Me refiero a la siguiente publicación que no fue alterada por Eli Curtis ya que la misma no salió en el "day star":
(Dicho sea de paso, te reto a que compares esta versión con la que aparece en "primeros escritos" y subrayes todos los párrafos que no aparecen en "primeros escritos". Luego te reto a que me digas cuáles párrafos, según tú, fueron añadidos por Eli Curtis)
Nombre de la publicación: "Una Palabra Al Pequeño Rebaño"
Al Remanente Dispersado Lejos
Así como Dios me ha mostrado en santa visión, el viaje del pueblo del Advento hacia la Ciudad Santa, y la rica recompensa que le será dada a aquellos que esperaron la venida de su Señor de las bodas, puede ser mi deber darle un pequeño resumen de lo que Dios me ha revelado. Los queridos santos han pasado por muchas pruebas. Pero nuestras pequeñas aflicciones, que son apenas momentáneas, hicieron en nosotros un más excedente y eterno peso de gloria – porque no estuvimos mirando las cosas que se ven, porque las cosas que se ven son temporales, pero las cosas que no se ven son eternas. He tratado de traer un buen informe, y unas pocas uvas de la Canaán celestial, por las cuales podrían apedrearme, así como la congregación así como la congregación quiso apedrear a Caleb y a Josué debido a su informe, (Num. 14:10). Pero yo les digo, mis hermanos y hermanas en el Señor, es un buen país, y nosotros somos bien capaces de ir y poseerlo.
Mientras orábamos en el altar familiar, el Espíritu Santo vino sobre mí, y me vi subiendo y subiendo cada vez más alto, lejos del mundo en tinieblas. Me volví para mirar al pueblo del Advento en el mundo, pero no los pude encontrar – cuando una voz me dijo, "mira nuevamente, y mira un poco más alto". Entonces levanté mis ojos y vi un camino angosto y estrecho, (a) bien separado sobre el mundo. En este camino el pueblo del Advento estaban caminando hacia la Ciudad, la cual estaba en el extremo más lejano del camino. Ellos tenían una gran luz atrás de ellos en el comienzo del camino, la cual, me dijo un ángel, era el Clamor de Medianoche. (b) Esta luz brillaba a lo largo de todo el camino, y alumbraba sus pies de manera que no tropezaran. Y si ellos mantenían sus ojos fijos en Jesús, el cual estaba justamente delante de ellos, guiándolos a la Ciudad, entonces estaban seguros. Pero muy luego algunos se cxansaron, y dijeron que la Ciudad estaba muy lejos, y que habían esperado llegar (entrar) mucho antes. Entonces Jesús los animó levantando su glorioso brazo derecho, y de su brazo salió una luz gloriosa la cual osciló sobre el pueblo del Advento, y ellos gritaron ¡Aleluya! Otros precipitadamente negaron la luz que estaba atrás de ellos, y dijeron que no era Dios el que los había guiado tan lejos. La luz que estaba atrásde ellos los abandonó dejando sus pies en perfectas tinieblas, y ellos tropezaron y dejaron de mirar los hitos y perdieron de vista a Jesús, y cayeron del camino del camino hacia la oscuridad y al mundo impío de abajo. Les era tan imposible a ellos mantenerse en el camino nuevamente e ir hacia la Ciudad, como a todos los impíos a los cuales Dios había rechazado. Uno tras otro fueron cayendo a lo largo del camino, hasta que escuchamos la voz de Dios como muchas aguas, (c) la cual nos dio el día y la hora de la venida de Jesús. (d) Los santos vivos, 144.000 en número, conocieron y entendieron la voz, mientras que los impíos pensaron que fuese un trueno y un terremoto. (e) Cuando Dios dijo el tiempo, él derramó sobre nosotros el Espíritu Santo, y nuestros rostros comenzaron a iluminarse y a brillar con la gloria de Dios, así como sucedió con Moisés cuando descendió del Monte Sinaí. (f)
A esta altura los 144.000 estaban todos sellados y perfectamente unidos. En sus frentes estaba escrito, Dios, Nueva Jerusalén, y una gloriosa Estrella que contenía el nuevo nombre de Jesús. (g) Mientras nosotros estábamos alegres con nuestro santo estado, los impíos estaban enfurecidos, y querían colocar violentamente sus manos sobre nosotros para arrojarnos en prisión, cuando estrecharíamos nuestras manos en el nombre del Señor, y los impíos caerían indefensos al suelo. Entonces fue que la sinagoga de Satanás sabía que Dios nos había amado, los que podíamos lavarnos los pies unos a otros, y saludar a los santos hermanos con un ósculo santo, y ellos adoraron a nuestros pies. (h) Muy luego nuestros ojos se volvieron hacia el Este, porque una pequeña nube negra había aparecido como de la mitad de la palma de una mano de hombre, la cual todos sabíamos que era la señal del Hijo del hombre. (i) Todos en solemne silencio miramos hacia la nube a medida que se acercaba, más iluminada, y más brillante, gloriosa, y aun más gloriosa, hasta que se convirtió en una gran nube blanca. (j) La barte de abajo parecía como fuego, había un arco iris sobre ella, alrededor de la nube habían diez mil ángeles cantando el más amoroso canto. Y sobre ella estaba sentado el Hijo of hombre, (k) sobre su cabeza habían coronas, (l) su cabello era blanco y crespo y caía sobre sus hombros. (m) Sus pies tenían la apariencia de fuego,
en su mano derecha había una afilada hoz, (o) en su izqueirda una trompeta de plata. (p) Sus ojos eran como una llama de fuego, (q) los cuales buscaban a sus hijos por todas partes. Entonces todos los rostros palidecieron, y aquellos a quienes Dios había rechazado se ennegrecieron. Entonces todos gritamos, ¿quién será capaz de permanecer en pie? ¿Está mi ropa sin mancha? Entonces los ángeles cesaron de cantar, y hubo un tiempo de tremendo (espantoso, pavoroso, horrible) silencio, (r) cuandom Jesús habló. Aquellos que tenían manos limpias y corazón puro podrán per,manecer en pie, mi gracia es suficiente para ellos. A esta altura, nuestros rostros estaban iluminados y la alegría llenaba todos los corazones. Y los ángeles dieron una nota más alta y cantaron nuevamente mientras la nube se acercaba aun más a la tierra. Entonces sonó la trompeta de plata de Jesús, a medida que descendía en la nube, envuelta en llamas de fuego. (s) Él miró hacia las tumbas de los santos que dormían, entonces levantó sus ojos y sus manos al cielo y gritó, (t) ¡Despertad! ¡Despertad! ¡Despertad! Vosotros que dormís en el polvo y levantaos. Entonces hubo un tremendo terremoto. Se abrieron las tumbas, y los muertos salieron vestidos con la inmortalidad. Los 144.000 gritaron, ¡Aleluya! Cuando reconocieron a sus amigos que habían sido separados de ellos por la muerte, y en el mismo momento fuimos transformados y fuimos reunidos con ellos para encontrarnos con el Señor en el aire. (u) Todos entramos juntos en la nube, y estuvimos ascendiendo siete días hacia el mar de vidrio, cuando Jesús trajo las coronas y con su propia diestra las colocó sobre nuestras cabezas. (v) Él nos dio arpas de oro y palmas de victoria. (w) Aquí en el mar de vidrio los 144.000 estaban en pie en un cuadrado perfecto. Algunos de ellos tenían coronas muy brillantes, otros no tan brillantes. Algunas coronas parecían estar pesadas con estrellas, mientras que otras tenían pocas estrellas. Todos estaban perfectamente satisfechos con sus coronas. Y todos estaban vestidos con un glorioso y blanco manto desde sus hombros hasta los pies. (x) Los ángeles estabn todos a nuestro alrededor mientras marchábamos sobre el mar de vidrio hacia la puerta de la Ciudad. Jesús levantó su glorioso y poderoso brazo, se paró delante de la puerta y la abrió haciéndola girar sobre sus goznes de oro, y nos dijo, vosotros habéis lavado vuestras ropas en mi sangre, permaneciendo firmes por mi verdad, entrad.
Todos entramos marchando y sentimos que teníamos perfecto derecho para entrar en la Ciudad. Ahí vimos el árbol de la vida, y el trono de Dios. Fuera del trono salía un puro río de agua, y de cada lado del río estaba el árbol de la vida. (z) A un lado del río había un tronco de un árbol y un tronco en el otro lado del río, ambos de oro puro transparente.
Al principio pensé que eran dos árboles. Miré nuevamente y vi que estaban unidos en la parte más alta en un solo árbol. De tal manera que era el árbol de la vida, a cada lado del río de la vida; sus ramas se inclinaban hacia el lugar donde estábamos; y el fruto era glorioso, el cual parecía oro mezclado con plata. Todos caminamos debajo del árbol, y nos sentamos para ver la gloria del lugar, cuando los hermanos Fitch y Stockman, que habían predicado el evangelio del reino, y a quienes Dios los había hecho descansar en la tumba para salvarlos, vinieron hacia nosotros y nos preguntaron qué es lo que habíamos pasado mientras ellos habían estado durmiendo. Tratamos de recordar nuestras mayores pruebas, pero parecían tan pequeñas comparadas con el tan grandioso y eterno peso de gloria (aa) que nos rodeaba, que no pudimos decirles nada, (bb) y todos gritamos Aleluya, el cielo es muy barato, y tocamos nuestras gloriosas arpas e hicimos con que los arcos del cielo sonaran. Y mientras estábamos mirando las glorias del lugar nuestros ojos fueron atraidos hacia arriba a algo que parecía ser de plata. Le pregunté a Jesús que me dejase ver lo que había ahí dentro. En un momento estábamos volando hacia arriba y entramos; ahí vimos al buen padre Abraham, Isaac, Jacob, Noé, Daniel, y muchos como ellos. Y vi un velo con una pesada franja de plata y oro, con un borde en la parte inferior; era muy bonito. Le pregunté a Jesús qué es lo que había dentro del velo. Él lo levantó con su propio brazo derecho, y me ordenó que prestase atención. Vi allí una gloriosa arca, recubierta de puro oro, y tenía un glorioso borde, parecido a las coronas de Jesús; y en él habían dos ángeles brillantes – sus alas cubrían el arca mientras permanecían uno en cada extremo, con sus rostros el uno hacia el otro y mirando hacia abajo. (cc) En el arca, cerca de donde llegaban las alas de los ángeles, había un pote con Maná, de un tinte amarillo; y vi una vara, la cual me dijo Jesús que era de Aarón; yo la vi brotada, florida con fruto. (dd) Y vi dos varas largas de oro, de las cuales colgaban ramas de plata, y sobre las ramas habían muchas uvas gloriosas; un racimo era más que lo que un hombre aquí podría cargar. Y vi a Jesús levantarse y tomar Maná, almendras, uvas y granadas, y las llevó hacia la Ciudad, y las colocó sobre la mesa de la cena. Yo me levanté para ver cuánto estaba siendo llevado, y aun quedaba lo mismo; y nosotros gritamos Aleluya - Amén. Todos descendimos de este lugar hacia la Ciudad, y con Jesús a nuestra cabeza todos descendimos con la Ciudad hasta esta tierra, sobre una grande y poderosa montañaon, la cual no pudo soportar a Jesús, y se partió en dos, y se convirtió en una tremenda planicie. (ee) Entonces miramos hacia arriba y vimos la gran Ciudad, con doce fundamentos, doce puertas, tres a cada lado, y un ángel en cada puerta, todos diciendo, "la Ciudad, la gran Ciudad, está viniendo, está descendiendo de Dios, del cielo"; (ff) y vino y se instaló en el lugar donde estábamos. Entonces comenzamos a mirar las cosas gloriosas fuera de la Ciudad. Entonces vi las más gloriosas casas, que tenían la apariencia de plata, apoyadas por cuatro pilares, con perlas, las más gloriosas para ser admiradas, las cuales debían ser habitadas por los santos; (gg) dentro de ellas había un estante de oro; vi a muchos santos entrar en las casas, sacarse sus relucientes coronas y dejarlas en el estante, y entonces salir al campo alrededor de las casas para hacer algo con la tierra; (hh) no como lo hacemos aquí con la tierra; no, no. Una gloriosa luz resplandecía alrededor de sus cabezas, y ellos estaban continuamente alabando y ofreciendo oraciones a Dios.
Y vi otro campo lleno de todo tipo de flores, y a medida que las cogía, exclamaba, ellas nunca se marchitarán. Después vi un campo de alto pasto, muy glorioso para ser observado; era de un verde vivo, y poseía una reflejo de plata y oro, a medida que se ondeaba soberbiamente a la gloria del Rey Jesús. Entonces entramos en un campo lleno de todo tipo de bestias – el león, el Cordero, el leopardo y el lobo, todos juntos en perfecta armonía; (ii) pasamos en medio de ellos, y ellos nos siguieron pacíficamente. Entonces entramos en un bosque, no como los oscuros bosques que tenemos aquí, no, no; sino luminoso, y por sobre todo glorioso; las ramas de los árboles se mecían de un lado al otro, y todos dijimos, "habitaremos seguros en el desierto y dormiremos en estos bosques". (jj) Pasamos a través del bosque, porque estábamos a camino del Monte Sión. Mientras caminábamos, encontramos una compañía que también estaba admirando las glorias del lugar. Me percaté que tenían un borde rojo en sus vestimentas; sus coronas eran brillantes; sus ropas eran totalmente blancas. A medida que los saludábamos, le pregunté a Jesús quiénes eran. Él me dijo que eran mártires que habían muerto por Él. Con ellos había una innumerable compañía de pequeños; ellos también tenían un borde rojo en sus vestimentas. (kk) El Monte Sión estaba justamente delante de nosotros, y sobre el Monte había un glorioso templo, y alrededor de él habían otras siete montañas, sobre las cuales crecían rosas y lirios, (ll) y vi a los pequeños subir, o si lo preferían, usar sus pequeñas alas para volar hasta la cima de las montañas, y coger las flores que nunca se marchitarían. Había todo tipo de árboles alrededor del templo para embellecer el lugar; el boj, el pino, el abeto, la oliva, el mirto, la granada, y el higo se inclinaban con el peso de sus higos, los cuales hacían que todo el lugar luciese en forma gloriosa. (mm) Y cuando estábamos a punto de entrar en el santo templo, Jesús alzó su amorosa voz y dijo, solamente los 144.000 entran en este lugar, y nosotros dijimos Aleluya.
Bien, alabado sea el Señor, queridos hermanos y hermanas, es una reunión especial para aquellos que poseen el sello del Dios vivo. (nn) Este templo estaba soportado por siete pilares, todos de oro transparente, llenos de las más gloriosas perlas. Las cosas gloriosas que yo vi allí, no las puedo describir. Oh, si pudiese hablar en la lengua de Canaán, entonces les podría contar un poco de la gloria del mundo superior; pero, si usted es fiel, usted mismo lo podrá conocer. Allí vi las tablas de piedra en las cuales estaban grabados los nombres de los 144.000 en letras de oro; después de haber contemplado la gloria del templo, salimos. Entonces Jesús nos dejó, y fue a la Ciudad; muy luego, escuchamos su amorosa voz nuevamente, diciendo - "Venid pueblo mío, habéis salido de una gran tribulación, y habéis hecho mi voluntad; habéis sufrido por mi; venid a la cena, porque yo mismo me ataviaré y os serviré". (oo) Todos dijimos Aleluya, gloria, y entramos en la Ciudad.
Y vi una mesa de pura plata, que tenía muchos kilómetros de alrgo, y sin embargo nuestros ojos podían verla completamente. Y vi el fruto del árbol de la vida, el maná, almendras, higos, granadas, uvas, y muchas otras frutas. Todos nos sentamos a la mesa. Le pedí a Jesús que me dejara comer del fruto. Él dijo que ahora no. Aquellos que comen del fruto de este campo, no vuelven más a la tierra. Pero en muy poco tiempo, si son fieles, podréis comer el fruto del árebol de la vida, y beber del agua de la montaña; y él dijo, tú debes volver a la tierra nuevamente, a contarle a otros, lo que yo te he revelado. Entonces un ángel me conujo gentilmente de vuelta a este mundo oscuro. Algunas veces pienso que no puedo permanecer más aquí, las cosas de la tierra parecen tan deprimentes – me siento muy sola aquí, porque he visto una tierra mejor. Oh, si pudiese tener alas como una paloma, entonces volaría lejos, y descansaría.
a Mat. 7:14, b Mat. 25:6, c Eze. 43:2, Joel, 3:16, Apoc. 16:17, d Eze. 12:25, Mar. 13:32, e Juan 12:29, f Isa. 10:27, g Apoc. 8:12, h Apoc. 3:9, i Mat. 24:30, j Apoc. 14:14, k Luc. 21:27, l Apoc. 19:12, m Apoc. 1:14, n Apoc. 1:15, o Apoc. 14:14, p 1Tes. 4:16, q Apoc. 1:14, r Apoc. 8:1, s 2 Tes. 1:7-8, t Juan 5:25, u 1 Tes. 4:17, v 2 Esdras 2:43, w Apoc. 15:2, Apoc. 7:9, x Apoc. 7:9, y Isa. 26:2, z Apoc. 22:1-2, aa 2 Cor. 4:17, bb Isa. 65:17, cc Exo. 25:18-20, Heb. 9:3-5, dd Num. 17:8, ee Zac. 14:4, ff Apoc. 21:10-13, gg Isa. 65:21, hh Isa. 65:21, ii Isa. 11:6-9, jj Eze. 34:25, kk Jer. 31:15-17, Mat. 2:18, ll 2 Esdras 2:19, mm Isa. 60:13, Isa. 41:19, nn Apoc. 14:3, oo Luc. 12:37.
Topsham, Maine, 7 de Abril de 1847.