Re: ESTE FORO ES UNA TRAMPA CATÓLICA. TENGAN CUIDADO !
ORIGEN DEL PAPADO
“La tendencia jerarquizante, inherente en el sistema del episcopado, fue alimentada por la noción afín del sacerdocio especial como de institución divina. Los conceptos del antiguo Testamento fueron aplicados a los que presidían en las iglesias. La distinción entre el clero y los laicos, una vez fue introducida, llevó pronto a la preeminencia de los primeros.
A finales del primer siglo, Roma parece haber contado con una de las más florecientes comunidades cristianas (…). Pablo alaba la reputación con que es estimada por todos los cristianos (Rom. 1:8), pero no menciona ninguna prerrogativa inherente a la misma y desconocida por las demás.
Otras referencias posteriores dan igualmente testimonio de la actividad y crecimiento constante de la cristiandad romana, aunque nada nos dicen de ninguna primacía de magisterio ni siquiera de disciplina –en los primeros tiempos-, sobre las demás iglesias.
Pero, el hecho de que fuera la Iglesia de la capital del Imperio, en donde se daban cita cristianos de todas las razas y regiones, por ser camino o residencia obligada de muchos, como explica Ireneo convirtió a la sede romana en un foco importante de la Cristiandad, el más influyente y conocido, que pronto le valió el título de “primus inter pares” (primero entre iguales), reconocido por todo el episcopado y que todavía hoy admiten las llamadas “iglesias ortodoxas” de Oriente al referirse a la primacía romana.
La caída de Jerusalén el año 70, la dispersión de los principales dirigentes cristianos, y el martirio de los apóstoles Pedro y Pablo en Roma, abrieron el camino para que la capital del Imperio fuera convirtiéndose, gradualmente, en el centro de la conciencia oficial de la Cristiandad.
La ciudad de Roma era en aquel entonces el alma del orbe civilizado. Estaba envuelta en un halo de admiración. Las miradas de todo el mundo convergían allí. Era el corazón del imperio romano. Con la llegada del cristianismo a la gran urbe, el brillo de la religión universal quiso ser añadido al poder también universal del imperio. Cierto que el Evangelio se oponía al paganismo romano. La ramera del Apocalipsis constituía el símbolo con el que el apóstol Juan describió la perversidad del espíritu romano.
Pero, cuando la Iglesia se estableció en este centro de la paganía y del Imperio, los cristianos vieron en ello el triunfo de Cristo sobre los dioses falsos. En un sentido fue así. Y los creyentes de todas partes pagaron a la sufrida y pujante cristiandad romana un tributo de admiración y veneración parecido al que los paganos rendían a la gloria terrena de la capital del mundo. Ahí estaba el peligro.
“Haciendo profesión de cristianismo, Constantino el Grande (337) vinculó la iglesia con el Estado, subordinó la iglesia al Estado e hizo de la iglesia un instrumento de la política del Estado. Como emperador, Constantino era pontífice máximo del culto pagano del Estado. Era natural que, al cristianizarse el imperio, pensara que debía ser el dirigente de la iglesia cristiana. Además, su gran afán de lograr la unidad en su imperio y sus dotes administrativas lo inducían a querer dominar también este aspecto de la sociedad. Y los cristianos, cansados por la persecución de Diocleciano y felices de recibir los privilegios que les brindaba ahora el Estado, le concedieron a Constantino más autoridad en asuntos eclesiásticos de la que convenía que tuviera un emperador que no era ni siquiera bautizado” (Comentario Bíblico A. S. D. t. 7).
En el siglo IV, la admiración por la Iglesia de Roma empezó a confundirse con la admiración por Roma misma. No fue difícil. El propio emperador hacía gala de profesar el cristianismo y toda la fuerza del Imperio parecía estar al servicio de la Iglesia, luego que Constantino y sus sucesores protegían cada vez más la instauración del cristianismo como religión oficial del estado. [Sin embargo Constantino siguió con sus intrigas políticas y asesinatos Y sólo se bautizó en el lecho de muerte gracias a las intrigas del obispo Eusebio].
Las posibilidades que brindaba la nueva situación no escaparon a la perspicacia de los prelados de la capital. (Constantino Entregó grandes propiedades y regalos a la iglesia cristiana). Y, por si todo esto fuera poco, una nueva circunstancia, aceleró todavía más esta evolución.
Constantino trasladó la capital del imperio a Constantinopla.-Desde el punto de vista eclesiástico, tal traslado sirvió en gran manera para elevar la sede romana a una altura que le permitiría luego convertirse en la señora de la Cristiandad occidental.
Aunque el centro administrativo había sido trasladado a Oriente, los ciudadanos del Imperio, en su mayoría seguían leales al afecto que siempre sintieron por la vieja Roma. Ahora que ya no albergaba al emperador, y precisaba de alguna otra figura que encarnara tan bien como él las tradiciones romanas.
Y así, el manto del emperador, cayó sobre las espaldas del obispo romano. Cuando aquel fue a regir sus dominios desde Constantinopla confió al obispo de Roma muchos cargos civiles, y la autoridad anexa a los mismos, que hasta entonces habían estado en sus manos.
Al detener el papa León a los Hunos, a las puertas de la urbe, lo hizo no solo en nombre de la Iglesia de Roma, sino también en nombre de la ciudad de Roma. De hecho, el obispo de Roma, el papa, quedó convertido en la máxima autoridad, no sólo religiosa sino también civil, de la antigua capital, centro y símbolo de la vieja gloria del Imperio. Una gloria que, sin embargo, muy poco tenía que ver con la gloria del Evangelio. (…).
El obispo de Roma llegaría entonces a ser el único jerarca supremo en Occidente, no sólo de la Iglesia sino del poder civil también, que compartirá o legará en los reyes bárbaros. (…). Símbolo de este proceso es la adopción por parte del obispo de Roma del título pagano de <<Pontifex Maximus>> (J. G. Concilios, pp. 19, 23-27).
“Sabemos por Eusebio que Constantino, para atraer a los paganos a la nueva religión, traspuso a ésta los ornamentos externos a los cuales estaban acostumbrados… El uso de templos dedicados a santos particulares, ornamentados en ocasiones con ramas de árboles; incienso, lámparas y velas; ofrendas votivas para recobrar la salud; agua bendita; fiestas y estaciones, procesiones, bendiciones a los campos; vestidos sacerdotales, la tonsura, el anillo de bodas, las imágenes en fecha más tardía, quizá el canto eclesiástico, el Kyirie Eleison, todo esto tiene un origen pagano y fue santificado mediante su adaptación en la Iglesia” J. H. Newman, An Essay on the Development of Christian Doctrine, pp. 359, 360.
“La reorganización del sistema administrativo del Imperio Romano llegó a ser el modelo de la administración eclesiástica de la iglesia romana (…). El sínodo de Sárdica (343 d C) asignó al obispo de Roma jurisdicción sobre los obispos metropolitanos o arzobispos. El papa Inocencio I (417) pretendía tener una jurisdicción suprema sobre todo el mundo cristiano, pero no pudo ejercer ese poder.
Con la donación de Carlo-Magno al papa Adriano I (772-795) de nuevas tierras ensanchando las posesiones temporales del papado, los Estados de la Iglesia romana adquirían una extensión que conservaría durante más de mil años. Las tierras pontificias formaban la base de la hegemonía papal sobre el Occidente europeo.
“El poder temporal dio la independencia al papado en ejercicio de su jurisdicción, pero a expensas de su carácter espiritual”, es el juicio del historiador Schaff. (Philip Schaff, History of the Christian Church, vol. 4 pp. 234; Cita de J. G. Concilios p. 253).
Constantino logró con astucia hacerse con el control de la iglesia, (originando lo que se denominaría después como el cesaropapismo) convocó y presidió los concilios, arbitró sus diferencias, favoreció a la iglesia, puso trabas a los judíos y paganos, y éstos llenaron las iglesias degenerando así el evangelio. El tiempo demostraría lo nefasto de la unión de la Iglesia y el estado, persecuciones, guerras, cruzadas, inquisición, quema y tortura de miles de hombres, mujeres y niños, cuyo único delito era creer al evangelio antes que a Roma.
Al asociarse con el poder, haciendo caso omiso de las palabras de Cristo: “Dad al César lo que es del César y a Dios lo que es de Dios” y también: "Ninguno puede servir a dos señores. Porque, o aborrecerá a uno y amará al otro, o estimará a uno y menospreciará al otro. No podéis servir a Dios y a las riquezas" (Luc. 16:13). El resultado está a la vista. Así pues la evolución hacia el papado no es desde Pedro -lo hemos visto en temas anteriores- sino desde la Roma pagana, así lo admiten muchos historiadores y a la vista está.
La secuencia pues, quedaría así: cesarismo cesaropapismo papismo.
un saludo en Cristo