No.
Detrás del simbolismo del pan hay un significado muy solemne.
Es abominable reducir al Hijo de Dios, quien tiene horadados sus manos, costado y pies, por causa de mis pecados, a una simple lámina redonda de harina de trigo con un poco de gluten.
Esta abominación constituye la máxima expresión de burla del mismo diablo, en los corazones irredentos de los católicos romanistas, que ni siquiera se dan cuenta, no obstante, estar escrita estas advertencias:
1Co 11:34 Si alguno tuviere hambre, coma en su casa,
para que no os reunáis para juicio. Las demás cosas las pondré en orden cuando yo fuere.
Rom 14:17 porque el reino de Dios
no es comida ni bebida, sino justicia, paz y gozo en el Espíritu Santo.
No es haciendo pasar el "Jesús católico" de la boca al estómago en forma de hostia, como se tiene comunión con él
Así no se glorifica a Cristo de la Biblia, porque el diablo sabe en qué finaliza la hostia después de ir al baño.
La práctica de la doctrina de la "transubstanciación" es algo diabólico y nada tiene que ver con la enseñanza apostólica sobre la Cena del Señor, que es la expresión bíblica sobre este santo memorial.
LA IGLESIA PARTICIPA DEL PAN
1Co 11:23 Porque yo recibí del Señor lo que también os he enseñado: Que el Señor Jesús, la noche que fue entregado, tomó pan;
1Co 11:24 y habiendo dado gracias, lo partió, y dijo: Tomad, comed;
esto es mi cuerpo que por vosotros es partido; haced esto en memoria de mí.
"Esto" es un pronombre demostrativo neutro ligado a los sufrimientos del Señor con la expresión:
"QUE POR VOSOTROS ES PARTIDO"
Estos sufrimientos del Señor se hallan ubicados en los Salmos y los Profetas y son mencionados en santa adoración en la Cena del Señor (Hch.20:7) por cualquier hermano que el Espíritu Santo haya levantado antes de participar del Pan.
Su adoración está asociada al himno que se acaba de cantar (Ef.5:19; Col_3:16), si, por ejemplo, estando Cristo en medio de nosotros (Mt.18;20), hemos cantado el himno 447 cuya primera estrofa dice:
Cabeza ensangrentada,
cubierta de sudor,
de espinas coronada
y llena de dolor
¡Oh celestial cabeza
tan maltratada aquí,
de sin igual belleza,
Oh, Cristo, te amo a ti.
Nuestra mente y nuestro corazón son conducidos, solemnemente, ante el altar de la Cruz, estoy allí, contemplando al Rey de gloria como el Cordero de Dios (Jn.1:29), sus manos, su costado y pies, de sangre manaderos son, y las espinas de su sien, mi perversa culpa las clavó.
No es un pobre hombre fracasado, como lo menciona el argentino Bergoglio, al que se le construye una estatua, y se coloca a sus pies flores, lamparitas, y una alcancía, para que el religioso engañado, deposite una limosna como gesto de solidaridad y patrocinio a su causa y le rece una oración.
En un contraste Espiritual, él está allí, izado entre el cielo y la tierra, majestuoso, triunfante.
Ha vencido, con su propia muerte, no solo a ella (Ose_13:14), sino también al cruel emperador que a sus presos nunca abrió la cárcel (Heb_2:14).
Ha vencido al mundo (Jn.16:33)-
Le ha quitado el poder al pecado, la ley (1Co_15:56)
Cual vestidura regia allí, la sangre cubre al Salvador; ha muerto por mis pecados, Jesús murió por mí, por lo tanto, por él al mundo muero yo.
¡Oh celestial cabeza tan maltratada aquí, pero ahora es más sublime que los mismos cielos!
Juan lo contempla descendiendo sobre un caballo blanco, con poder y gloria, sus ojos como llama de fuego, y en su cabeza muchas diademas, es el Verbo de Dios, y en su vestidura y en su muslo tiene escrito este nombre:
REY DE REYES Y SEÑOR DE SEÑORES.
LA IGLESIA PARTICIPA DE LA COPA CON SU CONTENIDO DE VINO
Luego del partimiento del Pan, se canta otro Himno, que bien puede ser este:
Cómo en su sangre pudo haber
tanta ventura para mí,
si yo sus penas agravé
y de su muerte causa fui?
¿Hay maravilla cual su amor,
morir por mí con tal dolor?
¿Hay maravilla cual su amor,
morir por mí con tal dolor?
Un misterio profundo para los ángeles, el inmortal Hijo de Dios, hacerse hombre y sucumbir, en vano intenta sondear tanto prodigio el querubín.
Su amada Iglesia sabe, que Ella es el fruto de la aflicción de su alma, ha sido comprada a precio de sangre (1P.1:18-20).
El poder purificador de la sangre de Cristo trasciende el tiempo y el espacio.
Los santos del AT fueron confinados en el Hades bajo el poder del emperador de la muerte, porque llegaron allí con todos sus pecados intactos:
Heb 10:4 porque la sangre de los toros y de los machos cabríos no puede quitar los pecados.
Pasaron siglos esperando la libertad (Isa 49:24-25), y ese momento llegó cuando fue quitado el pecado de la tierra en un día (Zac.3:9; Jn.1:29).
El Señor llega al Hades, mientras su cuerpo es sepultado, con todo el poder de su gloria, por cuanto ha sido justificado en Espíritu.
Él no llega en debilidad (Hch.2;27), y tampoco a pedirle permiso al emperador de la muerte para que lo deje entrar.
Él llega con toda la potestad que le ha sido devuelta en el cielo y en la tierra, no que le es dada como Hombre, porque eternamente la ha poseído (Mat_28:18; Is.9:6-7), y el diablo tiene que hacerse a un lado.
Él llega por lo que es suyo, por las almas que ha comprado con su sangre en el altar de la Cruz, y las traslada al Paraíso (Efe_4:8), en esa compañía de rescatados podemos contemplar a aquel que le dijo:
"HOY ESTARÁS CONMIGO EN EL PARAÍSO"
Las almas de los santos del AT atadas en la prisión del Hades anhelaban redención y paz, Abraham se gozó que había de ver su día y lo vio, lo mismo todos sus compañeros de cautividad.
El resplandor refulgente de la gloria del Señor iluminó sus rostros, cayeron sus cadenas, Jesús los hizo libres, y ahora están en el tercer cielo, en el Paraíso.
Todo lo ha entregado, corona, gloria, prez, ver redimidos es su afán, por lo tanto, esto no puede ser reducido a tragarse una hostia y listo, "ya tenemos comunión con él".
El que lea, entienda.