Natanael1;n3223198 dijo:
Don HENRY ESCORCIA...
¿Que pasó con la transfusión de sangre para su hijo?
¿Lo va hacer o lo va a dejar morir?
Quizás sea in poco extenso, pero leerlo con cuidado, podría ayudar a mantener buena salud y también a mantenerse con vida.
“La medicina transfusional es un campo que siempre será como una selva tropical con sendas muy trilladas, pero en la que el viajero aún debe ir con cuidado para no perderse. Una selva repleta de nuevas y desconocidas amenazas que pudieran poner en peligro a los desprevenidos.”—Ian M. Franklin, profesor de medicina transfusional.
DESDE que en la década de 1980 la epidemia mundial de sida centró la atención pública en la sangre, se ha hecho lo imposible por eliminar sus “desconocidas amenazas”.
Pero todavía hay inmensos obstáculos.
En junio de 2005, la Organización Mundial de la Salud reconoció:
“Las posibilidades de recibir una transfusión segura [...] varían enormemente de un país a otro”.
¿Por qué?
En gran parte del mundo no existen programas nacionales que establezcan medidas de seguridad para la recolección, los análisis y el transporte de la sangre y los hemoderivados.
A veces hasta la forma de almacenar la sangre pudiera ser peligrosa: ¡incluso se utilizan refrigeradores domésticos en malas condiciones y neveritas portátiles!
Sin medidas de seguridad, la sangre extraída de alguien que vive a centenares o hasta miles de kilómetros de distancia puede perjudicar al paciente.
El sueño de la sangre no contaminada
Algunos países aseguran que la sangre de sus bancos nunca ha sido más segura.
Pero no hay que bajar la guardia.
Una circular redactada conjuntamente por tres organizaciones estadounidenses relacionadas con la sangre decía en la primera página:
“ADVERTENCIA: Debido a que la sangre completa y sus componentes son productos biológicos, conllevan cierto riesgo de transmitir agentes infecciosos, como por ejemplo, virus. [...] La esmerada selección de donantes y los análisis disponibles no eliminan el peligro”.
Peter Carolan, oficial principal de la Federación Internacional de las Sociedades de la Cruz Roja y de la Media Luna Roja, dice con conocimiento de causa:
“No se pueden dar plenas garantías con relación a los abastecimientos de sangre”.
Y añade:
“Siempre surgirán nuevas infecciones para las que en ese momento no exista análisis alguno”.
¿Y si apareciera otro agente infeccioso que permaneciera por mucho tiempo en un estado asintomático y se transmitiera fácilmente mediante la sangre como sucede con el VIH?
En abril de 2005 se celebró en Praga (República Checa) un congreso médico en el que el doctor Harvey G. Klein, de los Institutos Nacionales de la Salud, de Estados Unidos, calificó esta posibilidad de preocupante, y afirmó:
“Quienes extraen componentes de la sangre no estarían más preparados para impedir una epidemia de transmisión sanguínea de lo que lo estaban durante los primeros años del sida”.
Errores y reacciones transfusionales
¿Cuáles son los mayores peligros de las transfusiones en los países desarrollados?
Los errores y las reacciones inmunológicas.
Tocante a un estudio canadiense efectuado en 2001, el periódico The Globe and Mail informó que en miles de casos se cometieron errores que por poco condujeron a transfusiones sanguíneas letales, errores como “extraer muestras de sangre del paciente indebido, etiquetar equivocadamente las muestras y solicitar sangre para el paciente equivocado”.
En Estados Unidos, ese tipo de errores causó la muerte de por lo menos 441 personas entre 1995 y 2001.
Las transfusiones de sangre conllevan riesgos muy parecidos a los de los trasplantes de órganos, puesto que el sistema inmunológico tiende a rechazar los tejidos extraños.
En algunos casos, las transfusiones hasta pueden ocasionar inmunosupresión, es decir, reprimir la respuesta inmunitaria natural del organismo, lo que deja al paciente vulnerable a infecciones postoperatorias y a virus que habían estado inactivos.
No es de extrañar que el profesor Franklin, citado al principio de este artículo, instara a los facultativos: “Piénsenlo, no una ni dos, sino tres veces antes de transfundir a los pacientes”.
La opinión de los expertos
Basándose en estos hechos, cada vez más profesionales de la salud miran la medicina transfusional con ojos críticos.
Un libro sobre la sangre titulado Dailey’s Notes on Blood reconoce lo siguiente:
“Algunos médicos sostienen que la sangre alogénica [sangre de otra persona] es un fármaco peligroso, y que si se le aplicaran los mismos criterios que a otros fármacos, se prohibiría su uso”.
A finales de 2004, el profesor Bruce Spiess hizo el siguiente comentario sobre transfundir un componente principal de la sangre al realizar operaciones cardíacas:
“Son pocos los artículos [médicos], si acaso alguno, que apoyan la idea de que las transfusiones de veras contribuyen a la mejoría del paciente”.
Es más, especificó que “en casi todos los casos, a excepción de los traumatismos, pueden hacer más daño que bien”, pues “aumentan el riesgo de neumonía y otras infecciones, así como de infartos y apoplejías”.
A muchos les sorprende descubrir que los criterios para administrar sangre no sean tan uniformes como se esperaría.
El doctor Gabriel Pedraza recordó hace poco a sus colegas de Chile que la transfusión “es una práctica no bien definida”, una que hace “difícil aplicar [...] normas universalmente aceptadas”.
Con razón Brian McClelland, director del Servicio de Transfusión Sanguínea de Edimburgo y Sudeste de Escocia, ruega a los médicos que “recuerden que una transfusión es un trasplante y, por lo tanto, administrarla o no es una decisión que no se debe tomar a la ligera”.
Además, les recomienda que se pregunten: “Si se tratara de mi hijo o de mí, ¿aceptaría la transfusión?”.
Lo cierto es que no son pocos los profesionales de la salud que se identifican con lo que confesó a ¡Despertad! cierto hematólogo:
“A los especialistas en medicina transfusional no nos gusta recibir sangre, ni darla”.
Si ese es el parecer de algunos médicos capacitados, ¿cuál debería ser la postura de los pacientes?
¿Cambiará la medicina?
Si las transfusiones encierran tantos peligros, uno pudiera preguntarse por qué son de uso tan extendido, especialmente en vista de que existen alternativas.
En parte se debe a que muchos médicos son reacios a cambiar sus métodos terapéuticos o no conocen los tratamientos que se están utilizando como alternativas a las transfusiones.
Un artículo de la revista Transfusion dice que “los médicos toman la decisión de transfundir basándose en lo que han aprendido, su enculturación y su ‘juicio clínico’”.
También influye mucho la habilidad del cirujano.
La doctora Beverley Hunt, de Londres (Inglaterra), escribe que “la pérdida de sangre en una operación varía considerablemente de un cirujano a otro, y cada vez se da más importancia a que los cirujanos aprendan los métodos adecuados para lograr la hemostasia [detención de la hemorragia] en las operaciones”.
Otros afirman que el costo de las alternativas a las transfusiones es demasiado elevado, aunque hay informes que demuestran lo contrario.
Por otra parte, bastantes facultativos concordarían con Michael Rose, director médico, que dice:
“En esencia, todo paciente quirúrgico tratado con medicina sin sangre está recibiendo una atención médica de máxima calidad”.
Durante los últimos seis años, los Comités de Enlace con los Hospitales, de los testigos de Jehová, han distribuido a médicos de todo el mundo decenas de miles de videocintas Estrategias alternativas a las transfusiones: sencillas, seguras y eficaces en unos veinticinco idiomas.
En este video, facultativos de renombre internacional hablan de estrategias eficaces que se están utilizando para tratar a pacientes sin transfusiones de sangre.
El programa está generando mucho interés.
Por ejemplo, a finales de 2001, después de verlo, el Servicio Nacional de Sangre del Reino Unido envió una videocinta junto con una carta a todos los directores de bancos de sangre y hematólogos de la nación.
En la carta les recomendaba que vieran el programa debido a “la opinión cada vez más generalizada de que uno de los objetivos de la buena atención clínica es evitar en lo posible la transfusión de sangre”.
También reconocía: “El mensaje general [del video] es loable, y el Servicio Nacional de Sangre lo respalda totalmente”.