Cuando leamos, pues, mensajes en primera persona, "Yo soy... etc" tengamos en cuenta que hay una cadena de intermediarios que hablan en nombre del anterior. Es fácil perderse en esto. Tan fácil, que el mismo Juan, después de escuchar al ángel que le hablaba en primera persona de tantas cosas, quiso adorar al ángel. ¿Que acaso no sabía Juan que debía adorar a Dios? Claro que lo sabía, pero cuando un Mensajero Divino habla en primera persona, la tendencia natural es a postrarse ante él o ponerse a su servicio. Algo totalmente entendible.
Fijémonos como este mismo ángel continuó posteriormente hablando en primera persona ( ver verso 12 abajo) .
6 Y me dijo: «Estas palabras son fieles y verdaderas. El Señor, el Dios de los espíritus de los profetas, ya ha enviado a su ángel para que les muestre a sus siervos lo que pronto tiene que suceder.»
7 «¡Vengo pronto! ¡Dichoso el que obedece las palabras proféticas de este libro!»
8 Yo, Juan, soy quien vio y oyó estas cosas. Después de verlas y oírlas, me postré a los pies del ángel que me mostraba estas cosas, para adorarlo, 9 pero él me dijo: «¡No lo hagas! Yo soy consiervo tuyo y de tus hermanos los profetas, y de los que obedecen las palabras de este libro. ¡Tú, adora a Dios!»
10 Y me dijo también: «No selles las palabras proféticas de este libro, porque el tiempo está cerca. 11 Deja que quien sea injusto, siga siendo injusto; que quien sea impuro, siga siendo impuro; que quien sea justo, siga practicando la justicia; y que quien sea santo, siga santificándose.»
12 «¡Miren! ¡Ya pronto vengo! Y traigo conmigo mi galardón, para recompensar a cada uno conforme a sus acciones. 13 Yo soy el Alfa y la Omega, el principio y el fin, el primero y el último.»
En conclusión, el mismo libro de Apocalipsis (como lo hace Pablo vez tras vez en sus epístolas) llama "Dios" a un ente que no es Jesucristo. Este ente es el Todopoderoso quien trasmite un mensaje a través de una serie de intermediarios. Aunque hablan en primera persona, trasmiten el Mensaje del Todopoderoso, a cuya diestra Jesús se sentaría, como dijo a Caifás.
Este es el Padre, el Dios de Abraham, Isaac y Jacob, el Dios del Cristo, quien es el que crea, salva, da vida eterna, resucita... El Padre es el Primero y el Último, y quien volvería a revelarse en el futuro en su gloria.
Pero todo esto que he mencionado no puede hacerlo desde su esencia, pues es espíritu intangible, que habita en luz inaccesible. Todo esto lo hace a través de una Manifestación: el Logos que habita a plenitud un personaje corpóreo que pudo verse, oírse y tocarse. En este caso el Hijo del Hombre: Jesucristo.