Re: HERMANOS, compartamos el EL LIBRO DE ROMANOS, para EDIFICACION
La disertación del apóstol sobre Adán y Cristo, comienza con aseveraciones significativas para la doctrina del NT:
[SUP]12[/SUP]Por tanto, como el pecado entró en el mundo por un hombre, y por el pecado la muerte, así la muerte pasó a todos los hombres, por cuanto todos pecaron.[SUP] 13[/SUP]Pues antes de la ley, había pecado en el mundo; pero donde no hay ley, no se inculpa de pecado. Ro.5
Aquí el apóstol pone la base de otra enseñanza que más adelante le llamará «la ley del pecado y de la muerte». Dice que el pecado entró por un hombre y por el pecado la muerte. Es decir, el pecado invariablemente trae muerte, es una ley, algo indefectible. De esa ley nos libró Cristo.Ro.8:2
Pero el apóstol nos trae otra verdad trascendental, y conclusiva: donde no hay ley no se inculpa de pecado. Con este planteamiento, también está preparando el camino para lo que va a decir sobre la ley del Sinaí más adelante.
Después de plantear que el don fue mucho más efectivo en reparar lo que había dañado el primer Adán, el apóstol nos declara otra verdad relevante:
[SUP]18[/SUP]Así que, como por la transgresión de uno vino la condenación a todos los hombres, de la misma manera por la justicia de uno vino a todos los hombres la justificación de vida.[SUP] 19[/SUP]Porque así como por la desobediencia de un hombre los muchos fueron constituidos pecadores, así también por la obediencia de uno, los muchos serán constituidos justos.
Dos palabras dignas que se le preste especial atención en el pasaje anterior: La conjunción comparativa ὥσπερ (de la misma manera) y el verbo constituir.
El apóstol está enseñando, que así como los hombres fueron constituidos pecadores por la transgresión de Adán, sin ellos haber pecado; esos mismos hombres son constituidos justos, -sin hacer ninguna obra de justicia-, por la obediencia de Cristo.
Los que han puesto su confianza en la obra redentora de Cristo, tienen una nueva posición, o condición: Son justos.
Esta es otra manera de recalcar la verdad del evangelio de que los creyentes son justos, sin tener en cuenta si cumplen o no con los requerimientos que demanda la ley del Sinaí.
Adán y Cristo
Y las derivaciones de la obediencia de Cristo.
Y las derivaciones de la obediencia de Cristo.
La disertación del apóstol sobre Adán y Cristo, comienza con aseveraciones significativas para la doctrina del NT:
[SUP]12[/SUP]Por tanto, como el pecado entró en el mundo por un hombre, y por el pecado la muerte, así la muerte pasó a todos los hombres, por cuanto todos pecaron.[SUP] 13[/SUP]Pues antes de la ley, había pecado en el mundo; pero donde no hay ley, no se inculpa de pecado. Ro.5
Aquí el apóstol pone la base de otra enseñanza que más adelante le llamará «la ley del pecado y de la muerte». Dice que el pecado entró por un hombre y por el pecado la muerte. Es decir, el pecado invariablemente trae muerte, es una ley, algo indefectible. De esa ley nos libró Cristo.Ro.8:2
Pero el apóstol nos trae otra verdad trascendental, y conclusiva: donde no hay ley no se inculpa de pecado. Con este planteamiento, también está preparando el camino para lo que va a decir sobre la ley del Sinaí más adelante.
Después de plantear que el don fue mucho más efectivo en reparar lo que había dañado el primer Adán, el apóstol nos declara otra verdad relevante:
[SUP]18[/SUP]Así que, como por la transgresión de uno vino la condenación a todos los hombres, de la misma manera por la justicia de uno vino a todos los hombres la justificación de vida.[SUP] 19[/SUP]Porque así como por la desobediencia de un hombre los muchos fueron constituidos pecadores, así también por la obediencia de uno, los muchos serán constituidos justos.
Dos palabras dignas que se le preste especial atención en el pasaje anterior: La conjunción comparativa ὥσπερ (de la misma manera) y el verbo constituir.
El apóstol está enseñando, que así como los hombres fueron constituidos pecadores por la transgresión de Adán, sin ellos haber pecado; esos mismos hombres son constituidos justos, -sin hacer ninguna obra de justicia-, por la obediencia de Cristo.
Los que han puesto su confianza en la obra redentora de Cristo, tienen una nueva posición, o condición: Son justos.
Esta es otra manera de recalcar la verdad del evangelio de que los creyentes son justos, sin tener en cuenta si cumplen o no con los requerimientos que demanda la ley del Sinaí.