Hermana Mirna:
Como buena observadora que eres, bien te has percatado que no ha sido el título de este epígrafe: ¿ESTÁ BIEN QUE LOS CRISTIANOS OFRENDEN
DIEZMOS?, pues claro está que todos tenemos libertad para elegir la que nos parezca mejor opción para nuestra contribución a la obra de Dios. Es así que millones de hermanos como tú en el mundo entero han elegido el método porcentual y mensual, lo que resulta inobjetable. Lo que no es justo es imponer su sistema a los demás, como si otras formas (en cantidad, especie y periodicidad) fuesen indebidas.
También me parece correctísimo –tal como dices-, que se enseñe sobre el Diezmo; sólo que para que ello no escape fuera de la enseñanza cristiana, debe enseñarse bien, es decir, enseñando que el Diezmo no forma parte de la doctrina de los apóstoles (Hch. 2:42), ni su práctica vista jamás en las iglesias neotestamentarias, sin menor vestigio de ello desde Hechos a Apocalipsis. Abundante doctrina sí hay respecto al asunto de la mayordomía, el uso y administración del dinero, así como acerca de la generosa liberalidad de quienes ofrendan abundantemente aún de su profunda pobreza.
Es válida e inspiradora también tu propia experiencia que se suma a la de tantísimos “diezmeros fieles”; pero como bien ya sabes, nuestra experiencia no hace doctrina, sino que la sana doctrina impregna y forma nuestras experiencias.
Dado que tú repites el axioma que recorre el mundo entero: “El Diezmo es bíblico”, conviene recordar que hay centenares de prácticas que son bíblicas pero propias de la pasada dispensación, y por más encanto que todavía conserven, corresponden al Antiguo Pacto. Comprendo que nos choque e incomode cualquier debate que cuestione las modalidades a las que estamos apegados en la creencia que son escriturales, espirituales y aún vigentes, pero si el Dios que hace nuevas todas las cosas no traspasó el diezmo a la economía de la iglesia neotestamentaria, no somos nosotros quienes para restaurar un sistema obsoleto entre el pueblo de Dios.
Examinemos este aspecto, pero ya distendidos y con una pizca de humor:
Actualmente se teme que si cae el sistema de diezmos, cae el sostén de los ministros; ¡al contrario! Cuando caiga el sistema levítico, el método cristiano trocará los salarios indignos en un sostén digno de los siervos del Señor.
No diría que hubiese sido necesario recurrir a un lavado de cerebro para inculcar en las masas el repetido concepto: “El diezmo es bíblico”. Fuese cual fuese la condición del cerebro, bastó con enturbiarlo con esa reiterada cita, como si su práctica durante la Ley y aún antes de ella alcanzara a legitimar su vigencia después de la misma. Sin pensarlo dos veces, no bien se toca el punto, muchos evangélicos espetan a boca de jarro la consabida frase, hasta escapando con tal confesión del hecho de estar omisos en ese punto. En realidad, hay miles de cosas que son bíblicas, en el sentido de que alguna vez existieron prácticas que pudieron no ser malas; o que siéndolo, Dios no las reprobara expresamente y las tolerara; o que fueran mandatos suyos para Israel y no para la iglesia de Cristo. Entre estos últimos tenemos el sábado (uno de los 10 Mandamientos), la circuncisión y el diezmo; entre los primeros los alimentos permitidos y los prohibidos; y en cuanto a lo segundo, la poligamia de los patriarcas y reyes piadosos como David y Salomón. Pero la lista sería interminable si fuésemos a consignar la variedad de casos. Para mejor ilustración veamos uno de los ejemplos más patéticos. En Números 25 tenemos el caso de un israelita que va con una mujer madianita, mientras el pueblo lloraba por la mortandad que afligía al campamento. Finees, nieto de Aarón, sigue a la pareja hasta su tienda y de un lanzazo los atravesó a ambos por el vientre. Y cesó la mortandad. El Salmo 106 dice que esto que hizo Finees, “le fue contado por justicia”. Ahora bien, el Nuevo Testamento nos instruye, en forma similar, que tampoco los cristianos debemos unirnos en yugo desigual con los incrédulos (2Co. 6:14). De ocurrir, como con lamentable frecuencia sucede, que un cristiano se case con una inconversa, ¿podrá tomar algún pastor aquel precedente para escabullirse en el hotel, y de un lanzazo atravesar a la pareja en su noche de bodas? Podrá excusarse ante el juez diciendo: -¡Es bíblico! Pero con ello solo conseguirá que recaiga sobre él todo el peso de la ley para darle la mayor sentencia posible.
A fin de exponer crudamente la falta de tino de quienes califican de “bíblico” lo que solamente lo es en su contexto histórico -pero no con un alcance normativo para los miembros de la iglesia de Cristo-, sirvan estos versos a tal propósito, donde la dogmática expresión es respondida a modo de sátira:
- “¡El diezmo es bíblico!”
- Más toda la ley;
y delito cívico
gravar a la grey.
-“¡El diezmo es bíblico!”
- Y el séptimo día;
con reposo físico
que nada se haría.
- “¡El diezmo es bíblico”!
- La circuncisión;
¿sostén levítico?
¡pequeña incisión!
- “¡El diezmo es bíblico!
- Y el comer lentejas;
si te vuelves tísico
¿para qué te quejas?
- “¡El diezmo es bíblico!”
- Y la poligamia;
no hay amor idílico
que excuse la infamia.
- “¡El diezmo es bíblico!
- Como el asna que habla;
mas no soy borrico
ni testa de tabla.
Ricardo.