Re: ESCUDRINANDO EL LIBRO DEL APOCALIPSIS.
Estimado junior. Saludos cordiales.
"Y fue hecha una grande batalla en el cielo: Miguel y sus ángeles lidiaban contra el dragón; y lidiaba el dragón y sus ángeles, y no prevalecieron, ni su lugar fue más hallado en el cielo. Y fue lanzado fuera aquel gran dragón, la serpiente antigua, que se llama Diablo y Satanás, el cual engaña a todo el mundo; fue arrojado en tierra, y sus ángeles fueron arrojados con él. Y oí una grande voz en el cielo que decía: Ahora ha venido la salvación, y la virtud, y el reino de nuestro Dios, y el poder de su Cristo; porque el acusador de nuestros hermanos ha sido arrojado, el cual los acusaba delante de nuestro Dios día y noche. Y ellos le han vencido por la sangre del Cordero, y por la palabra de su testimonio; y no han amado sus vidas hasta la muerte. Por lo cual alegraos, cielos, y los que moráis en ellos. ¡ Ay de los moradores de la tierra y del mar! porque el diablo ha descendido a vosotros, teniendo grande ira, sabiendo que tiene poco tiempo." Apocalipsis 12:7-12.
Guerra en el cielo
Los primeros seis versículos de este capítulo, como se ha visto, nos llevan al fin de los 1.260 años en 1798, fecha que señaló el fin de la supremacía papal. En el vers. 7, es igualmente claro que se nos hace retroceder a siglos anteriores. ¿Hasta dónde? Al tiempo introducido en el comienzo del capítulo, es decir al momento del primer advenimiento, cuando con ingenio infernal Satanás, obrando por medio del poder de la Roma pagana, procuraba matar al Salvador de los hombres; y aun más atrás, al mismo comienzo de la gran controversia entre la verdad y la iniquidad, cuando en el cielo mismo Miguel (Cristo) y sus ángeles peleaban contra el dragón (Satanás) y sus ángeles.
No prevalecieron
Gracias a Dios porque en ese antiquísimo conflicto el engañador supremo fue derrotado. Como "Lucero, hijo de la mañana," con envidia y odio en su corazón, acaudilló presuntuosamente a una hueste de ángeles desafectos en una rebelión contra el gobierno de Dios. Pero la Escritura dice que "no prevalecieron," "fue arrojado en tierra, y sus ángeles fueron arrojados con él."
Siglos más tarde, cuando Cristo vino por primera vez a la tierra, "aquel gran dragón, la serpiente antigua, que se llama Diablo y Satanás," hizo un esfuerzo supremo bajo el disfraz del gran dragón bermejo, que representaba a Roma pagana, para destruir al Redentor del mundo. Satanás estaba aguardando la misión de Cristo en la tierra como su última oportunidad de tener éxito en la destrucción del plan de salvación. Se presentó a Cristo con tentaciones capciosas y con la esperanza de vencerle. Procuró de diversas maneras hacer dar muerte a Cristo durante su ministerio. Cuando hubo logrado ponerlo en la tumba, procuró con maligna alegría retenerlo en ella. Pero el Hijo de Dios salió triunfante de cada encuentro; y transmite esta misericordiosa promesa a sus fieles discípulos: "Al que venciere, yo le daré que se siente conmigo en mi trono; así como yo he vencido, y me he sentado con mi Padre en su trono." (Apocalipsis 3:21.) Esto nos demuestra que Jesús sostuvo una guerra mientras estaba en la tierra, y obtuvo la victoria. Satanás vió fracasar su último esfuerzo y su última maquinación. Se había jactado de que vencería al Hijo de Dios cuando viniera a cumplir su misión en este mundo, y así haría fracasar ignominiosamente el plan de salvación. Bien sabía que si se lo frustraba en su último esfuerzo desesperado de estorbar la obra de Dios, perdería su última esperanza y cuanto pudiese tener. De acuerdo con el vers. 8, no prevaleció, y por esto puede cantarse: "Por lo cual alegraos, cielos, y los que moráis en ellos."
Su lugar no fue mas hallado en el cielo
Satanás y los ángeles caídos habían sufrido una terrible derrota, que Cristo describe así: "Yo veía a Satanás, como un rayo, que caía del ciclo." (Lucas 10:18.) Y Pedro nos dice que a aquellos ángeles caídos Dios "con cadenas de obscuridad, los entregó para ser reservados al juicio." (2 Pedro 2:4.)
Para siempre pereció la esperanza que durante largo tiempo acarició, de vencer al Hijo del hombre cuando asumiese nuestra naturaleza. Su poder quedó limitado. No pudo ya aspirar a un encuentro personal con el Hijo de Dios, pues Cristo le había vencido. De entonces en adelante la iglesia (la mujer) es objeto de su malicia, y recurre a todos los medios nefandos que iban a caracterizar su ira contra ella.
Pero se oye cantar en el cielo: "Ahora ha venido la salvación." ¿Cómo es esto, si estas escenas pertenecen al pasado? ¿Habían venido ya la salvación, la fortaleza y el reino de Dios, y el poder de su Cristo? De ninguna manera; sino que este canto se entonaba con miras al futuro. Aquellas cosas estaban aseguradas. Había sido ganada por Cristo la gran victoria que decidía para siempre la cuestión de su establecimiento.
El profeta echa luego un rápido vistazo a la obra de Satanás desde su tiempo hasta el fin (vers. 11, 12), o sea el plazo durante el cual los fieles "hermanos" vencen por la sangre del Cordero y la palabra de su testimonio, mientras que la ira del enemigo se intensifica a medida que se va acortando el tiempo que le queda.
Fue Satanás quien indujo a Herodes a dar muerte al Salvador. Pero el agente principal que empleo el jefe de los rebeldes para guerrear contra Cristo y su pueblo durante los primeros siglos de la era cristiana fue el Imperio Romano, cuya religión dominante era el paganismo. De modo que, si bien el dragón representa primordialmente a Satanás, simboliza en un sentido secundario a la Roma pagana.
Estimado junior. Saludos cordiales.
"Y fue hecha una grande batalla en el cielo: Miguel y sus ángeles lidiaban contra el dragón; y lidiaba el dragón y sus ángeles, y no prevalecieron, ni su lugar fue más hallado en el cielo. Y fue lanzado fuera aquel gran dragón, la serpiente antigua, que se llama Diablo y Satanás, el cual engaña a todo el mundo; fue arrojado en tierra, y sus ángeles fueron arrojados con él. Y oí una grande voz en el cielo que decía: Ahora ha venido la salvación, y la virtud, y el reino de nuestro Dios, y el poder de su Cristo; porque el acusador de nuestros hermanos ha sido arrojado, el cual los acusaba delante de nuestro Dios día y noche. Y ellos le han vencido por la sangre del Cordero, y por la palabra de su testimonio; y no han amado sus vidas hasta la muerte. Por lo cual alegraos, cielos, y los que moráis en ellos. ¡ Ay de los moradores de la tierra y del mar! porque el diablo ha descendido a vosotros, teniendo grande ira, sabiendo que tiene poco tiempo." Apocalipsis 12:7-12.
Guerra en el cielo
Los primeros seis versículos de este capítulo, como se ha visto, nos llevan al fin de los 1.260 años en 1798, fecha que señaló el fin de la supremacía papal. En el vers. 7, es igualmente claro que se nos hace retroceder a siglos anteriores. ¿Hasta dónde? Al tiempo introducido en el comienzo del capítulo, es decir al momento del primer advenimiento, cuando con ingenio infernal Satanás, obrando por medio del poder de la Roma pagana, procuraba matar al Salvador de los hombres; y aun más atrás, al mismo comienzo de la gran controversia entre la verdad y la iniquidad, cuando en el cielo mismo Miguel (Cristo) y sus ángeles peleaban contra el dragón (Satanás) y sus ángeles.
No prevalecieron
Gracias a Dios porque en ese antiquísimo conflicto el engañador supremo fue derrotado. Como "Lucero, hijo de la mañana," con envidia y odio en su corazón, acaudilló presuntuosamente a una hueste de ángeles desafectos en una rebelión contra el gobierno de Dios. Pero la Escritura dice que "no prevalecieron," "fue arrojado en tierra, y sus ángeles fueron arrojados con él."
Siglos más tarde, cuando Cristo vino por primera vez a la tierra, "aquel gran dragón, la serpiente antigua, que se llama Diablo y Satanás," hizo un esfuerzo supremo bajo el disfraz del gran dragón bermejo, que representaba a Roma pagana, para destruir al Redentor del mundo. Satanás estaba aguardando la misión de Cristo en la tierra como su última oportunidad de tener éxito en la destrucción del plan de salvación. Se presentó a Cristo con tentaciones capciosas y con la esperanza de vencerle. Procuró de diversas maneras hacer dar muerte a Cristo durante su ministerio. Cuando hubo logrado ponerlo en la tumba, procuró con maligna alegría retenerlo en ella. Pero el Hijo de Dios salió triunfante de cada encuentro; y transmite esta misericordiosa promesa a sus fieles discípulos: "Al que venciere, yo le daré que se siente conmigo en mi trono; así como yo he vencido, y me he sentado con mi Padre en su trono." (Apocalipsis 3:21.) Esto nos demuestra que Jesús sostuvo una guerra mientras estaba en la tierra, y obtuvo la victoria. Satanás vió fracasar su último esfuerzo y su última maquinación. Se había jactado de que vencería al Hijo de Dios cuando viniera a cumplir su misión en este mundo, y así haría fracasar ignominiosamente el plan de salvación. Bien sabía que si se lo frustraba en su último esfuerzo desesperado de estorbar la obra de Dios, perdería su última esperanza y cuanto pudiese tener. De acuerdo con el vers. 8, no prevaleció, y por esto puede cantarse: "Por lo cual alegraos, cielos, y los que moráis en ellos."
Su lugar no fue mas hallado en el cielo
Satanás y los ángeles caídos habían sufrido una terrible derrota, que Cristo describe así: "Yo veía a Satanás, como un rayo, que caía del ciclo." (Lucas 10:18.) Y Pedro nos dice que a aquellos ángeles caídos Dios "con cadenas de obscuridad, los entregó para ser reservados al juicio." (2 Pedro 2:4.)
Para siempre pereció la esperanza que durante largo tiempo acarició, de vencer al Hijo del hombre cuando asumiese nuestra naturaleza. Su poder quedó limitado. No pudo ya aspirar a un encuentro personal con el Hijo de Dios, pues Cristo le había vencido. De entonces en adelante la iglesia (la mujer) es objeto de su malicia, y recurre a todos los medios nefandos que iban a caracterizar su ira contra ella.
Pero se oye cantar en el cielo: "Ahora ha venido la salvación." ¿Cómo es esto, si estas escenas pertenecen al pasado? ¿Habían venido ya la salvación, la fortaleza y el reino de Dios, y el poder de su Cristo? De ninguna manera; sino que este canto se entonaba con miras al futuro. Aquellas cosas estaban aseguradas. Había sido ganada por Cristo la gran victoria que decidía para siempre la cuestión de su establecimiento.
El profeta echa luego un rápido vistazo a la obra de Satanás desde su tiempo hasta el fin (vers. 11, 12), o sea el plazo durante el cual los fieles "hermanos" vencen por la sangre del Cordero y la palabra de su testimonio, mientras que la ira del enemigo se intensifica a medida que se va acortando el tiempo que le queda.
Fue Satanás quien indujo a Herodes a dar muerte al Salvador. Pero el agente principal que empleo el jefe de los rebeldes para guerrear contra Cristo y su pueblo durante los primeros siglos de la era cristiana fue el Imperio Romano, cuya religión dominante era el paganismo. De modo que, si bien el dragón representa primordialmente a Satanás, simboliza en un sentido secundario a la Roma pagana.