Veamos tan solo el caso de Juan 3:13, donde se dice: “Ningún hombre ha ascendido al cielo sino el que descendió del cielo, el Hijo del hombre”. Al final de este versículo, algunas versiones añaden la expresión “que está en el cielo”. De este modo dan a entender que Jesús estaba al mismo tiempo en el cielo y en la Tierra, una idea que sirve de fundamento para la doctrina de la Trinidad. Y aunque es cierto que estas palabras aparecen en algunos manuscritos de los siglos V y X, no se encuentran en los otros códices, entre ellos el Vaticano y Sinaítico, que son más antiguos. Por eso, muchos traductores deciden omitirlas. Al reproducir los manuscritos más antiguos, este versículo no crea ninguna confusión sobre la identidad de Cristo y armoniza con el resto de las Escrituras.
En realidad, no indica que Jesús estaba en dos lugares a la vez, sino que había venido del cielo y pronto regresaría allí o, como dice Juan 20:17, ‘ascendería a su Padre’. Por lo tanto, la “lógica” y la “razón” bíblica bien aplicada no debería decir contrasentidos de alguien que dijo haber sido enviado del Cielo y que, al mismo tiempo, estaba en el Cielo y que, cuando “oraba a su Padre” en realidad, no lo estaba haciendo el verdadero “Hijo” por cuanto el otro, el que de seguro sí era el verdadero, estaba en ese mismo momento, escuchando la oración de su “doble” en la Tierra. ¿Es en esta clase de contrasentidos en los que ustedes basan su teología y así lo enseñan a las ovejitas que los buscan por “ayuda espiritual? ¡Increíble el atasco espiritual en el que se encuentran!