Re: Horizonte-71 y su spam contra los TJ
En estos momentos no tengo las herramientas necesarias como para refutar las 1000 y un mentiras que posee. Sin embargo, con mucho gusto las refutare en un par de horas mas. Por cierto. Mi tema favorito es la Trinidad.
¿Qué origen tiene la doctrina de la Trinidad?
The New Encyclopædia Britannica dice: “Ni la palabra Trinidad, ni la doctrina explícita como tal, aparecen en el Nuevo Testamento; tampoco se propusieron Jesús y sus seguidores contradecir el Shema del Viejo Testamento: ‘Oye, oh Israel: El Señor nuestro Dios es un Señor’ (Deu. 6:4). [...] La doctrina se desarrolló gradualmente en el transcurso de varios siglos y en medio de muchas controversias. [...] Pero a fines del siglo IV [...] la doctrina de la Trinidad adquirió básicamente la forma que ha mantenido desde entonces” (1976, Micropædia, tomo X, pág. 126).
La New Catholic Encyclopedia declara: “La formulación ‘un solo Dios en tres Personas’ no quedó firmemente establecida, y ciertamente no se asimiló por completo en la vida cristiana ni en su confesión de fe, antes del fin del siglo IV. Pero es precisamente esta formulación la que originalmente reclama el título de el dogma trinitario. Entre los Padres Apostólicos, no había existido nada que siquiera remotamente se acercara a tal mentalidad o perspectiva” (1967, tomo XIV, pág. 299).
En The Encyclopedia Americana leemos: “El cristianismo se derivó del judaísmo y el judaísmo era estrictamente unitario [creía que Dios era una sola persona]. El camino que llevó de Jerusalén a Nicea difícilmente fue recto. El trinitarismo del siglo IV no reflejó con exactitud la enseñanza del cristianismo primitivo respecto a la naturaleza de Dios; manifestó, al contrario, un desvío de esta enseñanza” (1956, tomo XXVII, pág. 294L).
De acuerdo con el Nouveau Dictionnaire Universel: “La trinidad de Platón, en sí meramente un rearreglo de trinidades más antiguas que se remontan hasta pueblos más primitivos, parece ser la trinidad racional de atributos de índole filosófica que dio origen a las tres hipóstasis o personas divinas respecto de las cuales enseñan las iglesias cristianas. [...] El concepto que tuvo este filósofo griego [Platón, del siglo IV a. de la E.C.] de la divina trinidad [...] puede encontrarse en todas las religiones antiguas [del paganismo]” (París, 1865-1870, edición dirigida por M. Lachâtre, tomo 2, pág. 1467).
En su diccionario bíblico en inglés, Dictionary of the Bible, John L. McKenzie, S.J., dice: “La trinidad de personas dentro de la unidad de naturaleza se define en términos de ‘personas’ y ‘naturaleza’, los cuales son términos filosóficos g[rie]gos; en realidad estos términos no aparecen en la Biblia. Las definiciones trinitarias surgieron como resultado de largas controversias en las cuales ciertos teólogos aplicaron erróneamente a Dios estos términos y otros, tales como ‘esencia’ y ‘sustancia’” (Nueva York, 1965, pág. 899).
Aunque, como lo reconocen los trinitarios, ni la palabra “Trinidad” ni una declaración del dogma trinitario se encuentran en la Biblia, ¿se encuentran en ella los conceptos incorporados en dicho dogma?
¿Enseña la Biblia que el “Espíritu Santo” sea una persona?
Quizás parezca que algunos textos particulares en los que se hace referencia al espíritu santo indiquen personalidad. Por ejemplo, se hace referencia al espíritu santo como a un ayudante (pa·ra′kle·tos, en griego; “Consolador”, FS; “Abogado”, NBE, NC) que ‘enseña’, ‘testifica’, ‘habla’ y ‘oye’ (Juan 14:16, 17, 26; 15:26; 16:13). Pero otros textos dicen que ciertas personas fueron ‘llenas’ de espíritu santo, que algunas fueron ‘bautizadas’ con él o ‘ungidas’ con él (Luc. 1:41; Mat. 3:11; Hech. 10:38). Está claro que estas referencias al espíritu santo no corresponden a una persona. Para comprender lo que la Biblia en conjunto enseña, hay que considerar todos estos textos. ¿Cuál es la conclusión razonable? Que los primeros textos citados aquí emplean lenguaje figurado para personificar al espíritu santo de Dios, su fuerza activa, así como la Biblia también personifica la sabiduría, el pecado, la muerte, el agua y la sangre. (Véanse también las págs. 136, 137, en la sección “Espíritu”.)
Las Sagradas Escrituras nos dicen el nombre personal del Padre... Jehová. Nos informan que el Hijo es Jesucristo. Pero en ningún lugar de las Escrituras se aplica un nombre personal al espíritu santo.
Hech. 7:55, 56 informa que a Esteban se le dio una visión del cielo en la que vio “a Jesús de pie a la diestra de Dios”. Pero no se menciona que viera al espíritu santo. (Véanse también Revelación 7:10; 22:1, 3.)
La New Catholic Encyclopedia admite: “La mayor parte de los textos del N[uevo] T[estamento] revelan que el espíritu de Dios es algo, no alguien; esto se ve especialmente en el paralelismo entre el espíritu y el poder de Dios” (1967, tomo XIII, pág. 575). También informa: “Los apologistas [escritores griegos cristianos del siglo II] hablaron con demasiado titubeo respecto al Espíritu; con cierta medida de expectación, acaso se podría decir de manera demasiado impersonal” (tomo XIV, pág. 296).
¿Concuerda la Biblia con los que enseñan que el Padre y el Hijo no son seres separados y distintos?
Mat. 26:39, VV (1977): “Adelantándose un poco, se postró [Jesucristo] rostro en tierra, orando y diciendo: Padre mío, si es posible pase de mí esta copa; sin embargo, no se haga como yo quiero, sino como tú.” (Si el Padre y el Hijo no fueran individuos distintos, dicha oración habría carecido de significado. Jesús hubiera estado orándose a sí mismo, y necesariamente la voluntad de él habría sido la voluntad de su Padre.)
Juan 8:17, 18, VV (1977): “[Jesús contestó a los fariseos judíos:] En vuestra ley está escrito que el testimonio de dos hombres es verdadero. Yo soy el que doy testimonio de mí mismo, y el Padre que me envió da también testimonio de mí.” (Por eso, Jesús definitivamente se refirió a sí mismo como un ser separado y distinto del Padre.)