Retomando el hilo del titulo del epigrafe.. y siguiendo con mis investigaciones... le escribi al teologo catolico y profesor Ariel Alvarez Valdes preguntandole por la autoria de la epistola de Santiago y con su aprobacion para publicar su respuesta, aqui se las dejo:
Estimada (borre mi nombre)
No sé desde dónde me escribe usted, ni de dónde me conoce. Pero voy a responder a su pregunta.
En el Nuevo Testamento hay cinco personajes llamados Santiago.
El primero es el apóstol Santiago, uno de los Doce apóstoles de Jesús (Mc 1,19-20). Pero él no pudo ser el autor de la carta. Porque este Santiago murió muy pronto. En el año 42, durante la fiesta de Pascua, el rey Herodes Agripa I lo encarceló en Jerusalén, y para complacer a los judíos ordenó que le cortaran la cabeza (Hch 21,2), convirtiéndolo así en el primer apóstol mártir. No tuvo, pues, tiempo de escribir nada.
El segundo Santiago es otro de los Doce apóstoles, llamado “Santiago el hijo de Alfeo” (Mc 3,18; Hch 1,13). No tenemos ninguna información de él. El Nuevo Testamento sólo lo menciona en las listas de nombres, pero no hay escena, ni frase, ni episodio alguno en el que aparezca. Nada hace pensar que él haya podido escribir la carta.
El tercer Santiago es el padre del apóstol Judas, a quien se lo llama “Judas, el hijo de Santiago” (Lc 6,16; Hch 1,13). Pero es un personaje sin importancia, nombrado de pasada para distinguir a su hijo Judas del otro apóstol Judas, “el Iscariote” (que entregó a Jesús). Por lo tanto, tampoco tiene relación alguna con la carta.
El cuarto Santiago aparece en la muerte de Jesús. Al pie de la cruz había unas mujeres contemplando al Señor desde lejos, entre ellas “María, la madre de Santiago el Pequeño” (Mc 15,40; 16,1). Algunas biblias lo llaman erróneamente “Santiago el Menor”; pero el texto griego dice mikrós (=pequeño, chico, petiso), no mikróteros (=menor). A este Santiago, apodado “Pequeño” por el evangelista para distinguirlo de los demás, no se lo debe confundir con ningún otro Santiago mencionado anteriormente, como hacen algunos autores. De este Santiago tampoco sabemos nada: ni quién fue, ni qué hizo, ni a qué se dedicó. Es un personaje totalmente ignoto, y por lo tanto no parece ser el posible autor de la carta, el cual se presenta como alguien muy conocido por las primeras comunidades cristianas.
El último Santiago, el más famoso de todos, llamado en el Nuevo Testamento “el hermano del Señor” (Gal 1,19), es a quien la mayoría de los estudiosos atribuye la carta que lleva su nombre. El relato más conocido sobre este Santiago es el de su trágica muerte, contada por el historiador Flavio Josefo, y ocurrida durante la Pascua del año 62. Ese año el Sumo Sacerdote de Jerusalén, Anás (junior), hijo del sacerdote que había juzgado a Jesús, aprovechando que el gobernador romano Festo había muerto, y que su sucesor Albino todavía no había llegado, acusó a Santiago de violar la Ley de Moisés, y junto con otros judíos lo llevaron a la parte más alta del Templo y lo arrojaron desde allí al vacío. Como no murió, sino que quedó malherido, le arrojaron enormes piedras, mientras Santiago rezaba y los perdonaba, hasta que murió destrozado. Su fama de santidad fue tan grande, que más tarde le dieron el título de “el Justo”. Y Flavio Josefo, que no era cristiano sino judío, pero que lo admiraba enormemente, llegó a decir que la destrucción de la ciudad de Jerusalén, ocurrida en el año 70, fue un castigo de Dios a los judíos por haber matado a Santiago.
Este Santiago “hermano del Señor” es el único capaz de ser considerado autor de la carta. Pero en realidad no fue él quien la compuso, sino un autor anónimo, que utilizó su nombre para darle mayor autoridad. Y existen buenas razones para ello.
Primero, porque la carta está escrita en un griego excelente, uno de los mejores del Nuevo Testamento. Emplea un vocabulario rico y variado, lleno de palabras originales (hasta 63), que no se hallan en ningún otro libro del Nuevo Testamento. Conoce muy bien la retórica y la gramática griegas, y cuando cita el Antiguo Testamento lo hace de su traducción griega (llamada de Los Setenta). ¿Cómo es posible que el hermano del Señor, que se crió en una pequeña aldea de Palestina, que hablaba arameo, y que como dirigente de la iglesia quizás nunca salió de Jerusalén, haya podido escribir en un griego tan perfecto?
Segundo, porque el autor de la carta parece conocer bastante bien la literatura griega y latina. En 1,17, por ejemplo, dice: “Toda buena dádiva y todo don perfecto” (viene de lo alto, desciende del Padre de las luces”), y es un verso hexámetro perfecto, tomado de un poeta griego. En 3,6 habla de “la rueda de la creación”, frase inspirada en las religiones órficas griegas (es decir, las que daban culto al dios Orfeo). ¿Cómo pudo Santiago recoger citas como éstas en Palestina? También algunas de sus metáforas son propias de la literatura clásica, como la del caballo (St 3,3), el barco (St 3,4), el incendio del bosque (St 3,6), la doma de animales (St 3,7), o el vapor (St 4,14).
Tercero, porque uno de los temas centrales de la carta es la dura crítica contra los ricos que oprimen a los pobres (St 5,4-6). Y una realidad social así no se daba en los primeros años del cristianismo, cuando aún vivía Santiago, sino que apareció bastante después.
Pero sobre todo es difícil que Santiago “hermano del Señor” sea el autor de la carta, porque ella fue escrita con la intención de corregir la mala interpretación que algunos grupos de la iglesia hacían de las cartas de san Pablo (St 2,14-26). Ahora bien, las cartas de Pablo a los Gálatas y a los Romanos fueron escritas hacia el año 56. Y para que éstas hayan tenido tiempo de ser copiadas, divulgadas, generar grupos cismáticos, y hacer que la noticia llegara hasta Palestina donde estaba Santiago, debieron de haber transcurrido muchos años. Por ello los estudiosos suelen fechar la carta alrededor del año 80. Pero si Santiago, como dijimos, murió apedreado en el año 62, es imposible que pudiera haberla escrito.
En conclusión, el verdadero autor de la carta de Santiago es un escritor anónimo, cuya exacta personalidad desconocemos, y que eligió el nombre del “hermano del Señor” para componer su obra porque se sentía identificado con su manera de pensar.
Espero haber respondido a su inquietud.
Un cordial saludo.