Re: ESDRAS 7:11-28 ¿Decreto de la reconstrucción de Jerusalén?
Estimado gatomarco. Saludos cordiales.
Tú dices:
Imagínate que llevo más de 2 años leyendo las imbecilidades de Gabriel, al final da vergüenza ajena por las barbaridades que escribe, y ni se arruga. Uno de sus dicípulos es el tal Jairo, que se le ocurrió escribir que Daniel estaba orando en el año 465 a.C. cuando recibió posteriormente la visión de las 70 hebdómadas, sin fijarse que Daniel murió entre los años 536/530, su data de muerte no es exaca pero esas son las fechas probables que se conoce.
Saludos y bendiciones.
GATO
Respondo: Hay muchas cosas que pasas por alto, estimado gato, por eso ti confusión y amargura.
Vamos a hacer un recorrido desde Ciro, para que corrijas esos entuertos que no te permiten armar el rompecabezas, que siempre te ha fallado.
Nos ubicamos en su reinado ante el profeta Daniel.
Dios usó la manera en que Daniel fue librado del foso de los leones para crear una impresión favorable en el espíritu de Ciro el Grande. Las magníficas cualidades del varón de Dios como estadista previsor indujeron al gobernante persa a manifestarle gran respeto y a honrar su juicio. Y ahora, precisamente en el tiempo en que Dios había dicho que haría reedificar su templo de Jerusalén, movió a Ciro como agente suyo para que discerniera las profecías concernientes a él mismo, bien conocidas por Daniel, y le indujo a conceder su libertad al pueblo judío.
Cuando el rey vio las palabras que habían predicho, más de cien años antes que él naciera, la manera en que Babilonia sería tomada; cuando leyó el mensaje que le dirigía el Gobernante del universo: "Yo te ceñiré, aunque tú no me conociste; para que se sepa desde el nacimiento del sol, y desde donde se pone, que no hay más que yo;" cuando tuvo delante de los ojos la declaración del Dios eterno: "
Por amor de mi siervo Jacob, y de Israel mi escogido, te llamé por tu nombre; púsete sobrenombre, aunque no me conociste;" cuando leyó en el registro inspirado: "Yo lo desperté en justicia, y enderezaré todos sus caminos;
él edificará mi ciudad, y soltará mis cautivos, no por precio ni por dones" (Isa. 45: 5, 6, 4, 13), su corazón quedó profundamente conmovido
y resolvió cumplir la misión que Dios le había asignado. Dejaría ir libres a los cautivos judíos y les ayudaría a restaurar el templo de Jehová.
¿Ves aquí la orden de Dios de edificar la ciudad? (Isa. 45: 5, 6, 4, 13)
En una proclamación escrita que se publicó "por todo su reino," Ciro dio a conocer su deseo de proveer para el regreso de los hebreos y para la reedificación de su templo. El rey reconoció con agradecimiento en esa proclamación pública: "Jehová Dios de los cielos me ha dado todos los reinos de la tierra, y me ha mandado que le edifique casa en Jerusalem, que está en Judá. ¿Quién hay entre vosotros de todo su pueblo? Sea Dios con él, y suba a Jerusalem, . . . y edifique la casa a Jehová Dios deI srael, (él es el Dios,) la cual está en Jerusalem. Y a cualquiera que hubiere quedado de todos los lugares donde peregrinare, los hombres de su lugar le ayuden con plata, y oro, y hacienda, y con bestias; con dones voluntarios." (Esd. 1: 1-4.)
Indicó, además, acerca de la estructura del templo, "que fuese la casa edificada para lugar en que sacrifiquen sacrificios, y que sus paredes fuesen cubiertas; su altura de sesenta codos, y de sesenta codos su anchura; los órdenes, tres de piedra de mármol, y un orden de madera nueva; y que el gasto sea dado de la casa del rey. Y también los vasos de oro y de plata de la casa de Dios, que Nabucodonosor sacó del templo que estaba en Jerusalem y los pasó a Babilonia, sean devueltos y vayan al templo que está en Jerusalem." (Esd. 6: 3-5.)
Llegaron noticias de este decreto hasta las provincias más lejanas de los dominios del rey, y por doquiera hubo gran regocijo entre los hijos de la dispersión. Muchos,
como Daniel, habían estado estudiando las profecías, y habían estado rogando a Dios que interviniera en favor de Sión según lo había prometido. Y ahora sus oraciones recibían contestación; y con gozo en el corazón podían cantar unidos:
"Cuando Jehová hiciere tornar la cautividad de Sión,
seremos como los que sueñan.
Entonces nuestra boca se henchirá de risa,
y nuestra lengua de alabanza;
entonces dirán entre las gentes:
Grandes cosas ha hecho Jehová con éstos.
Grandes cosas ha hecho Jehová con nosotros;
estaremos alegres." (Sal. 126: 1-3.)
"Entonces se levantaron los cabezas de las familias de Judá y de Benjamín, y los sacerdotes y Levitas, todos aquellos cuyo espíritu despertó Dios." Tal fue el residuo de los buenos, a saber unas cincuenta mil personas de entre los judíos desterrados que resolvieron valerse de la admirable oportunidad que se les ofrecía para "subir a edificar la casa de Jehová, la cual está en Jerusalem." Sus amigos no les permitieron irse con las manos vacías, pues "todos los que estaban en sus alrededores confortaron las manos de ellos con vasos de plata y de oro, con hacienda y bestias, y con cosas preciosas." A estas y otras muchas ofrendas voluntarias, se añadieron "los vasos de la casa de Jehová, que Nabucodonosor había traspasado de Jerusalem. . . . Sacólos pues Ciro rey de Persia, por mano de Mitrídates tesorero, . . . cinco mil y cuatrocientos," para que se usasen en el templo que iba a ser reedificado. (Esd.1: 5-11.)
A un descendiente del rey David, llamado Zorobabel [conocido también como Sheshbazzar], confió Ciro la responsabilidad de actuar como gobernador de la compañía que volvía a Judea; y con él iba asociado Josué el sumo sacerdote. El largo viaje a través de los desiertos se realizó satisfactoriamente, y la feliz compañía, agradecida a Dios por sus muchas misericordias, emprendió en seguida la obra de restablecer lo que había sido derribado y destruido. "Los cabezas de los padres" dieron el ejemplo al ofrecer de su substancia para contribuir a los gastos de reedificar el templo; y el pueblo, siguiendo ese ejemplo, dio liberalmente de lo poco que tenía. (Esd. 2: 64-70.)
Con tanta celeridad como era posible, se erigió un altar donde había estado el antiguo altar en el atrio del templo.
Para los servicios relacionados con la edificación de ese altar, "juntóse el pueblo como un solo hombre;" y todos unidos restablecieron los servicios sagrados que se habían interrumpido cuando Jerusalén fue destruída por Nabucodonosor. Antes de separarse para alojarse en las casas que estaban tratando de reconstruir, "hicieron asimismo la solemnidad de las cabañas." (Esd. 3: 1-6.)
Mientras Satanás estaba procurando influir en las más altas potestades del reino de Medo - Persia para que mirasen con desagrado al pueblo de Dios, había ángeles que obraban en favor de los desterrados. Todo el cielo estaba interesado en la controversia. Por intermedio del profeta Daniel se nos permite vislumbrar algo de esta lucha poderosa entre las fuerzas del bien y las del mal. Durante tres semanas Gabriel luchó con las potestades de las tinieblas, procurando contrarrestar las influencias que obraban sobre el ánimo de Ciro; y antes que terminara la contienda, Cristo mismo acudió en auxilio de Gabriel. Este declara: "El príncipe del reino de Persia se puso contra mí veintiún días: y he aquí, Miguel, uno de los principales príncipes, vino para ayudarme, y yo quedé allí con los reyes de Persia." (Dan. 10: 13.)
Todo lo que podía hacer el cielo en favor del pueblo de Dios fue hecho. Se obtuvo finalmente la victoria; las fuerzas del enemigo fueron mantenidas en jaque mientras gobernaron Ciro y su hijo Cambises, quien reinó unos siete años y medio.