Noam Chomsky y los negadores de Holocausto
Por Werner Cohn
Traducido por Ángel Vaca Quintanilla
© Werner Cohn, 1985, 1995
Publicado por Avukah Press, Cambridge
Disponible en Internet en su versión original en la
página del autor.
Prefacio a la edición de 1994
Avram Noam Chomsky, célebre lingüista del Instituto Tecnológico de Massachussets, es sin embargo más conocido por su filosofía izquierdista. Este libro pretende dejar claro que, en realidad, esa filosofía proviene tanto de la ultraderecha (especialmente, de la antisemita) como de la retórica de la izquierda norteamericana.
En marzo de 1989, no mucho después de la publicación de la primera edición de este libro, A. M. Rosenthal, del New York Times, escribió un artículo en conmemoración del décimo aniversario del tratado de paz entre Egipto e Israel. Aunque el tono del artículo era en general favorable a Israel, el autor también reprobaba la actitud de los judíos ante lo que calificaba como "el error histórico de rehusar a reconocer la realidad y el sufrimiento del Pueblo Palestino".
Uno de los argumentos de Rosenthal era que Jordania es un estado palestino (el territorio de esta nación se sitúa sobre el que el Reino Unido asignó originalmente a Palestina), por lo que se oponía a la creación de un segundo estado en esa zona. Esta opinión fue suficiente para desatar el legendario mal genio de Chomsky. El profesor escribió:
"Podríamos preguntarnos cómo reaccionarían los judíos si los árabes afirmaran que no se merecen una ‘segunda patria’, porque ya poseen Nueva York, con una población judía enorme, medios de comunicación que tienen controlados, un alcalde judío y el dominio de la vida cultural y económica". 1
Ocurre que Rosenthal no utiliza en ningún momento ni la expresión ni el concepto de "segunda patria". Aún así, a Chomsky le parece apropiado entrecomillar esas palabras, para atribuirlas textualmente a Rosenthal. Como veremos en este libro, este profesor del MIT suele manipular lo que escriben los demás. Pero no adelantemos acontecimientos.
Lo que resulta verdaderamente llamativo en el párrafo citado es el tono displicente que Chomsky emplea para referirse a los judíos de Nueva York y el hecho de que su malicia no se asimila al típico "antisionismo" de la izquierda. El blanco de su ataque en ese fragmento son, simplemente, los judíos, sin preocuparse por fingir "antisionismo pero no antisemitismo".
Ciertamente, cuando Chomsky redactó esa respuesta, el alcalde de Nueva York era judío y había una importante población judía en la ciudad. También había judíos en los medios de comunicación y en todos los niveles. No es menos cierto que los judíos tenían una gran presencia en la cultura y la economía neoyorquinas. Estos hechos son innegables.
Pero ¿qué son los "medios de comunicación controlados por los judíos"? ¿Qué se pretende decir con que "los judíos dominan la vida cultural y económica"? Son afirmaciones llenas de odio, producto del clásico antisemitismo, con las que se sugiere que los judíos no actúan como individuos, sino como agentes de un enorme cabildeo. La típica propaganda antisemita siempre ha proclamado que los artistas y hombres de negocios judíos, no persiguen las mismas metas que otras personas. No; para Chomsky, esos hombres y mujeres están "controlando los medios de comunicación" y "dominando la vida económica y cultural", con todas sus habilidades como judíos y en nombre de un esquema judío.
Pero, antes de nada: ¿es el propio Chomsky quien hace esas afirmaciones antisemitas? ¿O se trata de algún musulmán anónimo? El profesor no aclara nada al respecto, ni tampoco dice explícitamente que no es él, dando por sentado que es ese árabe hipotético quien habla, sin especificar si da o no por justificables esas acusaciones.
Lo que no dice explícitamente Chomsky en su respuesta, lo dice implícitamente. Al mezclar hechos reales con acusaciones de "controlar" los medios y "dominar" la cultura, todo ello en la misma frase y con el mismo tono, está ratificando y justificando las proclamas antisemitas. Y lo consigue sin implicarse directamente. El profesor se muestra, como siempre, astuto, en todos los sentidos de la palabra.
En realidad, estamos ante un magnífico ejemplo de la retorcida ambigüedad de Chomksy. Hace sus afirmaciones antisemitas de forma directa y entonces, en el guiño de complicidad a sus seguidores neo-nazis (a quienes nos volveremos a encontrar más adelante) fabrica una respuesta para sus adeptos de izquierdas: no soy yo el que dice todo esto, no señor, pero, ¿cómo podría evitar que un musulmán oprimido hiciera unas observaciones tan interesantes?
En los márgenes de la sociedad israelí se ocultan, fuera de la vista de los turistas e incluso de sus propios ciudadanos, un buen número de charlatanes, visionarios, fanáticos y demás sabelotodos. Ese tipo de gente resulta de interés principalmente para los sociólogos y periodistas que se ganan la vida describiendo rarezas y curiosidades. Ante ellos, los israelíes normales simplemente se encogen de hombros y asumen que los judíos, como todos los demás pueblos, tienen su cuota de chiflados.
Pero incluso en Israel, con su tolerancia a los excéntricos y perturbados, el caso de Israel Shahak merece un comentario aparte. Es, sin ninguna duda, el más conspicuo judío antisemita del mundo. De hecho, su especialidad es de lo más infrecuente, incluso entre los antisemitas no judíos; es decir, es infrecuente desde que el nazismo fue derrotado. Consiste en difamar el Talmud, al igual que hicieron los nazis. Más aún, ha convertido en una forma de vida, su afán por popularizar las maquinaciones en contra del Talmud de Johann Eisenmenger, un antisemita alemán del siglo XVIII. 2
Shahak, que en la actualidad es un farmaceutico jubilado, viaja por todo el mundo proclamando una tesis muy sencilla: los judíos, con sólo algunas pocas excepciones (adivinen ustedes quiénes podrían ser), son malvados. El Talmud les enseña a ser unos criminales, y el Sionismo es un resumen de todas las maldades. Naturalmente, Shahak es un defensor activo y entusiasta del terrorismo islámico.
El panfleto más reciente de Shahak, Historia Judía, Religión Judía (Jewish History, Jewish Religion; London and Boulder, Colorado, 1994) exige a los judíos que se arrepientan de sus pecados y de los de sus antepasados. Para empezar, dice Shahak, los judíos deberían aplaudir, retroactivamente, las "manifestaciones antisemitas populares del pasado" como, por ejemplo, las masacres de Chmielnicki, en Ucrania, en el siglo XVII. Según Shahak, éstas no fueron sino alzamientos "progresistas".
En lo que concierne a los judíos de la actualidad, Shahak asegura que "a los niños se les enseña" a musitar una maldición ritual cada vez que pasan frente a un cementerio no judío. Aún más, asegura que "antes y después de cada comida, el judío piadoso se lava las manos... en una de esas ocasiones, está adorando a Dios... pero en la otra, está adorando a Satán".
Historia Judía, Religión Judía es un folleto tan enormemente absurdo de por sí, que difícilmente se venderá lo suficiente como para amortizar lo que costó producirlo. Pero no es un escrito aislado. Está prologado por un famoso escritor, Gore Vidal, que asegura que no es antisemita. El libro también incluye, en su portada, una defensa entusiasta a cargo de Noam Chomsky, que dice "Shahak es un investigador sobresaliente, dotado de una perspicacia y profundidad de conocimientos notables. Su trabajo está muy documentado y resulta penetrante. Es una contribución de gran valor". 3
De modo que es así como ahora se examina a los estudiosos en el Instituto Tecnológico de Massachussets.
Desde que apareció este libro por primera vez, en 1988, se han publicado varios trabajos acerca de los negadores del Holocausto y otros temas afines, que han sido críticos con Chomsky. Sin embargo, creo que esos ensayos, en conjunto, no son totalmente satisfactorios. Sus autores suelen mencionar algunos de los casos más evidentes de la conducta infame del profesor, pero sin centrarse en lo que yo consideraría como el problema que subyace bajo el fenómeno Chomsky.
Como se demuestra detalladamente en este libro, Chomsky prestó su nombre para apoyar a Robert Faurisson, un conocido neo-nazi francés negador del Holocausto. Además, ha publicado artículos en una revista de este corte ideológico y ha tratado por todos los medios de que los neo-nazis franceses editaran libros suyos. Ha propagado la idea antisemita de que el judaísmo es básicamente antisocial. No obstante, la intención, tanto de las críticas de Chomsky como de sus alabanzas, es la de recalcar su imagen de partisano de la izquierda política. Su empleo de una retórica antisemita (no siempre oculta tras un velo de "antisionismo") se ignora sistemáticamente tanto por sus detractores como por sus simpatizantes (sus acólitos, por supuesto, son un caso aparte).
¿Cómo se puede responder a semejante negligencia?
En primer lugar, tenemos la bien conocida astucia de Chomsky, como ya se observó en su comentario al artículo de Rosenthal. Pero ésta, por sí sola, difícilmente habría podido despistar a los autores eruditos y sofisticados que han escrito sobre él (aunque, desde luego, ha podido tener algo que ver en bastantes casos).
En segundo lugar, tenemos lo oculto de gran parte de la bibliografía de Chomksy. Algunas de sus proclamas más maliciosas han aparecido tanto en publicaciones ultraizquierdistas como neo-nazis, con frecuencia en francés, con lo que han permanecido ocultas para del grueso de los lectores estadounidenses. 4 La descripción más reveladora de la estrecha relación de Chomsky con los neo-nazis fue escrita, en francés, por su socio Pierre Guillaume y publicada por una desconocida editorial parisina (como comento en detalle entre las páginas 52 y 62 de este ensayo; pido al lector que preste a este tema especial atención). Pero, por otro lado, el profesor también ha hecho algunas afirmaciones descaradamente antisemitas, como por ejemplo, sus declaraciones acerca de las enseñanzas "genocidas" del judaísmo, tal y como puede verse en "The Fateful Triangle", uno de sus libros, bien accesible y muy conocido.
En otras palabras, la célebre habilidad que Chomksy tiene para ofuscar y lo oculto de gran parte de sus publicaciones, pueden explicar (sólo parcialmente) por qué sus relaciones con los neo-nazis han escapado a la crítica general.
Desde mi punto de vista, hay algo que hace más difícil entender el fenómeno Chomsky. Creo que existe una arraigada mentalidad que tiende a dividir la política en "izquierda" y "derecha" y que ve a la primera incapaz de atormentar a los judíos. Incluso algunos de los escritores más lúcidos caen de vez en cuando en esta trampa.
Cualquier persona informada sabe, por descontado, que siempre ha existido antisemitismo en la izquierda. Aunque últimamente, se le disfraza de "antisionismo", es una vieja historia que se remonta hasta el siglo XIX. 5 En tiempos más recientes, la Unión Soviética, mientras existió, se encargó de propagarlo mediante facciones disidentes de la izquierda y no menos aún mediante la propaganda de los progresistas del cristianismo protestante. 6 Sin embargo, la retórica siempre ha sido esencialmente distinta de la del antisemitismo de la derecha. Mientras éste se expresaba en términos racistas o religiosos, la izquierda tendía a emplear un vocabulario propio del humanismo marxista.
Estas diferencias argumentales han llevado a la conclusión errónea de que la derecha y la izquierda son ideológica y socialmente incompatibles y que los antisemitismos de una y de otra son mutuamente excluyentes. Como consecuencia, se asume incorrectamente que un defensor de la ideología izquierdista no puede estar involucrado en cualquier anticuado ataque al judaísmo. La postura más característica de Chomsky, que le pinta como un gladiador de la izquierda, batallando contra el Sionismo, es una coartada que ha resultado serle muy útil.
Benito Mussolini comenzó su vida política como un socialista revolucionario. Cuando creó el Fascismo no abandonó ni los métodos ni las doctrinas de su viejo resentimiento "anti-burgués". De un modo parecido, el "nacionalsocialismo" hitleriano, por su propia definición, usaba las maneras, ideologías e incluso a los miembros de la ultraizquierda. En muchos lugares de la Europa de la preguerra, comunistas, nazis y anarquistas, aunque andaban enzarzados en peleas callejeras7, no tenían inconvenientes en pasar juntos de un terreno a otro según la ocasión lo requiriera. 8
Los factores comunes de esta sórdida algarada ultra-radical entre izquierdas y derechas, eran el antisemitismo, el culto a la violencia y la mendacidad desenfrenada; en pocas palabras: el rechazo a la respetabilidad de la burguesía. Todos estos ingredientes han creado un caldo de cultivo que aún perdura hoy día.
Los grupos sectarios que en la Europa actual se declaran abiertamente nazis e izquierdistas a la vez, como por ejemplo los "Nacional Bolcheviques", o los miembros de la Tercera Vía en Francia e Italia, siguen ocultos a la opinión pública.9 Este oscurantismo envuelve también a La Vieille Taupe (descrita más adelante en este libro) el principal vínculo de unión entre Chomsky y los neo-nazis. Sin embargo, aunque dicho caldo de cultivo ha permanecido oculto casi siempre, sobre todo en los años de la posguerra, de vez en cuando emerge y consigue llamar la atención pública. Y entonces, se muestra especialmente virulento, como el cólera. Cuando ya no lo vemos, creemos que lo hemos derrotado, pero el virus sigue latente y dispuesto a propagar una epidemia en cuanto se den las circunstancias.
Después de la Guerra de los Seis Días, en 1967, la Unión Soviética rompió sus relaciones diplomáticas con Israel y la Internacional Comunista se embarcó en una feroz campaña de propaganda difamatoria contra el estado judío. En el transcurso de ésta, la línea que separa el antisemitismo del antisionismo se difuminó deliberadamente. Los comunistas anti-stalinistas, como los trotskistas, fueron aún más lejos e impacientes por superar el órdago de Moscú, comenzaron a emplear un discurso antisemita que hasta la fecha había sido propiedad de la ultraderecha: los judíos de Israel (y no sólo los "capitalistas" que se contaban entre ellos) formaban ahora una "nación opresora". Por todo el mundo, se caricaturizó a los judíos como una casta de "usureros" 10 (como veremos más adelante, es de esta ultraizquierda anti-stalinista de la que Chomsky aprendió sus primeras lecciones políticas).
Pero estas maniobras marginales pasaron desapercibidas para el gran público. Fue necesaria la intervención de ciertos individuos especialmente destacados, para que el tema consiguiera una publicidad sustancial y eso a pesar de la naturaleza generalmente excéntrica, nefasta y ridícula de sus declaraciones. Esas personas consiguieron explotar una prominencia o notoriedad que les llegó de forma fortuita. Fueron muchos, pero sin contar al propio Chomsky, el más conocido bien podría ser Jacques Vergès.
Vergès es un abogado francés de ascendencia franco-vietnamita y un antiguo miembro del Partido Comunista y más tarde militante activo de la Nueva Izquierda. Saltó a la fama mundial cuando, hace unos 10 años, ejerció de abogado defensor de Klaus Barbie, un oficial nazi durante la ocupación de Lyon, que terminó siendo arrestado, acusado de múltiples asesinatos. 11. El interesante documental de Marcel Ophuls titulado Hotel Terminus, proporciona más de un dato revelador sobre la personalidad y las actividades del Maître Vergès.
Vergès, al igual que Chomsky, es aún considerado como un eminente representante de la izquierda. Es un activista mundial contra los Estados Unidos y las Democracias Occidentales. Promovió la agitación contra la guerra francesa en Argelia y está, de forma vehemente, al lado de los terroristas musulmanes, tanto como abogado defensor como propagandista. Al mismo tiempo, es un miembro activo del movimiento de los neo-nazis más recalcitrantes. Según Erna Paris, autora del libro "Unhealed Wounds" ("Heridas abiertas"), Vergès ingresó en el movimiento neo-nazi gracias a François Genoud, un financiero ultraderechista suizo cuyos fondos, al parecer, provienen del dinero que se les robó a los judíos durante la guerra. Es probable que la defensa de Barbie fuera financiada con fondos de Genoud y de algunos grupos terroristas islámicos. Paris asegura que Genoud "personifica un híbrido entre extremismo ultraizquierdista y neo-nazi... podría incluso decirse que ha creado escuela". 12
Vergès llevó la defensa de Barbie como una farsa mezcla de teatro callejero y parodia. Afirmó que los auténticos criminales durante la Segunda Guerra Mundial no fueron los nazis; no: los verdaderos criminales fueron los judíos. Lo fueron tanto durante la guerra, como lo son hoy día, por sionistas. También fueron criminales los miembros de la Resistencia Francesa. Además, el gobierno de Francia es culpable por su guerra en Argelia y otras ofensas similares. Por estos motivos, decía Vergès, Barbie debía ser absuelto. La Corte de Lyon estuvo en desacuerdo, todo hay que decirlo, pero no antes de que Vergès consiguiera publicidad mundial para él y para su ideología de lo absurdo.
En el verano de 1994, Vergès salió de nuevo en las noticias. Una vez más, su rostro, tan impactante y exótico, y que nos es tan familiar gracias a Hotel Terminus, volvió a mofarse de nosotros con su clásica sonrisa de superioridad. En esa ocasión representaba al célebre "Chacal", (Carlos Ilich Ramírez Sánchez) acusado en París de numerosos asesinatos en nombre de varios grupos terroristas islámicos. Además, existen ahora informes procedentes del antiguo gobierno de Alemania Oriental, que sitúan al abogado francés como miembro de organizaciones terroristas. 13
Vergès y Chomsky comparten un programa político y un estilo de violencia y vituperación comunes. Son anti-Israel sin excepción. Mientras trabajan con las izquierdas que se oponen a las Democracias Occidentales (y de hecho dependen totalmente del apoyo de dichas izquierdas) también respaldan, sin ningún pudor, a movimientos neo-nazis, especialmente en cualquier asunto que implique a los judíos.
Y así llegamos al verdadero significado del fenómeno Chomsky. Junto con Vergès y varios otros prominentes americanos y europeos, ha conseguido salvar al viejo odio antisemita de la extinción a la que, de otro modo, habría estado avocado en el mundo post-hitleriano.
Pero hay algo más. Al contrario que Vergès, Chomsky es judío. Este es un hecho que, seguramente, puede tener bastante interés. Algunos lectores me han pedido que especule acerca de la psicología de un judío que se comporta de esta manera. Desafortunadamente, no tengo nada que ofrecer, que no haya podido dar ya al lector atento. Después de todo, Chomsky no es el primer judío de la Historia, ni seguramente será el último, que dedica su vida a este tipo de empresa.
Desde la primera edición de este libro, se han reforzado los vínculos de Chomsky con el Institute for Historical Review (Instituto para la Revisión de la Historia), una organización neo-nazi y negadora del Holocausto.
El sello editorial del IHR se llama Noontide Press y la negación del Holocausto es sólo uno de los platos del menú antisemita de este supermercado del nazismo. El último catálogo de NP se publicó en 1995 y entre sus ofertas se cuentan comentarios sobre algunas películas filmadas por los nazis, que están prohibidas en Alemania a causa de su descarada propaganda del régimen nacionalsocialista (página 29) además del célebre Protocolo de los Sabios de Sión (página 10), algunos libros escritos por Adolf Hitlet y Joseph Goebbels (páginas 10 y 12) y uno de los últimos trabajos del padre Coughlin (página 7). Chomsky está presente con varios trabajos: The Fateful Triangle (página 16), Necessary Illusions (página 11) y Pirates and Emperors (página 12). Según el IHR, el profesor "arroja luz como ningún otro, sobre Israel, el Sionismo y la complicidad estadounidense" (página 4).
También desde la primera edición de este libro, Chomsky y sus amigos han seguido produciendo una auténtica riada de propaganda. Está la "Common Courage Press", en Maine y la "Black Rose Books" en Canadá, además de otras empresas, imprimiendo panfletos suyos y de sus colaboradores. Las revistas "Z Magazine" y "Lies of Our Time", entre otras, publican sus artículos. La radio Pacifica emite incansablemente sus discursos. 14. Y por último, una de las asociaciones de Chomsky se las ha arreglado para hacerse con fondos públicos canadienses, con los que ha producido una película hagiográfica titulada Manufacturing Consent, centrada en el propio profesor.
Chomsky no ha variado sus argumentos en medio de esta avalancha de palabrería. La mayor parte de lo que dice se resume simplemente en que los Estados Unidos e Israel son culpables de todos los males del mundo.
El chomskismo previo a las negociaciones de paz siempre alabó a la OLP y a su presidente, Yasser Arafat, para quien, hasta hace muy poco, Chomsky era el modelo de judío auténtico. Pero ahora que Arafat está negociando con el enemigo, el profesor se ha transformado repentinamente en un feroz oponente. El 17 de Abril de 1997, Chomsky ofreció un discurso en el Community Teather de Berkeley (California) en el que aseguraba al respecto que "algo está pasando". 15. Súbitamente, ha descubierto que la OLP está "corrupta", que es una dictadura y que Arafat se está vendiendo. Todo el proceso de paz no es más que un complot de Estados Unidos e Israel. Chomsky no deja lugar a dudas: mientras no haya una rendición incondicional de los israelíes, se opondrá y denunciará cualquier capitulación palestina en su intransigente guerra contra los judíos.
Por último, como ya se ha visto, Chomsky ha premiado, con su recomendación, al panfleto difamatorio de Israel Shahak contra el Talmud y los judíos.
El profesor entrará pronto en su octava década de vida. Da la impresión de que otras personas similarmente enajenadas (parece que Vanessa Redgrave está entre éstas) sufren una disminución de la inspiración que obtienen de su odio, conforme van envejeciendo. Otras, sin embargo, se vuelven más infames. Esperemos, más por su propio bien que por el nuestro, que Avram Noam Chomsky, hijo de un célebre erudito hebreo que le adiestró en el judaísmo cuando era joven, encuentre la paz de la moderación mientras envejece.
La primera edición de este libro fue publicada por Americans for a Safe Israel (Americanos por un Israel seguro). Mantengo una gran deuda de gratitud con aquellos que me ayudaron a escribirlo: Herb Zweibon, Erich Isaac, Rael Jean Isaac y Frances Besner Newman, quien diseñó la portada original. Dado que la AFSI es una organización muy activa en su apoyo a la oposición de derechas al actual gobierno laborista de Israel, algunos han sugerido que este libro puede asociarse con determinados puntos de vista. No creo que esto sea algo relevante en el tema de Chomksy, pero muchos lectores me lo han comentado y no pienso que sea perjudicial el que trate de dejar clara mi opinión personal. No soy miembro de la AFSI y, al contrario que esta organización, estoy (moderadamente) contento con las negociaciones entre Israel y la OLP.
Por su ayuda en esta nueva edición, agradezco a Jon Haber, Hillel Stavis y Gabriel Schoenfeld.
Las alianzas ocultas de Noam Chomsky
Todo el mundo sabe quién es Noam Chomsky, profesor del Massachussets Institute of Technology, por sus habilidades como lingüista y por su filosofía de izquierdas. Pero el hecho de que juega un papel crucial en el movimiento neo-nazi contemporáneo (del que es, sin ninguna duda, su mayor patrocinador) sólo es bien conocido en Francia. De un modo muy similar al de un bígamo que tratara constantemente de mantener cada una de sus dos familias oculta para la otra, Chomsky y sus acólitos más iniciados intentan impedir que sus seguidores progresistas e izquierdistas sepan demasiado acerca de su otra vida, la neo-nazi.
Chomsky asegura que su contacto con este movimiento se limita estrictamente a la defensa de la libertad de expresión del mismo. Afirma que no está de acuerdo con el principal dogma de fe de los neo-nazis, léase, que el Holocausto nunca ocurrió. Pero estas afirmaciones nunca le han impedido mantener una colaboración prolongada y políticamente variada, con el movimiento neo-nazi, incluyendo la coincidencia con éste en algunos otros argumentos esenciales, ni tampoco (y esto ha demostrado ser algo fundamental, especialmente para los neo-nazis franceses) le han impedido que utilice su condición de intelectual reputado para promover y dar propaganda a la causa de estos radicales.
Avram Noam Chomsky nació en Philadelphia en 1928. Es hijo del célebre intelectual hebreo William Zev Chomsky y fue educado en la doctrina progresista que emanaba del medio ambiente paterno. Más tarde, al parecer debido a su excepcional brillantez, obtuvo su licenciatura e incluso el doctorado en lingüística, sin asistir a los cursos necesarios ni pasar a través de las formalidades pertinentes. Hoy es profesor en el MIT y autor de numerosos libros, de gran influencia, sobre la naturaleza del lenguaje. Su obra es respetada por los estudiosos y admirada por el público general. Sería difícil encontrar un personaje de mayor prestigio, no ya en los Estados Unidos, sino en todo el panorama académico internacional.
Pero basándonos en el trato que siempre le ha dispensado la prensa, podemos decir que su fama se debe principalmente a su implicación en los movimientos en contra de la guerra de Vietnam, a finales de los 60 y principios de los 70. En la década que transcurrió entre 1966 y 1975, el New York Times le mencionó un total de 98 veces, de las cuales, 82 se debieron a su actividad política y el resto a su trabajo profesional.
A partir de 1976, su notoriedad pública decayó y sólo es posible encontrar 21 referencias sobre él, de nuevo en la mayoría de los casos (diecisiete) por asuntos políticos. Pero independientemente de que se hable de él en un sentido u otro, inevitablemente siempre ha de mencionarse su estatus académico y parece dudoso que sin éste sus proclamas políticas hubieran tenido el mismo eco.
He tratado de encontrar referencias a los vínculos entre Chomsky y los neo-nazis en el New York Times y sólo he podido dar con dos, de entre las más de cien dedicadas a él que mencionan sus actividades políticas. Las cosas son muy distintas en Francia, donde Le Monde y otras publicaciones escriben regularmente acerca de la relación que el profesor mantiene con el propagandista neo-nazi Robert Faurisson. Pero en los Estados Unidos, hay muy poco que mueva al observador ocasional a rechazar la imagen de Chomsky que le pinta como un catedrático sumamente razonable y que, en el peor de los casos, muestra quizás demasiado celo en su búsqueda de la sociedad ideal (es decir, de izquierdas).
Una de las características de los escritos de Chomksy que inmediatamente hacen que se cuestione su opinión, es su evidente animadversión hacia los Estados Unidos e Israel. El profesor suele decir cosas negativas sobre casi todos los gobiernos del mundo, pero es sobre estos dos sobre los que derrama todo su vitriolo. Siempre se guarda de no justificar a Hitler explícitamente, pero de sus escritos, uno saca la impresión de que los nazis no fueron mucho peores que los "criminales de guerra" de los Estados Unidos o Israel, hoy en día. De hecho (y esto es verdaderamente curioso), casi todas las referencias que hace al nazismo en sus libros, son para denunciar un comportamiento similar en los israelíes.
Sin embargo, es bien sabido que Chomsky es judío, de modo que su postura anti-Israel, cuando no se observa detenidamente hasta desvelar su núcleo extremadamente malintencionado, se toma a veces por la actitud de un judío progresista que se vuelca con los que sufren injusticias en el otro bando. En lo que respecta a su anti-americanismo, bueno, está claro que es algo que está bastante de moda...
Los admiradores de Chomksy suelen alabar sus escritos asegurando que están llenos de "hechos". No en vano, están plagados de notas a pie de página y muchas referencias a esotéricos fragmentos de información. Pero he descubierto que dichas referencias, al menos las que tratan sobre los aspectos más cruciales, simplemente no pueden demostrarse. A veces, es imposible localizar las fuentes en las que se basan. En otras ocasiones, la información está concienzudamente manipulada, con mucha frecuencia para volverla tan descaradamente tendenciosa, que ningún investigador responsable la aceptaría como prueba. Más adelante demostraré estos problemas analizando el tratamiento que Chomsky dio a dos importantes capítulos de la historia de Israel.
En lo concerniente a la interpretación de Chomsky de la política exterior de los Estados Unidos, Stephen Morris ya desenmascaró, en 1981, las maniobras de prestidigitador del profesor. 16
Pero nada de esto, ni su estridente izquierdismo ni su feroz activismo anti-israelí ni desde luego su discutible pericia en temas políticos, parecen impedimentos para que siga teniendo un gran prestigio entre muchos estadounidenses cultos. Habrá que ver qué ocurre cuando se conozcan mejor sus vínculos con los neo-nazis.
Chomsky y los neo-nazis
Robert Faurisson representa el vínculo más obvio (aunque no el más significativo) entre Chomsky y los neo-nazis. Es un chiflado lleno de odio, antiguo catedrático de literatura de la Universidad de Lyon, ultraderechista y profundamente antisemita. 17. Como veremos enseguida, Chomsky parece haberle tomado cariño a este caballero (aunque lo niega acaloradamente); en cualquier caso, le parece apropiado mantenerse en su compañía política.
Faurisson asegura que está orgulloso de que sus escritos sean distribuidos tanto por los activistas de ultraizquierda (La Vieille Taupe) como por los de ultraderecha (Ogmios). El asunto es que, en los dos casos, se trata de pequeños grupos marginales. Ogmios es una librería parisina que pertenece al sector más ultraderechista, antisemita y xenófobo del espectro político francés. Se sabe que ha recibido subvenciones del gobierno de Irán. Aunque para Faurisson, es mucho más importante La Vieille Taupe ("El Viejo Topo"), un grupo de supuestos izquierdistas liderados por Pierre Guillaume, que publican los libretos y panfletos de Faurisson, los anuncian y les dan publicidad y propaganda. Ellos son los que más relación tienen con Chomsky y es gracias a ellos que el profesor ha alcanzado su puesto actual de patrón honorífico del movimiento neo-nazi. (Mientras escribo estas líneas, La Vieille Taupe y Ogmion han unido sus fuerzas para publicar un nuevo ensayo antisemita: Annales d’Histoire Révisionniste).
Desde la década de los 60, Faurisson ha dedicado innumerables horas al estudio de lo que él considera un análisis muy profundo del destino de los judíos tras la Segunda Guerra Mundial. Ha escrito algunos libros y artículos al respecto y resume sus "descubrimientos" del modo siguiente:
Las supuestas cámaras de gas de Hitler y el supuesto genocidio de judíos forman parte de la misma mentira histórica, que ha abierto el camino a una gigantesca estafa político-financiera cuyos principales beneficiarios son el Estado de Israel y el Sionismo internacional y cuyas principales víctimas son el pueblo alemán (pero no sus líderes) y el pueblo palestino. 19
Faurisson y sus afines a ambos lados del Atlántico, llaman tranquilamente a esta negación del Holocausto, "revisionismo". Instan (y no puedo estar en desacuerdo con eso) a las personas imparciales de los países libres a mantener una mentalidad abierta cuando se enfrenten a razonamientos que desafíen lo que se acepta comúnmente. Quizás Napoleón nunca existió ¿quién sabe? Quizás la Tierra es plana. Quizás los judíos persiguieron a Hitler, en lugar de a la inversa. Quizás no hubo ningún Holocausto. Todas estas estupendas opiniones tienen sus abogados y en su momento tendremos la ocasión de examinar a algunos de ellos. Teóricamente, toda verdad establecida puede y debe reevaluarse constantemente a la luz de nuevas evidencias y debemos estar agradecidos a los investigadores y otros hombres de razón, que nos confrontan con un juicioso escepticismo. Cuando, sin embargo, se proclama alguna infamia sin preocuparse por su verosimilitud o sin atender a ninguna lógica o evidencia, cuando se dice sólo para herir y denostar, en un caso así, sin duda, tenemos todos los motivos para respetar bien poco a tales supuestos "revisionistas".
Cuando estuve preparando este ensayo sobre Chomsky, me tocó leer las cosas que escribe Faurisson e incluso mantuve correspondencia con él. Puedo decir que su reto a lo que sabemos del Holocausto no sigue ningún criterio de honestidad moral o intelectual, de seriedad, de honradez de intenciones, ni tampoco de ética profesional. Lo único que resalta es su odio a los judíos y su esfuerzo por tomarle el pelo a sus lectores. No es de extrañar que no haya encontrado aún a ningún investigador que le tome en serio. Evidentemente, no tengo intención de discutir sus tesis más de lo que discutiría con alguien que asegura que ha sido devorado por un lobo, pero es necesario indicar el nivel intelectual de la propaganda de Faurisson para que el lector se haga una idea de por qué está condenado al ostracismo por todas las personas decentes.
Los argumentos de Faurisson se basan en su afirmación de que los testigos judíos del Holocausto sencillamente mienten; y mienten porque son judíos. Mi colega en la Universidad de British Columbia, el profesor Rudolf Vrba, fue testigo del exterminio en Auschwitz y es uno de los poquísimos que sobrevivieron. Faurisson le llama mentiroso y judío, y asegura que cualquiera que haya contribuido a sacar los hechos de Auschwitz a la luz (testigos, investigadores, jueces, etc.) es un judío, o como dice de un caso concreto, "probablemente, un judío". 20. El judaísmo de un testigo o de un escritor, en la obra de Faurisson, basta para destruir su credibilidad (aunque hace una excepción con Chomsky y otros dos o tres judíos que se han unido a él, en el verdadero paroxismo del odio a sí mismos).
Faurisson es seguidor de lo que podríamos llamar el Método de la Fuente Crucial, todo un clásico entre los chiflados. Consiste en aferrarse a una frase o cita, o a veces un párrafo, de no importa dónde, sin preocuparse por su procedencia o credibilidad, para "demostrar" toda una nueva teoría sobre la Historia o el Universo. Lo más frecuente es que la Fuente sea algo que se haya publicado en un periódico; a fin de cuentas, ¿qué no puede encontrarse en alguno de los periódicos que se publican en todas partes y en todo momento?
Entre la multitud de libritos y folletines que Faurisson y sus editores izquierdistas distribuyen por correo o en persona, la joya de la corona es un panfleto muy pretencioso, de 24 páginas, que contiene la traducción al francés de una entrevista (un largo texto de Faurisson salpicado de preguntas muy oportunas por parte del entrevistador) publicado originalmente en una revista italiana en 1979. 21 El panfleto tiene 61 notas a pie de página, escritas con una letra muy pequeña; incluso hay una extensa nota a pie de página, a una de las notas a pie de página. Está claro que Faurisson se esfuerza mucho para describir la esencia de lo que considera como su prueba de que el Holocausto nunca ocurrió.
Una de las afirmaciones básicas de Faurisson es que Hitler actuó contra los judíos en la misma medida en que éstos actuaron contra él; ambos bandos se provocaban mutuamente (página 15). Para demostrar que, ya en Marzo de 1933, los judíos le declararon la "guerra" a Hitler, Faurisson dedica la única ilustración que contiene el panfleto a una reproducción de la primera plana del Daily Express de Londres del 24 de Marzo de 1933, en la que se lee "Judea le declara la guerra a Alemania". El subtitular dice: "Los judíos de todo el mundo se unen para boicotear los productos alemanes".
Bien; Faurisson asegura que su especialidad es el análisis de documentos y fuentes controvertidos -como dice Nadine Fresco, semejante afirmación le da un toque de chifladura a su mala fe 22-. Aquí, el Daily Express es su Fuente Crucial y, supongo yo, el lector que se sienta más impresionado por tal propaganda, probablemente no se preguntará por la naturaleza que, en aquel entonces, tenía ese periódico.
En 1933, el Daily Express era un rotativo sensacionalista con una enorme tirada, dirigido por Lord Beaverbrook, un personaje excéntrico que no dudaba a la hora de utilizar los titulares de su periódico para ensalzar sus causas preferidas o para denunciar lo que le enfurecía. 23 Durante los años del régimen de Hitler, Lord Beaverbrook pensaba que Gran Bretaña debía evitar una alianza con Francia y otros países europeos amenazados. En una carta privada de 1938, expresaba su preocupación por que "los judíos nos puedan llevar a la guerra". 24. Sin embargo, su declaración más famosa en aquel entonces, aparecida en la primera plana de su periódico, en el mismo estilo del "Judea le declara la guerra a Alemania" de 1933, fue la de la edición del 30 de Septiembre de 1938: "El Daily Express avanza que Gran Bretaña no entrará en una guerra europea, ni este año ni el que viene. A las 12:30 de la madrugada de hoy se firmó un acuerdo de paz". 25
De todos modos, para Faurisson, los titulares del Daily Express representan la prueba más contundente de lo que realmente ocurrió. Y esta Fuente Crucial es de tal importancia para los "revisionistas" que el "Institute for Historical Review" (Instituto para la Revisión de la Historia) donde Faurisson da salida en California a sus ideas, considera apropiado emplearla con un par de añadidos de su propia cosecha: "¿Es cierto que se le declaro la guerra a Alemania en determinados círculos judíos? Sí, es cierto. Los periódicos de todo el mundo se publicaron con titulares como ‘Judea le declara la guerra a Alemania’ " 26.
Faurisson ha sido objeto de demandas judiciales por sus calumnias estridentes, exhibicionistas y sin escrúpulos, de testigos e investigadores respetables del Holocausto. Por razones similares, ha sido suspendido de su cargo en la Universidad de Lyon. Sus juicios, de los que tanto él como sus cómplices están tremendamente orgullosos, por la enorme publicidad que les supone 27, son de naturaleza similar a los de Keegstra y Zundel en Canadá. También en éstos, se llevó ante la Justicia a varios propagandistas neo-nazis, acusados de calumnias: la libertad de expresión no sirve de excusa cuando se demuestra que se están propagando falsedades deliberadamente, con el objetivo de avivar el odio. Faurisson viajó a Toronto para asistir al juicio de Zundel en calidad de "testigo experto" en distinguir verdades de falsedades, pero no convenció al jurado y Zundel terminó siendo condenado.
Cuando la libertad de expresión se superpone, o se dice que se superpone a otros derechos humanos, los que se consideren defensores sensatos de las libertades civiles no descansarán hasta estudiar todos los pormenores del caso. Chomsky afirma que no ve la necesidad de tales preocupaciones, basándose en que "quien salvaguarda la libertad de expresión no tiene por qué ser especialmente responsable o estar familiarizado con los puntos de vista que defiende". 28 Así que, en principio, propagar falsedades deliberadamente como, digamos, afirmar que un determinado producto es bueno cuando en realidad puede ser peligroso para los consumidores, contaría con la aprobación más entusiasta de Chomsky. En cualquier caso, el profesor asegura que es su devoción por la libertad de expresión lo que le ha llevado a defender con tanta frecuencia y tan enérgicamente a Faurisson. En un instante pasaremos a analizar en detalle esta aseveración.
La relación entre Chomsky y la editorial de Faurisson, La Vieille Taupe 29 (de aquí en adelante, "VT"), está documentada gracias a dos ensayos verdaderamente reveladores que se redactaron en 1986. 30 El primero, y con diferencia el más extenso, es una narración del director de VT, Pierre Guillaume. El segundo, es un comentario del propio Chomsky sobre dicho relato. Los dos documentos, juntos, llevan a conclusiones que seguramente molestarían bastante a los seguidores norteamericanos del profesor.
Guillaume comienza diciendo que otro de los miembros de VT y a quien volveremos a nombrar más adelante, Serge Thion, le presentó a Chomsky en 1979. En este encuentro, el francés mencionó a Faurisson, quien estaba empezando a tener ciertos problemas con la ley. Entonces, dice Guillaume, algunos meses más tarde, en los que no había vuelto a saber del profesor, éste firmó y promovió la siguiente petición (reproducida por Guillaume en inglés):
"El doctor Robert Faurisson ha sido un respetable profesor de literatura francesa del siglo XX y de crítica literaria en la Universidad de Lyon-2 durante cuarenta años. Desde 1974 ha venido estudiando minuciosamente el tema del Holocausto.
Desde que comenzó a hacer públicos sus hallazgos, el doctor Faurisson ha sido objeto de una cruel campaña de acoso, intimidación, difamación y agresiones físicas, en un bárbaro intento de hacerle callar. Las autoridades, temerosas, han tratado incluso de impedir su trabajo, prohibiéndole el acceso a bibliotecas y archivos públicos.
Protestamos enérgicamente contra esta privación del derecho a la libertad de expresión del doctor Faurisson y condenamos la vergonzosa campaña que se ha organizado para silenciarle.
Apoyamos rotundamente el legítimo derecho de la libertad académica del doctor Faurisson y exigimos que las autoridades del gobierno y de la universidad hagan lo posible para garantizar su seguridad y el libre ejercicio de sus derechos civiles".
La publicación de esta petición en los periódicos franceses, encabezada con el nombre de Chomsky, causó la primera preocupación seria de sus seguidores izquierdistas en todo el mundo. El lamentable Alfred Lilienthal, el único otro judío de renombre, vinculado al antisemitismo, también figuraba entre los firmantes. 31
Muchos de los defensores de las libertades civiles objetaron el uso de la palabra "hallazgos" que la petición emplea para referirse a la propaganda de Faurisson, al verla como un respaldo al trabajo de éste y que, por tanto, va más allá de una simple defensa de la libertad de expresión.
Chomsky intentó escabullirse, negando que en ese contexto, "hallazgos" significara lo que significa. 32 Pero también podría argumentarse que la petición describe a Faurisson, entre otras cosas, como un doctor "respetado" por su "crítica literaria". Lo cierto es que, sin contar a los elementos más lunáticos y antisemitas, este señor no tiene el respeto de nadie. 33 De cualquier manera, como él mismo dice 34, la petición no fue redactada originalmente por algún liberal neutral, sino por Mark Weber, un antiguo profesor norteamericano de alemán, que parece ser que cambió su carrera por la de propagandista "revisionista" a jornada completa. 35
Según dice Guillaume, la petición contribuyó de forma decisiva a conseguir que el "revisionismo" se ganara la aceptación de los franceses. Pero, por encima de todo, lo que más ayudó a la causa de los negadores del Holocausto fue el prestigio del nombre de Chomsky.
A continuación, Guillaume nos cuenta que Chomsky ha sido de mucha ayuda en otros aspectos, para el movimiento de VT. En un tiempo en el que éste sufría la marginación de todos y cuando el profesor podía haber publicado la versión en francés de su Political Economy of Human Rights (Economía política de los Derechos Humanos) mediante una editorial comercial, permaneció al lado de sus amigos de VT y publicó el libro a través de ellos. El propio Guillaume reconoce que habría entendido que el profesor hubiera guardado las distancias con VT en público. Pero no: demostró su firmeza.
Después de que se publicara la petición, cuenta Guillaume, Chomsky compartió con él las muchas cartas de protesta que recibió. Le comentó que el principio de libertad de expresión estaba amenazado por dichas cartas y que deseaba responderlas en público. Para ello, el profesor redactó un texto de aproximadamente 2.500 palabras, titulado en francés Quelques commentaires élémentaires sur le droit à la liberté d'expression (Varios comentarios elementales acerca del derecho a la libertad de expresión), en el que declaraba que todo el mundo debe tener el derecho a la libertad de expresión, incluyendo los fascistas y antisemitas, pero que daba la casualidad de que Faurisson no era ni lo uno ni lo otro. Al contrario: según Chomsky, a Faurisson se le podría describir mejor como "una especie de progresista apolítico". Por razones que quedarán claras enseguida, el mencionado texto se conoció más tarde como "El Prefacio de Chomsky" 36.
De acuerdo con lo que dice Guillaume, Chomsky envió este texto a Serge Thion, redactor y propagandista de VT y le pidió que le diera el mejor uso posible. El escrito es del 11 de Octubre de 1980. El 6 de Diciembre, parece que el profesor se lo pensó mejor y mandó una carta a Guillaume en la que argumentaba que, estando el mundo como estaba, sumido en la histeria, toda la lucha contra el imperialismo podría ser saboteada por una campaña que buscara asociarle con el neo-nazismo (desde luego, Chomsky nunca ha subestimado lo importante que es él mismo para los destinos del mundo). Por eso, el profesor le ruega encarecidamente a Faurisson que, si no es demasiado tarde, el texto no forme parte de un libro que el francés estaba escribiendo.
Pero desgraciadamente, para Chomsky y todo el movimiento antiimperialista, ya era demasiado tarde. El libro de Faurisson, con el texto del profesor como prefacio, ya estaba a la venta. Cuando Guillaume y Thion llamaron por teléfono a Chomsky, el 12 de Diciembre, su reacción fue (siempre de acuerdo con lo que afirma Guillaume) firme, rotunda y completamente tranquilizadora: ahora se ponía del lado de lo que decía en el prefacio y declaraba nula su segunda carta.
¡Qué buen amigo es Chomsky!
Guillaume reitera entonces la firmeza del apoyo del profesor e incluso confiesa que sin él, la pequeña e intrépida banda de "revisionistas" probablemente no habría crecido hasta alcanzar el poder que tiene hoy. Y todo esto es tan extraordinario, sigue Guillaume, porque Chomsky se está convirtiendo en una víctima de su propio país, los Estados Unidos, donde la repugnante ideología imperialista de Occidente ha conseguido, de algún modo, alzarse de nuevo. El resultado ha sido, concluye Guillaume, que la audiencia del profesor ha disminuido mucho y su popularidad está en peligro.
Guillaume no hace oídos sordos ante las afirmaciones rutinarias de Chomksy, cuando proclama que su punto de vista es "diametralmente opuesto al de Faurisson". Claro, pero también sabe cuál es la diferencia entre una verdad y un guiño n’est ce-pas (página 163; la traducción es mía):
"Cada vez que Chomsky dice que sus opiniones son ‘diametralmente opuestas’ a las de Faurisson, lo hace en unos términos absolutamente inocuos; siempre ha sugerido, con una palabra o una frase, que el que sus puntos de vista sean ‘diametralmente opuestos’ es más una cuestión de opiniones que de criterio científico".
Guillaume responde aquí a las críticas de una tal Chantal Beuchamp, que presume de ser aún más "revisionista" que él y que tiene sus objeciones a la colaboración de Chomsky, a quien parece ver como un neo-nazi inadecuado. Guillaume no le deja dudas (páginas 167 a la 168; la traducción es mía):
"Chomsky ha estado involucrado en una lucha agotadora [...] los trágicos sucesos que han tenido lugar en Oriente Medio. Su propio trabajo [...] el desenmascaramiento del imperialismo norteamericano allí, de la realidad del Sionismo y del Estado de Israel, es algo que podría dar resultados prácticos. ¿Qué tiene este trabajo de menos importante que el de Faurisson?"
El importante trabajo de Faurisson es la negación del Holocausto. El importante trabajo de Chomsky es su lucha contra Israel. Y el denominador común de ambos, a los ojos de Guillaume y los suyos, no puede ser sino el antisemitismo.
Ahora llegamos a la parte más interesante. Guillaume nos ha contado lo buen compañero político que Chomsky ha sido para él, cómo sacrificó sus propios intereses en favor de sus principios políticos, publicando uno de sus libros con VT, en vez de con alguna editorial comercial, cómo su "oposición diametral" a Faurisson no significaba lo que parecía, cómo el trabajo de Chomsky concerniente a Israel pertenece a la misma causa de la que forma parte la negación del Holocausto... y ahora, habiendo visto todo esto, Guillaume dice que se lo envió todo a Chomsky por si quería corregirlo o si no estaba de acuerdo con algo. O sea, que el profesor tuvo la oportunidad de contar su versión, si hubiera sido diferente de la de Guillaume. Y resultó que Chomsky, efectivamente, tenía una objeción que quería que se publicara y que Guillaume, magnánimamente, añadió a su trabajo a modo de apéndice. Parece que el francés se había equivocado totalmente en algo importante. El profesor dice que no es del todo cierto que sea ahora menos popular en su país de lo que lo era durante la guerra de Vietnam. "No tengo tiempo para aceptar ni siquiera una pequeña parte de las invitaciones que se me hacen para dar discursos. Y a estas alturas ya no es como en los 60, cuando hablaba a cinco personas en una iglesia. Ahora se reúnen verdaderas multitudes en universidades y centros comunitarios". Ahí terminan todas las objeciones de Chomksy. Se confirma así, del modo más directo posible, su estrecha relación con los "revisionistas" franceses.
El profesor no se limitó a publicar su Political Economy of Human Rights a través de la organización de Guillaume. Además, le dedicó a éste un panfleto, que no se ha publicado en ningún sitio, que contiene algunas de las autojustificaciones que el profesor empleó en el caso Faurisson. En este escrito, bajo el título de Réponses Inédites,37 figura el nombre de Chomsky, como autor y las iniciales de Guillaume, "P.G.", como editor. El propio Guillaume contó que el profesor revisó personalmente todas las traducciones de sus textos, del inglés al francés.
Por su parte, Faurisson utiliza frecuentemente su relación con Chomsky en su incesante búsqueda de algo de credibilidad. El australiano Bill Rubinstein asegura que supo por primera vez del vínculo entre ambos cuando un compatriota suyo, admirador de Faurisson, mostró, orgulloso, correspondencia en la que Chomsky proporcionaba información y aconsejaba a su socio. 38 Es prácticamente imposible encontrar alguna publicación "revisionista" francesa, ya sea a cargo de Guillaume, Thion, o del propio Faurisson, que no contenga la obligada referencia al patrocinio de Chomsky. 39
¿Y a qué se dedica el movimiento de Guillaume, para merecer tan cálida amistad por parte del famoso lingüista del MIT?
Aunque tiene un historial de dedicación a multitud de asuntos diferentes (que esbozaré más adelante), la pequeña organización La Vieille Taupe parece que, últimamente, se dedica a poco más que a atormentar a los judíos. Mediante un imperio en miniatura de pequeñas editoriales, que funcionan bajo el propio nombre de la organización de Guillaume, o con otros como Spartacus, Éditions de la Différence, etc, el movimiento provoca una auténtica riada de propaganda "revisionista" y antisemita. Principalmente, producen numerosos artículos por y sobre Faurisson. Además, han publicado textos del izquierdista antisemita Paul Rassinier y el célebre The Myth of Auschwitz (El Mito de Auschwitz), del neo-nazi alemán Wilhelm Stäglich.
Hace poco, Guillaume y Ogmios han comenzado a publicar una revista trimestral muy pretenciosa llamada Annales d’Histoire Révisioniste. Su apariencia es la de una publicación de investigación, pero su función es proclamar que el Holocausto nunca sucedió. En los dos primeros números se pueden encontrar, entre otras cosas, traducciones de artículos que aparecieron originalmente en la revista neo-nazi californiana Journal of Historical Review 40.
En la primavera de 1985, la película Shoah se estrenó en París y el líder de VT, Pierre Guillaume, evidentemente buscando notoriedad, fue personalmente a repartir folletos a la puerta del cine. Los pasquines denunciaban el engaño "político-financiero" de todos los que afirman que muchos judíos fueron asesinados por los nazis. Según la versión que da Guillaume de esta historia, el incidente le valió una demanda en su contra, por calumnias, a cargo de la Liga Internacional contra el Racismo y el Antisemitismo. 41
El antisemitismo de VT no se limita a la negación del Holocausto. Ha descubierto algo que, aparentemente, cree que es un hallazgo muy inteligente. Parece que un joven Bernard Lazare, más tarde uno de los fundadores del sionismo izquierdista, escribió un curioso folleto años antes de que el caso Dreyfuss le convirtiera en un luchador por los derechos de los judíos. El texto, lleno de odio a sí mismo y titulado Antisemitism, Its History and Causes (Antisemitismo, su historia y sus causas) no es exactamente un descubrimiento de La Vielle Taupe. Lo han utilizado muchos movimientos antisemitas, desde los días de Dreyfuss hasta los de Vichy. Es un curioso batiburrillo de acusaciones y auto-acusaciones, particularmente duras en lo que se refiere al Talmud y su supuesta influencia sobre los judíos. El libro dice muy poco sobre el tema que sugiere su título, pero ha sido empleado repetidamente por los antisemitas como una forma de ratificar y justificar su odio. 42. Hoy en día ya no hay ningún motivo para reeditarlo, salvo por parte de alguna organización antijudía. Precisamente VT ha sacado una nueva edición, pasando por encima de las protestas legales de la organización Amigos de Bernard Lazare y de la familia de éste. 43
La Vielle Taupe está entre las más diminutas de las minúsculas sectas políticas parisinas, aunque publica libros como si fuera una gran institución. El aspecto físico de los productos de VT es verdaderamente profesional, y está claro que no parecen obra de una organización tan marginal.
Recientemente, envié a la organización una lista en la que les pedía algunas de sus publicaciones. Me mandaron, por correo aéreo, doce libros y panfletos, ocho de los cuales tenían precios que sumaban un total de 456 francos franceses. Calculo que los otros cuatro costarían en torno a los 50 francos, o sea, que el contenido del paquete tendría aproximadamente un valor total de 500 francos. Dado que los gastos de envío ascendían a 148’50 francos el coste total del regalo que La Vieille Taupe me remitió, ronda los 648’50 francos, unos 117 dólares estadounidenses. Evidentemente, no soy el único que agradece tanta generosidad. Ni conozco a nadie de la organización ni, hasta donde yo sé, ninguno de ellos me conoce a mí; y lo único que hice fue enviarles una petición para que me mandaran un simple catálogo. ¿De dónde sacan el dinero? Se ha relacionado a Ogmios, la librería de extrema derecha asociada a VT, con el gobierno de Irán (como se citó anteriormente), pero el origen de las pingües fuentes de ingreso de La Vielle Taupe sigue siendo un misterio.
Por supuesto, Chomksy ha recibido críticas por su relación con Faurisson y no sólo desde las izquierdas, pero se las ha arreglado para responder a todas diciendo:
a) Que no está de acuerdo con Faurisson; simplemente se limita a defender la libertad de expresión.
b) Que se está demonizando a VT y a Faurisson.
Y c) Que es un asunto de poca importancia y que no merece ser discutido.
De estos argumentos, sólo el primero, el de los derechos civiles, merece un análisis más detallado, que le dedicaremos más adelante. Los otros puntos pueden tratarse con bastante más brevedad:
Chomsky manipula continuamente las políticas de VT y Faurisson. En su famoso Preface dice que Faurisson es un progresista. 44. También ha creído conveniente elogiar a Serge Thion, calificándolo de "intelectual socialdemócrata liberal" 45 sin mencionar que Thion lleva más o menos nueve años escribiendo extensos libros y artículos sobre la premisa de que el Holocausto es una mentira judía. Tanto el australiano Bill Rubinstein como yo, le hemos enviado a Chomsky pruebas detalladas del antisemitismo de Faurisson. Hace poco, le remití al profesor el artículo de Faurisson en el que asegura que todos los testigos del Holocausto eran judíos y mentirosos -mentirosos por el hecho de ser judíos- 46, pero Chomsky sigue inflexible. A Rubinstein le contestó en estos términos:
"No veo implicaciones antisemitas en el hecho de negar la existencia de las cámaras de gas o incluso en el de negar el Holocausto. Ni tampoco es una implicación antisemita, per se, decir que se está aprovechando el Holocausto (crea uno que ocurrió o no) de forma agresiva, por parte de apologistas de la violencia y la represión israelíes. No veo ni un indicio de antisemitismo en el trabajo de Faurisson..."
Rubistein publicó este extracto de una carta que Chomky le envió. 47 Como suele hacer rutinariamente, el profesor protestó por la publicación de su correspondencia, aunque no ha negado ni la autenticidad ni la exactitud del párrafo.
Normalmente, Chomsky y sus amigos tratan de ocultar toda la información acerca de los vínculos neo-nazis del profesor. El caso más notorio de esta ocultación de información, implicó al lingüista británico Geoffrey Sampson, quien escribió una reseña biográfica sobre Chomsky en la revista Biographical Companion to Modern Thought (Guía biográfica del pensamiento moderno). Aunque Sampson habló de la calidad profesional de Chomsky en términos elogiosos, se permitió expresar sus reparos sobre la trayectoria política del profesor, con estas palabras:
"Ha perdido su credibilidad como analista político, debido a una serie de comentarios ampliamente considerados como imprudentes (su polémica e insistente minimización de las atrocidades que cometieron los Jemeres Rojos en Camboya, su aprobación de un libro –que admitió no haber leído- que negaba la fiabilidad histórica del Holocausto judío...)" 48
Recientemente, Sampson contó cómo Chomsky fue capaz, gracias a su influencia en las editoras estadounidenses, de censurar dicha reseña en la edición nortamericana del trabajo. 49
Ahora se ha publicado un libro de casi 500 páginas, titulado The Chomsky Reader (El lector de Chomsky), en la editorial Pantheon y bajo la dirección de James Peck 50. Pretende "reunir por primera vez el pensamiento político de los principales disidentes norteamericanos". La obra está muy bien organizada. No contiene ninguna referencia a Faurisson, La Vielle Taupe, Guillaume, el "revisionismo" o a cualquier otro asunto que pudiera dar al lector el menor atisbo de las relaciones de Chomky con los neo-nazis. La única mención que se hace a Thion, sugiere que el ultraderechista francés no es sino un intelectual marxista.
Aunque Chomsky critique a los comunistas de vez en cuando, éstos, por su parte, saben apreciarle como a un aliado y están siempre deseosos de tenderle una mano. La revista comunista Canadian Jewish Outlook (conocida ahora como, simplemente, Outlook) publicó un artículo en 1983 51 en el que se elogiaba los ataques de Chomsky a Israel, pero evitaba cualquier mención de su implicación en movimientos neo-nazis. Los comunistas siempre han sido muy sensibles en lo que respecta al neo-nazismo, pero con Chomsky, claro, hacen una excepción. 52
Hasta ahora he hablado acerca de las relaciones de Chomsky con los neo-nazis franceses, quienes parecen haber sido los responsables de su reclutamiento para la causa. Pero el movimiento "revisionista" tiene una ramificación en los Estados Unidos. Así que Chomsky se ha implicado también en este lado del Atlántico.
En su primer número, en 1980, la revista californiana Journal of Historical Review incluía un artículo sobre los judíos, escrito por un tal doctor Howard F. Stein, que acabó convirtiéndose en una especie de presagio de lo que sería el futuro de la publicación. 53 Incluso para un lector versado en la propaganda antisemita, el texto del doctor Stein debe de ser sorprendente, por la absoluta audacia de su malevolencia y además, da la casualidad de que prefiguró algunos temas que Chomsky retomaría más adelante.
El Journal of Historial Review describía a Stein como un profesor asociado de Antropología Psiquiátrica Médica, de Oklahoma. Hasta la fecha ha escrito numerosos artículos (usando una especie de "psicojerigonza"), publicados en revistas minoritarias dedicadas a la "psicología humanista". Incluso ha pronunciado un discurso en la meca de la psicología de la nueva era, el Esalen Institute de California. Además, es judío.
En su debut con los "revisionistas", Stein presentó una teoría más bien simplona sobre el Holocausto: es un mito judío. Por lo visto, los judíos siempre han fantaseado sobre un Holocausto, desde los mismos comienzos de su historia. Siempre han necesitado ser víctimas. Hoy en día, imaginan que fueron víctimas de los alemanes durante la Segunda Guerra Mundial y se muestran completamente insensibles ante el sufrimiento de los no judíos, especialmente, de los alemanes y los musulmanes. El doctor Sampson remite a sus lectores a un artículo suyo anterior, en el que propone que los judíos padecen un "complejo de Sansón". 54 Por lo que se ve, igual que Sansón en la Biblia, los judíos están avocados a la auto-destrucción y se afanan por organizarlo todo de modo que el mundo entero también sea destruido en el proceso. Este es un punto de vista que Chomsky comparte, como veremos más adelante.
Creo que es un secreto a voces que en los Estados Unidos tenemos una serie de revistas de bajo nivel intelectual que se califican a sí mismas de "académicas". Son publicaciones nefastas que nutren la vanidad estúpida de los administradores de colegios mayores que quieren ver "artículos" de sus profesores. Los artículos de Stein, considerados desde el punto de vista de la pura competencia académica, deben de ser de lo más bajo de estas publicaciones: no hay ni un atisbo de evidencia en sus muchas páginas de jerigonza y en sus incoherentes discursos. En sí mismos, estos escritos deberían ser tan inofensivos como lo son casi todas esas publicaciones sensacionalistas. Pero resulta que los trabajos de Stein han añadido el uso de esa jerigonza a la causa del rencor y el odio, lo que los pone automáticamente en una categoría distinta.
El doctor Stein ha alcanzado cierto reconocimiento internacional por su contribución al odio a los judíos. La revista de los "revisionistas" franceses, dirigida por nuestro amigo Pierre Guillaume, ha publicado una traducción de su artículo original de 1980. 55
Comparados con la malevolencia de Stein, los demás artículos de la JHR parecen trivialidades. El último número que recibí, el del invierno de 1986-87, incluye el artículo de Faurisson sobre Höss que ya he mencionado. También publica un texto en el que se protesta por la injusta persecución de los German American Bund (un grupo nazi) en los Estados Unidos, durante la Segunda Guerra Mundial.
Una reseña de un libro asegura que cuando los nazis establecieron el gueto de Varsovia, "en esencia, la decisión alemana fue judía, ya que los propios judíos se oponían a los matrimonios mixtos e insistían en seguir sus propias leyes. Además, Alemania temía que se repitieran los sucesos de los pogromos polacos. El muro del gueto evitó eso también". Ya; por esto necesitamos que los "revisionistas" nos dejen claro cómo fue la historia real.
Las autoridades de aduanas canadienses han declarado a esta estupenda revista como "literatura del odio" y han restringido su importación. En consecuencia, no he podido examinar cada número y no sé con qué frecuencia han aparecido contribuciones de Chomsky. Tengo ante mí el número de la primavera de 1986, que incluye un artículo del profesor: "Todas las negaciones de la libertad de expresión minan la sociedad democrática". 56 El artículo contiene unas 2.200 palabras y se reimprimió en Boulder, Colorado.
Los suscriptores de la JHR reciben libros y cintas que los "revisionistas" consideran apropiados para su conveniente educación. Parte de este material tiene el sello de la editorial Noontide Press, que, al igual que el Institute for Historical Review, está ubicada en Torrance, California. Mi último catálogo de libros de revisión histórica, de otoño de 1986, contiene, entre otras cosas, los títulos siguientes: The Zionist Connection II (La Conexión Sionista 2), de Alfred M. Lilienthal; Communism with the mask off (Comunismo desenmascarado), del Dr. Joseph Goebbels y The Fateful Triangle (El Triángulo Fatídico), de Noam Chomsky. Hay una lista especial de libros de la editorial Noontide Press, que tratan acerca de lo que algunos llaman "estudios judíos" y que contiene The International Jew (El judío internacional), de Henry Ford padre, The Protocols of the Learned Elders of Zion (Los protocolos de los Sabios de Sión), "traducido del ruso", The Plot Against Christianity (La trama contra la Cristiandad), de Elizabeth Dilling ("Una estremecedora revelación que pone al descubierto la campaña de odio anticristiano propuesta en el Talmud Babilónico") y otros clásicos similares.
El Instituto también vende, por separado, dos cintas con grabaciones de un discurso contra Israel de Chomsky; he aquí algunos extractos de la publicidad de dichas cintas:
Este discurso... es, por decirlo con moderación, arrollador. Durante dos horas de cañonazos dirigidos contra la política exterior de los EEUU en lo que concierne a Israel, Chomsky revisa brillantemente temas como el imperialismo israelí... el papel de la Liga Anti-Difamación ("uno de los grupos de presión más desagradables y poderosos de los Estados Unidos"), la censura y la manipulación en los medios, la hipocresía y el "Agujero de Memoria". Un cursillo intensivo de dos horas y media acerca del tema político más importante de nuestra era, incluyendo las respuestas de Chomsky a las preguntas de la audiencia".
He insistido en llamarle la atención a Chomsky sobre cómo los nazis utilizan su nombre, sugiriéndole que se desvinculara de esa gente, pero él rechaza tercamente mis consejos, una y otra vez.
¿Es un asunto de libertad de expresión?
Como ya hemos visto, Chomsky presume de que defenderá la libertad de expresión de cualquiera, en cualquier momento, seguramente a propósito de cualquier cosa, y que no necesita conocer el tema de la controversia para defender su derecho a ser oído y publicado. 57 Bill Rubinstein ya dijo que afirmaciones como ésta a duras penas se pueden tomar en serio, ya que, en cualquier sociedad, la libertad de expresión debe tener un límite. Un ejemplo muy claro es la necesidad de impedir el fraude comercial. Pero Chomsky se muestra como un completo descerebrado en sus declaraciones a favor de la libertad irrestricta; ni el fraude, ni la difamación, ni el daño público de cualquier índole, pueden disuadirle de lo que él está encantado de llamar sus "valores ilustrados". Algunas de sus posturas más extravagantes son reminiscencias de los libertarios más extremistas, desde Calígula a Charles Manson. Más adelante estudiaremos algunas de las fuentes de su pensamiento político.
Para Chomsky, está fuera de toda duda que los "revisionistas" neo-nazis deberían tener libertad de expresión absoluta en todos los países occidentales (hasta la fecha, sólo se les ha intentado contener en Alemania occidental, Francia y Canadá). Nunca se cansa de exclamar, citando a Voltaire para resolver el asunto a su favor, que la libertad de expresión no debería tener límites.
Personalmente, estoy poco contento con la persecución de los neo-nazis canadienses y no estoy seguro de que el proceso legal contra Faurisson en Francia esté justificado, pero el tema es mucho más complejo de lo que dice Chomsky, ya que se está tratando con cuestiones de difamación y fraude. Faurisson y sus seguidores se han embarcado en una campaña increíble de calumnias, expresadas siempre de una forma muy personal contra investigadores y testigos del Holocausto. Además, como demostró la trascripción del juicio a Zundel en Canadá, parece claro que los "revisionistas" están motivados por la malicia y no por convicciones históricas. Afortunadamente, nadie me ha pedido que vote a favor o en contra de que se amordace a estos nazis, pero si así hubiera sido y si tras un estudio de todos los detalles de un caso concreto, me convenciera de que la libertad de expresión debe prevalecer, sabría que, de todos modos, distaría mucho de hacerme amigo del caballero en cuestión.
Como suele ocurrir cuando cualquier grupo de extremistas se enfrenta a dificultades legales, los neo-nazis contemporáneos tienen dos tipos de seguidores: por un lado, los que les desean todo lo mejor, porque simpatizan con su causa, y por el otro, los defensores de las libertades civiles. Dado que hoy en día a nadie le gusta que se le conozca por ser un simpatizante del nazismo, casi todos los que apoyan a los neo-nazis ahora se autodenominan "defensores de las libertades civiles". El truco consiste en saber distinguir a unos de otros.
Esto, por supuesto, no es difícil. Todos conocemos a los defensores de las libertades civiles. Sabemos quiénes son, qué hacen y cómo lo hacen. En los Estados Unidos, son parecidos a los fundadores y líderes de la American Civil Liberties Union y, les gusten a uno o no, son progresistas por convicción, por estilo y por cultura. Tienen un historial de defensa de varios grupos impopulares, no sólo de uno. Pueden asistir legalmente a los nazis, pero no se asociarán a ellos, no cooperarán políticamente con ellos; no publicarán sus libros a través de editoriales nazis, no permitirán que sus artículos aparezcan en revistas nazis... 58 Sólo por esto, está claro que Chomsky no es un defensor de las libertades civiles.
Chomsky nos despista cuando nos cuenta cómo se enroló en las filas de Faurisson. Trata de dar la impresión de que fueron los defensores de las libertades civiles quienes lo reclutaron: "En otoño de 1979, Serge Thion, un intelectual socialista liberal con un amplio historial de oposición a toda forma de totalitarismo, me invitó a que firmara una petición...". 59 La pura verdad es que, en aquel entonces, Thion era un partisano de Faurisson; su segundo de a bordo en la propaganda que asegura que el Holocausto es una mentira judía. En la medida en que Chomsky es un compañero político de Thion y ese parece ciertamente el caso, al menos hasta 1987 60, el profesor debe ser considerado como compañero político de estos neo-nazis y no el desinteresado paladín de la libertad de expresión que finge ser.
Además, está el asunto de la postura que Chomsky mantiene con respecto a las libertades civiles de aquellos con los que está especialmente en desacuerdo: primero, los que han osado criticarle y después, los judíos que son perseguidos en Rusia y en el mundo árabe. En esos aspectos, el currículum de Chomsky es cualquier cosa menos el de un defensor de las libertades civiles.
Ya hemos visto cómo el lingüista británico Geoffrey Sampson, por el hecho de redactar ciertas críticas suaves a Chomsky en una breve reseña biográfica que escribió para una publicación, acabó excluido de la edición norteamericana de la obra. El profesor niega que tuviera algo que ver, pero no es el suyo un testimonio convincente, puesto que acaba argumentando a favor de la censura a Sampson 61:
"Con un libro, los lectores pueden sacar sus propias conclusiones. Pero una anotación en un trabajo de consulta es algo completamente diferente. El lector confía en la reputación de los editores, que le garantizan que lo que se le presenta es exacto y no mera invención calumniosa, como ocurre en este caso. Los editores tienen la responsabilidad de hacer que esa confianza esté justificada."
Chomsky no está revocando su principio de total libertad de expresión para todo el mundo. Se trata simplemente de una pequeña excepción que considera necesaria: los libros corrientes pueden disfrutar de esa libertad, por supuesto, pero los libros de consulta... bueno, ese es un asunto completamente diferente. Al profesor le gusta inventar pequeñas normas engañosas como esta. Pero ¿a quién engaña? El asunto está aquí muy claro: Chomsky no tiene inconveniente en contradecir los principios que profesa, con tal de silenciar a sus críticos.
¿Tiene más límites la generosidad de Chomsky en lo que concierne a las libertades civiles?
El profesor afirma que ha estado involucrado personalmente en la defensa de los disidentes de la Unión Soviética, pero, hasta donde yo he podido averiguar, nunca ha respaldado o ayudado al movimiento que buscaba facilitar la emigración de los judíos soviéticos. Le he escrito a propósito de este tema y, muy especialmente, le pedí que interviniera a favor de los judíos de Siria. 62 Fui recompensado con un montón de cartas insultantes por su parte, pero en el tema de los judíos oprimidos, el profesor ha permanecido absolutamente inflexible. Así que cuando asegura que nunca rehúsa firmar peticiones por las libertades civiles 63 olvida mencionar que hace una pequeña excepción cuando se trata de los derechos de los judíos oprimidos, su propia gente.
Para terminar de perfilar la imagen de la relación entre Chomsky, Faurisson y el movimiento neo-nazi, es necesario decir algo acerca de las insistentes declaraciones del profesor en las que afirma que su punto de vista es "diametralmente opuesto" al de Faurisson ya que, en su opinión, el Holocausto sí sucedió. De hecho, Chomsky tiene muy pocas palabras que decir al respecto, pero las dice con mucha frecuencia. En uno de sus libros anteriores, Peace in Middle East (Paz en Oriente Medio), admite de pasada que el Holocausto había sido "la más asombrosa explosión de locura colectiva en la Historia de la Humanidad". Ahora, cada vez que se critica de algún modo su relación con los neo-nazis, recita esa misma frase, citándose a sí mismo textualmente, sin añadir ni quitar nada de su letanía de trece palabras. La naturaleza abracadabrante de tal afirmación sugiere poca convicción y, ciertamente, tiene poco poder de persuasión. Aún así, en lo que respecta a la realidad histórica del Holocausto y siempre que escribe para el público norteamericano, Chomsky quiere que no se le cuente entre los neo-nazis.
Por otro lado, como ya hemos visto a través de Guillaume y también a través del registro de publicaciones, Chomsky se cuida mucho de que esta pequeña discrepancia con los neo-nazis eche a perder la buena relación que mantiene con ellos. Escribió a Rubinstein diciéndole que no hay nada de antisemita en negar el Holocausto; coincidió con Guillaume cuando dijo que sus creencias acerca del Holocausto eran simplemente cuestión de opinión personal, una especie de manía que no se debería considerar como una crítica al trabajo de "investigación" de Faurisson.
Chomsky tiene fama merecida de ser un injurioso polemista político. Tiene dispuesto todo un repertorio de improperios y no escatima en ellos cuando se trata de atacar al Estado de Israel y a cualquiera que muestre su amor por éste. Pero aparte de la fórmula autoexculpatoria de trece palabras que ya he mostrado, hasta donde yo sé, Chomsky nunca ha considerado apropiada la crítica a Faurisson o a cualquier otro neo-nazi. Su "oposición diametral" a esa gente no es, evidentemente, algo que le afecte muy seriamente.
Ahora que hemos visto algunas de las formas en las que Chomsky se ha enredado en el movimiento neo-nazi, me gustaría tener en cuenta por qué y cómo sucedió esto. No estoy proponiendo que especulemos, al estilo del inefable doctor Stein, sobre manías o motivos psicológicos. El registro de publicaciones es, de por sí, bastante explícito y sugiere dos causas en la raíz del presente neo-nazismo de Chomsky:
A) Hay una vieja y perversa doctrina ultra-izquierdista según la cual todo gobierno en el mundo es igual de malvado. Chomsky y sus amigos, bajo la protección de esta fe neutralista han ido un poco más allá y afirman que los gobiernos y sociedades occidentales son, en realidad, los más malvados de todos.
B) Ciertos judíos asimilacionistas amargados han mantenido desde hace mucho tiempo que los judíos como grupo, su religión, su sociedad y su liderazgo son, se mire por donde se mire, despreciables. Son los responsables de su propia desgracia y constituyen un peligro para los demás pueblos del mundo. Estas opiniones se resumen técnicamente con la expresión "auto-odio" y habremos de volver sobre ello más adelante.
Estas dos tendencias, el auto-odio de algunos intelectuales occidentales y el auto-odio de ciertos judíos, son quizás irreprochables cuando se moderan y se separan. Pero Chomsky (de quien se dice que es un hombre brillante) las ha combinado, las ha transformado en disparates, las ha reforzado con su prestigio académico y con toda su energía física y mental, y nunca se ha echado atrás a la hora de abrazar sus consecuencias más radicales y odiosas.
De Marlen a Faurisson
Obviamente, Faurisson no es el único que propone ideas ridículas y utiliza métodos seudo-racionales en el proceso. Jacques Baynac y Nadine Fresco nos recordaron recientemente cómo un tal Jean-Baptiste Pérès negaba, ya en 1827, que Napoleón hubiera existido. 64 En la actualidad, existe en California una Flat Earth Society Research International (Sociedad de Investigación Internacional Tierra Plana), a un tiro de piedra de nuestro Institute for Historical Review, y cuyos folletos nos aseguran que pueden "... afirmar que la Tierra es plana, mediante experimentos demostrados y demostrables. El que la Tierra es plana es un hecho, no una ‘teoría’... los australianos no cuelgan boca abajo en el otro lado del mundo". Y es que se puede demostrar cualquier cosa.
Una de las desdichas de la izquierda, tanto en Europa como en Norteamérica, es que ha soportado dosis más que abundantes de "defensores de la Tierra plana". Muchos de esos socialistas marginales y anarquistas iluminados son seguidores de lo que se conoce como la "equivalencia malvada", es decir, ven a cualquier gobierno como básicamente "capitalista", incluso al de la antigua Unión Soviética, y encuentran cualquier norma "capitalista" igualmente reprensible. La parte autobiográfica del nuevo Chomsky Reader 65 nos muestra cómo el profesor ha seguido tales doctrinas, desde sus comienzos hasta la actualidad. Ya veremos también cómo tanto él como La Vielle Taupe han ido más allá de esta tradición anarco-marxista, para llegar a lo que equivale a una justificación de la Alemania nazi.
Chomsky dice (en la página 14 del Chomsky Reader) que cuando era un chaval de 15 ó 16 años estaba fascinado con los "Marlenitas". Esto sucede en torno a 1944 ó 1945. Hasta donde yo sé, los Marlenitas constituían una rama escindida del trotskismo; pensaban que la guerra era "una farsa" y que tanto los Aliados Occidentales como la Unión Soviética y los países del Eje estaban conspirando, todos juntos, contra el proletariado internacional. Todos los bandos representaban a la burguesía (incluyendo a la burocracia estalinista, como Marlen gustaba de llamarla1); todos los bandos oprimían a los obreros, todos los bandos eran, en todos los sentidos, moralmente equivalentes. Chomsky dice ahora que "nunca me creí del todo esa tesis, pero... me pareció lo suficientemente intrigante como para que intentara averiguar de qué estaban hablando".
Me gustaría insistir un poco más en el tema de los Marlenitas. A priori, parece que existen pocas similitudes entre este grupo de revolucionarios neoyorquinos de los 40 y el Chomsky actual. Los Marlenitas tenían unas ideas extrañas, pero no hacían apología del Nazismo, así que comparados con el profesor y sus "revisionistas" franceses, son todo un modelo de cordura, moderación y sensatez. Da la casualidad, sin embargo, de que los Marlenitas nos permiten hacernos una idea de, en primer lugar, el ambiente de aquellos grupitos de radicales que no son sino los antepasados directos de los neo-nazis izquierdistas de la actualidad y, en segundo lugar, de los métodos de historiografía que Chomsky y sus amigos emplean hoy.
También resulta que he tenido, personalmente, ciertos roces con una organización Marlenita, la Liga Leninista, como se la llamaba entonces. En aquellos días estaba dirigida por un veterano radical de Nueva York, llamado George Spiro. Como todos los bolcheviques estadounidenses de la época, Spiro utilizaba un seudónimo con la esperanza de despistar al FBI (teniendo en cuenta que la directiva del Partido Obrero Socialista Trotskista fue encarcelada en 1941, la medida no se antojaba entonces tan caprichosa como puede parecernos hoy). Cuando Spiro escogió su "nombre de partido", quiso honrar a sus héroes (aunque, como se vería después, sólo temporalmente) y se puso "Marlen". Mar, de Marx, y Len, de Lenin.
Mi primera experiencia con los Marlenitas es cuatro años anterior a la de Chomsky. Yo tenía catorce años a finales de 1940 o principios de 1941, cuando asistí a una reunión en el apartamento de Spiro, en el Lower East Side, en Manhattan. Me había invitado uno de los miembros del grupo, que repartía propaganda a una de sus principales organizaciones oponentes; no recuerdo si este otro grupo era el de los Sahchmanitas o los Cannonitas, ambos escisiones de los trotskistas.
Spiro y sus Marlenitas no me causaron la impresión de ser muy diferentes de otros trotskistas en el modo que tenían de hacer las cosas, salvo por el hecho de que su grupo era especialmente reducido e incluso más alejado del sentido común. Parecían estar todavía más convencidos que los demás grupos, de que formaban esa pequeña elite que conoce en exclusiva todas las esotéricas verdades del Capitalismo, la guerra, la lucha de clases y el futuro de la Humanidad. Era cuestión de una Rechthaberei especialmente rotunda, es decir, de la típica actitud del discutidor sabelotodo.
Cuando le conocí, Spiro ya tenía una considerable experiencia política. Le habían expulsado del Partido Comunista y se había unido a los Trotskistas. Después, se enroló en un grupo escindido de éstos, dirigido por Hugo Oehler y Thomas Stamm, con quienes formó la Liga Revolucionaria Obrera, en oposición a la organización "oficial" trotskista. Pero poco después, descubrió que, no sólo Oehler y Stamm, sino que hasta el mismísimo Trotsky, habían traicionado a la clase obrera, así que abandonó todas esas organizaciones y acompañado por un pequeño grupo de seguidores, fundó su Liga Leninista y declaró que la Segunda Guerra Mundial era una "farsa". Creo que los Marlenitas nunca llegaron a ser más de una docena, aproximadamente.
Visité a Spiro de nuevo en 1956, en el mismo apartamento del Lower East Side en el que nos habíamos reunido tiempo atrás. Me dijo que los años que habían transcurrido le habían procurado una desilusión tras otra. Sus investigaciones le habían llevado a la conclusión de que no sólo Stalin y Trotski habían traicionado al proletariado, sino que Lenin había sido también de la misma calaña. Ni siquiera los escritos de Marx podían resistir su inspección cuidadosa. Spiro (que entonces ya había abandonado su seudónimo, por razones obvias), había descubierto que, en efecto, el viejo Karl Marx nunca fue otra cosa que un antisemita disfrazado. Cuando le pregunté por los demás Marlenitas a los que había conocido hacía quince años, Spiro me confesó que también los había desenmascarado a todos, y que no eran más que un puñado de antisemitas. 66
Spiro era entonces un anciano apacible y debo decir que me estremeció, no sólo por su desequilibrio mental, sino por aquella verdad que la locura no conseguía ocultar. Me dio una copia de lo que considero como su última obra, Marxism and Bolshevik State (Marxismo y Estado Bolchevique). 67 Me alegro de haberla conservado. Hubo un momento en el que tenía más literatura Marlenita, pero me deshice de toda, excepto de este último libraco.
Marxism and the Bolshevik State tiene 1.100 páginas impresas con letra pequeña, divididas en 78 capítulos, y pone de relieve la tremenda capacidad mental de su autor. Sus tesis pueden deducirse fácilmente del título de esos capítulos: "La traición de Stalin y Trotsky a los obreros británicos", "Lenin impide la creación del potencial Ejército Revolucionario Mundial y de su armada", "La falta de sinceridad personal y política de Marx", "Un fenómeno ignorado por el Marxismo en las luchas de clases de la antigüedad y de la Edad Media: el cabeza de turco judío", "Antisemitismo marxista en los Estados Unidos", "La mano del marxismo en la creación del estado Sionista reaccionario", "Marxismo, el último baluarte del antisemitismo y el Cristianismo"... El libro denuncia a todo sistema de gobierno conocido, es decir, que abraza la doctrina de la "equivalencia malvada". Pero además, hace la promesa de la llegada de un nuevo día, en el que, supuestamente bajo el liderazgo de caudillos iluminados como el propio Spiro, "la Humanidad alcanzará la superabundancia del fruto de su trabajo, planificará su propia historia y gradualmente dominará todo el orbe". (Página 1077).
Spiro entendía alemán y ruso escritos, y leía atentamente miles de libros viejos y, especialmente, de periódicos antiguos, todos ellos, al parecer, almacenados en la Reference Division de la biblioteca pública de Nueva York. Cuando veía algo que le gustaba, lo anotaba cuidadosamente y lo citaba en su obra. Él mismo explica su método en el prefacio:
En el cuerpo de nuestro trabajo, por ejemplo, citamos un comentario de Lenin que, hasta donde podemos decir, nunca se ha empleado como fuente, y que es de más valor para cualquier investigador de la verdadera historia del Estado Bolchevique, que toda una estantería repleta de libros producidos, bien por la burguesía, o bien por cualquier historiador de dicho estado. (Página 14).
Acerca de tales fuentes, el sentido crítico de Spiro no era mayor que el de Faurisson, y parecía que creía que cualquier cosa publicada en un viejo periódico, si tendía a confirmar sus propias impresiones sobre la historia, constituía una prueba positiva de la rectitud de su causa. Nunca se le ocurría consultar el trabajo de historiadores expertos en algún tema concreto y mucho menos contrastar una fuente con otra. Era un auténtico erudito autodidacto, además de un polemista incansable y un moralista petulante. Quizás si hubiera adquirido cierto sentido del equilibrio a lo largo de su vida, habría llegado a convertirse en lo que él mismo creía que era: un pensador importante.
A pesar de todo, Marlen-Spiro era un afable viejo cascarrabias, y creo que lo mismo podría decirse de todos los "Marlenitas defensores de la Tierra plana". Si ahora sugiero que tanto Faurisson como Chomsky son adeptos de la historiografía de Marlen, tendré que añadir inmediatamente que los escritos de Spiro, aún con todos sus errores, estaban desprovistos de malicia. Motivaban una fuerte polémica, pero no contenían odio o insultos. Para encontrar uno u otros, tenemos que recurrir al trabajo del profesor Chomsky y sus socios neo-nazis.
En cualquier caso, en sus reflexiones autobiográficas, Chomsky sólo otorga un tenue respaldo a la filosofía Marlenista. Sus verdaderos mentores políticos, dice, son Rosa Luxemburgo, Karl Korsch, Paul Mattick, Anton Pannekoek y otros. 68 Esos escritores son los fundadores del "Consejo Comunista" y, por lo visto, son los mismos que los "revisionistas" de La Vielle Taupe cuentan entre sus maestros y guías. De este modo, se ve que Chomsky y VT tienen raíces ideológicas comunes: el Consejo Comunista. El profesor es poco sincero cuando oculta semejante vínculo, no sólo en el borrador de su autobiografía, sino en cualquier otro lado.
Pero ¿qué es el Consejo Comunista? 69
Sus comienzos están en una pequeña secta izquierdista de la oposición comunista alemana de los años 20, que se rebelaban contra el dominio que Moscú ejercía sobre el Partido Comunista Alemán. Basándose parcialmente en los escritos anti-bolcheviques de Rosa Luxemburgo, este grupo mantenía profundas diferencias con la Internacional Comunista, en asuntos de organización. Rechazaban la idea de la "dictadura del proletariado" ejercida por un grupo o un estado y defendían, en cambio, que el gobierno socialista estuviera formado por consejos independientes de obreros. Bajo la influencia de escritores como Paul Mattick o Karl Korsch (que emigraron a los Estados Unidos, donde fallecerían después de la guerra), los miembros del Consejo Comunista se convirtieron en feroces opositores a Stalin, fueron perseguidos tanto por éste como por Hitler y, en general, mantuvieron ciertos niveles de la ética política que entonces se admiraba ampliamente.
El Consejo Comunista era mucho más coherente que los Trotskistas en su oposición a la tiranía bolchevique, pero durante la Segunda Guerra Mundial compartía ciertas posturas, tanto con éstos como con los anarquistas. Allá donde surgieran estos pequeños grupos, ya fuera en Europa o en Norteamérica, siempre conformaban una posición muy radical en contra de la guerra; creían que ni el Eje ni los Aliados merecían su apoyo. Al contrario que la mayoría de los grupos Trotskistas, el Consejo Comunista y los anarquistas aplicaban esta misma política también a la Unión Soviética. Pero ninguno de estos grupos, ni ninguno de los miembros que los integraban, sentía nada que no fuera odio hacia los Nazis. Respaldaban la resistencia contra el nazismo en la Europa ocupada, y tanto cultural como prácticamente y en la medida en la que tenían influencia, formaban parte del frente anti-Nazi en el que se contaba la mayoría de la gente decente. La postura pro-Nazi actual de La Vieille Taupe significa, al menos hasta donde yo sé, la primera vez que un grupo, de orígenes basados en la auténtica izquierda, rompe ese frente.
La historia de La Vieille Taupe ya fue narrada por Pierre Vidal-Naquet y Alain Frinkielkraut. 70 Un grupo de ex-Trotskistas, liderados por Cornelius Castoriadis y Claude Lefort rompió con el bolchevismo de finales de los 40, y fundó un movimiento conocido como Socialisme ou Barbarie 71, con unas ideas que recordaban mucho a las del Consejo Comunista. Después de muchas uniones y rupturas, a finales de los 60, uno de los grupúsculos resultantes se llamó a sí mismo La Vieille Taupe.
Alrededor de 1970, VT empezó a desarrollar ideas y actividades que chocaban frontalmente con las de sus antecesores intelectuales. Sin embargo, habían heredado el minucioso rechazo a la sociedad "burguesa" y también cierta tendencia a hacer equivaler la "tiranía capitalista" con el "fascismo". Pero en aquel momento, y bajo la influencia de determinados ultraizquierdistas italianos (los Bordigistas), empezaron a renegar del propio dogma de fe que, hasta aquel entonces, había sido el denominador común de todo miembro de las izquierdas: el antifascismo.
Al principio, se trataba de declarar que el nazismo no fue mucho peor que el capitalismo "burgués" de Occidente; se trataba de asegurar que el Eje no fue mucho más culpable de crímenes contra la clase obrera, que los Aliados. Estas eran, grosso modo, las ideas del primer escritor antisemita que La Vieille Taupe tuvo a bien promocionar: Paul Rassinier, un ex Comunista y antiguo preso de un campo de concentración, hoy ya fallecido (todos los "revisionistas", de París a California, aún coinciden en afirmar que ocupa un lugar de honor como padre de su ideología). Pero al pasar de Rassinier a Faurisson, a quien VT descubrió en 1978 y no ha dejado de promocionar desde entonces, el grupo se fue volviendo más y más abiertamente antisemita y pro-Nazi, un proceso que alcanzó una especie de apogeo en 1986, cuando publicó una estupidez de 520 páginas a cargo de uno de los más estridentes nazis alemanes de la posguerra: Wilhem Stäglich.
Como preparación del presente ensayo, mantuve correspondencia con algunos de los miembros veteranos del Consejo Comunista y de otros grupos ultraizquierdistas, tanto de Francia como de otros lugares. Mis informadores fueron unánimes cuando dijeron que, al margen de dos o tres grupúsculos diminutos, Guillaume y su Vieille Taupe están absolutamente solos en este trayecto desde el anti-Stalinismo radical hacia el neo-Nazismo. Como me comentó uno de mis confidentes mejor informados: "ni los Trotskistas, ni los miembros del Consejo Comunista, pueden considerarse responsables de los desvaríos de Guillaume". El verdadero Consejo Comunista no tiene nada que ver con él. El hijo de Paul Mattick (que se llama como él), uno de los pensadores más respetados del movimiento, me escribió en estos términos: "Hace unos años, Guillaume me ofreció publicar una traducción al francés del último libro de mi padre, pero, por supuesto, mi madre y yo nos opusimos a ello, porque no queremos que se nos vincule con chiflados como él".
Se estima que los seguidores de Guillaume suman entre diez y treinta. Los viejos izquierdistas le rehuyen y los investigadores se ríen de él. Pero el francés tiene dos ases en la manga: en primer lugar, como ya hemos apuntado, parece disponer de un jugoso presupuesto, y en segundo lugar, tiene a Noam Chomsky.
La seguridad y el bienestar del Estado de Israel significan mucho para la mayoría de los judíos actuales, independientemente de dónde viven. A una minoría, Israel no les importa gran cosa y hay un grupo, aún más reducido, muy crítico tanto con aquel país como con la empresa Sionista. Y después de pensar en tal clasificación y tras mucho esfuerzo, aún es posible encontrar más categorías: hay ciertos individuos, aquí y allá, que odian tantísimo a Israel que están más que deseosos de ayudar a los neo-nazis a destruirlo. Tenemos, por ejemplo, al lamentable Alfred Lilienthal, un incansable propagandista pro-islámico y orador en algunas convenciones neo-nazis; tenemos al excéntrico doctor Howard Stein, que se dedica a traducir las proclamas de Julius Streicher a su absurda jerga psicoanalítica; y tenemos a Noam Chomsky.
Siempre ha habido judíos que se han vuelto contra su propia gente. Solemos decir de ellos que se "odian a sí mismos", basándonos en el título de ciertos bocetos biográficos que describían la conducta de tales desdichados durante la república Weimar. 72 Por descontado, en una sociedad libre, que uno se odie a sí mismo es un derecho inalienable y, en la mayoría de los casos, se trata de situaciones más tristes que interesantes. No se puede decir que entiendo la psicología de cómo y por qué una persona alcanza semejante estado, especialmente cuando dicho individuo goza de todos los privilegios que le brinda una sociedad Occidental. Lo único que puedo hacer aquí es revelar los métodos, las tácticas y los motivos de la cruzada de Chomsky contra Israel y los judíos.
Las supuestas bases "documentales" del antisionismo
El libro más ambicioso de Chomsky acerca de Israel, publicado en 1983, se titula The Fateful Triangle: The United States, Israel and the Palestinians (El Triángulo Fatídico: Estados Unidos, Israel y los palestinos). Trata de analizar la historia y la situación actual de la disputa entre árabes e israelíes, así como el papel que desempeña Estados Unidos en la misma. Como otros escritos políticos de Chomsky, el que nos ocupa ha sido elogiado ampliamente por sus seguidores, que aplauden su riqueza de "hechos" y su base documental. Además, como ya hemos visto, es un trabajo muy valorado en muchos de los catálogos de libros del antisemitismo organizado.
La violencia entre árabes y judíos –quién hizo qué a quién y cuándo- es, naturalmente, un campo de controversia entre los que escriben desde cada uno de los dos bandos. Hay dos sucesos en la historia reciente de las relaciones entre ambos que siempre han llamado especialmente la atención de investigadores y propagandistas: los disturbios de 1929, en Hebrón y en todas partes, y la Guerra de Independencia de 1948. Se sabe lo bastante de estos sucesos como para que sirvan de piedra de toque a todo el que se dedica a escribir racionalmente acerca del conflicto entre árabes y judíos. Propongo que examinemos el tratamiento que Chomsky dispensa a ambos incidentes, no sólo para estudiar su punto de vista, sino para comprobar si los métodos que emplea son los propios de una mínima objetividad intelectual, o no.
La violencia de 1929
Chomsky dedica dos párrafos, uno en el texto principal y el otro en una larga nota a pie de página, a los hechos que tuvieron lugar en 1929. El texto de la página 90, dice lo siguiente:
[Los musulmanes] nunca aceptaron la legitimidad del punto de vista [de Balfour] y se opusieron a él de distintas formas. Recurrieron repetidamente a la violencia terrorista contra los judíos. El caso extremo ocurrió a finales de Agosto de 1929, cuando 133 judíos fueron masacrados. El "incidente más espantoso" sucedió en Hebrón, donde 60 judíos fueron asesinados, la mayor parte de ellos miembros de una vieja comunidad especialmente antisionista. La policía árabe "se mostró indiferente mientras sus correligionarios musulmanes irrumpieron en la población y llevaron a cabo atrocidades que habrían sido repugnantes incluso para los animales"; y la matanza habría sido todavía mayor, de no haber sido por la valiente intervención de un miembro de la policía británica, cuerpo que padecía una aplastante falta de personal. (4). Muchos judíos fueron salvados por vecinos musulmanes*.
He mostrado las referencias a pie de página, una de ellas marcada con un (4) y la otra con un asterisco. La primera de ellas se encuentra en la página 169 y dice "Ibid, pp. 109-110, 123", una referencia a Crossroads to Israel (Israel en la encrucijada) de Christopher Sykes. La nota marcada con el asterisco se desarrolla entre las páginas 90 y 91 y su texto es el siguiente:
* La masacre fue la respuesta a una manifestación organizada ante el Muro de las Lamentaciones, como oposición a la "arrogancia árabe" "una enorme provocación, incluso para la opinión pública judía" (Flapan, Zionism and the Palestinians, p. 96). Véase Sheean, in Khalidi, From Haven to Conquest, para más información acerca de los informes detallados de algunos testigos. La provocación fue orquestada por Betar, el movimiento juvenil de la organización revisionista de Vladimir Jabotinsky, la precursora del Herut de Begin, el elemento central de la coalición del Likud. El propio nombre "Betar" refleja el cinismo de este movimiento de corte fascista que, en palabras de Flapan, describía a Hitler "como el salvador de Alemania, Mussolini como el genio político del siglo" y, frecuentemente, actuaban de forma coherente con estas proclamas. El nombre es el acrónimo de "Brith Yoseph Trumpeldor" ("El pacto de Joseph Trumpeldor"). Trumpeldor murió defendiendo el asentamiento norteño de Tel Hai, del ataque de un grupo de beduinos; Jabotinsky "se oponía al llamamiento laborista en busca de una movilización para ayudar a los colonos amenazados" (Flapan, p. 104).
Chomsky reconoce aquí que hubo una matanza de judíos en Hebrón y cita a Sykes cuando afirma que fue algo "espantoso". Escribe la palabra "espantoso" y, su uso de la misma, a pesar de que se trata de una cita de Sykes y que la pone entre comillas, pudo servirle más tarde, a él y a sus amigos, como prueba de su sensibilidad ante el sufrimiento de los judíos. Como ya hemos visto, a Chomsky le gustan mucho este tipo de maniobras auto-exculpatorias.
Pero el profesor también se apresura a darnos dos grupos distintos de justificaciones de la matanza de Hebrón a cargo de los árabes. El primero aparece al principio del párrafo principal: los asesinatos eran parte de la "resistencia" de los musulmanes al Plan Balfour, que pretendía establecer una nación judía. 73. El segundo está más elaborado, y comprende a toda la nota marcada con el asterisco: parece ser que la masacre fue "provocada" por una organización juvenil "de corte fascista" llamada Betar.
¿Cómo documenta Chomsky esta acusación de "provocación"?
Cita tres referencias en su nota: a) Simha Flapan, acerca de la importancia de la manifestación de Betar en Jerusalén, b) Vicent Sheean, "testigo presencial" de dicha manifestación y, finalmente, c) Flapan, de nuevo, esta vez en lo que concierne a la naturaleza de Betar.
a) La manifestación de Betar en Jerusalén: Flapan contra los historiadores
Simha Flapan, fallecido recientemente, era un polémico escritor y editor israelí de izquierdas que afirmaba que la manifestación de Betar en 1929 "… condujo a los disturbios y a los sangrientos incidentes". Sin embargo, Flapan menciona dichos incidentes sólo de pasada, no proporciona evidencia alguna para su aseveración y, en cualquier caso, no es ningún historiador experto. Al igual que Marlen, Chomsky cita aquí la opinión no contrastada de un escritor de segunda fila, como si fuera una prueba fehaciente.
Resulta, además, que ya existen estudios acerca de los sucesos de 1929, y que todos ellos toman, como uno de sus puntos de partida, el Informe de la Comisión de Investigación Shaw, creado por el Gobierno Británico. Chomsky no menciona dicho Informe, a pesar de que, probablemente, se trata de la más certera descripción de los hechos que se ha podido realizar, entonces, o ahora.
El libro The Emergence of the Palestinian-Arab National Movement, 1918-1929 (El surgimiento del Movimiento Nacional árabe-palestino), de Y. Porath, puede considerarse como una guía bastante fiable para el estudio de las diferentes afirmaciones sobre el tema. Chomsky profesa un gran respeto a esta obra, y la cita con frecuencia, en su trabajo (página 169), como el texto de una autoridad. Porath se esfuerza en dar una relación de todas las provocaciones, tanto de los judíos como de los árabes, en el periodo anterior a los incidentes de 1929. En lo que respecta a las manifestaciones de Betar, esta es la opinión de Porath:
Aunque es cierto que la manifestación de Betar en el Muro de las Lamentaciones, en Tishea Be-Av (el 15 de Agosto de 1929) provocó una contra-manifestación de árabes al día siguiente, en el mismo lugar, los sangrientos incidentes [de Hebrón] ocurrieron una semana más tarde, y no necesariamente como respuesta a la manifestación judía. (p. 269.)
Porath es bien conocido por sus simpatías hacia el movimiento nacionalista árabe, y Chomsky le cita, dándole su aprobación en lo concerniente a la guerra del Líbano, en las páginas 200, 260 y 334 de su libro. Sin embargo, cuando Porath escribe sobre su mayor especialidad profesional, esto es, la historia árabe-israelí, el profesor prefiere ignorarle.
Es también digno de crítica el hecho de que Chomsky no mencione a Christopher Sykes. El profesor se refiere a él en su texto principal, diciendo que es una autoridad en el estudio de las revueltas de Hebrón, pero no dice nada de la opinión que Sykes mantiene acerca de la relación entre éstas y la supuesta "provocación" de Betar. Lo cierto es que el escenario que pinta Sykes es muy parecido al que describe Porath. En Jerusalén, un chico judío fue asesinado pocos días antes de las gravísimas revueltas. Tanto los judíos como los musulmanes habían estado involucrados en provocaciones. En lo que se refiere a los días inmediatamente anteriores a la manifestación de Betar, Sykes escribe: "el ambiente en Jerusalén se volvía más tenso cada día, y la política del Consejo Supremo Musulmán acerca del Muro de las Lamentaciones, que se basaba en aguijonear a los judíos, tuvo, como se deseaba, el efecto de llevarlos a la exasperación" (p. 136).
El hecho es que todos los historiadores están de acuerdo en que árabes e israelíes se provocaron mutuamente, pero Chomsky, que ignora todo testimonio y favorece sólo el obiter dictum de un periodista, parece que sólo ve culpa en los judíos.
b) Vicent Sheean, testigo presencial
Por supuesto, la manifestación de Betar contó con cientos de "testigos presenciales". Uno de ellos, un periodista norteamericano llamado Vicent Sheean, afirma que su presencia en la manifestación le legitima para emitir un juicio acerca de lo que sucedió una semana más tarde en Hebrón, donde no estuvo. Sheean asegura que, antes de los incidentes de 1929, se consideraba pro-sionista, pero que las manifestaciones de Agosto de aquel año, las cuales, según él, fueron las responsables del baño de sangre que vino después, le convirtieron en un antisionista convencido.
La Comisión Shaw (véase la página 52 de su Informe) interrogó a más de veinte testigos presenciales de los acontecimientos de Jerusalén. Sheean, según él mismo dice en sus escritos, era uno de ellos. Escribe, también, que su testimonio estaba en contradicción con los de otros testigos entrevistados por la Comisión, lo cual tampoco es sorprendente, dado lo poco fiables que suelen ser las narraciones de los testigos oculares. Aún así, el profesor Chomsky cita a Sheaan, y sólo a él, como testigo presencial; la pregunta surge en el acto: ¿por qué lo hace?
Antes de continuar, un breve comentario acerca de cómo Chomsky conoció a Sheean.
Sheean incluyó sus recuerdos de los incidentes de 1929, bajo el título Holy Land (Tierra Santa), en un libro formado por una colección de ensayos de 1935 que llamó Personal History (Historia personal) 74 El libro fue publicado por importantes editoriales norteamericanas y británicas, y está disponible en cualquier biblioteca de investigación. Pero Chomsky no hace referencia a este libro, sino que cita una reedición muy abreviada del trabajo del periodista, en una antología titulada From Haven To Conquest (Del refugio a la conquista), editado por el profesor Walid Khalidi y publicado por el Instituto de Estudios Palestinos de Beirut, en 1971.
Al contrario que Chomsky, el profesor Khalidi no finge una postura neutral entre árabes e israelíes. Dedica su libro "a todos los árabes palestinos bajo la ocupación israelí" y explica cómo hizo la selección de fragmentos de textos para su obra, del siguiente modo: "Cualquier antología es, por definición, selectiva. Los fragmentos de texto en esta antología han sido seleccionados para ilustrar el tema central de la tragedia palestina: el proceso que los sionistas han seguido para arrancar de los árabes el control de Palestina y sus alrededores" (p. xxiv). Naturalmente, en el libro de Khalidi no aparece nada que no "ilustre el tema central". Chomsky usa este trabajo, en su obra, como una de sus fuentes principales, y lo menciona una y otra vez.
Una de las maneras de evaluar la fiabilidad del testimonio de un testigo presencial es determinar la credibilidad de éste. Sheean quiere que le crean, obviamente, no sólo por lo que dice que vio con sus propios ojos, sino por su agudeza y perspicacia a la hora de relacionar lo que vio (Jerusalén) con lo que no vio (Hebrón). Y la versión completa de su testimonio proporciona pistas muy valiosas para determinar su credibilidad.
Entre las páginas 409 y 411, Sheean habla de lo que llama la "herencia de los pogromos" en el pueblo Judío, que observó tanto en Palestina como en cualquier otro lugar: el miedo increíblemente irracional que aquellas gentes tenían a que pudieran hacerles daño por el simple hecho de ser judíos. "Era un estado mental que no había visto nunca antes, y comprenderlo exigía un verdadero esfuerzo de imaginación". (p. 409). Se ve que él no lo comprendió y, lo que consideraba "miedos irracionales", tanto en Palestina como en cualquier otra parte, acaban siendo las razones que esgrime para justificar su sorprendente conversión repentina, del pro-sionismo al antisionismo. Sheean publicó estas observaciones en 1935, antes del Holocausto, pero después de que Hitler llegara al poder en Alemania. Y, por supuesto, no era el único que no fue capaz de apreciar el realismo excepcional del Sionismo de 1929. De cualquier manera, y fuera el único o no, su punto de vista en aquel entonces no dice gran cosa a favor de su calidad como observador bien informado. Quizás por este motivo, estos párrafos no aparecen en la versión de Khalidi del ensayo.
En su texto sin expurgar, Sheean muestra también una gran admiración por Al-Hajj Amin al-Husayni, el Gran Mufti de Jerusalén: "Pero el Gran Mufti mantuvo la calma; cuanto más lo iba conociendo, más cuenta me daba de que se trataba de un hombre de un notable carácter, una extraordinaria serenidad interior y de gran seguridad. Nunca se exaltaba, siempre estaba abierto al razonamiento y nunca rechazaba una sugerencia o un argumento sin antes haberlo examinado cuidadosamente". Cuando publicó estas líneas, en 1935, quizás no sabía que, dos años antes, inmediatamente después de que los nazis llegaran al poder, el Mufti había hecho público su apoyo y admiración al Gobierno de Hitler, especialmente en lo que hacía referencia a sus políticas antisemitas.
Debería haberlo sabido, sin embargo, ya que, como afirmaron todos los testigos bien informados, el Mufti jugó un papel muy importante en el azuzamiento de la violencia de los musulmanes contra los israelíes en la década de los 20.
Después de la Segunda Guerra Mundial, el Mufti se convirtió en un incordio para los partidarios del bando musulmán. El texto original de Sheean fue, posiblemente, una de las últimas publicaciones en la que un reputado escritor occidental expresaba su admiración por él. En la versión del texto que hizo Khalidi, la citada por Chomsky, se elimina toda alabanza al Mufti. Sin esos párrafos, el lector de Sheean se ve privado de una de las pistas más importantes que conducen a la demostración de la falta de credibilidad de éste.
Resumiendo: Chomsky ignora la bibliografía académica acerca de los disturbios de 1929. Si hubiera mostrado los contenidos de dicha bibliografía a sus lectores, su posición pro-árabe y sus acusaciones antijudías no se tendrían en pie. Cita la declaración de un solo testigo presencial cuando podía haber consultado las de muchos otros y, además, escoge al testigo en cuestión por el hecho de que cuenta con toda una antología de escritos pro-árabes. Para terminar, elimina cualquier información que permita al lector poner en tela de juicio la credibilidad del testigo.
¿Es este el tipo de investigación que se enseña en el MIT?
c) La "fascista" Betar
Chomsky acusa a Betar, una organización juvenil del Revisionismo Sionista, no sólo de que tenían un "estilo fascista", sino de que incluso dedicaban elogios a Hitler, supuestamente como parte de su postura política en 1929 (por supuesto, en aquel año, Hitler aún no había llegado al poder, y apenas se le conocía fuera de Alemania, pero pasemos eso por alto). El profesor cita de nuevo al escritor izquierdista israelí Simha Flapan que, aunque no tenía gran cosa que decir acerca de los incidentes de Hebrón, en una ocasión dedicó un capítulo entero al Revisionismo Sionista.
En el párrafo reproducido antes, Chomsky describe a Betar como "ese movimiento de estilo fascista que, en palabras de Flapan, describía a Hitler como el salvador de Alemania y a Mussolini como el genio político del siglo". El profesor se muestra algo olvidadizo en este tema y no nos cuenta dónde Flapan dice tal cosa. El asunto es que, el israelí, escribió algo ligeramente distinto:
"La violenta campaña anti-laborista, acompañada por una propaganda ponzoñosa, reyertas y violencia física en los dos bandos, creó, en 1930, una situación de preguerra civil [entre el Laborismo y el Revisionismo sionistas]. Los revisionistas trataron de oponerse a la hegemonía laborista, pero les salió el tiro por la culata. Se ganaron la fama de fascistas a fuerza de utilizar una virulenta propaganda antisocialista, por su irrefrenable odio hacia el kibbutzin, sus "asesinatos de reputaciones", la nada velada simpatía de algunos de sus miembros hacia ciertos regímenes autoritarios (describían a Hitler, por ejemplo, como el salvador de Alemania y, a Mussolini, como el genio político del siglo)". Flapan, pp. 111-2.
Chomsky dice que Flapan acusa a toda la organización Betar de apoyar a Hitler y a Mussolini, pero, sin embargo, el escritor israelí sólo dice que las simpatías venían de "ciertos miembros". Esa expresión, "ciertos miembros", que marca la diferencia en el contexto del párrafo y cambia por completo su significado, no aparece en la cita de Chomsky.
¿Es este el tipo de investigación que se enseña en el MIT?
Dejando al margen esta manipulación indignante, sí que es cierto que Flapan mantiene que existía cierta simpatía por Hitler en Betar. ¿Cómo lo sabía? ¿Hasta qué punto podemos considerar a Flapan como un experto en Betar y en el Revisionismo Sionista? Al igual que sucede con Chomsky, el escritor israelí aparece con frecuencia en las citas de propagandistas árabes y antisionistas. Sus artículos se han publicado en revistas que mantienen una opinión hostil a Israel. Sin embargo, a Flapan parece gustarle contar a sus lectores cómo ha llegado a saber lo que dice que sabe, y su obra mantiene cierta integridad. Así, adjunta una breve nota al final de su capítulo sobre los Revisionistas:
"Por falta de tiempo, no he podido examinar y leer detenidamente las fuentes principales. He tenido que basarme en los recuerdos que tengo de hechos que viví y experimenté como miembro del Movimiento Sionista-Socialista, Hashomer Hatzair… He contrastado esos recuerdos con la bibliografía oficial del Partido Revisionista".
Quienes aún tengan recuerdos del movimiento juvenil Sionista de hace cuarenta años, sabrán, como Flapan, que los miembros de Hashomer Hatzair llamaban "fascistas" a Betar, desde luego, y que Betar sabía cómo corresponderles empleando sus propios epítetos. Lo que Flapan pueda recordar sobre aquella niñería de cruce de insultos, nos dice tanto acerca de Hashomer Hatzair, como de Betar. El escritor israelí no cita directamente fuente alguna, ni Revisionista, ni de ninguna otra clase, para respaldar su afirmación de que "ciertos miembros" de Betar admiraban a Hitler. Y podemos estar seguros de que, si hubiera encontrado algún elogio explícito a Hitler en la "bibliografía oficial del Partido Revisionista", la habría mencionado. Pero no lo hace.
Aunque la acusación de Flapan es bastante endeble, se mantiene dentro del polémico estilo de las juventudes sionistas de los años 30. Chomsky va aún más lejos. Elimina la palabra crucial "ciertos", proyecta, hacia los años 20, lo que Flapan describe como que tuvo lugar en los 30, e ignora lo vago de unas evidencias que más parecen rumores. Así, estas maniobras, seguramente mucho más osadas que cualquier cosa que Marlen intentara jamás, proporcionan a Chomsky la prueba de que los judíos que se manifestaron en Jerusalén, en 1929, eran, realmente, iguales que los nazis.
"Los Sionistas son como Hitler", y la cuestión del Mufti
En el libro de Chomsky The Fateful Triangle hay doce referencias a Hitler. En cada una de ellas, se cita alguna actuación judía, comparándola con las del dictador alemán, o se menciona algún rasgo del Estado de Israel o del movimiento Sionista, en términos similares.
En el libro, que trata, ostensiblemente, de la historia de Palestina con Israel y con los árabes, queda claro que a Chomsky le fascina Hitler. Con todo esto, es sorprendente que el profesor haya pasado por alto completamente la corriente política palestina que, por antonomasia, declaró abiertamente su lealtad a Hitler: el Movimiento Nacionalista Árabe liderado por Al-Hajj Amin al-Husayni, el Gran Mufti de Jerusalén. A estas alturas, cualquier colegial sabe del enorme prestigio y poder que el Mufti tenía entre la población musulmana de Palestina en la época del protectorado británico, de su admiración por Hitler, de su destierro por orden de los británicos durante la Segunda Guerra Mundial, de su intención de visitar a Hitler en 1943, de las distancias que, incómodos, los líderes musulmanes actuales tratan de guardar con respecto a cualquier cosa que evoque su nombre...
En el libro de Chomsky no se menciona ni al Mufti ni a su organización, ni tampoco el hecho de que este movimiento podría muy bien haber justificado el miedo entre los judíos; nada que pueda sugerir al lector que existió un Mufti de Jerusalén que colaboró con los nazis. Chomsky hace como el Ministerio de la Verdad en el libro 1984, de George Orwell: ha tirado el nombre del Mufti por un agujero en el que, sin duda, tiene la esperanza de que sea consumido por las llamas. 76
Deir Yassin y otras atrocidades
Chomsky dedica cuatro páginas, de la 94 a la 98, a una sección que titula "La guerra de la Independencia / Conquista" que, en su mayor parte, no contiene nada que pueda asociarse con las refriegas de 1948. Los informes sobre actos violentos se limitan a ciertos fragmentos en las páginas 95 y 96. El profesor plantea el debate mediante la observación imparcial (y autoexculpatoria, por su talante juicioso) de que hubo "terror y violencia en los dos bandos". Pero tal imparcialidad termina desvaneciéndose muy pronto, porque resulta que los dos únicos casos concretos de violencia que comparte con los lectores, tienen a los judíos como culpables. Primero, menciona brevemente una operación de Haganah en Khissas, en diciembre de 1947, indicando que la organización "asesinó a 10 musulmanes, incluyendo a una mujer y cuatro niños". El resto de la sección está dedicada a los acontecimientos en la aldea árabe de Deir Yassir.
Aunque existen multitud de informes sobre lo que sucedió en aquel lugar el 8 de abril de 1948, los hechos fundamentales no admiten discusión. Facciones de dos movimientos de extrema derecha judíos, el Irgun Tsvai Leumi ("Etsel") y el Lokhamei Kherut Yisrael ("Lekhi", también conocido en el extranjero como "la Banda Stern") asaltaron la aldea y, en los acontecimientos que se desarrollaron después, 254 musulmanes, hombres, mujeres y niños, perdieron la vida. La conducta de los dos grupos fue condenada por los órganos oficiales de la comunidad judía y Ben Gurion envió un telegrama al rey Abdullah en el que le pedía perdón y le expresaba sus condolencias.
Todos los escritores que tratan la historia de Israel mencionan los sucesos de Deir Yassir, pero, como cabría esperar, los interpretan en función de sus tendencias y predisposición. Ninguno de los escritores judíos o sionistas con los que he hablado, han tenido nunca la intención de ocultar el horror del incidente. 77. El más o menos neutral, Sykes, recomendado por Chomsky como lectura complementaria, escribe un artículo bastante equilibrado y muestra la intención de estudiar las razones militares detrás de los hechos. Sykes no justifica o excusa a los asaltantes, ni mucho menos, pero les cree cuando aseguran que su ataque iba dirigido a un emplazamiento militar que se alzaba en medio de la aldea, y que habían conminado a los civiles a marcharse antes de que la acción tuviera lugar (p. 416).
Sea como sea, todos los escritores razonables ubican los eventos de Deir Yassir en el contexto de una situación de hostilidades, contexto que Chomsky omite completamente. No menciona, por ejemplo, que, tres días después de los hechos, 77 médicos judíos, enfermeras y personal universitario adjunto, que viajaban en un convoy de la Cruz Roja, fueron emboscados y asesinados por musulmanes. En el mismo periodo ocurrieron muchas otras atrocidades similares, y cualquier observador neutral puede ver que hay parte de culpa en ambos bandos. (Nadie, en el Mundo Árabe, al menos ninguna fuente oficial, expresó nunca sus condolencias por la muerte de los médicos, ni por ningún otro ataque musulmán sobre civiles judíos).
El discurso de Chomsky acerca de Deir Yassir muestra al menos tres rasgos que lo diferencian de lo que debería ser un comentario imparcial. En primer lugar, y en agudo contraste con su forma de tratar el terrorismo islámico en Hebrón o en cualquier otro lugar, describe los acontecimientos de Deir Yassir como una atrocidad sádica, sin provocación previa, por parte de los judíos. A lo largo de su libro, menciona tal "atrocidad" en todo tipo de contextos, pero siempre para tratar de demostrar la completa depravación del movimiento Sionista. En segundo lugar, como acabamos de ver, elimina totalmente el contexto de acciones y reacciones violentas en el que se enmarcan los sucesos de Deir Yassir. Y, en tercero, trata dichos eventos como si fueran la única acción militar digna de mención, durante toda la Guerra de Independencia, lo que convierte a Deir Yassir en un mito y en todo un emblema de la relación árabe-israelí.
Deir Yassir es, para Chomsky y sus colegas, lo que Dresden es para los que tratan de justificar el nazismo. Para los apologistas del Tercer Reich (que, por supuesto, se solapan con muchos "antisionistas"), sólo existe un hecho importante en toda la Segunda Guerra Mundial: el bombardeo aliado de Dresden, en 1945, y las enormes pérdidas de vidas civiles alemanas que acarreó. Los neo-nazis negadores del Holocausto hablan de Dresden como del único Holocausto de toda la guerra. Tanto la de Dresden como la de Deir Yassir fueron terribles tragedias, pero los negadores del Holocausto y los antisionistas, por separado o conjuntamente, conmemoran aquellos hechos, como si su narración mitificada sirviera de castigo para los judíos modernos, y de victoria sobre ellos.
Chomsky termina su Fateful Triangle abrazando la idea del "Complejo de Sansón". Afirma que el mayor conflicto en toda la Tierra, por encima de cualquier otro, es el problema entre palestinos e israelíes. 78. El gobierno y el pueblo del Estado Sionista, dice, se basan en los "textos genocidas de la Biblia" 79 y podrían estar dispuestos a cometer un suicidio nacional y la destrucción del planeta, arrastrando al mundo a una guerra nuclear. "Este ‘Complejo de Sansón’ es algo que no debe tomarse a la ligera". 80
La idea que tiene Chomsky del "Complejo de Sansón", muy al estilo de la de Howard Stein, al que ya mencionamos anteriormente, es, en muchos aspectos, muy parecida a las calumnias medievales contra el pueblo judío. Stein y Chomsky sugieren, implícita y explícitamente, que los judíos son seres terriblemente peligrosos, que no tienen las cualidades humanas del razonamiento y la compasión, y que están poseídos por un odio ciego hacia el resto de la Humanidad. Incluso, a uno de los seguidores de Chomsky, semejante doctrina le pareció demasiado radical. 81
El profesor es algo más cauto que Stein en este asunto. Para Stein, al menos hasta donde he podido entenderle, el "Complejo de Sansón" aflige a los judíos de todo el mundo. Para Chomsky, hay que temer a Israel y a quienes lo apoyan, no a todos los judíos en general. Pero, al igual que Stein, el profesor culpa a las tradiciones religiosas judías, y no al Sionismo, del mencionado "Complejo".
Hemos alcanzado el final de la historia de Chomsky, pero aún queda un asunto en el aire, que quizás algunos lectores encuentren molesto. He descrito la política del profesor en su relación, hasta donde la conozco, con el nazismo, y también he hablado sobre algunos de sus socios: Faurisson, Guillaume, Thion, el Institute for Historical Review… La propaganda de Chomsky es, en sí misma, detestable y, ciertamente, hostil hacia los judíos, pero aún así, no tiene el mismo carácter que la de sus socios. Cuando ellos se muestran abiertamente neo-nazis y anti-semitas, Chomsky se escabulle y se escuda tras fórmulas auto-exculpatorias. Si no fuera por sus socios, estaríamos seguramente tentados de buscar una línea que le separa del antisemitismo organizado.
Tendrá que ser el propio lector el que juzgue, por sí mismo, la opinión que le merecen los amigos políticos de Chomsky. Mi conclusión al respecto es que, sus socios, forman parte de la corriente que trata de justificar el nazismo y que el profesor les ayuda a llevar adelante tal empresa, no como un mero defensor de la libertad de expresión, sino más bien como un entrañable y fiel amigo.
Se han escrito muchas tonterías acerca de la llamada falacia de la "culpabilidad por asociación". Es cierto que, si Chomsky estuviera asociado con Faurisson y Thion en un club de tenis, no se convertiría, por eso, en un neo-nazi. Pero el caso es que hemos visto cómo el profesor ha justificado el discurso revisionista de Faurisson, cómo ha publicado algunos de sus libros con editoras neo-nazis, cómo ha escrito para una revista neo-nazi, cómo los neo-nazis han promocionado algunos de sus libros y cintas, junto con las obras de Joseph Goebbels… Es este entramado de actividades antisemitas y asociaciones neo-nazis, y no sólo las ideas que profesa, las que constituyen el fenómeno Chomsky.
Notas al prefacio
1 Mentiras de nuestro tiempo , 1 de Enero de 1990.
2 Cuando Shahak intentó organizar un truco publicitario especialmente fraudulento, tratando de convencer a la gente para que creyeran que los judíos ortodoxos no salvan la vida de ningún no judío durante el Sabbath, el rabino Immanuel Jakobovits le desenmascaró. Véase el texto de dicho rabino: Una calumnia moderna: el affaire Shahak. Tradition, vol. 8, número 2 (1966), pp. 58-65.
3 Chomsky ya había colaborado antes con Shahak, cuando escribió la introducción para otro de sus panfletos, Israel’s Global Role. Weapons for Repression (El papel global de Israel: las armas de la represión), una diatriba anti-israelí publicada por la Association of Arab-American University Graduates, Inc. (Asociación de Licenciados Universitarios Árabe-Americanos), Belmont, Massachusetts, en 1982.
4 Pueden encontrarse referencias a las antiguas publicaciones francesas y norteamericanas, como notas al pie del texto principal.
5 El propio Karl Marx escribió un ensayo antisemita: Zur Judenfrage (La cuestión judía). Acerca de este asunto, véanse dos libros de Robert S. Wistrich: Revolutionary Jews, from Marx to Trotsky (Judíos revolucionarios: de Marx a Trotsky), Londres, Harrap, 1976 y Socialism and the Jews (El socialismo y los judíos), Fairly Dickinson, Nueva Jersey, Rutherford, 1982. Véase también la obra de Ruth R. Wisse, If I Am Not for Myself... The Liberal Betrayal of the Jews (Si no lo hago por mí... la traición progresista de los judíos), Nueva York, MacMillan, 1992 y la de Arnold Forster y Benjamin R. Epstein, The New Anti-Semitism (El nuevo antisemitismo), Nueva York, McGraw-Hill, 1974.
6 En el libro de William Nicholls Christian Antisemitism. A History of Hate (Antisemitismo cristiano. Una historia de odio ) Nueva Jersey, Jason Aronson, 1993, se tratan todas las formas de antisemitismo cristiano, desde el inicio de nuestra era.
7 Por cierto, tanto unos como otros están politizados actualmente por la Nación antisemita del Islam. Véase Village Voice, número del 2 de Agosto de 1994, pp. 24-25.
8 Hubo ciertos grupos marginales que tendieron un puente sobre la brecha que separaba a la extrema derecha de la extrema izquierda. Estaban, por ejemplo, los Nacional-bolcheviques en la Alemania anterior a Hitler y el movimiento de Jacques Doriot, el PPF (Partit Populaire Français), en la Francia de la preguerra. Durante la contienda, en la Francia ocupada, existieron grupúsculos de muy distintos credos, que trataron de mezclar el Marxismo con el Nazismo. Entre los más curiosos de éstos, está el Mouvement National Révolutionnaire, derivado del Trotskismo. Su líder era Jean Rous, y contaba con varios miembros judíos. En honor a la verdad, hay que decir que este grupo sólo existió durante unos pocos meses. Después, sus afiliados se unieron a la Resistance. (Personal communication, de William Petersen; véase también Les Trotskystes en France Pendant La Deuxième Guerre Mondiale, de Jean-Pierre Casard, París, La Vérité, pp. 65-66).
9 Hay un libro que describe a todos estos grupos, en Francia, incluyendo a los amigos de Chomsky de "La Vieille Taupe": Les Ennemis du Système, Robert Laffont, París; la obra de Ray Hill de 1988, titulada The Other Face of Terror. Inside Europe Neo-Nazi’s Network (La otra cara del terror: dentro de la red neo-nazi europea), Londres, Grafton, se centra en la extrema derecha, pero también proporciona información acerca de grupos de la Tercera Vía.
10 Cohn, Werner, 1991. "From Victim to Shylock and Oppresor: The New Image of the Jew in the Trotskist Movement" ("De víctimas a usureros y opresores: la nueva imagen de los judíos en el movimiento Trotskista"), Journal of Communist Studies, volumen 7, número 1 (Marzo), pp. 46-48.
11 Para más información acerca de Vergés, véase el libro de 1985 de Erna Paris, Unhealed Wounds.France and the Klaus Barbie Affair (Heridas Abiertas, Francia y el asunto de Klaus Barbie), Toronto, Methuen. (Desafortunadamente, el libro se publicó antes de que terminara el juicio a Barbie).
12 Ibid ., p. 140.
13 Publicado en el New York Times, edición del 22 de Agosto de 1994.
14 Para más información acerca del historial antisemita de Pacifica, véase The Jewish Week (La semana judía), del 5 al 11 de Agosto de 1994.
15 El discurso se pudo escuchar gracias a la emisora KPFK de Pacifica, el 17 de Abril. Mi texto es una trascripción del mismo.
Notas al texto principal
16 Chomsky on U.S. Foreign Policy (La política exterior de los EEUU, según Chomsky), de Stephen Morris. Harvard International Review, Diciembre-Enero de 1981, pp. 3-5 y 26-31. Respuestas de los lectores y refutación, en el número de Abril-Marzo de 1981, pp. 22-26. El artículo es un análisis de Noam Chomsky y Edward S. Herman, de 1979, The Political Economy of Human Rights (La economía política de los Derechos Humanos); consta de 2 volúmenes y fue editado por Black Rose Books, en Montreal.
17 Lo que dicen los neo-nazis de sí mismos se puede recoger en los escritos de Faurisson, Guillaume y Thion, mencionados en estas mismas notas. Además, existen tres importantes y excelentes estudios sobre estos personajes y estoy contento de poder expresar mi gratitud a los siguientes:
1. Alain Frinkielkaut, L’avenir d’une négation, París, Seuil, 1982.
2. Nadine Fresco, Les redresseurs de Morts, Les Temps Modernes, número 407, 1980, pp. 2150-2211.
3. Pierre Vidal-Naquet, Les Assasins de la mémoire, París, Seuil, 1987.
Hasta donde puedo decir, sólo hay traducciones en inglés de algunos extractos de los dos últimos textos mencionados. Hay versiones del escrito de Fresco en el número del otoño de 1987 de Dissent y, del libro de Vidal-Naquet, entre las páginas 67 y 95 del número de Abril de 1981 de Democracy. No he podido ver tales traducciones, de modo que no sé lo adecuadas que resultan.
Existe, también, un excelente artículo acerca del ala norteamericana del movimiento "revisionista", titulado Lies About the Holocaust (Mentiras sobre el Holocausto), de Lucy S. Dawidowicz, publicado, en Diciembre de 1980, en el número 6 de Commentary, volumen 70, entre las páginas 33 y la 37. También podemos encontrar, en el número 2 de Facts (Junio de 1980) volumen 26, un buen reportaje sobre el tema a cargo de la Liga Anti-Difamación de B’nai B’rith, titulado Holocaust ‘Revisionism’: A Denial of History (’Revisionismo’ del Holocausto: una negación de la Historia).
W. D. Rubinstein debe llevarse el mérito de ser el primero que trató la relación entre Chomsky y los neo-nazis, escribiendo, además, en una época en la que gran parte del material con el que contamos hoy todavía no estaba disponible. Su trabajo se titula Chomsky and the neo-nazis (Chomsky y los neo-nazis) y se publicó en Quadrant (Australia), en Octubre de 1988, entre las páginas 8 y 14. La respuesta del propio Chomsky y la refutación de Rubinstein están publicadas en el número de 1982 de la misma revista.
18 L’Express, 4 de Septiembre de 1987, pp. 30-31.
19 Faurisson, Robert, 1985, Revisionism on Trial: Developments in France, 1979-1983 (El revisionismo a prueba: avances en Francia, 1979-1983), Journal of Historical Review, volumen 6, número 2, pp. 133-182.
Faurisson y sus seguidores citan y recitan con frecuencia, textualmente, este dogma de fe que consta de sesenta palabras en su versión original en francés. Para más información acerca de la versión original y de su utilización ritual, véase el panfleto de Pierre Guillaume, el principal acólito de Faurisson, titulado Droit et Histoire, París, La Vieille Taupe, 1986, pp. 18-19, 92.
20 Faurisson, Robert, 1986-1987, How the British obtained the confessions of Rudolf Höss (Cómo los británicos consiguieron la confesión de Rudolf Höss). The Journal of Historical Review, volumen 7, número 4, pp. 389-403.
21 Robert, sin fecha, L’Affaire Faurisson. Interview de Faurisson à Storia Ilustrata, août 1979. La introducción es de Guillaume e incluye una nota en la que se cuenta que el texto fue revisado con vistas a su publicación en el panfleto. No hay fecha, pero la lista adjunta de libros contiene títulos publicados hasta 1986.
22 Op. cit.
23 Allen, Robert, 1983, Voice of Britain. The inside story of the Daily Express (La voz de Gran Bretaña: la verdadera historia del Daily Express), Cambridge, Patrick Stephens; Taylor, A.J.P, 1972, Londres, Beaverbrook, Hamish, Hamilton.
24Taylor, op. cit, p. 387.
25 La portada está reproducida en Allen, op. cit, p. 66.
26 Traduzco de un texto de 2 páginas, escrito en francés, un catecismo titulado 66 Questions & Réponses sur l’holocauste, sin fecha, Institute for Historical Review.
27 Véase también el artículo de 1985 de Faurisson, mencionado antes.
28 Chomsky, Noam, 1981, The Faurisson Affair, His Right to Say It (El asunto Faurisson, su derecho a decirlo), The Nation, 28 de Febrero, pp. 231-234.
29 El nombre significa "El Viejo Topo", una alusión a Marx (quien tomó la idea de Shakespeare) cuando se regocijaba por lo que él creía que era la presencia subterránea de la revolución.
30 Guillaume, Pierre, 1986, Droit et Histoire, París, La Vieille Taupe. Los dos documentos se publicaron juntos bajo el título Une Mise au Point, ‘A Clarification’, pp. 152-172.
31 Thion, Serge, 1980. Vérité Historique ou Vérité Politique? , París, La Vieille Taupe, p. 163.
32 En el artículo de The Nation, mencionado anteriormente. También habla del tema en el célebre prefacio, referido un poco más adelante como "Faurisson, 1980".
33 El excelente artículo de Nadine Fresco, mencionado anteriormente, discute la ridícula afirmación de Chomsky cuando asegura que es un experto en estos temas.
34 Faurisson, 1980, pp. 180-181.
35 A causa de su propaganda "revisionista", Weber se convirtió en un incordio para la Universidad de Tulsa, donde trabajaba como profesor de alemán, y terminaron liquidando su contrato. Véase Hill, L.E. –sin fecha-, A 1985 Trial of an Anti-Semite and Holocaust-Denier in Canada: Ernst Zundel, borrador en preparación (El juicio de 1985 en Canadá contra un antisemita negador del holocausto: Ernst Zundel). Me siento en deuda con mi colega, el profesor Hill, por permitirme acceder a un primer borrador de este importante estudio sobre el primer juicio contra Zundel. Tanto Weber como Faurisson y otras lumbreras "revisionistas", fueron testigos de la defensa en dicho juicio y sus antecedentes terminaron constando en acta.
36 Por lo que yo sé, este texto nunca ha aparecido en inglés, pero el contenido es muy similar al artículo de Chomsky en The Nation, citado anteriormente. El texto en francés constituye el prefacio de Mémorie en Défense, de Robert Faurisson, 1980, París, La Vieille Taupe.
37 Chomsky, Noam, 1984. Réponses inédites, París, Spartacus.
38 Véase el artículo de Rubinstein, mencionado antes, así como las consiguientes cartas al director, citadas en la misma nota a pie de página. Chomsky nunca puso en tela de juicio la autenticidad del documento, ni la información que contenía. El mismo texto fue publicado por Robert Faurisson, en 1980, como Letter to the ‘New Statesman’ (Carta al ‘Nuevo Hombre de Estado’), Journal of Historical Review, volumen 1, número 2, pp. 157-161.
39 Véase, por ejemplo, Faurisson –sin fecha-, p. 25; Faurisson 1985, p. 181; Faurisson 1986, p. 69; Thion 1980, p. 163.
40 El artículo de Faurisson sobre Höss (1986-1987), mencionado antes, apareció en una versión francesa del primer número de Annales, pero tras sufrir una censura muy curiosa. En la versión estadounidense, Faurisson llama mentirosos a los testigos de Auschwitz, sólo porque eran judíos, pero en esta edición francesa, no aparece semejante acusación. ¿Es posible que haya ciertos tipos de antisemitismo que sean demasiado descarados, incluso para monsieur Guillaume? Véase Faurisson, Robert, 1987, Comment les Britanniques ont obtenu les aveux de Rudolf Höss, commandant d’Auschwitz, Annales d’Histoire Révisionniste, número 1, Printempts, pp. 137-152.
41 Guillaume, 1986, p. 9 en adelante.
42 Wilson, Nelly, 1978, Bernard-Lazare, Cambridge, Cambridge University Press. Ver páginas 90-91 y trabajos citados.
43 Lazare-Bernard, 1985 (la edición original es de 1984), L’Antisémitisme, Son Histoire et ses Causes. París, La Vieille Taupe.
44 "Pour autant que je puisse en juger, Faurisson est une sorte de libéral relativement apolitique.", Chomsky acerca de Faurisson, 1980, pp. XIV-XV
45 Chomsky, 1981, p. 231; véase también Chomksy, Noam, 1987, The Chomsky Reader, James Peck (ed.), Nueva York, Pantheon, p. 294.
46 Carta de Cohn a Chomsky del 18 de Noviembre de 1987. Le envié una copia de trabajos de Faurisson de 1986 y 1987.
47 Rubinstein, 1981, p. 12.
48 Citado en Sampson, Geoffrey, 1984, Censoring ‘20th Century Culture’: the Case of Noam Chomsky (Censurando la ‘cultura del siglo XX’: el caso de Noam Chomsky), New Criterion, volumen 3, número 2, pp. 7-16. La respuesta insultante de Chomsky y la réplica de Sampson aparecieron en el número de enero de 1985 de la misma revista.
49 Ibid.
50 Chomsky, 1987
51 Epstein, Norman, 1983, Chomsky, Israel and the Nuclear War (Chomsky, Israel y la guerra nuclear), Canadian Jewish Outlook, volumen 21, número 9, octubre, pp. 17-18.
52 Las publicaciones comunistas canadienses anuncian periódicamente los libros de Chomsky y sus catálogos los incluyen junto a los trabajos de Gorbachov.
53 Stein, Howard F., 1980, The Holocaust and the Myth of the Past as History (El Holocausto y el mito del pasado como Historia), Journal of Historical Review, volumen 1, número 4, invierno, pp. 309-322.
54 Stein, Howard F., 1980, The Holocaust and the Myth of the Past as History (El Holocausto y el mito del pasado como Historia), Journal of Historical Review, volumen 1, número 4, invierno, pp. 309-322.
55 Stein, Howard F., 1980, L’Holocauste et le mythe du passé comme histoire, Annales d’Histoire Révisionniste, número 2, verano, pp. 11-26.
56 Chomsky, Noam, 1986, All Denials of Free Spech Undercut a Democratic Society (Toda negación de la libertad de expresión debilita la sociedad democrática), Journal of Historical Review, volumen 7, número 1, primavera, pp. 123-127.
57 Ver, por ejemplo, Chomsky 1981, p. 232.
58 En sus últimos años, Norman Thomas, uno de los miembros de la American Civil Liberties Union, con frecuencia fue requerido por los comunistas para que defendiera su libertad de expresión. Cuando fue invitado a una cena en honor del líder comunista William Z. Foster, replicó, indignado, "... está claro que no le quiero ver entre rejas, pero tampoco quiero apadrinar una cena en su honor. Seguramente conocéis mi postura, que consiste en apoyar vuestra causa por mi visión de las libertades civiles, no porque sienta alguna simpatía por el Comunismo. Seré sincero con vosotros y os diré que sería un cristiano bastante raro si formara parte del comité [de Foster]...". Ver Swanberg, W.A., Norman Thomas, Nueva York, Scribner’s, p. 384.
59 Chomsky 1981, p. 231.
60 Chomsky 1987, p. 294.
61 Véase la referencia anterior al artículo de Sampson. Este es un extracto de la respuesta de Chomsky, publicada en el número de enero de 1985 de The New Criterion, pp. 81-84.
62 Cohn a Chomsky, 2 de Noviembre de 1985.
63 Ver, por ejemplo, Chomsky 1984, p. 41.
64 Le Monde, 18 de Junio de 1987. La Bibliothèque Nationale de París tiene varias ediciones del libro de Pérès, pero no he podido conseguir una copia en este lado del Atlántico. El librito, titulado Comme quoi Napoléon n’a jamais existé, se publicó varias veces hasta la que parece ser su última edición, la de 1909. Pero con todo –y quizás se pueda considerar como una advertencia a Faurisson-, Pérès no aparece ni como una nota a pie de página en ninguno de los libros sobre Napoleón que he podido consultar.
65 Chomsky 1987, pp. 3-55.
66 Un viejo disco de alrededor de 1951, de Billy Friedland y Joe Glazer, titulado Ballads for Sectarians (Baladas para sectarios), dedicó una balada satírica a Spiro, a quien llamaban Billy Bailey. Algunas de las letras, reproducidas aquí con permiso del profesor William H. Friedland, eran como sigue:
Bill Bailey belonged to every radical party that ever came to be,/Till he finally decided to start his own party so he wouldn't disagree/He got himself an office with a sign outside the door, with "Marxist League" in letters red/ ... / For seventeen years, Bill Bailey kept his office with the sign outside the door./ But he never, ever, got a new member; everybody made him sore./ .../
And so on that day, Bill Bailey passed away, and his soul to Red Heaven flew/He was met at the gate by Old Karl Marx and Friedrich Engels, too./They said. "welcome comrade" as they opened the gate to let Bill come inside,/As he slammed the door back in old Karl's face, these were the words he cried:/"Oh you may be a friend of Karl Kautsky, and a pal of Ferd Lassalle/You may get along with Wilhelm Liebknecht and the First Internationale,/Yes, you may have inspired every radical party from the Hudson to the Rhine,/Oh, you may be a comrade of all of these folks, but you ain't no comrade of mine."
(Bill Bailey perteneció a todos los partidos radicales que jamás existieron / Hasta que, por fin, decidió crear su propio partido, para no estar en desacuerdo / Consiguió un despacho con un letrero en la puerta que ponía "Liga Marxista" en letras rojas / ... / Durante diecisiete años, Bill Bailey conservó su despacho con el letrero en la puerta / Pero nunca, jamás, reclutó a un solo miembro; todo el mundo le hacía sentirse dolido / ... /
Y así, ese día, Bill Bailey falleció y su alma al Cielo Rojo voló / En la puerta le recibió el viejo Karl Marx y también Friedrich Engels / Dijeron "bienvenido, camarada" mientras abrían la puerta para permitir a Bill que entrara / Cuando le cerró la puerta en las narices a Karl, estas fueron las palabras que gritó: / "Oh, puede que seas un amigo de Karl Kautsky y compadre de Ferd Lassalle / Puede que te lleves bien con Wilhelm Liebknetch y con la Primera Internacional / Sí, puede que hayas sido la inspiración de todos los partidos radicales, desde el Hudson al Rin / Oh, puede que seas el camarada de todos esos tipos, pero no eres mi camarada")
67 Spiro, George, 1951, Marxism and the Bolshevik State. Workers Democratic World Government Versus National-Burocratic [sic] ‘Soviet’ and Capitalist Regimes, (Marxismo y el Estado Bolchevique. El gobierno mundial democrático de los obreros contra los regímenes nacional-burocráticos [sic] soviético y capitalista), Nueva York, Red Star Press.
68 Chomsky, 1987, pp. 7, 22-23, 29.
69 Hay un boceto sucinto del Consejo Comunista en Biard, Roland, 1978, Dictionnaire de l’extrême-gauche de 1945 à nos jours, París, Pierre Belfond, pp. 115-119. Entre los trabajos disponibles en inglés se cuentan los siguientes: Kellner, Douglas, 1977, Karl Korsch: Revolutionary Theory (Karl Korsch: Teoría revolucionaria), Austin, University of Texas Press; Mattick, Paul, 1978, Anti Bolshevick Communism (Comunismo antibolchevique), Nueva York, White Plains, M.E. Sharpe.
70 Vidal-Naquet, página 155 en adelante. Finkielkraut, página 40 en adelante. Hay también una bien documentada descripción, extensa pero muy interesante, a cargo de uno de los grupos minúsculos que se escindieron de VT, acerca de Faurisson y otras cuestiones: (Anónimo), 1983, Le roman de nos origines, La Banquise, número 2, pp. 3-60.
71 Acerca de este grupo, véase el resumen de Paul Mattick hijo (sucesor de uno de los fundadores del Consejo Comunista), 1985, Socialisme ou Barbarie, en el trabajo de Robert Gorman, Biographical Dictionary of Neo-Marxism (Diccionario biográfico del neo-marxismo), Westport, Conneticut, Greenwood Press.
72 Lessing, Theodor, 1930, Der jüdische Selbsthass, Berlín, Jüdische Verlag. Ver también la nueva biografía del autor: Marwedel Rainer, 1987, Theodor Lessing 1872-1933: Eine Biographie. Luchterhand, Darmstadt.
73 Chomsky se hace eco aquí de la postura de la Internacional Comunista de la época, que, siguiendo órdenes del gobierno Soviético, prestó su apoyo a los rebeldes árabes en 1929. Muchos judíos comunistas se sintieron indignados y abandonaron el Partido por este motivo. Ver Melech, Epstein, sin fecha, The Jew and Communism (El judío y el Comunismo), Nueva York, Trade Union Sponsoring Comm, página 223 en adelante. Es interesante resaltar aquí que Albert Einstein, que hasta aquel momento era miembro de honor de la Liga Anti-Imperialista, controlada por los comunistas, dimitió de su puesto como protesta por estos sucesos, según cuenta en una carta que data del 6 de Septiembre de 1929. (Documento 47458 del Archivo Einstein, citado con permiso de la Universidad Hebrea de Jerusalén, Israel).
74 Me he basado en la edición británica, In Search of History (En busca de la Historia) que, aparentemente, es idéntica.
75 Nicosia, Francis R., 1985, The Third Reich and the Palestine Question (El Tercer Reich y la cuestión palestina), Austin, Texas, pp. 85-86.
76 El tratamiento que se le dispensó al Mufti es algo que bien puede usarse como un método rápido para comprobar la veracidad de cualquier libro que se dedique a debatir las relaciones árabe-judías (otro método es el tratamiento de Deir Yassin; véase mi texto, más adelante). He aquí un informe acerca de los libros que Chomksy cita como sus fuentes: Sykes menciona muy brevemente las actividades pro-alemanas del Mufti, pero cuenta al lector lo que éste necesita saber.
El texto de Porath sólo trata el periodo hasta 1929, pero se informa completamente al lector acerca de las actividades anti-judías del Mufti hasta esa fecha, y acerca de su parte de responsabilidad en la violencia de 1929 (p.270 y otros trabajos citados).
Flapan, a pesar de que los musulmanes le mencionan con frecuencia debido a sus puntos de vista extremistas acerca de ciertos asuntos, también proporciona los datos esenciales.
El libro de 1983 de Lenni Brenner, un judío anti-sionista confeso con opiniones trotskistas, admite los hechos, pero acusa de ellos a los sionistas: "El Mufti era un reaccionario incompetente que fue arrastrado al anti-semitismo por los sionistas" (p. 102). (Brenner y su trabajo aparecen descritos en Walter Laqueur, 1987, The Anti-Semitism of Fools (El antisemitismo de los idiotas), New Republic, 2 de noviembre, pp. 33-39.)
La eliminación de hechos comienza con el volumen Khalidi, el cual, como ya hemos visto, no pretende ser un texto imparcial de investigación. Habla del Mufti como un líder musulmán de la preguerra, pero no aporta ninguna sugerencia acerca de su antisemitismo o de su relación con los nazis. Por lo menos, se dice que existe. Para ver cómo el Mufti desaparece completamente de la Historia, tendremos que esperar a la llegada del propio Noam Chomsky. Quizás sea sólo casualidad que Chomsky publicara su libro apenas un año antes de 1984.
77 Ver los artículos pertinentes que aparecen en el índice de la Enciclopedia Judaica y el utilísimo Myths and Facts (Mitos y hechos) publicado cada tres años por Near East Report.
78 Chomsky, 1983, p. 449.
79 Ibid , p. 444.
80 Ibid, p. 467.
81 Op. cit.
Notas del traductor
1 En el original, "burocracy", en lugar de "bureaucracy", que sería la palabra inglesa correcta
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