Turbacion, confuzion, desconcierto, aturdimiento... no esta asociado al termino de culpabilidad. Por tanto, no existe trasgresion alguna en el que por efecto de una tubacion le compele a cometerlo.
¿Fue María, la madre de Jesús, inmaculada?
- Autor Raül Joaquim
- Fecha de inicio
¿QUÉ LUGAR OCUPA MARÍA, LA MADRE DE JESÚS, EN EL EVANGELIO?
Mi estimado, mi estimada; te va a sorprender y romper quizás todos los esquemas, pero María, la madre de Jesús, no ocupa ningún lugar relevante en el mensaje del Evangelio, ni es figura destacable en el mismo, más allá de mostrar y poner de manifiesto el cumplimiento de la profecía de Isaías, que anunciaba que el Mesías nacería de una joven virgen (cf. Is 7:14; Mt 1:22-23). No, el Evangelio no nos habla de la que fue madre, ella no es la Buena Noticia, sino que lo es el niño que nace, crece, predica, muere, resucita, asciende a los cielos, y nos es dado como Hijo por el Padre (cf. Is 9:6; Jn 3:16).
El problema es que sois los muchos quienes confundís los libros sagrados que llevan por título el evangelio según Mateo, Marcos, Lucas o Juan, con el Mensaje del Evangelio, con la Buena Noticia que nos es anunciada y dada conocer mediante los mismos. Sí, en estos libros vemos que se menciona a María, ello nadie lo puede negar, pero el Evangelio no anuncia a María, y mucho menos muestra que se le deba —ni pueda— dar culto alguno, de modo ninguno. No, más bien el Evangelio nos muestra todo lo contrario si le prestamos atención debida (cf. Lc 11:27-28).
María, sí, es citada; pero para confirmarnos y poner de manifiesto que Jesús es el Cristo, el Hijo de Dios. Que en Cristo Jesús se han cumplido todas las profecías anunciadas en el Antiguo Testamento. Sin embargo, María, no es de quien nos habla el Evangelio, no. El Evangelio —ya lo deberías saber— es la Buena Noticia; la Buena Nueva, o si lo prefieres; el Mensaje Feliz. Y no, este no tiene nada que ver con María, ni ella es de modo alguno protagonista en grado ninguno. El sujeto, único sujeto, lo es Jesús, el Cristo, el Hijo de Dios. Las escrituras dan testimonio de Jesús, de NADIE MÁS (cf. Jn 5:39-40).
El Evangelio es cien por cien Cristo-céntrico. Te lo repito: ¡cien por cien Cristo-céntrico! Y el mensaje, la Buena Noticia que da a conocer; nos presenta y coloca al Señor Jesucristo en el centro de la prédica; porque él, y solo él, es el autor y consumador de nuestra redención y fe. Cristo es nuestra sabiduría, nuestra justicia, nuestra santificación y nuestra liberación (cf. Hch 4:12; Ro 3:22-26; 1 Co 1:30-31; He 12:2; Ef 1:7) ¡EN NADIE MÁS HAY REDENCIÓN NI SALVACIÓN!
El Evangelio nos habla del cumplimiento de las profecías anunciadas en el Antiguo Testamento: de la venida del Mesías, que nacerá de una joven virgen; de todo cuánto enseñó e hizo Jesús; de por qué murió en la cruz; de su resurrección y ascensión al cielo, y que ha de volver para juzgar a vivos y muertos. E igualmente, nos muestra y pone de manifiesto el amor de Dios Padre para con el mundo, a quien tanto amó, que dio a su unigénito Hijo, para que todo aquel que en él crea, no se pierda más tenga vida eterna (cf. Jn 3:16). A la vez que anuncia la venida del consolador, del Espíritu de la verdad, el Espíritu Santo, que es quien con su llegada, el día de Pentecostés, y siendo enviado del Padre y del Hijo, inaugura el Nuevo Pacto (cf. Jn 14:26; 15:26; 16:7; Hch 1:4-8).
Sí, es el día de Pentecostés cuando entra en vigor y se establece el Nuevo Testamento, el Nuevo Pacto. No, el Nuevo Testamento no empieza en el evangelio según Mateo, ni mucho menos; empieza en el libro de los Hechos de los apóstoles, con la venida del Espíritu Santo (cf. Hch 2:1-4). Entiende: para que un testamento pueda entrar en vigor y ser tomada la herencia, el dador y propietario de los bienes, debe de haber muerto y primeramente. Un testamento solo puede hacerse efectivo y tomar posesión del mismo sus herederos, según dictamina el mismo, cuando el dador ha muerto, nunca antes (cf. He 9:16-17).
El Evangelio nos habla de la obra de Jesús, y del amor de Dios Padre. Nos muestra que Jesús vino no a llevarnos hacia nadie que no sea Dios, sino que nos muestra que, para llegar al Padre, solo es posible por medio del Hijo (cf. Jn 14:6). No, no hay otro camino, ni modo de lograrlo. E igualmente nos enseña que nadie puede ir a Jesús por medio de nadie, porque es Jesús quien ha venido a buscar a los suyos, quien les llama a la puerta y les pide que le dejen entrar (cf. Ap 3:20); que nadie puede venir a él, si no le es dado del Padre (cf. Jn 6:44). Sin olvidar que nadie conoce al Hijo, sino el Padre, y nadie conoce al Padre, sino el Hijo, y aquellos a quienes el Hijo quiera dar a conocer (cf. Mt 11:27).
Es por ello que, después de los cuatro libros que nos dan a conocer el Evangelio, María, la madre de Jesús, nos es mostrada por última vez en el libro de los Hechos en tercer lugar, orando con los hermanos de Jesús, junto con los apóstoles y las mujeres (cf. Hch 1:13-14), y dejando de ser menciona por siempre por su nombre en todos los libros y cartas pastorales que siguen hasta el final de la Biblia. Y no, la mujer vestida de sol que nos cita el libro de Apocalipsis (cf. Ap 12:1-2), no es María, la madre de Jesús. Solo quienes no han leído con debida atención ni entienden la revelación del libro de Apocalipsis pueden incurrir en el error de creer que la mujer citada en el capítulo 12, lo sea María, la madre de Jesús. El libro de Apocalipsis nos habla de la revelación que Dios hizo a Jesucristo, para que él mostrara a sus siervos lo que pronto ha de suceder. Jesucristo lo dio a conocer enviando su ángel a su siervo Juan (cf. Ap 1:1-2). Y revelación, mi estimado, mi estimada; es algo que está por venir, que aún no ha tenido lugar, que va a suceder pronto. Es descubrir o manifestar lo ignorado o secreto. No, el libro de Apocalipsis no habla de un pasado, sino de un futuro. Algo nuevo, no sabido, y que está por venir. Por lo tanto, cuando leemos que la mujer estaba en cinta, y gritaba por los dolores de parto, está claro que no se refiere a María, porque ella ya dio a luz al Mesías, hecho que ya forma parte del pasado, no del futuro.
El culto a María surge siglos después, ya habiendo marchado con el Señor todos los apóstoles. Su culto es tardío, y del cual no hay constancia del mismo ni en la tradición apostólica, ni en la historia de la iglesia de los primeros siglos. El culto a María es otro evangelio, con un mensaje totalmente distinto que nada tiene que ver con el Evangelio genuino y original (cf. 1 Co 4:6; Ga 1:8-9; 2 Jn 1:9).
Un servidor, y si por él fuese, no te hablaría de todo ello, si en verdad no te amase y desease con todo su corazón, alma y mente, tu salvación. Hablar de ello crea muchos enemigos y cierra a su vez muchas puertas y duros corazones. Pero no hemos sido llamados para agradar a los hombres, sino a Dios (cf. Ga 1:10). Es, ni más ni menos, porque tu salvación es la que está en juego. En Jesús no hay posibilidad de errar en el blanco. Todo cuánto necesites de Dios Padre, si es conforme a su voluntad, y lo pides en el nombre del Hijo, te lo concederá (cf. Jn 14:13-14; 15:16; 16:23-26). Pero si llegado el día del juicio, María, resulta ser que no era objeto de culto, y por ello, has incurrido en idolatría… Alto es el precio que tendrás que pagar, pues la idolatría es uno de los pecados que más severamente Dios condena. Ten en cuenta que, la misma Iglesia Católico Romana, advierte que el culto de Hiperdulía que se le brinda a María, está al límite de la adoración. Es decir, que como no se disponga de la debida información y formación, incurrir en el pecado de idolatría está a la vuelta de la esquina. Al menor descuido, el que lo practique, incurrirá en este grave pecado. No, los idólatras no tendrán parte en el reino de Dios (cf. 1 Co 6:9; Ap 21:8; 22:15). ¡Escrito está! Es para reflexionarlo en profundidad, y tanto, pues es tu vida eterna la que está en juego.
Y no, no te confundas. Con lo expuesto ni estoy desmereciendo a María, ni mostrando falta alguna de amor para con ella, ni tratando de descalificarla o desacreditarla de forma alguna. Mi amada María, la madre de Jesús, sí, tiene mucho que mostrarnos, pero no más de lo que nos muestran los apóstoles, y cualesquiera sean quienes oyen la palabra de Dios, y la guardan (cf. Lc 11:27-28). Te lo dice ella, María misma, que no un servidor: “Haced todo cuánto él os diga” (cf. Jn 2:5).
Y nada más, mi amada, mi amado. Te he dado suficiente base bíblica para llevar a cabo tu particular estudio bíblico, tal cual es mandato. No, de modo alguno quiero que creas en lo que un servidor te diga, sino en aquello que por medio de la palabra de Dios, el Espíritu Santo te vaya mostrando. Ya tienes la base y fundamento para empezar a llevarlo a cabo. Mi deber, hoy, ya ha terminado.
La gracia y paz de nuestro Señor Jesucristo, el amor del Padre, y la comunión del Espíritu Santo, sea contigo. Te amo, en Cristo Jesús, y Dios es testigo, te amo. Te bendigo.
En Cristo Jesús, Raül Gil - Lectio Divina
Mi estimado, mi estimada; te va a sorprender y romper quizás todos los esquemas, pero María, la madre de Jesús, no ocupa ningún lugar relevante en el mensaje del Evangelio, ni es figura destacable en el mismo, más allá de mostrar y poner de manifiesto el cumplimiento de la profecía de Isaías, que anunciaba que el Mesías nacería de una joven virgen (cf. Is 7:14; Mt 1:22-23). No, el Evangelio no nos habla de la que fue madre, ella no es la Buena Noticia, sino que lo es el niño que nace, crece, predica, muere, resucita, asciende a los cielos, y nos es dado como Hijo por el Padre (cf. Is 9:6; Jn 3:16).
El problema es que sois los muchos quienes confundís los libros sagrados que llevan por título el evangelio según Mateo, Marcos, Lucas o Juan, con el Mensaje del Evangelio, con la Buena Noticia que nos es anunciada y dada conocer mediante los mismos. Sí, en estos libros vemos que se menciona a María, ello nadie lo puede negar, pero el Evangelio no anuncia a María, y mucho menos muestra que se le deba —ni pueda— dar culto alguno, de modo ninguno. No, más bien el Evangelio nos muestra todo lo contrario si le prestamos atención debida (cf. Lc 11:27-28).
María, sí, es citada; pero para confirmarnos y poner de manifiesto que Jesús es el Cristo, el Hijo de Dios. Que en Cristo Jesús se han cumplido todas las profecías anunciadas en el Antiguo Testamento. Sin embargo, María, no es de quien nos habla el Evangelio, no. El Evangelio —ya lo deberías saber— es la Buena Noticia; la Buena Nueva, o si lo prefieres; el Mensaje Feliz. Y no, este no tiene nada que ver con María, ni ella es de modo alguno protagonista en grado ninguno. El sujeto, único sujeto, lo es Jesús, el Cristo, el Hijo de Dios. Las escrituras dan testimonio de Jesús, de NADIE MÁS (cf. Jn 5:39-40).
El Evangelio es cien por cien Cristo-céntrico. Te lo repito: ¡cien por cien Cristo-céntrico! Y el mensaje, la Buena Noticia que da a conocer; nos presenta y coloca al Señor Jesucristo en el centro de la prédica; porque él, y solo él, es el autor y consumador de nuestra redención y fe. Cristo es nuestra sabiduría, nuestra justicia, nuestra santificación y nuestra liberación (cf. Hch 4:12; Ro 3:22-26; 1 Co 1:30-31; He 12:2; Ef 1:7) ¡EN NADIE MÁS HAY REDENCIÓN NI SALVACIÓN!
El Evangelio nos habla del cumplimiento de las profecías anunciadas en el Antiguo Testamento: de la venida del Mesías, que nacerá de una joven virgen; de todo cuánto enseñó e hizo Jesús; de por qué murió en la cruz; de su resurrección y ascensión al cielo, y que ha de volver para juzgar a vivos y muertos. E igualmente, nos muestra y pone de manifiesto el amor de Dios Padre para con el mundo, a quien tanto amó, que dio a su unigénito Hijo, para que todo aquel que en él crea, no se pierda más tenga vida eterna (cf. Jn 3:16). A la vez que anuncia la venida del consolador, del Espíritu de la verdad, el Espíritu Santo, que es quien con su llegada, el día de Pentecostés, y siendo enviado del Padre y del Hijo, inaugura el Nuevo Pacto (cf. Jn 14:26; 15:26; 16:7; Hch 1:4-8).
Sí, es el día de Pentecostés cuando entra en vigor y se establece el Nuevo Testamento, el Nuevo Pacto. No, el Nuevo Testamento no empieza en el evangelio según Mateo, ni mucho menos; empieza en el libro de los Hechos de los apóstoles, con la venida del Espíritu Santo (cf. Hch 2:1-4). Entiende: para que un testamento pueda entrar en vigor y ser tomada la herencia, el dador y propietario de los bienes, debe de haber muerto y primeramente. Un testamento solo puede hacerse efectivo y tomar posesión del mismo sus herederos, según dictamina el mismo, cuando el dador ha muerto, nunca antes (cf. He 9:16-17).
El Evangelio nos habla de la obra de Jesús, y del amor de Dios Padre. Nos muestra que Jesús vino no a llevarnos hacia nadie que no sea Dios, sino que nos muestra que, para llegar al Padre, solo es posible por medio del Hijo (cf. Jn 14:6). No, no hay otro camino, ni modo de lograrlo. E igualmente nos enseña que nadie puede ir a Jesús por medio de nadie, porque es Jesús quien ha venido a buscar a los suyos, quien les llama a la puerta y les pide que le dejen entrar (cf. Ap 3:20); que nadie puede venir a él, si no le es dado del Padre (cf. Jn 6:44). Sin olvidar que nadie conoce al Hijo, sino el Padre, y nadie conoce al Padre, sino el Hijo, y aquellos a quienes el Hijo quiera dar a conocer (cf. Mt 11:27).
Es por ello que, después de los cuatro libros que nos dan a conocer el Evangelio, María, la madre de Jesús, nos es mostrada por última vez en el libro de los Hechos en tercer lugar, orando con los hermanos de Jesús, junto con los apóstoles y las mujeres (cf. Hch 1:13-14), y dejando de ser menciona por siempre por su nombre en todos los libros y cartas pastorales que siguen hasta el final de la Biblia. Y no, la mujer vestida de sol que nos cita el libro de Apocalipsis (cf. Ap 12:1-2), no es María, la madre de Jesús. Solo quienes no han leído con debida atención ni entienden la revelación del libro de Apocalipsis pueden incurrir en el error de creer que la mujer citada en el capítulo 12, lo sea María, la madre de Jesús. El libro de Apocalipsis nos habla de la revelación que Dios hizo a Jesucristo, para que él mostrara a sus siervos lo que pronto ha de suceder. Jesucristo lo dio a conocer enviando su ángel a su siervo Juan (cf. Ap 1:1-2). Y revelación, mi estimado, mi estimada; es algo que está por venir, que aún no ha tenido lugar, que va a suceder pronto. Es descubrir o manifestar lo ignorado o secreto. No, el libro de Apocalipsis no habla de un pasado, sino de un futuro. Algo nuevo, no sabido, y que está por venir. Por lo tanto, cuando leemos que la mujer estaba en cinta, y gritaba por los dolores de parto, está claro que no se refiere a María, porque ella ya dio a luz al Mesías, hecho que ya forma parte del pasado, no del futuro.
El culto a María surge siglos después, ya habiendo marchado con el Señor todos los apóstoles. Su culto es tardío, y del cual no hay constancia del mismo ni en la tradición apostólica, ni en la historia de la iglesia de los primeros siglos. El culto a María es otro evangelio, con un mensaje totalmente distinto que nada tiene que ver con el Evangelio genuino y original (cf. 1 Co 4:6; Ga 1:8-9; 2 Jn 1:9).
Un servidor, y si por él fuese, no te hablaría de todo ello, si en verdad no te amase y desease con todo su corazón, alma y mente, tu salvación. Hablar de ello crea muchos enemigos y cierra a su vez muchas puertas y duros corazones. Pero no hemos sido llamados para agradar a los hombres, sino a Dios (cf. Ga 1:10). Es, ni más ni menos, porque tu salvación es la que está en juego. En Jesús no hay posibilidad de errar en el blanco. Todo cuánto necesites de Dios Padre, si es conforme a su voluntad, y lo pides en el nombre del Hijo, te lo concederá (cf. Jn 14:13-14; 15:16; 16:23-26). Pero si llegado el día del juicio, María, resulta ser que no era objeto de culto, y por ello, has incurrido en idolatría… Alto es el precio que tendrás que pagar, pues la idolatría es uno de los pecados que más severamente Dios condena. Ten en cuenta que, la misma Iglesia Católico Romana, advierte que el culto de Hiperdulía que se le brinda a María, está al límite de la adoración. Es decir, que como no se disponga de la debida información y formación, incurrir en el pecado de idolatría está a la vuelta de la esquina. Al menor descuido, el que lo practique, incurrirá en este grave pecado. No, los idólatras no tendrán parte en el reino de Dios (cf. 1 Co 6:9; Ap 21:8; 22:15). ¡Escrito está! Es para reflexionarlo en profundidad, y tanto, pues es tu vida eterna la que está en juego.
Y no, no te confundas. Con lo expuesto ni estoy desmereciendo a María, ni mostrando falta alguna de amor para con ella, ni tratando de descalificarla o desacreditarla de forma alguna. Mi amada María, la madre de Jesús, sí, tiene mucho que mostrarnos, pero no más de lo que nos muestran los apóstoles, y cualesquiera sean quienes oyen la palabra de Dios, y la guardan (cf. Lc 11:27-28). Te lo dice ella, María misma, que no un servidor: “Haced todo cuánto él os diga” (cf. Jn 2:5).
Y nada más, mi amada, mi amado. Te he dado suficiente base bíblica para llevar a cabo tu particular estudio bíblico, tal cual es mandato. No, de modo alguno quiero que creas en lo que un servidor te diga, sino en aquello que por medio de la palabra de Dios, el Espíritu Santo te vaya mostrando. Ya tienes la base y fundamento para empezar a llevarlo a cabo. Mi deber, hoy, ya ha terminado.
La gracia y paz de nuestro Señor Jesucristo, el amor del Padre, y la comunión del Espíritu Santo, sea contigo. Te amo, en Cristo Jesús, y Dios es testigo, te amo. Te bendigo.
En Cristo Jesús, Raül Gil - Lectio Divina
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Claro, así es. Todos han pecado y están privados de la gloria de Dios. Citado así fuera de contexto pareciera que definitivamente todos han pecado y que no hay un justo. Ni uno solo.
Pero todos sabemos que hay excepciones a esa regla, como por ejemplo ejemplo, Jesús, los ángeles de Dios, los niños recién nacidos, y, para el tema que tenemos, María.
Basta con leer el contexto de Romanos 1, 2 y 3 para entender que Romanos 3:23 se está refiriendo a todos los que han pecado y han sido infieles a Dios, judíos y griegos:
Romanos 3
9 ¿Entonces qué? ¿Somos nosotros mejores que ellos? De ninguna manera; porque ya hemos denunciado que tanto judíos como griegos están todos bajo pecado;
10 como está escrito:
No hay justo, ni aun uno;
11 no hay quien entienda,
no hay quien busque a Dios;
12 todos se han desviado,
a una se hicieron inútiles;
no hay quien haga lo bueno,
no hay ni siquiera uno.
La palabra en cuestión que comprueba lo de “muy favorecido” o “llena de gracia” viene del griego kecharitōmenē y la Biblia la aplica a María solamente, y a nadie más, hombre o mujer, y se refiere a algo que ya sucedió en el pasado y que continúa vigente en el presente. O sea, la salvación de María por gracia es algo que ya sucedió en el pasado y continúa vigente en el momento de la salutación del ángel en Lucas 1:28.
El pecado y la gracia son opuestos entre sí. El pecado es oscuridad y la gracia es luz, y la oscuridad odia la luz. Así como hay pecadores también hay santos. El pecado es muerte y la gracia es vida eterna en Cristo Jesús.
Romanos 5
20 Y la ley se introdujo para que abundara la transgresión, pero donde el pecado abundó, sobreabundó la gracia, 21 para que así como el pecado reinó en la muerte, así también la gracia reine por medio de la justicia para vida eterna, mediante Jesucristo nuestro Señor.
Por supuesto, Dios no hace acepción de personas, pero depende. Porque Dios hace acepciones cuando “resiste a los soberbios pero da gracia a los humildes” (Stg 4:6).
Y en el caso de la virgen María, en el registro bíblico el ángel la encuentra muy favorecida, el Señor está con ella, bendita y agraciada delante de Dios, humilde, responsiva al llamado divino y digna de confianza como para ser la madre del Hijo de Dios (Lc 1:24-38).
No, mi estimado, no acepciones a la regla. A los ángeles no los cuente, porque el texto es claro que se refiere a los hombres, a la humanidad en general.
Los niños no han pecado, pero sufren igualmente las consecuencias del mismo, por tanto, que mueren, señal de quie igualmente han pecado. Otra cosa es que Dios se lo tenga o no lo tenga en cuenta, pero que están incluidos en el TODOS HAN PECADO, de ello no cabe la menor duda.
Le recuerdo que Dios NO HACE acepción de personas. La Biblia es clara, solo hay uno que no ha pecado, JESUCRISTO. María, por mucho que le pese, está incluido en el TODOS.
No le dice "muy favorecida", ya le mostré otras versiones que omiten el "muy", y si acude a los manuscritos griegos, verá que el "muy" no existe. Que tuviese pecado, no la imposibilita para ser la madre de Jesús.
No, María ha sido bendecida más que otras mujeres porque fue la que dio a luz al Mesías, acontecimiento que nunca volverá a darse, y por el cual ella es más agraciada que todas las demás mujeres. ¿Entendido? Lo único que diferencia a María, de las otras mujeres, lo es el hecho de dar a luz al Mesías, en ningún otro aspecto es distinta al resto de mujeres. DIOS NO HACE ACEPCIÓN DE PERSONAS, por lo tanto, no pretenda usted ahora mostrar una acepción en Dios. kecharitōmenē, nos está confirmando que en ella había pecado, porque de no haber en ella pecado, NO HABRÍA NECESIDAD DE GRACIA NINGUNA. La gracia solo se otorga cuando no es posible librar de culpa a quien ya ha sido juzgado y condenado.
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No, la gracia únicamente se aplica cuando el pecado está presente, cuando ya se ha llevado a cabo el juicio, se ha sido condenado y la sentencia es firme e irrevocable. Solo entonces, y para poder librar de la sentencia, es aplicada la gracia. Para que lo entienda, y hablando en términos humanos, se le aplica el indulto. Le recuerdo que, por causa de Adán, todos hemos sido condenados a muerte, incluida su venerada María.
¿Dios no hace acepción, pero depende? ¿Cómo quedamos, hace o no hace acepción? Santiago no muestra que Dios esté haciendo acepción de personas, sino que Dios está aplicando un juicio justo. Los soberbios son personas que obran y actúan contrarios a Dios, a su Palabra y Mandamientos. No confunda la justicia de Dios, su obrar justo, con la acepción de personas. Acepción sería que Dios, ante un soberbio y un humilde, los tratase por igual; que el soberbio recibiese el mismo trato que el humilde, ello sería acepción en favor del soberbio, y en perjuicio del humilde. Ya no solo sería acepción, sino que claramente, Dios, estaría obrando de forma injusta.
Le está otorgando los méritos a la criatura, y negándoselos al Creador. Está rindiendo culto a la criatura, y no al Creador. Tenga cuidado, ello es clara IDOLATRÍA.
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Te imaginas que lea a Isabel que se siente inmerecida por la visita de María y quedo llena del Espíritu Santo.
Y eso que es una mujer cualquiera común y corriente según los protestantes.
Por cierto Raúl según el es bueno para traducir griego español y muy literal no creo tenga ningún problema con kejaritomene el te puede ayudar fácil (sarcasmo)
¿Quedó llena del Espíritu Santo? ¿En verdad, usted, cree que fue llena del Espíritu Santo por la presencia de María, o más bien será por la presencia de aquel que estaba en su vientre? En su respuesta, veremos si incurre o no en IDOLATRÍA.
En cuanto a kejaritomene, que significa, en sencillo y para que bien entienda; que a María se le otorgase una gracia especial, claramente indica que había pecado en ella, por tanto, que sin pecado, no hay necesidad de gracia ninguna. Si fue una gracia especial, lo es porque el pecado en ella precisaba de una gracia especial. No, sin pecado, no hay necesidad de gracia. Si la gracia es otorgada, lo es porque el pecado está presente, la sentencia es firme, y ya no hay posible remisión de la culpa, si la gracia no intercede. Cuando abunda el pecado, sobreabunda la gracia.
Entiendan de una vez, llena de gracia, es igual a decir: LLENA DE INDULTO. La gracia es UN INDULTO. Solo se otorga cuando ya no existe modo alguno de revocar una sentencia condenatoria en firme, cuando ya todos los medios legales han sido desestimados, y ya no hay remisión de culpa posible. ¿Por qué creen ustedes que Jesús tuvo que morir en la cruz, para remisión de pecados? Si Dios hubiese podido redimir de sus pecados y librarlos, conforme ustedes defienden hizo con María, ¿qué necesidad había de que Jesús sufriese el Calvario? Ustedes, y sin darse cuenta, están defendiendo y declarando que la muerte en la cruz de Jesús, fue vana e inútil, pues según ustedes, Dios, puede perdonar pecados, contradiciendo su ley, sin necesidad de derramamiento de sangre. Están mostrando a un dios que no guarda ni su propia ley, a un dios injusto que hace acepción de personas, para que ustedes puedan rendir culto a una criatura, y no al Creador.
Lucas 2:40 Y el niño crecía y se fortalecía, y se llenaba de sabiduría; y la gracia de Dios era sobre él.
Juan 1:14 Y aquel Verbo fue hecho carne, y habitó entre nosotros (y vimos su gloria, gloria como del unigénito del Padre), lleno de gracia y de verdad.
Jesús, el hombre, no pecó. Ya con eso tenemos que NO TODOS pecaron y pasa a ser una excepción en Romanos 3:23.
Y por otro lado, el significado de la palabra “acepción” es favorecer a alguien, y se dice que Dios no hace acepciones, y sin embargo vemos a la virgen María como “la favorecida” por haber hallado gracia delante de Dios (Lc 1:28).
@Jorge Enrique; atienda bien, ¿qué cree usted que nos dice cuando leemos: por GRACIA sois salvos? Esto lo ha de entender y saber su verdadero significado, porque si no entiende esto, no entenderá que es la gracia y mucho menos, que es la salvación. ¿Me lo puede explicar? Gracias.
Última edición:
Más que decirle “muy favorecida,” le dice “kecaritōmenē,” para lo cual, según los expertos estudiosos de la materia, no existe una traducción en ningún idioma.
Lo de “muy favorecida” o “llena de gracia” son aproximaciones, pero ninguna le hace justicia porque “kecaritömenē” es la conjugación de “caritoo” en tiempo de participio pasivo perfecto en femenino que tiene sentido sólo en la lengua griega.
Para que tenga sentido se tendría que decir algo así como, “desde siempre, por siempre, y hasta siempre, llena de gracia.” Lo cual explicaría el temor de María ante esas palabras del ángel.
¿Estar lleno de gracia confirma que en la persona había pecado?
Juan 1
14 Y el Verbo se hizo carne, y habitó entre nosotros, y vimos su gloria, gloria como del unigénito del Padre, lleno de gracia y de verdad.