Acompáñeme al libro de Levítico, donde leemos:
"Y os habéis de contar desde el siguiente día del sábado, desde el día en que ofrecisteis el omer de la ofrenda mecida; siete semanas cumplidas serán; hasta el siguiente día del sábado séptimo, contaréis cincuenta días; entonces ofreceréis nuevo presente a Jehová. De vuestras habitaciones traeréis dos panes para ofrenda mecida, que serán de dos décimas de flor de harina, cocidos con levadura, por primicias a Jehová" (Vers. 15-17).
Esta era la fiesta de Pentecostés y representaba el pueblo cristiano reunido por el Espíritu Santo para presentarse ante Dios en virtud
de los méritos de Cristo.
La Pascua representaba la muerte de Cristo; en las primicias encontramos prefigurada la resurrección de Cristo, y en la fiesta de Pentecostés, el descendimiento del Espíritu Santo para formar la Iglesia.
¿Pero por qué panes con levadura?
¿Por qué debía cocerse así?
Por que representaban a los que, aunque llenos del Espíritu Santo y adornados de sus dones y sus gracias, tenían, no obstante, el mal en sí mismos.
Aquí están los textos:
Rom_7:18 Y yo sé que, en mí, esto es, en mi carne, no mora el bien; porque el querer el bien está en mí, pero no el hacerlo.
1Jn_1:10 Si decimos que no hemos pecado, le hacemos a él mentiroso, y su palabra no está en nosotros.
Existe dentro de nosotros la inclinación al mal, pecamos hasta con el pensamiento y cuántas veces no hemos tenido que recurrir a Cristo solicitando su ayuda, porque lo que acabamos de pensar o de imaginar, no corresponde a un cristiano y es fruto de la carne.
Y rápidamente obtenemos su invaluable ayuda, porque separados de él, nada podemos hacer.
De manera que en la Cena del Señor tenemos sustento bíblico para usar pan con levadura.
En las Bodas del Cordero en el cielo, el pan que se sirva en el banquete de bodas, obvio que será sin levadura, por cuanto nuestros cuerpos ya han sido transformados en cuerpos semejantes al que Cristo tiene ahora, aquí está el texto:
Flp 3:20 Mas nuestra ciudadanía está en los cielos, de donde también esperamos al Salvador, al Señor Jesucristo;
Flp 3:21 el cual transformará el cuerpo de la humillación nuestra, para que sea semejante al cuerpo de la gloria suya, por el poder con el cual puede también sujetar a sí mismo todas las cosas.
Pásala bien y no seas católica romanista, sino de Cristo.