Re: ¿JESUS DIJO QUE ERA DIOS?
Migu, ¿no son AMBOS "Dios Fuerte"? Creo que estás escogiendo una vez mas la obscuridad.
Ambos son “Dios Fuerte” (Isaías 9:6; 10:21)
gibbôr 'êl
Jesús era un hombre de oración. Oró en todo momento: cuando fue bautizado (Lucas 3:21), toda la noche antes de escoger a sus doce apóstoles (Lucas 6:12, 13) y antes de su transfiguración milagrosa en la montaña, con los apóstoles Pedro, Juan y Santiago. (Lucas 9:28, 29.) Estaba orando cuando uno de los discípulos le pidió: “Enséñanos a orar”, y entonces les enseñó la oración del padrenuestro. (Lucas 11:1-4; Mateo 6:9-13.)
Oraba solo y durante largo rato temprano por la mañana (Marcos 1:35-39); al atardecer, en una montaña, después de despedir a sus discípulos (Marcos 6:45, 46); con sus discípulos y por sus discípulos. (Lucas 22:32; Juan 17:1-26.) Sí, la oración fue una parte importante de la vida de Jesús.
Oró antes de ejecutar milagros; por ejemplo, antes de resucitar a su amigo Lázaro: “Padre, te doy gracias porque me has oído. Cierto, yo sabía que siempre me oyes; pero a causa de la muchedumbre que está de pie en derredor hablé, a fin de que crean que tú me has enviado”. (Juan 11:41, 42.) La certeza de que su Padre contestaría aquella oración indica la fuerza de su fe. Esta relación entre la oración a Dios y su fe en él se evidencia en lo que dijo a sus discípulos: “Todas las cosas que oran y piden, tengan fe en que pueden darse por recibidas”. (Marcos 11:24.)
Si Jesús no tenía fe, ¿por qué oró a Dios? La doctrina no bíblica de la Trinidad —Jesús era hombre y Dios al mismo tiempo—, que enseña la cristiandad, oscurece el mensaje de la Biblia. Impide que la gente entienda la sencillez y la fuerza de esta. ¿A quién invocó el hombre Jesús? ¿A sí mismo? ¿No sabía que era Dios? Y si era Dios y lo sabía, ¿por qué oró?
Las oraciones que Jesús pronunció el último día de su vida terrestre nos permiten entender con más profundidad la fe firme que tenía en su Padre celestial. Pidió con esperanza y seguridad: “Así que ahora, Padre, glorifícame al lado de ti mismo con la gloria que tenía al lado de ti antes que el mundo fuera”. (Juan 17:5.)
La noche que estuvo en el jardín de Getsemaní, en el monte de los Olivos, sabía que sus pruebas más difíciles y su muerte eran inminentes, por lo que “comenzó a contristarse y a perturbarse en gran manera”, y dijo: “Mi alma está hondamente contristada, hasta la muerte”. (Mateo 26:36-38.) Luego se arrodilló y oró: “Padre, si deseas, remueve de mí esta copa.
Sin embargo, que no se efectúe mi voluntad, sino la tuya”. Entonces “se le apareció un ángel del cielo y lo fortaleció”. Dios escuchó su oración. Debido a la intensidad de sus emociones y la severidad de la prueba, “su sudor se hizo como gotas de sangre que caían al suelo”. (Lucas 22:42-44.)
¿Qué indican los sufrimientos de Jesús, la necesidad de ser fortalecido y sus súplicas? “Una cosa es cierta —escribe Jacques Guillet—: Jesús oró, y la oración fue una parte esencial de su vida y actuación. Oró como oran los hombres, y oró en favor de los hombres. Ahora bien, las oraciones de los hombres son inconcebibles sin fe. ¿Serían concebibles las oraciones de Jesús sin fe?”
Cuando estaba colgado en el madero de tormento, Jesús clamó con voz fuerte poco antes de morir, y citó un salmo de David. Luego, con fe y voz fuerte clamó una última súplica: “Padre, en tus manos encomiendo mi espíritu”. (Lucas 23:46; Mateo 27:46.) Una traducción italiana interconfesional,
Parola del Signore, dice que Jesús ‘encomendó su vida’ al Padre.
Jacques Guillet comenta: “Al mostrarnos al Cristo crucificado clamando al Padre mediante los salmos de Israel, los escritores del Evangelio nos convencen de que aquel clamor, el clamor del Hijo unigénito, un clamor de angustia total, un clamor de confianza plena, es un clamor de fe, un clamor de una muerte con fe”.
Ante esta clara e impresionante demostración de fe, algunos teólogos intentan hacer una distinción entre fe y “confianza”. Sin embargo, esta distinción no está fundamentada en las Escrituras.
Pues bien, ¿qué revelaron exactamente en cuanto a su fe las pruebas severas que Jesús aguantó?
La doctrina de la Trinidad condiciona de tal modo el pensar de los teólogos que llegan al extremo de afirmar que Jesús “no puede
creer en la Palabra de Dios y su mensaje” porque, “como es la misma Palabra de Dios, solo puede
proclamar esa palabra”. (Angelo Amato,
Gesù il Signore, con el imprimátur eclesiástico.)
No obstante, ¿qué muestran realmente las continuas referencias de
Jesús a las Escrituras? Cuando fue tentado,
citó de las Escrituras tres veces. Con su tercera respuesta mostró a Satanás que adoraba únicamente a Dios. (Mateo 4:4, 7, 10.) En varias ocasiones Jesús mencionó profecías que tenían que ver con él mismo y mostró fe en su cumplimiento. (Marcos 14:21, 27; Lucas 18:31-33; 22:37; compárese con Lucas 9:22; 24:44-46.)
Este examen nos lleva a la conclusión de que
Jesús conocía las Escrituras inspiradas por su Padre, las observó con fe y tuvo confianza plena en el cumplimiento de las profecías que predecían sus pruebas, sufrimiento, muerte y resurrección.
Jesús tuvo que pelear la pelea de la fe hasta el fin para ser leal a su Padre y ‘vencer al mundo’. (Juan 16:33.) Sin fe es imposible conseguir tal victoria. (Hebreos 11:6; 1 Juan 5:4.) Jesús fue un ejemplo para sus fieles seguidores en virtud de su fe victoriosa. Ciertamente tuvo fe en el Dios verdadero.
Hebreos 2 “Le fue propio a aquel por cuya causa todas las cosas son y mediante el cual todas las cosas son, al llevar a la gloria a muchos hijos,
perfeccionar mediante sufrimientos al Agente Principal de su salvación.”
Hebreos 2:17, 18: “Le era preciso llegar a ser
semejante a sus ‘hermanos’ en todo respecto, para llegar a ser un sumo sacerdote misericordioso y fiel en cosas que tienen que ver con Dios, a fin de ofrecer sacrificio propiciatorio por los pecados de la gente. Pues por cuanto él mismo ha sufrido al
ser puesto a prueba, puede ir en socorro de los que están siendo puestos a prueba.”
Hebreos 3:2: “Él fue
fiel a Aquel que lo hizo tal, así como Moisés también lo fue en toda la casa de Aquel.”
Hebreos 4:15: “No tenemos como sumo sacerdote a uno que no pueda condolerse de nuestras debilidades, sino a
uno que ha sido probado en todo sentido igual que nosotros, pero sin pecado.”
Hebreos 5:7-9: “En los días de su carne Cristo ofreció
ruegos y también
peticiones a Aquel que podía salvarlo de la muerte,
con fuertes clamores y lágrimas, y fue oído favorablemente por
su temor piadoso. Aunque era Hijo,
aprendió la obediencia por las cosasque sufrió; y después de
haber sido perfeccionado vino a ser responsable de la salvación eterna.”