“TÚ, SIENDO HOMBRE, TE HACES DIOS”
Jua 10:22 Celebrábase en Jerusalén la fiesta de la dedicación. Era invierno,
Jua 10:23 y Jesús andaba en el templo por el pórtico de Salomón.
Jua 10:24 Y le rodearon los judíos y le dijeron: ¿Hasta cuándo nos turbarás el alma? Si tú eres el Cristo, dínoslo abiertamente.
Así como la Batalla de Carabobo significó la independencia de Venezuela de la dominación Española; en Juan 10: 22, esta fiesta de la dedicación del Templo, estaba relacionada con la independencia de un Tirano que convirtió a Israel en colonia de Siria, casi dos siglos antes del Señor estar pisando el pórtico de Salomón. Leamos sus perversidades, por parte de los historiadores:
“Antíoco forzaba a los judíos a no guardar las leyes, la circuncisión, el día de reposo, las fiestas solemnes y demás ceremonias para adorar a Dios. Les hacía servir a los dioses griegos y mataba a los que no seguían sus órdenes. El santuario del Templo, estaba lleno de estatuas y de imágenes de Zeus y de varios dioses griegos, y finalmente el santuario se convirtió en un lugar para que los griegos y los apóstatas (los judíos helenizados) adoraran ídolos. Los judíos devotos tuvieron que huir al desierto o a las montañas, evitando la persecución.
Cuando eran encontrados guardando los decretos y leyes de Dios, eran asesinados por orden del rey.”
Continúan los historiadores:
“Muchos de los judíos devotos fueron asesinados. Entre los que trataron de seguir la ley de Dios, apareció un líder. Era un anciano llamado “Matatías”, un levita. Con sus cinco saludables hijos reunió a los que estaban dispuestos a guardar la ley de Dios, y llevó a cabo una guerrilla para oponerse a los griegos. Después de la muerte de Matatías, su tercer hijo, Judas Macabeos, se convirtió en líder. Macabeos era muy valiente. Él expandió el movimiento independentista en toda la nación e hizo que muchos judíos se unieran al movimiento.”
Los judíos recuperaron su independencia.
Y Judas Macabeos empezó a santificar el templo, deshaciéndose de todos los ídolos, y dedicó el templo a Dios en el décimo segundo mes.
De manera que “La fiesta de la dedicación” no era una fiesta solemne que Dios hubiese mandado, sino una fiesta del pueblo judío, una fiesta patria.
Es invierno, el pueblo está de fiesta, y el Señor está presente caminando por el largo corredor rodeado de columnas, situado en la parte oriental del atrio del templo, por el pórtico de Salomón.
El pueblo lo está esperando, la mayoría sentados o en cuclillas, esperando oír la Palabra de Vida.
Pero también lo estaba esperando otra clase de auditorio, no para deleitarse y edificar su alma con sus palabras de vida eterna.
Sino para interrogarlo.
Son autoridades judías, miembros del Sanedrín.
Los líderes espirituales de la nación de Israel lo están acechando.
En este sentido, El Señor, es el ciervo de la mañana, perseguido por el príncipe negro con sus jaurías del infierno – por Satanás y todos sus aliados.
Los “perros,” los “leones,” los “búfalos” y los “fuertes toros de Basán,” con sus dientes devoradores y sus cuernos terribles, lo persiguieron desde Belén hasta el Calvario.
Y aquí, en el pórtico de Salomón, están presentes, escuchemos su hipocresía:
- “¿Hasta cuándo nos turbarás el alma? Si tú eres el Cristo, dínoslo abiertamente.”
La pregunta que le hizo esta cuadrilla de malignos, no tenía un átomo de sinceridad.
El Señor fue muy franco con ellos, leemos:
Jua 10:26 pero vosotros no creéis, PORQUE NO SOIS DE MIS OVEJAS, como os he dicho.
El Señor bien sabía que el propósito de ellos era obtener base para una acusación contra él.
Si su Palabra no tenía cabida en el corazón de ellos, sino entendían su lenguaje, ahí estaban las obras, como un testimonio mudo, pero indiscutible, de su filiación con el Padre, leemos:
“Las obras que yo hago en nombre de mi Padre, ellas dan testimonio de mí”
Ellos se hallaban muy molestos por el ciego sanado en el día de reposo, del capítulo anterior, que en la sencillez de su corazón, les dio una verdadera lección:
Jua 9:32 Desde el principio no se ha oído decir que alguno abriese los ojos a uno que nació ciego.
Jua 9:33 Si éste no viniera de Dios, nada podría hacer.
Jua 9:34 Respondieron y le dijeron: Tú naciste del todo en pecado, ¿y nos enseñas a nosotros? Y le expulsaron.
Esto había incrementado el odio y la persecución contra el Señor.
El Sanedrín lo espiaba, sus informantes infiltraban las multitudes, y siempre que vemos a los escribas y los fariseos, disfrazados del común de las gentes, la Escritura los identifica como “los judíos”.
Ellos no descansaban en su afán por cazarlo, por entramparlo con preguntas preparadas de antemano.
¿Pero qué puede hacer el hombre religioso, y sin Cristo, ante la Sabiduría y el Poder de Dios? (1Cor.1:24).
En el Hijo están todos los tesoros de la Sabiduría de Dios y su Iglesia está completa en Él (Col.2:3, 10)
En algunas ocasiones, la maravilla de sus respuestas, los avergonzaban y en otras, como en esta ocasión, los hacia tomar piedras para matarlo, leemos:
Jua 10:30 Yo y el Padre uno somos.
Jua 10:31 Entonces los judíos volvieron a tomar piedras para apedrearle.
“YO Y EL PADRE UNO SOMOS”
Este pasaje no significa, como enseñan los “Solo Jesús”, en su errada teología de la unicidad, que Jesús es Dios y a la vez, también es el Padre y el Espíritu Santo. Y que por lo tanto, que Dios tiene el poder de manifestarse en los tres “modos” simultáneamente, y apelan a este pasaje:
Luc 3:22 y descendió el Espíritu Santo sobre él en forma corporal, como paloma, y vino una voz del cielo que decía: Tú eres mi Hijo amado; en ti tengo complacencia.
El apóstol Pablo no era “Jesús solo”, leemos:
Efe_3:14 Por esta causa doblo mis rodillas ante el Padre de nuestro Señor Jesucristo,
Y nuestra comunión verdaderamente es con el Padre y con Su Hijo Jesucristo (1Jn.1:3).
De manera que este pasaje debe ser interpretado tal y como lo entendieron los judíos, leemos:
Jua 10:33 Le respondieron los judíos, diciendo: Por buena obra no te apedreamos, sino por la blasfemia, porque tú, siendo hombre, te haces Dios.
“PORQUE TÚ, SIENDO HOMBRE, TE HACES DIOS”
¿Y dónde están sus discípulos?
Es obvio que acompañan al Señor, pero si la Escritura no los menciona en este capítulo como discípulos, lo hace en su condición de ovejas que oyen su voz y le siguen.
Y en esta condición, el Señor siempre es el buen Pastor que las cuida, las alimenta y defiende sus ovejas, no es al contrario.
La última vez que la Escritura los menciona como discípulos es en Jn.9:2, en el contexto del mendigo que nació ciego y que el Señor le abrió los ojos en un día de reposo. Y que tuvo el valor de enfrentar las acusaciones de las autoridades judías y colocarlos en su lugar, por lo cual lo expulsaron de la congregación.
A este valiente buscó el Señor y le preguntó:
¿Crees tú en el Hijo de Dios?
Jua 9:36 Respondió él y dijo: ¿Quién es, Señor, para que crea en él?
Jua 9:37 Le dijo Jesús: Pues le has visto, y el que habla contigo, él es.
Jua 9:38 Y él dijo: Creo, Señor; Y LE ADORÓ.
Podemos discernir un contraste entre este varón que había nacido ciego, con los “hijos del Trueno”, y “Pedro con su liderazgo, recordemos que las llaves del Reino solo le fueron dadas a él, en el período apostólico.
Es verdad que el Señor no necesita que lo defiendan, pero uno se queda maravillado con el valor de este humilde varón que no se amilanó ante la soberbia de los enemigos del Señor, los enfrentó y los venció.
Avergonzados, no les quedo otro camino que expulsarlo.
A éste buscó el Señor.
Que contraste cuando en Mateo contemplamos la reacción de sus discípulos cada vez que el Señor mencionó que le tocaba ir a Jerusalén y allí ser muerto por las autoridades judías.
El corazón de ellos estaba centrado en el establecimiento del Reino.
Ellos querían gloria para sí mismos, sin sufrimiento:
“Mamá, lo matan el viernes, resucita el domingo y ya la otra semana está estableciendo el Reino”
- “¿Ah sí?” – respondió la madre de los hijos de Zebedeo.
- “Pues ya salimos para hablar con Jesús”
Y lo hizo, leemos:
Mat 20:20 Entonces se le acercó la madre de los hijos de Zebedeo con sus hijos, postrándose ante él y pidiéndole algo.
Mat 20:21 Él le dijo: ¿Qué quieres? Ella le dijo: Ordena que en tu reino se sienten estos dos hijos míos, el uno a tu derecha, y el otro a tu izquierda.
Qué lección para nosotros, cuando solo anhelamos puestos de importancia en la asamblea.
Buscamos nuestra propia gloria, a expensas del sufrimiento del Señor.
No hizo esto Esteban ante las autoridades judías.
Ni tampoco lo hicieron los millones de mártires, que han sido entregados a la muerte en formas horrorosas, en la historia de los sufrimientos de la Iglesia en distintas épocas de las llamadas persecuciones “cristianas”.
Despedazados por bestias salvajes en la arena, atormentados por hombres tan inmisericordes como bestias salvajes, y, lo que es más odioso aún, desgarrados en las cámaras de tortura de la Inquisición, Su pueblo ha muerto, con los rostros dirigidos al cielo, y con sus corazones entregados en oración a Dios.
Qué lejos está el corazón de un genuino creyente en su servicio al Señor, de buscar su propia gloria, logrando que lo llamen “anciano”, porque con este título será mayor que los demás.
Un siervo del Señor, a este respecto, comentaba que en una
conferencia en Caracas, le tocó presenciar el saludo a un hermano nuevo, por parte de uno de los responsables:
- “Hermano, ¿Y usted de que asamblea viene?
- “YO SOY EL ANCIANO de la asamblea tal”
- “Ah, mucho gusto, soy fulano de tal, su seguro servidor”
Pues ese hermano, que se puso a su servicio, había sido “anciano” por más de 50 años y conservaba la sencillez y la humildad que caracteriza la madurez que debe tener un hermano responsable, ante los nuevos.
Quiero terminar estas breves reflexiones, con esta acusación del Sanedrín:
“PORQUE TÚ, SIENDO HOMBRE, TE HACES DIOS”
De Nazaret al Sanedrín en Jerusalén, esta información había llegado, leemos:
Mat 13:55 ¿No es éste el hijo del carpintero? ¿No se llama su madre María, y sus hermanos, Jacobo, José, Simón y Judas?
Mat 13:56 ¿No están todas sus hermanas con nosotros? ¿De dónde, pues, tiene éste todas estas cosas?
Cuando nuestro Señor afirmó ser el Hijo de Dios, ellos dijeron verdaderamente que Él reclamaba la Deidad. En esto tenían razón, y el
Señor no negó ni discutió su conclusión.
Si la afirmación de ser el Hijo de Dios, era falsa, sería una blasfemia del tipo más atroz.
Pero si es cierto, negarlo, acarrea Juicio del cielo, pues escrito está:
Sal_2:12 Honrad al Hijo, para que no se enoje, y perezcáis en el camino;
Pues se inflama de pronto su ira.
Bienaventurados todos los que en él confían.
Los judíos entendieron, perfectamente, de qué se trataba el asunto, Dios estaba en medio de ellos en forma humana, pero por su incredulidad y celo por la posición que ejercían, no lo recibieron.
La afirmación de ser el Hijo de Dios era la afirmación de estar en la Deidad.
Veamos la estimación que Dios mismo hace de su Hijo, retrocedamos unos capítulos atrás, leemos:
Jua 5:26 Porque como el Padre tiene vida en sí mismo, así también ha dado al Hijo el tener vida en sí mismo;
“EL PADRE TIENE VIDA EN SÍ MISMO”
"VIDA en Sí Mismo" representa la VIDA ETERNA, inherente, sin causa, no sustentada por ningún poder externo, de eternidad en eternidad.
La eternidad, es la afirmación de la Deidad.
Solo Dios puede poseer esta vida.
Por la naturaleza de las cosas, no se puede compartir con otro fuera de la Deidad.
De ahí la importancia de entender la expresión “VIDA EN SÍ MISMO” como un atributo de la Deidad.
Otra cosa bien distinta, es que una criatura sea transformada por medio del evangelio de la Gracia de Dios y reciba vida eterna.
"El Padre tiene vida en sí mismo".
"El Hijo" tiene "vida en sí mismo".
En ambos casos esto es dentro de la Deidad, o de lo contrario deberíamos tener dos Dioses, separados y distintos entre sí, una absoluta imposibilidad.
Solo hay un Dios. Nuestro Señor dice:
"Yo y el Padre uno somos" (Jn.10:30).
¿Y el Espíritu Santo? Leemos:
Heb 9:14 ¿Cuánto más la sangre de Cristo, el cual mediante EL ESPÍRITU ETERNO se ofreció a sí mismo sin mancha a Dios, limpiará vuestras conciencias de obras muertas para que sirváis al Dios vivo?
Es evidente que la expresión “El Espíritu Eterno” nos dice que tiene “vida en sí mismo” pero los oficios dentro de la Deidad son distintos, leemos:
Jua 16:13 Pero cuando venga el Espíritu de verdad, él os guiará a toda la verdad; porque no hablará por su propia cuenta, sino que hablará todo lo que oyere, y os hará saber las cosas que habrán de venir.
Jua 16:14 El me glorificará; porque tomará de lo mío, y os lo hará saber.
1. Guía a toda verdad
2. No es independiente
3. Toma de lo de Cristo y lo comparte con sus redimidos.
4. Glorifica a Cristo.
Jua 16:15 Todo lo que tiene el Padre es mío; por eso dije que tomará de lo mío, y os lo hará saber.
La expresión:
“TODO LO QUE TIENE EL PADRE ES MÍO”
Está incluyendo, su carácter, su naturaleza y esencia, y todos sus atributos.
De manera que cuando leemos:
Col_2:9 Porque en él habita corporalmente toda la plenitud de la Deidad,
Debemos entender que no se trata de porcentajes, sino de TOTALIDAD.
El apóstol al hablar de la Deidad en la asamblea, nos revela sus distintos oficios:
1Co 12:4 Ahora bien, hay diversidad de dones, PERO EL ESPÍRITU ES EL MISMO.
1Co 12:5 Y hay diversidad de ministerios, PERO EL SEÑOR ES EL MISMO.
1Co 12:6 Y hay diversidad de operaciones, PERO DIOS, QUE HACE TODAS LAS COSAS EN TODOS, ES EL MISMO.
CONCLUSIÓN
La expresión:
“VIDA EN SÍ MISMO”
Significa vida inherente, sin principio y sin fin, auto- sostenida de eternidad en eternidad, como una exclusividad de la Deidad.
Es decir, el Hijo es el Hijo ETERNO, como el Padre es el Padre ETERNO, y el Espíritu es el Espíritu ETERNO (Heb.9:14) = UN SOLO DIOS.
Si el hombre religioso, en su razonamiento natural, saca a una Persona de la Deidad, la destruye.
Si enseña que el Hijo es la primera criatura, jamás tendrá comunión con el Padre (1Jn.1:3), porque no puede existir el Padre sin el Hijo y el
Espíritu Santo, en la naturaleza de la Deidad, como enseña la Escritura.
Si saca al Padre y al Espíritu enseñando que es “Solo Jesús” el verdadero, y que las otras dos Personas son hologramas, también destruye la Deidad.
De ahí la importancia de reunirnos en las asambleas congregadas en el Nombre del Señor Jesucristo.
El Señor no garantiza su Presencia en lugares donde la sana doctrina brilla por su ausencia.
Que el Señor prospere estas reflexiones.