Respuesta a Mensaje # 1503:
“Así que, si la luz que en ti hay es tinieblas, ¿cuántas no serán las mismas tinieblas?” (Mt 6:23b).
“y confías en que eres guía de los ciegos, luz de los que están en tinieblas” (Ro 2:19).
Hace tiempo que hubiéramos condenado este epígrafe al eterno olvido si no fuera que algún incauto visitante llegara y sin leer las páginas anteriores quedara enredado en las artimañas del error tramadas por Edison.
Toda crítica adversa se deshace con la sola exposición de la verdad, pero cuando es el error lo que se defiende a porfía, no alcanza a que una quincena de foristas de distinta procedencia coincidan en refutarlo, sino que la mente se ofusca como la de un ciego jugando al billar, que acaba apaleando con el taco a cuantos tiene alrededor.
Últimamente es ostensible como se intenta atrapar a los foristas con otros aspectos relacionados con la Ley, Israel, la Iglesia, el Evangelio del Reino, la gracia, la redención y salvación, entre lo que hay mucho de verdad, pero nunca es más peligroso el veneno cuando dosis pequeñas se hallan ocultas en suculentos manjares.
Así, rechazamos de plano que a la iglesia de Dios en Cristo Jesús que se reunía en Jerusalem, Edison la llame “la asamblea de Jacobo”. No sabemos de un solo cristiano o pagano que en todo el mundo y la historia universal, haya llamado a la iglesia del Señor de tal manera. Ofender a una expresión local del Cuerpo de Cristo que es su iglesia, ¿no ofende a la Cabeza? El riesgo en que se halla incurso Edison es muy serio. Que Dios tenga misericordia de él.
Otro mayúsculo disparate de Edison es el siguiente:
“Los primeros creyentes después de Pentecostés…no entendían su ruina espiritual como pecadores necesitados de un Salvador…”.
Tal audacia contrasta con los compungidos de corazón en Hch 2 que fueron exhortados por Pedro a arrepentirse y ser salvos, y habiendo recibido la palabra fueron bautizados y añadidos a la incipiente iglesia.
Para colmo de males remata su herética exposición afirmando:
“Y esto no lo encontramos en la Fe de los primeros convertidos en Jerusalén”.
Entonces, ¿se equivocaba el Señor Jesús cuando añadía cada día a la iglesia los que iban siendo salvados? (Hch 2:47b).
Me temo que el mismo Diablo al leer esto tiemble y diga:
-Este me está haciendo la competencia. Yo mismo jamás me atreví a tanto.