Re: FALSA PROFETISA ELLEN WHITE.
Un accidente con gas nervioso,
y más mentiras
Cinco años después de que aparecieron el Col. Tigertt y los artículos de Youth´s Instructor, surgieron incómodas preguntas acerca de la guerra química y biológica y el apoyo que recibió de la "investigación médica". Esto comenzó con un aparente accidente en el Campo de Prueba de Dugway, la misma instalación donde los voluntarios del Proyecto Whitecoat fueron contagiados con el virus de la fiebre Q.
El 24 de marzo de 1968, Associated Press informó que el 13 de marzo una neblina del letal gas nervioso "fue empujada por el viento por 30 millas desde una supersecreta área de pruebas de guerra química del ejército ... y mató a 6.400 ovejas en Skull Valley, en la parte occidental de Utah". [32]
Este accidente puede haber servido para despertar a algunas gentes acerca de los efectos potencialmente devastadores de la guerra química y biológica. Casi un año más tarde, el programa First Tuesday de la NBC presentó un segmento sobre el tema de la guerra química y biológica. El programa mostró los efectos de varios agentes sobre los animales, y luego entrevistó a un joven Adventista del Séptimo Día que había sido voluntario del Proyecto Whitecoat.
En julio de 1969, el programa "60 Minutos" de la CBS examinó el tema de la guerra química y biológica. Nuevamente, fue entrevistado un joven voluntario del Proyecto Whitecoat. Evidentemente, los medios de comunicación no se tragaban el cuento de que "sólo estamos involucrados en investigación defensiva". Esto preocupó a la dirigencia adventista, que respondió con dos artículos en el Adventist Review defendiendo la participación de la iglesia en el Proyecto Whitecoat. El artículo en la edición del 20 de marzo de 1969 dice:
El gobierno de los Estados Unidos decidió que, tan pronto como pudiera desarrollarse un tratamiento definitivo para la enfermedad, se les podría dar a los descubrimientos amplia publicidad en las publicaciones médicas alrededor del mundo. Esta publicidad eliminaría efectivamente esa enfermedad del arsenal potencial de la guerra biológica. Al mismo tiempo, también diseminaría por el mundo entero los conocimientos médicos sobre el tratamiento, de manera que los que están actualmente afligidos por esa particular enfermedad puedan ser ayudados.
El autor del artículo de la Review defiende las investigaciones llevadas a cabo en USAMRIID sobre la premisa de que, al desarrollar un tratamiento para una enfermedad en particular, ésta sería eliminada del arsenal potencial de guerra biológica. Así, pues, los no combatientes y la Iglesia Adventista en general ayudarían a erradicar la guerra biológica mediante su participación en las investigaciones defensivas en USAMRIID, según la Review. Quizás este autor también tenía en venta un terreno pantanoso y un puente.
La gran mentira
"Mi primera objeción al proyecto de la fiebre Q era que nos fue representada falsamente como una empresa humanitaria, no de guerra bacteriológica". Harry V. Wiant, Jr.
Tanto USAMRIID como la Iglesia Adventista del Séptimo Día han asegurado que la investigación llevada a cabo con voluntarios adventistas era puramente defensiva, y que resultó en importantes vacunas e información. Han subrayado la separación entre los aspectos ofensivo y defensivo de la guerra biológica, llamando al Proyecto Whitecoat "el estudio de las enfermedades infecciosas", una frase que conlleva una connotación puramente médica. Pero, ¿es la investigación "defensiva" de la guerra química y bacteriológica (CBW) tan separada de la "ofensiva" como lo blanco y lo negro? ¿No es "guerra bacteriológica" otra manera de decir "guerra de enfermedades infecciosas"?
El advenimiento del Proyecto Whitecoat en 1954 correspondía a la creciente dependencia del Ejército de los Estados Unidos de CBW como un componente viable de su estrategia general. En 1959, el Ejército encargó una campaña de relaciones públicas llamada en código "Operation Blue Skies" [Operación Cielos Azules], que tenía el propósito de crear una imagen positiva de la guerra química y biológica en la mente del público. Alarmado por esta tendencia, el congresista por Wisconsin, Kastenmeir, presentó un proyecto de resolución reafirmando la política de los Estados Unidos desde la Segunda Guerra Mundial de que este país no sería el primero en usar CBW. Durante un discurso después de haber tomado la palabra, advirtió que el ejército estaba tratando de revertir esta política. Su proyecto de resolución fracasó, mayormente a causa de la activa oposición de los Departamentos de Defensa y de Estado.
En correspondencia con la campaña "Blue Skies" del ejército, había una serie de artículos escritos por Don A. Roth y publicados en el periódico adventista Youth´s Instructor, en octubre de 1963. Roth relataba la historia del joven soldado raso Tom Kopco, un voluntario de Whitecoat, que acababa de abordar un transporte aéreo del ejército que se dirigía a Fort Dugway, Utah. Sentado en su asiento, el joven soldado raso recordaba su adiestramiento básico. Roth escribió:
El lugar era Fort Sam Houston, Texas, y él casi había terminado su adiestramiento básico post-reclutamiento. Un coronel y un representante de la Organización del Servicio Militar Nacional de la Conferencia General se presentaron en una reunión especial, hablaron de un desusado proyecto de investigación médica, y pidieron voluntarios. En ese entonces, él no comprendió bien todos los pequeños detalles del programa, pero le pareció que debía participar en el proyecto. La respuesta plena y completa a sus inquietudes le dio la certeza de que ésta era una empresa en la que valía la pena participar. Su sangre patriótica le corrió por las venas con fuerza al anticipar la posibilidad de hacer algo de beneficio material por su país. Su nombre apareció en la línea punteada. [28]
Cuando se lo compara con la declaración de Kopco en 1989, es claro que este relato era una versión endulzada de la participación adventista en la investigación sobre guerra química y biológica. En un segundo artículo, Roth escribió:
El proyecto tiene que ver simplemente con experimentación médica. Pero, como resultado de esta actividad, el Servicio Médico del Ejército ha hecho progresos materiales en el desarrollo de métodos apropiados para la prevención y el tratamiento de enfermedades infecciosas. Al aproximarse estos estudios a su conclusión, la información obtenida se comunica directamente a la profesión médica de los Estados Unidos. Así, pues, todos los ciudadanos se benefician del programa, no sólo los miembros de las fuerzas armadas. [29]
Sin embargo, algunos médicos del ejército tenían aparentemente más escrúpulos que la Iglesia Adventista del Séptimo Día en cuanto a las posibles implicaciones de la "experimentación médica". Esto llevó al Cor. Tigertt, comandante de USAMRIID, a criticar, en un artículo publicado en Military Medicine ese mismo año, a los médicos que se negaron a participar en el programa a causa de las implicaciones morales. Tigertt escribió:
Lo que sorprende es que muchos médicos han rehusado tener algo que ver con el problema [de la investigación]. Explican su apatía diciendo que la ética prohibe su participación en cualquier esfuerzo cuyos derivados puedan ser usados para causar sufrimiento o la pérdida de la vida... Tales actitudes, ya sean plenamente desarrolladas o no, no pueden ser ignoradas porque estorban seriamente los esfuerzos para echar a andar las investigaciones apropiadas. [30] (El subrayado es nuestro).
Esta aparente "apatía" a la que se refiere Tigertt era causada por el juramento hipocrático, que dice:
Usaré tratamientos para ayudar a los enfermos según mi capacidad y mi juicio, pero nunca con el propósito de hacer daño ni cometer mal. Tampoco administraré veneno a nadie cuando se me pida hacerlo, ni sugeriré tal curso de acción. (El subrayado es nuestro).
Quizás el Código de Ética en Tiempo de Guerra de la Asociación Médica Mundial apagó el entusiasmo investigativo diciendo: "Se considera no ético que los médicos debiliten la fortaleza física y mental de un ser humano sin justificación terapéutica, y que empleen el conocimiento científico para poner en peligro la salud o destruir la vida". [31] (El subrayado es nuestro).
¿Era éste el mismo Cor. Tigertt, que estaba tan ansioso de subvertir el juramento de "no causar daño", el que entusiasmó y convenció a los adventistas ofreciéndoles la oportunidad de participar "en un estudio de la mayor importancia para la salud de nuestra nación"? Lo era, y, sin embargo, la capa superficial "humanitaria" es tan delgada que los colmillos de este programa sobresalen casi en cada punto.
Un accidente con gas nervioso,
y más mentiras
Cinco años después de que aparecieron el Col. Tigertt y los artículos de Youth´s Instructor, surgieron incómodas preguntas acerca de la guerra química y biológica y el apoyo que recibió de la "investigación médica". Esto comenzó con un aparente accidente en el Campo de Prueba de Dugway, la misma instalación donde los voluntarios del Proyecto Whitecoat fueron contagiados con el virus de la fiebre Q.
El 24 de marzo de 1968, Associated Press informó que el 13 de marzo una neblina del letal gas nervioso "fue empujada por el viento por 30 millas desde una supersecreta área de pruebas de guerra química del ejército ... y mató a 6.400 ovejas en Skull Valley, en la parte occidental de Utah". [32]
Este accidente puede haber servido para despertar a algunas gentes acerca de los efectos potencialmente devastadores de la guerra química y biológica. Casi un año más tarde, el programa First Tuesday de la NBC presentó un segmento sobre el tema de la guerra química y biológica. El programa mostró los efectos de varios agentes sobre los animales, y luego entrevistó a un joven Adventista del Séptimo Día que había sido voluntario del Proyecto Whitecoat.
En julio de 1969, el programa "60 Minutos" de la CBS examinó el tema de la guerra química y biológica. Nuevamente, fue entrevistado un joven voluntario del Proyecto Whitecoat. Evidentemente, los medios de comunicación no se tragaban el cuento de que "sólo estamos involucrados en investigación defensiva". Esto preocupó a la dirigencia adventista, que respondió con dos artículos en el Adventist Review defendiendo la participación de la iglesia en el Proyecto Whitecoat. El artículo en la edición del 20 de marzo de 1969 dice:
El gobierno de los Estados Unidos decidió que, tan pronto como pudiera desarrollarse un tratamiento definitivo para la enfermedad, se les podría dar a los descubrimientos amplia publicidad en las publicaciones médicas alrededor del mundo. Esta publicidad eliminaría efectivamente esa enfermedad del arsenal potencial de la guerra biológica. Al mismo tiempo, también diseminaría por el mundo entero los conocimientos médicos sobre el tratamiento, de manera que los que están actualmente afligidos por esa particular enfermedad puedan ser ayudados.
El autor del artículo de la Review defiende las investigaciones llevadas a cabo en USAMRIID sobre la premisa de que, al desarrollar un tratamiento para una enfermedad en particular, ésta sería eliminada del arsenal potencial de guerra biológica. Así, pues, los no combatientes y la Iglesia Adventista en general ayudarían a erradicar la guerra biológica mediante su participación en las investigaciones defensivas en USAMRIID, según la Review. Quizás este autor también tenía en venta un terreno pantanoso y un puente.