(Éxodo 33:20) Y añadió: “No puedes ver mi rostro, porque ningún hombre puede verme y sin embargo vivir”.
uff esta vez sí creo que me entendió.
Pues a ver si nos entiende usted a nosotros porque la Biblia no puede contradecirse y menos aún dejarnos una "mentira" como si fuera una verdad, ¿no es cierto? Leamos entonces, nuevamente, el versículo que nos puso y resaltemos algo de él.
(Éxodo 33:20) «Y añadió: "No puedes ver mi rostro, porque ningún hombre puede verme Y SIN EMBARGO VIVIR».
Dicho esto, podemos comprobar con la Biblia un suceso real que no va a dejar de ser curioso...
Resulta que había un hombre de la tribu de Dan que se llamaba Manoa y que estaba casado con una mujer estéril. Pero se le apareció un mensajero del cielo y le dijo a esa mujer que concibiría y daría luz a un hijo (Jueces 13:1-3).
Tras darle una serie de instrucciones y explicarle que su hijo les liberaría de la mano de los filisteos, la mujer le contó todo eso a su marido: que un hombre con aspecto imponente y que parecía un ángel de DIos había venido a ella, que no le preguntó de dónde era ni tan siquiera Él le dio su nombre a conocer (Jueces 13:4-6).
La mujer le dijo a su marido que le había anunciado que tendría un hijo y también las instrucciones que le había dado. Y entonces, Manoa oró a Dios pidiéndole que volviera ese hombre para que les dijera qué tenían que hacer con el niño cuando este hubiera nacido (Jueces 13:7-8).
Dios escuchó a Manoa y de nuevo ese mensajero se le apareció a la mujer que en ese momento estaba en el campo. Ella al verlo fue corriendo en busca de su marido y le dijo que ese hombre había vuelto, así que los dos regresaron al campo y Manoa le preguntó si Él era el hombre que le había aparecido la otra vez a su mujer, y la respuesa fue que "sí", que Él lo era (Jueces 13:9-11).
Manoa le preguntó que cuando todo eso sucediera, que qué vida tendría que llevar ese niño y cuál sería su conducta, a lo que ese hombre le respondió que tan solo su hijo tenía que abstenerse de todo lo que le había explicado a su mujer y que observara todo lo que le había mandado a su mujer (Jueces 13:12-14).
Manoa quiso invitar a este hombre a comer pero este no quiso sino que le dijo que si quería podía hacer un holocausto y ofrecérselo al Señor. Manoa le preguntó a este hombre por su nombre pero Él le respondió con una pregunta del por qué le preguntaba por su nombre y después le respondió que era su nombre era "Maravilloso" (Jueces 13:15-18).
Nota a meditar: "Maravilloso"... La cosa sería: ese hombre, ¿tendría que ver con quien se profetiza así? (Isaías 9:6).
Sigamos... La cosa es que Manoa tomó un cabrito y se lo ofreció en holocausto al Señor. Y cuando el matrimonio estaba mirando cómo la llama subía del altar hacia el cielo, ese hombre subía en la llama del altar, a la vista de Manoa y su mujer que de la impresión cayeron con el rostro en tierra. Es cuando Manoa reconoció que aquel hombre era "el Ángel del Señor" (Jueces 13:19-21).
Y ahora viene lo siguiente:
(Jueces 13:22-23) «y dijo a su mujer: "¡VAMOS A MORIR, porque hemos visto a Dios!". Pero su mujer le respondió: "Si el Señor quisiera hacernos morir no habría aceptado de nuestras manos el holocausto y la oblación; tampoco nos habría mostrado todo esto, no nos habría comunicado una cosa así"».
Como la Biblia no cuenta mentiras, si ahí pone que vieron a Dios es que, positivamente, vieron a Dios. A lo más, lo que podemos preguntarnos es: ¿quién era ese hombre, a quién vieron y que resultó ser... Dios? Porque lo que está claro es que este matrimonio se pensaba que IBAN A MORIR (Éxodo 33:20) porque habían visto a Dios (Jueces 13:22).
Que el Señor nuestro Dios Verdadero le bendiga a usted y a los suyos.