Re: Examinando la historia: ¿Cumple Antíoco Epífanes la prueba bíblica?
Hombre, Joelice, es interesante que digas que, para dar ciertas interpretaciones, no es necesario estudiar gran cosa. La interpretación historicista es el mejor ejemplo de ello. El caso es que la “maldición” rabínica no dice “el que estudie BIEN” o “el que estudie CON SERIEDAD”, así que parece que solo se refiere al que estudie o interprete atolondradamente el libro de Daniel para su propia perdición. En los seminarios teológicos judíos se estudia en la actualidad el libro de Daniel, y creo que siempre se ha estudiado.
Como ya expliqué, una parte sustancial del libro de Daniel contiene predicciones de acontecimientos que habían de ocurrir en el periodo intertestamentario, o sea, posteriores al cierre del canon del AT y anteriores a los tiempos del NT. No parece que tenga mucha razón de ser tu objeción (?) de que el cumplimiento de tales acontecimientos haya que documentarlos con la Biblia. Si Daniel habla de Alejandro Magno, no estarás pidiendo que documentemos sus conquistas con el libro de Miqueas o con el de Hechos, ¿no? Habrá que usar fuentes históricas no bíblicas. Esto, que tan sencillo es, se os atraganta cuando hablamos de Antíoco IV. Igual que Alejandro, vivió en el periodo intertestamentario. Cumplió las predicciones daniélicas perfectamente. Y, sí, usamos todas las fuentes bíblicas que hablan de él (el cuerno pequeño de Dan. 7, el cuerno pequeño de Dan. 8, el “príncipe que ha de venir” del capítulo 9, el malvado rey del norte de Dan. 11:21 y siguientes), y, luego, constatamos en la historia que, efectivamente, Antíoco hizo todo eso.
No estábamos discutiendo, como tal, el acierto o desacierto del libro de Macabeos, sino tu tesis de que la identificación de Antíoco con el cuerno pequeño se remontaba solo a Josefo. Yo señalé que se remontaba siglo y medio más atrás, pues está claro que el autor de 1 Macabeos, por poco inspirado que esté, tenía la misma opinión que Josefo. Entonces, la Biblia puede enseñar miles, o millones, de cosas, pero para determinar lo que pensaba el autor de 1 Macabeos sobre Antíoco, hay que leer 1 Macabeos, no el Deuteronomio.
Este argumento tuyo presenta una contradicción lógica fatal. Reconoces, por una parte, que no conoces documentos judíos que digan que el cuerno pequeño fuese Roma. Pero, por otra parte, aseguras que “[n]o todos creian en el cuento de Antioco. Eso es claro”. ¿Cómo puede ser claro si no presentas documentación judía con otra interpretación alternativa? Eso se llama en inglés “wishful thinking” (hacerse ilusiones). Jesús, en efecto, menciona el cumplimiento del “tiempo”. Obviamente, se refiere al momento elegido por la presciencia divina para su venida, y no consta que ese tiempo fuese revelado a ningún mortal. De hecho, hablando precisamente de la predicación de Jesucristo, Pablo la llama “la revelación del misterio que se ha mantenido oculto desde tiempos eternos” (Rom. 16:25). El propio concepto de “ocultación” es incompatible con la noción de que la naturaleza y la fecha del ministerio de Cristo hubiesen sido reveladas con todo lujo de detalles a algún profeta de la antigüedad. Y, no, las setenta hebdómadas no tienen nada que ver con Jesucristo. La expectación mesiánica en los días de Cristo no procedía de ningún cálculo basado en cifras bíblicas, sino de la profusión del mesianismo en buena parte de la literatura judía intertestamentaria y del odio antirromano.
Te estás dejando por mentiroso a ti mismo. Tú afirmaste que Porfirio “resucitó” la tesis de Josefo (que, como hemos visto, es anterior a Josefo), que ya estaba muerta. Yo te pedí que demostrases esa “muerte”. Y ahora me dices que, dado que los Padres de la iglesia anteriores a Porfirio guardan silencio sobre el asunto, ese silencio demuestra tu tesis (???). Constatamos que 1 Macabeos creía que Antíoco había sido el cuerno pequeño. Constatamos que Josefo creía que Antíoco había sido el cuerno pequeño. Constamos que Porfirio, aparte de lo anterior, dijo que Daniel se había escrito después de que Antíoco cumpliese sus “predicciones”. Tú afirmas que entre Josefo y Porfirio la interpretación que identifica a Antíoco con el cuerno pequeño “murió”, y tu prueba es el “silencio de los padres de la iglesia”. Perdona, pero eso es impresentable. ¿Cómo puedes decir una cosa tan necia? A falta de voces discordantes en el periodo entre Josefo y Porfirio, debería prevalecer el criterio de que la interpretación seguía aceptándose, no la de que “murió”.
Pero te caes con todo el equipo con tu reto de que te presente evidencia de que los Padres de la iglesia se creyesen lo de Antíoco. Mira por donde, se conoce a uno, Hipólito, fallecido hacia 236 d.C. (unos setenta años antes que Porfirio), que habló del tema y que dijo que los 1300 días [sic] de Daniel 8:14 se referían a la profanación del templo por Antíoco Epífanes (véase The Prophetic Faith of Our Fathers, tomo 1, p. 277). Otro Padre que resaltó el papel de Antíoco (presentándolo como símbolo de un anticristo futuro) fue Cipriano (c. 200-258) (ibíd., p. 335).
A mi observación sobre lo escasa que es la información que dais sobre las maldades de Antíoco Epífanes, me contabas que solo presentabais lo “más conocido”? A mi pregunta de “¿Conocido por quién?”, respondes ahora
Las personas que conocen “un poco” de historia antigua y no saben que Antíoco prohibió la observancia del sábado, la práctica de la circuncisión y de la religión judía, que masacró a los judíos, que sacrificó cerdas en el altar del templo de Jerusalén y que convirtió dicho en templo en un burdel no saben gran cosa. Ese “un poco” es más bien LA NADA. Y, sí, señor Joelice. Saber la verdad cambia mucho más que un pelo, pues, dado que Antíoco hizo lo que el libro de Daniel afirma que había de hacer el cuerno pequeño y dado que perteneció a un reino helenístico (igual que el cuerno pequeño y que el malvado rey del norte). Cambia TODOS los pelos.
¡Por supuesto que uso el capítulo 11! ¿Por qué no había de hacerlo? De todos es sabido que el adventismo suele soslayar dicho capítulo. Los “estudios bíblicos” adventistas siempre empiezan por Daniel 2, y buscan rápidamente la tesis romana obviando por completo la falta de mención de Roma en el libro de Daniel y saltando a algún librito de historia. Yo prefiero leer todo lo que dice el libro de Daniel. Y, en efecto, veo que Daniel 11 atribuye a los tiempos del helenismo lo dicho en otras partes del libro para el cuerno pequeño, las piernas de hierro, etc. Tú NO PUEDES usar el capítulo 11 para probar la tesis romana por una sencilla razón: el ángel intérprete no te lo permite. El ángel intérprete NO DICE que el rey del sur (reinos de los lágidas) o que el rey del norte (reino de los seléucidas) fuesen a ser sustituidor por algún otro reino extranjero del Mediterráneo occidental. Sencillamente, NO PUEDES HACER ESO. Esa es la tragedia del historicismo: está basado en una versión sesgada y mutilada de la profecía, y precisa de la ocultación de Daniel 11 para subsistir.
Lo dicho. Si quieres seguir con tu hilo sobre Daniel 11, hazlo, pero no toleraré distorsiones posteriores a la batalla de Magnesia, ni que volatilices en el éter a Seleuco IV (Dan. 11:20) o a Antíoco IV (Dan. 11:21-45), y tampoco admitiré la inyección de Pompeyo el Grande en ningún versículo de ese capítulo...............
.....“Fuera de sí por la rabia, [Antíoco] decidió hacer pagar a los judíos la humillación que le habían causado los persas al ponerlo en fuga. Por este motivo ordenó al conductor del carro que avanzara sin descanso hasta terminar el viaje. Pero el juicio de Dios lo seguía. En su arrogancia, Antíoco había dicho: ‘Cuando llegue a Jerusalén, convertiré la ciudad en cementerio de los judíos’. Pero el Señor Dios de Israel, que todo lo ve, lo castigó con un mal incurable e invisible: apenas había dicho estas palabras, le vino un dolor de vientre que con nada se le pasaba, y un fuerte cólico le atacó los intestinos. Esto fue un justo castigo para quien, con tantas y tan refinadas torturas, había atormentado en el vientre a los demás. A pesar de todo, Antíoco no abandonó en absoluto su arrogancia; lleno de orgullo y respirando llamas de odio contra los judíos, ordenó acelerar el viaje. Pero cayó del carro, que corría estrepitosamente, y en su aparatosa caída se le dislocaron todos los miembros del cuerpo. Así, el que hasta hacía poco, en su arrogancia sobrehumana, se imaginaba poder dar órdenes a las olas del mar y, como Dios, pesar las más altas montañas, cayó derribado al suelo y tuvo que ser llevado en una camilla, haciendo ver claramente a todos el poder de Dios. Los ojos del impío hervían de gusanos, y aún con vida, en medio de horribles dolores, la carne se le caía a pedazos; el cuerpo empezó a pudrírsele, y era tal su mal olor, que el ejército no podía soportarlo. Tan inaguantable era la hediondez, que nadie podía transportar al que poco antes pensaba poder alcanzar los astros del cielo” (2 Mac. 9:4-10).
Ahora, ¿qué?
Respondo: Antíoco IV Epífanes
El principal personaje siniestro de los dos libros de los Macabeos es el rey tirano Antíoco IV Epífanes, que significa "ilustre".
Reinó de 175-163 a.C., y fue enemigo acérrimo de los judíos, cruel perseguidor del pueblo escogido y tenaz adversario de las leyes y del sistema de culto mosaico.
En estos dos libros hay tres pasajes en los que se relata la forma en que murió Antíoco.
Las tres narraciones son completamente diferentes -especialmente la segunda, que resulta única- y son contradictorias entre sí. En el primer relato (1 Macabeos 6: 8-16, VP) se narra que el rey quedo profundamente apesadumbrado por las malas noticias que le llegaban, "tanto que se enfermó de tristeza y cayó en cama, pues no le habían salido las cosas como él quería. Así estuvo muchos días, continuamente atacado de una profunda tristeza, y hasta pensó que iba a morir" (vers. 8-9).
A continuación se cuenta cómo reconoció que había procedido mal al saquear la ciudad de Jerusalén y "exterminar a todos los habitantes de Judea sin ningún motivo " (vers. 12). Por eso se dice que murió "de terrible tristeza" (vers. 13), después de haber tomado sus últimas disposiciones. En el segundo relato (2 Macabeos 1: 13-16) se refiere que Antíoco trató de apoderarse de las riquezas del templo de la diosa Nanea. Sin embargo, los sacerdotes de ese santuario encerraron a Antíoco y a sus acompañantes en el templo.
El relato continúa de esta manera: "Entonces abrieron una ventana secreta que había en el techo, y a pedradas mataron al rey y a sus amigos. Luego les cortaron la cabeza, los brazos y las piernas, y los echaron a los que estaban fuera" (vers. 16). El autor de 2 Macabeos añade con regocijo: "¡Bendito sea siempre nuestro DIOS que entregó a los impíos a la muerte!" (vers. 17).
En la tercera versión (2 Macabeos 9: 1-29) se refiere que "el Señor Dios de Israel, que todo lo ve, lo castigó con un mal incurable e invisible: . . . le vino un dolor de vientre que con nada se le pasaba, y un fuerte cólico le atacó los intestinos. Esto fue un justo castigo para quien, con tantas y tan refinadas torturas, había atormentado en el vientre a los demás" (vers. 5-6).
A continuación se dice que "comenzó a moderar su enorme arrogancia y a entrar en razón" (vers. 11). Se añade que "entonces este criminal empezó a suplicar al Señor; pero Dios ya no tendría misericordia de él" (vers. 13).
Después figura una supuesta carta conciliatoria que Antíoco dirigió a los judíos. Sigue la narración de esta manera: "Así pues, este asesino, que injuriaba a Dios, terminó su vida con una muerte horrible, lejos de su patria y entre montañas, en medio de atroces sufrimientos, como los que él había hecho sufrir a otros".
Concluye con un detalle que parece ser histórico: "Filipo, su amigo íntimo, transportó el cadáver; pero, como no se fiaba del hijo de Antíoco, se refugió en Egipto, junto al rey Tolomeo Filométor" (vers. 28-29).
Debe destacarse que dos de estos relatos -segundo y tercero- aunque son diametralmente opuestos, están en el mismo libro.
Surgen las preguntas: ¿Cómo puede un solo autor describir de dos maneras tan diferentes un acontecimiento tan importante como es la muerte del enemigo máximo de su pueblo? ¿O se trata acaso de dos versiones dispares incluidas por un imperdonable descuido? ¿Cómo hacer concordar estos relatos discrepantes? Los escrituristas católicos -aunque no lo expresen explícitamente- reconocen que este problema no tiene solución lógica. Aún no han encontrado una respuesta válida. Sólo dan algunas explicaciones o consideraciones que no resuelven esta dificultad.
En la introducción de la BJ a los libros de los Macabeos se reconoce, en cuanto a 2 Macabeos, que en este documento la "intención religiosa se sobrepone al cuidado por la exactitud histórica"; y se añade: "El autor utiliza para su propósito documentos y relatos, sin garantizar con ello su veracidad. La muerte de Antíoco Epífanes se refiere en forma diferente en [2 Mac.] 1: 13-16 y en 9: 1-29 (que se acerca más a 1 Mac. 6: 1-13" (ed. de 1967, p. 546).
En esta misma introducción también se destaca un serio anacronismo: En 2 Macabeos la muerte de Antíoco se sitúa antes de la purificación del templo de Jerusalén, realizada por Judas Macabeo (2 Macabeos 10: 1-8); pero en 1 Macabeos se coloca la muerte del perseguidor después de esa purificación (1 Macabeos 4: 36-59).
Esta extraña divergencia de los tres relatos mencionados y el evidente anacronismo, sin contar las diversas narraciones de un cariz sobrenatural insólito en la Biblia se encuentran precisamente en 2 Macabeos, libro que contiene dos dificultades de orden doctrinal de verdadera importancia:
(1) la supuesta validez de los sufragios presentados en favor de los muertos y
(2) la hipotética eficacia de la intercesión de los difuntos ante Dios, como abogados de los vivos.
En resumen; quién se apoya en señalar que Antioco Epifanes IV, es el cuerno pequeño basándose en un libro "apócrifo" está fundamentando sus creencias en la arena."
Nuestro Señor sabiamente trató a este poder para que sus discípulos no fueran acusados de sedición y la Palabra de Dios no fuera destruída por Roma, como podía suceder en caso de Juan el Evangelista, cuando estaba en la isla de Patmos, por causa de la palabra de Dios y el testimonio de Jesucristo.
De esta forma trató Jesús a este poder: "Cogió una moneda, les preguntó de quién era la efigie acuñada en ella, y, cuando le respondieron que era del César, les manifestó: Pues dad a César lo que es de César y a Dios lo que es de Dios (ver Mateo 22:15-21)
Roma es el cuerno pequeño, estos versículos describen su accionar:
"Entonces tuve deseo de saber la verdad acerca de la cuarta bestia, que era tan diferente de todas las otras, espantosa en gran manera, que tenía dientes de hierro y uñas de bronce, que devoraba y desmenuzaba, y las sobras hollaba con sus pies"
Dijo así: La cuarta bestia será un cuarto reino en la tierra, el cual será diferente de todos los otros reinos, y a toda la tierra devorará, trillará y despedazará"
Bendiciones.
Luego todo Israel será salvo.