablo, se les considera ‘publicadores de deidades extranjeras,’ continúan proclamando el “Dios Desconocido,” Jehová, a los habitantes de Atenas y de toda Grecia.
Nuestra visita ha terminado y regresamos por donde vinimos. Mirando atrás desde cierta distancia, echamos un último vistazo a la Acrópolis. La puesta del Sol convierte la cumbre de mármol de la ciudad en deslumbrante oro. ¡Qué espectáculo! Pero especialmente nos deleita el que en Atenas, la antigua “ciudad de muchos dioses,” muchas personas ahora estén disfrutando del verdadero esclarecimiento espiritual.
No encuentro nada de lo que expones ¿No te equivocarías o bien, no te mentirían???