¿Es la Biblia fiel con la Palabra de Dios?

Cómo se formó la biblia...

Cómo se formó la biblia...

LA BIBLIA:

Hay muchos cristianos que creen que todos los libros de la Biblia fueron escogidos y aceptados por los Apóstoles desde el primer siglo, pero esto no es así. Veamos cómo empezó todo. Jesucristo les había dicho a los judíos:

"¡Ay de vosotros, intérpretes de la ley! porque habéis quitado la llave de la ciencia; vosotros mismos no entrasteis, y a los que entraban se lo impedisteis. Diciéndoles él estas cosas, los escribas y los fariseos comenzaron a estrecharle en gran manera, y a provocarle a que hablase de muchas cosas; acechándole, y procurando cazar alguna palabra de su boca para acusarle". (Lucas 11:52-54).

El pueblo judío, arrastrado por la codicia de las cosas de este mundo, no quería ir a la luz, que mandaba tener misericordia con los demás, y por este motivo intentaron apagar aquella luz matando a Jesucristo. Más tarde, no conformes aún con aquel crimen, aquellos judaizantes y sus descendientes se unieron a las comunidades cristianas, tomaron el poder de ellas e intentaron volver a imponer a los cristianos el Antiguo Testamento. Pero la predicación de Jesucristo y los Apóstoles aún era muy recordada por los cristianos y en los primeros siglos no consiguieron del todo sus propósitos.

Son muchos los motivos que empujan a los hombres codiciosos y a los judaizantes a imponernos de nuevo las tradiciones de hombres judaizantes del Antiguo Testamento. El Antiguo Testamento persigue mucho a los creyentes en cuanto a las formas de comer de beber, de guardar el sábado y de hacer en cuanto a los actos sexuales. Pero proclama muy poco que hay que repartir los bienes, que no se deben hacer guerras, que no se debe matar ni condenar a muerte a nadie..., Es más, en muchos casos justifica mandamientos de hombres que están contra la Ley de Dios ("No matarás"). Pues justifica las penas de muerte, las condenas, las guerras, y la ley del Talión (ojo por ojo, diente por diente).

En el siglo II parece ser que ya algunas comunidades cristianas estaban influenciadas por los judaizantes y sus leyes del Antiguo Testamento. El cristiano Marción, nacido en el siglo II, quiso romper con esta desviación e intentó recomponer de nuevo el verdadero mensaje de Jesucristo. Y para ello, hizo un canon de las Escrituras que pasaría a ser el primer canon de las Escrituras cristianas que se conoce. En ese canon Marción suprimió el Antiguo Testamento, y también algunas cartas de Pablo porque decía que no eran de Pablo. Los marcionitas se extendieron mucho sobre todo por las orillas de Mediterráneo. Pero fueron muy difamados por los "cristianos" judaizantes.

Marción. Al parecer, fue excomulgado de la iglesia por su propio padre (quien debió, por tanto, ser obispo). Luego se afilió a la comunidad cristiana de Roma, y también de allí lo expulsaron (probablemente en el 144 d.C). Consideró que el Dios de quien habla el Antiguo Testamento no es el Dios verdadero, por lo que rechazó todos los libros de la Biblia hebrea. Por aquel entonces no se había establecido en la iglesia ningún canon, y por eso puede afirmarse que fue Marción el primero que definió un canon de libros cristianos.

Según él, estaba constituido por el Evangelio de Lucas y por diez de las epístolas paulinas (todas menos las cartas pastorales; Hebreos no cuenta). Aun en esos libros que aceptó, Marción hizo recortes, pues consideraba que los judaizantes habían manipulado el texto y lo habían pervertido. La acción de Marción fue muy significativa, y a él se unieron muchas comunidades cristianas. Muchos escritores cristianos lo atacaron. Fue condenado en el 144 d.C. Pero su intento dio como resultado que muchos cristianos posteriores examinaran más profundamente lo que era palabra de Dios y lo que no lo era en los libros de las escrituras que se conservaron.

Eusebio de Cesarea (SIGLO III-IV): Eusebio de Cesarea nos presenta, en su Historia eclesiástica, una síntesis de la situación a principios del siglo cuarto, en cuanto al status de los libros sagrados dentro del cristianismo. Dice así Eusebio de Cesárea:

"En primer lugar hay que poner la tétrada santa de los Evangelios, a los que sigue el escrito de Hechos de los Apóstoles". Aquí vemos que en tiempos de Eusebio todavía el Evangelio era la primera señal de fe de los cristianos, y luego, en segundo lugar, los hechos de los Apóstoles. Los demás libros se pondrían en tercer o cuarto lugar. Las leyes del Antiguo Testamento ni las menciona en la lista de lugares. Esto es una señal que nos muestra que aún vivían aquellos cristianos el respeto a la decisión de los Apóstoles en el concilio de Jerusalén (que los cristianos no tenían que observar ya los preceptos judaizantes escritos en el Antiguo Testamento) (Hechos 15).

Los cristianos siempre tuvieron con mucho respeto la parte histórica y profética de los libros del Antiguo Testamento. Sin embargo, siempre tuvieron en el recuerdo que la parte que se refiere a las leyes eran libros imperfectos que no guardaban fidelidad a la verdadera Ley que Dios había dado desde el principio: "No Matarás".

Los Apóstoles y muchos cristianos fieles al Evangelio, en los primeros siglos intentaron tener como conducta social y económica solamente las palabras y ejemplos que les había enseñado Jesucristo. Pero seguir este camino requería desprenderse de toda codicia y de todo comportamiento injusto. También requería tener a los hermanos como iguales y no como esclavos. Por este motivo, muchos preferían el Antiguo Testamento.

Ya por el año 200 d.C. se ha aceptado la idea del canon y se ha compilado una buena parte de su contenido; sin embargo, no hay unidad de criterio en cuanto a la totalidad de los libros que lo componen. Este hecho se percibe muy bien por las dudas y variaciones que se presentan en las listas que se dan en diversas partes donde el cristianismo se había desarrollado. Pero lo que si se descubre por estos documentos es que los cinco libros de leyes del Antiguo Testamento no estan incluidos dentro de estas primeras biblias.

Taciano: Antes de finales del siglo II, Taciano—que había sido discípulo de Justino Mártir—escribe su Diatessaron (ca. 170 d.C.), que es una armonía de los cuatro evangelios. Este hecho muestra que, para esa fecha, ya se consideraba que los evangelios canónicos eran esos cuatro.

El Fragmento Muratori: De finales del siglo II o principios del III, es un manuscrito que contiene una lista de libros del Nuevo Testamento, escrita en latín, conocida como el Fragmento Muratori, por el nombre del anticuario y teólogo que descubrió el documento: Ludovico Antonio Muratori. En el Fragmento Muratori se mencionan, como libros aceptados, 22..., de los que componen nuestra versión del canon del Nuevo Testamento. Faltan los siguientes: Hebreos, Santiago, 1 y 2 de Pedro, 3 de Juan. Pero se añaden, como aceptados, otros dos libros: Apocalipsis de Pedro y Sabiduría de Salomón. Además, se da una lista de obras que fueron rechazadas por los primeros cristianos, por diversas razones.

Orígenes: Por su parte, el gran Orígenes (quien muere alrededor del año 254 d.C.), indica que son aceptados en las Biblias cristianas veintiún libros del actual canon de veintisiete; pero hay otros que él cita como «escritura», como la Didajé y la Carta de Bernabé. Luego menciona entre los textos acerca de cuya aceptación algunos dudan, los siguientes: Hebreos, Santiago, Judas, 2 de Pedro, 2 y 3 de Juan, además de otros libros (como la Predicación de Pedro o los Hechos de Pablo).

Por los escritos de Justino y de otros escritores cristianos de los siglos II y III, se sabe que los cinco libros de leyes (la Torá) no estaban en las biblias cristianas aún aceptados todo su contenido como palabra de Dios. Tampoco estaban aceptadas como inspiradas algunas cartas de Pablo por todos los cristianos, pues Tertuliano nos dice en sus comentarios que Basílides (año 130) y Marción (año 140) no aceptaban las cartas pastorales. Y según Jerónimo, de las pastorales Taciano (año 170), sólo aceptaba la carta a Tito. De todas formas tampoco Jesucristo nos dijo nada de las cartas de Pablo. Él sólo nos mandó predicar por todos los pueblos el Evangelio. Lo de incluir las cartas de Pablo en las biblias también fue decisión de los emperadores de Roma (S. IV)... Algunas partes de las cartas de Pablo son dulces y te acercan al Evangelio..., otras partes son amargas y te hacen observar preceptos del Antiguo Testamento que Jesucristo no mandó observar en el Evangelio.

JESUCRISTO NOS MANDÓ PREDICAR SOLAMENTE SU EVANGELIO POR TODOS LOS PUEBLOS:
Jesucristo nos mando predicar solo su Evangelio (Marcos 16, 15)... Pero, como El evangelio de Jesucristo no Justificaba las penas de muerte, ni las guerras, ni la esclavitud, ni el que unos tuvieran mucho y otros poco, no le venia bien a los poderosos de Roma, y entonces desde el siglo IV (Emperador Constantino y sus sucesores), confeccionaron las biblias a su gusto y las impusieron al mundo por la fuerza de las armas.

LOS EMPERADORES DE ROMA Y LA BIBLIA:

Fueron el emperador de Roma, Constantino, y sus sucesores, a partir del siglo IV, los que cambiaron el sistema de vida cristiano basado en el reparto de bienes y en la Ley de Misericordia predicada por Jesucristo. El Evangelio de Jesucristo, igual que a los judaizantes, tampoco les interesaba a los poderosos de Roma, pues estos tenían mucho poder y muchos esclavos, y también leyes para castigarlos de muerte cuando ellos querían. Nada de esto lo justificaba el Evangelio. Y así, en las últimas décadas del siglo IV, desde Roma se impuso una revisión general de libros.

En el concilio de Hipona en 393, bajo la autoridad de los emperadores de Roma, es donde se escogieron los libros de las biblias... Desde entonces los demás libros de las comunidades cristianas que no eran judaizantes, fueron siendo requisados y destruidos..., y fue desde ese tiempo cuando volvió a llamarse a todos los preceptos del antiguo testamento "palabra de Dios".

De esta forma El evangelio quedo ahogado y desplazado en las biblias entre un montón de libros judaizantes que no respetan la enseñanza piadosa de Jesucristo. Y este es el falso cristianismo que se ha vivido desde entonces. Pues las penas de muerte, las guerras, los genocidios, las torturas, la desigualdad y las diversas inquisiciones, siempre han estado a la orden del día en los pueblos llamados cristianos, todo por haber despreciado el amor que se le debe a Jesucristo y haberse querido justificar siempre en las leyes crueles e imperfectas del Antiguo Testamento.

El Evangelio no justifica el que se haga daño a alguien.

Todo este sistema de vida tan Judaizante y tan poco cristiano pasó a ser una gran abominación para muchos cristianos del siglo IV, que huyeron de las grandes ciudades del imperio y, haciéndose monjes, se asentaron en tierras de Egipto y en las Galias. En la decisión de estos cristianos se ven reflejadas las palabras de Jesucristo cuando nos dice:

"Por tanto, cuando veáis en el lugar santo la abominación desoladora de que habló el profeta Daniel (el que lee, entienda), entonces los que estén en Judea, huyan a los montes. El que esté en la azotea, no descienda para tomar algo de su casa; y el que esté en el campo, no vuelva atrás para tomar su capa " (Mateo 24:15-18).

La abominación desoladora es todo aquello que anula la autoridad del Evangelio, pues el Evangelio nos manda cumplir siempre con el perdón y la misericordia.

"Entonces os entregarán a los tormentos, y os matarán, y seréis aborrecidos de todos los pueblos a causa de mi nombre. Muchos tropezarán entonces, y se entregarán unos a otros, y unos a otros se aborrecerán. Y muchos falsos profetas se levantarán, y engañarán a muchos; y por haberse multiplicado la maldad, el amor de muchos se enfriará. Mas el que persevere hasta el fin, éste será salvo" (MATEO 24:9-13)
 
Saludos en Cristo

Para ser falso profeta solo hay que errar al blanco, aunque se tenga la mejor de las intenciones

Querido Juan los falsos profetas los hay desde antes de Cristo y los habra despues o porque crees que lo mataron?
Estas un poco confundido, o quien te esta dictando lo hace muy aprisa y ya no sabe lo que dice?

Mira estos dos parrafos tuyos y antes de seguir adelante, dime por cual de los dos te inclinas? Jesus hizo cambios SI o NO?

Jesucristo NO DA UNA LEY HOY(el Antiguo Testamento) PARA CAMBIARLA MAÑANA (el Evangelio), porque la Ley de Dios es inmutable y para siempre, como nos dicen los profetas.

HAS DE SABER QUE JESUCRISTO ABOLIO MUCHAS LEYES DEL ANTIGUO TESTAMENTO porque eran crueles e imperfectas.

Que no te contradices en estos dos parrafos?

Tu aparente espiritualidad al tomar la doctrina de Cristo y desechar a los que el envio, te hace tropezar con el vivo hablar de Jesus
<El que a vosotros oye, a mí me oye; y el que a vosotros desecha, a mí me desecha; y el que me desecha a mí, desecha al que me envió.>

Fue en tiempos de Jesús que los religiosos de aquel entonces desconocían al enviado de Dios y ellos solo oirian al Padre, asi hoy muchos apelan a Cristo y desconocen su Santo Espiritu.

La inquisición mato a miles de cristianos en el nombre de Dios, la historia se repite, nadamas que ahora al que quieren subir a la cruz es al Espiritu de Gracia en el nombre de Cristo, asi es la moderna inquisición.:bicho:

La paz de Dios
 
-----Sinceramente, no esperaba entrar al trapo de su provocación, pues no son otra cosa sus preguntas impertinentes, pero mire, aquí me tiene de nuevo. Debo de ser demasiado inocente comp para callarme cuando se me provoca.

¿Usted cree que le estoy provocando?
Creo que se equivoca de persona.

Empiezo a atisbar una carestía de honestidad.. y de amor por (¿cómo dijo usted?)... la objetividad.

¿carestía de honestidad? La palabra carestía significa el precio alto de las cosas. La carestía la provocan los precios altos. En este caso, no debería usted de atisbar en mí una "carestía de honstidad.. y de amor por la objetividad", sino que debería de tener por MUY SEGURA LA CARESTIA DE MI HONESTIDAD Y MI AMOR POR LA OBJETIVIDAD por la sencilla razón de que mi HONESTIDAD NO TIENE PRECIO. Mi amor por la objetividad no puedo valorarlo porque a veces doy paso a la subejetividad. Lo siento, pero los humanos tenemos la característica de ser subjetivos a menudo. Por eso pdía objetividad en las respuestas. ¿De acuerdo? ¿Lo entiende usted o le hago un croquis?

Carestía significa falta o escasez, y en segunda acepción lo que usted señala. Me refería a la primera acepción (tal y como aparece en mi diccionario).
Espero, por tanto, le quede claro el significado de lo expresado arriba.

Antes de morir, dijo, y está escrito (no hace falta espíritu para saber leer):
“Consumado es”.
Y a continuación:
“Padre, en tus manos encomiendo mi espíritu.”

Clarito está en sus 3 biblias... si no lo encuentra, me lo pregunta y se lo explico.

Pues no, no tan clarito. No dice eso. Me lo explique, por favor. Desde aquí se lo pregunto. Se lo pido, se lo ruego, se lo suplico, le animo a que me conteste

Es fácil. No se apure.

Usted agarre cada versículo de los 4 evangelios de sus 3 Biblias donde se citan las últimas palabras de Jesús.

Después de darle el vinagre, dijo, “Consumado es.”

Después, dando una gran voz, encomendó su espíritu al Padre.

Está ahí escrito y usted es incapaz de verlo... a eso me refiero con esa clase de “objetividad.” Existe la “objetividad” para creer cualquier cosa, excepto la Verdad. Existe la “objetividad” para acudir a cualquier sitio, excepto a la Vida.
Es una objetividad tan falta de objetividad que no sabe uno por donde agarrarla. Es una objetividad tan llena de prejuicios y de odio, que cae en el despropósito aún desde un comienzo. Con esa clase de objetividad nadie necesita de Objetividad.

Por favor, ¿podría usted definirme su concepto de la objetividad? Porque claro, si hablamos distintos lenguajes, no nos pondremos de acuerdo nunca. Ya reconoció usted en otras opiniones que se inventa palabras. Tal vez también se invente conceptos. Y claro, en esas condiciones no se puede mantener una charla por agradable que se pretenda que sea.

¿”Objetividad” dice usted?
¡”Objetividad” es Cristo!
¡Él es “Objetividad”!
¡Dios quiera que usted pueda ver esto!

Cuando lo haga, todos sus problemas con Él terminarán donde han empezado.

Pues mire usted, sus "objecciones", como usted dice, podrían ser contestadas en la medida en que no fueran ni impertinentes, ni tendenciosas ni sugerentes de respuesta. Plantéelas usted de manera educada y luego veremos lo que pasa. Además, tampoco tiene usted obligación de contestarme. Ta parece que me hace un favor contestándome.

Favor que me hace... me sobreestima usted...

Su primera ...¿"objección" dice usted? era

"¿Usted diría que un libro histórico es "inspirado"?

Pues mire: yo no digo nada. Por la sencilla razón de que yo he dicho que "Sé que está aceptado que la biblia es de inspiración divina. Toda la biblia. " Es decir: está aceptado POR OTROS, no por mí, que aún no la comprendo, solamente intento comprenderla. Tal vez con los años, si no me canso antes, y con la ayuda de una maravillosa enciclopedia, lo consiga algún día.

Mire, le hice una pregunta muy obvia que respondía a su pregunta de si toda la Biblia es “inspirada por Dios”. Si se hubiera parado un momento a pensar, se habría dado cuenta de que con la pregunta que le hice se incluia la obvia respuesta.

¿Un libro histórico es inspirado?

A lo cual usted contesta: “yo no digo nada”.

(Estupendo. Esa es la clase de objetividad que tanto me gusta. )

Pues la respuesta es no, pues un libro histórico relata hechos. Dice lo que pasó.
¿Para ser narrador de hechos tienes que estar inspirado?

Pues NO, sopena de ser un mentiroso compulsivo.

Si la narración de los hechos no incluyen comentarios de fe, sino que se mantienen en la mera narración (lo cual así debería ser con los historiadores), ¿me puede decir usted dónde hay lugar para la “inspiración”?

En cuanto a la historicidad de la biblia, eso es algo no solamente opinable, sino muy SUBJETIVO Y DISCUTIBLE.

Claro, pero ese no es el tema que le atañe a usted y a mí. Ese no es el fondo de la cuestión. La cuestión es si usted tiene en su corazón un resquicio por el que el amor de Dios pueda entrar. El problema que a usted y a mí nos atañe es si hay un pizca de amor por Dios en nosotros, para que ahí pueda Él soplar y hacer una Llama que no se extinga.

¿Sabe usted la diferencia entre OBJETIVIDAD y SUBJETIVIDAD? Pues eso. Depende de lo que quiera creer cada uno. ¿No le parece a usted.

Lo que a mí me parece es que lo subjetivo es lo que quiere creer cada uno, y lo objetivo es lo que realmente ES.

La Verdad es lo único objetivo de este mundo.

Ahora le resta a usted hallar esa Verdad. Cuando la halle, aférrese a Ella.

Saludos!!
 
el forista juan30 sigue SIN CONTESTAR MIS PREGUNTAS, y tan solo se ha dedicado a repetir una y otra vez los mismos párrafos.


Estas preguntas, están SIN CONTESTAR:



En el Antiguo Testamento se recogen algunos mandamientos de Dios, pero envueltos con muchos preceptos de hombres.

SIN CONTESTAR Maripaz contesta: ¿Por ejemplo? ¿cuales serían esos preceptos de hombres,cita completa por favor


Todo eso nos lo aclara Jesucristo en su Evangelio.


SIN CONTESTAR Maripaz contesta: Le agradecería las cítas correspondientes......


Por ese motivo Jesucristo abolió el Antiguo Testamento y nos dejó la parábola del trigo y la cizaña, avisándonos que en el Antiguo Testamento había mucha cizaña (preceptos de hombres).

SIN CONTESTAR Maripaz contesta: Jesucristo no abolió el Antiguo Testamento, eso debe usted probarlo.........

Con respecto a la parábola del trigo y la cizaña, Jesús nos dió su significado en Mateo 13:36-43

Entonces, despedida la gente, entró Jesús en la casa; y acercándose a él sus discípulos, le dijeron: Explícanos la parábola de la cizaña del campo. 37Respondiendo él, les dijo: El que siembra la buena semilla es el Hijo del Hombre. 38El campo es el mundo; la buena semilla son los hijos del reino, y la cizaña son los hijos del malo. 39El enemigo que la sembró es el diablo; la siega es el fin del siglo; y los segadores son los ángeles. 40De manera que como se arranca la cizaña, y se quema en el fuego, así será en el fin de este siglo. 41Enviará el Hijo del Hombre a sus ángeles, y recogerán de su reino a todos los que sirven de tropiezo, y a los que hacen iniquidad, 42y los echarán en el horno de fuego; allí será el lloro y el crujir de dientes. 43Entonces los justos resplandecerán como el sol en el reino de su Padre. El que tiene oídos para oír, oiga.


--------



Igualmente, las cartas de Pablo fueron muy discutidas en los primeros siglos, pues en ellas se encuentran varias cosas que contradicen las enseñanzas del Evangelio de Jesucristo.


SIN CONTESTAR Maripaz contesta: ¿ Nos podría citar cuáles ?


Muchos eruditos de la biblia, desde los primeros siglos pensaron que estas cartas habían sido manipuladas por los judaizantes, incluso algunos llegaron a pensar que algunas de estas cartas no eran de Pablo.


SIN CONTESTAR Maripaz contesta: ¿Quienes son esos eruditos? ¿Nos puede traer esas opiniones?

Estas cartas eran aceptadas por algunas comunidades cristianas con más o menos autoridad. Otras comunidades, al contrario, las rechazaban casi todas, como era el caso de los marcionitas y maniqueos, y algunas otras comunidades afines a ellos.

SIN CONTESTAR Maripaz contesta: Y díganos cuales son esas cartas y donde las rechazaban los maniqueos y los marcionitas....

Estas cartas no tuvieron autoridad como palabra de Dios en todas las comunidades cristianas conocidas entonces hasta el siglo IV. En el siglo IV (Concilio de Hipona, año 393) es cuando se escogió la lista de los libros de iban a ser aceptados para componer la biblia.


SIN CONTESTAR Maripaz contesta: ¿Así que la lista se escogió en el Concilio de Hipona? ¿EStá usted seguro de esa afirmación?



Desde entonces, las biblias se impusieron por la fuerza de las armas y los ejércitos de los emperadores de Roma, a todas las comunidades cristianas.


SIN CONTESTAR Maripaz contesta: ¿Asi que las biblias se impusieron por la fuerza? ¿no dice la historia que la iglesia católica prohibió su lectura a los fieles, y estaba escrita en latín? ¿no fueron masacrados muchos de los que fueron hallados con biblias en sus casas?


Desde entonces ya no se vivió el Evangelio ni el cristianismo de los primeros siglos. Lo que hemos vivido desde el siglo IV sólo ha sido una interpretación judaizante de los libros de la biblia.

SIN CONTESTAR Maripaz contesta: ¿interpretación "judaizante"? ¿en qué sentido?

Los cristianos que no quieran perderse en filosofías, teologías e interpretaciones de hombres, hoy más que nunca, tienen que rescatar el Evangelio de donde lo tienen ahogado muchas religiones, y, después de examinarlo muy profundamente, intentar vivirlo desde los propios consejos de Jesucristo.

SIN CONTESTAR Maripaz contesta: ¿y dónde está ese "evangelio" si según usted no nos han llegado los libros correctos?

Todos los que interpretan el Evangelio desde las cartas de Pablo (paulinistas) al final siguen interpretaciones de hombres que a veces no coinciden con el mensaje perfecto de Jesucristo...

SIN CONTESTAR Maripaz contesta: ¿Nos podría poner varios ejemplos para clarificarnos sus afirmaciones?



..pues en la cartas de Pablo siempre se descubren dos "pablos": el hombre enamorado del Evangelio, y que como Ley sólo tiene las enseñanzas de Jesucristo..., y en contraposición, el otro "pablo", el hombre legalista y judaizante que nos advierte que siempre tengamos como ley y "maestro" todas las leyes del Antiguo Testamento.


SIN CONTESTAR Maripaz contesta: Me encantaría que nos aportara cítas que justifiquen lo que afirma, y sobre todo, que nos explique, con más calma, si Pablo era judaizante....¿cómo fue que escribió una carta como Gálatas? ¿la ha leído usted?

 
el forista juan30 sigue SIN CONTESTAR MIS PREGUNTAS, y tan solo se ha dedicado a repetir una y otra vez los mismos párrafos.


Estas preguntas, están SIN CONTESTAR:



En el Antiguo Testamento se recogen algunos mandamientos de Dios, pero envueltos con muchos preceptos de hombres.

SIN CONTESTAR Maripaz contesta: ¿Por ejemplo? ¿cuales serían esos preceptos de hombres,cita completa por favor


Todo eso nos lo aclara Jesucristo en su Evangelio.


SIN CONTESTAR Maripaz contesta: Le agradecería las cítas correspondientes......


Por ese motivo Jesucristo abolió el Antiguo Testamento y nos dejó la parábola del trigo y la cizaña, avisándonos que en el Antiguo Testamento había mucha cizaña (preceptos de hombres).

SIN CONTESTAR Maripaz contesta: Jesucristo no abolió el Antiguo Testamento, eso debe usted probarlo.........

Con respecto a la parábola del trigo y la cizaña, Jesús nos dió su significado en Mateo 13:36-43

Entonces, despedida la gente, entró Jesús en la casa; y acercándose a él sus discípulos, le dijeron: Explícanos la parábola de la cizaña del campo. 37Respondiendo él, les dijo: El que siembra la buena semilla es el Hijo del Hombre. 38El campo es el mundo; la buena semilla son los hijos del reino, y la cizaña son los hijos del malo. 39El enemigo que la sembró es el diablo; la siega es el fin del siglo; y los segadores son los ángeles. 40De manera que como se arranca la cizaña, y se quema en el fuego, así será en el fin de este siglo. 41Enviará el Hijo del Hombre a sus ángeles, y recogerán de su reino a todos los que sirven de tropiezo, y a los que hacen iniquidad, 42y los echarán en el horno de fuego; allí será el lloro y el crujir de dientes. 43Entonces los justos resplandecerán como el sol en el reino de su Padre. El que tiene oídos para oír, oiga.


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Igualmente, las cartas de Pablo fueron muy discutidas en los primeros siglos, pues en ellas se encuentran varias cosas que contradicen las enseñanzas del Evangelio de Jesucristo.


SIN CONTESTAR Maripaz contesta: ¿ Nos podría citar cuáles ?


Muchos eruditos de la biblia, desde los primeros siglos pensaron que estas cartas habían sido manipuladas por los judaizantes, incluso algunos llegaron a pensar que algunas de estas cartas no eran de Pablo.


SIN CONTESTAR Maripaz contesta: ¿Quienes son esos eruditos? ¿Nos puede traer esas opiniones?

Estas cartas eran aceptadas por algunas comunidades cristianas con más o menos autoridad. Otras comunidades, al contrario, las rechazaban casi todas, como era el caso de los marcionitas y maniqueos, y algunas otras comunidades afines a ellos.

SIN CONTESTAR Maripaz contesta: Y díganos cuales son esas cartas y donde las rechazaban los maniqueos y los marcionitas....

Estas cartas no tuvieron autoridad como palabra de Dios en todas las comunidades cristianas conocidas entonces hasta el siglo IV. En el siglo IV (Concilio de Hipona, año 393) es cuando se escogió la lista de los libros de iban a ser aceptados para componer la biblia.


SIN CONTESTAR Maripaz contesta: ¿Así que la lista se escogió en el Concilio de Hipona? ¿EStá usted seguro de esa afirmación?



Desde entonces, las biblias se impusieron por la fuerza de las armas y los ejércitos de los emperadores de Roma, a todas las comunidades cristianas.


SIN CONTESTAR Maripaz contesta: ¿Asi que las biblias se impusieron por la fuerza? ¿no dice la historia que la iglesia católica prohibió su lectura a los fieles, y estaba escrita en latín? ¿no fueron masacrados muchos de los que fueron hallados con biblias en sus casas?


Desde entonces ya no se vivió el Evangelio ni el cristianismo de los primeros siglos. Lo que hemos vivido desde el siglo IV sólo ha sido una interpretación judaizante de los libros de la biblia.

SIN CONTESTAR Maripaz contesta: ¿interpretación "judaizante"? ¿en qué sentido?

Los cristianos que no quieran perderse en filosofías, teologías e interpretaciones de hombres, hoy más que nunca, tienen que rescatar el Evangelio de donde lo tienen ahogado muchas religiones, y, después de examinarlo muy profundamente, intentar vivirlo desde los propios consejos de Jesucristo.

SIN CONTESTAR Maripaz contesta: ¿y dónde está ese "evangelio" si según usted no nos han llegado los libros correctos?

Todos los que interpretan el Evangelio desde las cartas de Pablo (paulinistas) al final siguen interpretaciones de hombres que a veces no coinciden con el mensaje perfecto de Jesucristo...

SIN CONTESTAR Maripaz contesta: ¿Nos podría poner varios ejemplos para clarificarnos sus afirmaciones?



..pues en la cartas de Pablo siempre se descubren dos "pablos": el hombre enamorado del Evangelio, y que como Ley sólo tiene las enseñanzas de Jesucristo..., y en contraposición, el otro "pablo", el hombre legalista y judaizante que nos advierte que siempre tengamos como ley y "maestro" todas las leyes del Antiguo Testamento.


SIN CONTESTAR Maripaz contesta: Me encantaría que nos aportara cítas que justifiquen lo que afirma, y sobre todo, que nos explique, con más calma, si Pablo era judaizante....¿cómo fue que escribió una carta como Gálatas? ¿la ha leído usted?

 
MARCIÓN

Nació en Sinope, hijo de un obispo. Viajó a Roma, hacia el 140, y fue excomulgado. Creó una Iglesia jerarquizada, cuya liturgia era muy similar a la romana y cuya existencia se prolongó hasta la Edad Media. Según Ireneo, Marción vilipendiaba al Dios del Antiguo Testamento como dios perverso e inferior, prefiriendo a Cristo, que procede del Padre. Admitía sólo como canónicos el Evangelio de Lucas y algunas cartas de Pablo, si bien en una versión mutilada. Algunos especialistas (A. von Hamack, C. Vida], etc.) no lo han considerado plenamente gnóstico. [954]


Enciclopedia de las religiones. Cesar Vidal. Ed Planeta
 
Para Juan30

Para Juan30

Señor Juan30, mucho, mucho, mucho agradezco sus palabras.

Yo bien veo lo que intuía: por mucho que duela a quien le duela, la biblia tiene interpolaciones e interpretaciones diversas que la transforman y la hacen decir incongruencias y contradicciones, mal que le pese a más de uno y a más de dos reconocerlo. Desde el momento en que varios hombres meten la mano en algo, cada uno quiere hacerlo a su manera; se ajustan al proyecto inicial pero cada uno trabaja a su modo de forma que al final de la obra se nota lo que cada uno ha aportado. Cuando se mira minuciosamente un edificio que ha tardado cerca de 100 años en ser edificado, como puede ser una catedral europea, se observa muchas veces que comienza en estilo románico y acaba en gótico. Todo es un edificio admirable, pero el arco de medio punto y la ojiva se contraponen.

Después vienen los que se burlan y dicen que uno no sabe de lo que habla (ellos puede que sí lo sepan, pero se callan y se guardan su pretendida sabiduría para sí mismos); otros vienen con falacias, ajustando la respuesta de tal manera que desvirtúan la pregunta (si el cielo está estrellado en un fondo negro, el reloj marca las 12 de la noche, no podemos decir que el sol brilla y son las 11 de la mañana); otros vienen diciendo más o menos que las reglas del juego están dadas y que hay que pasar por ellas o no jugar. Por último vienen los peritos, los expertos autodidactas que tienen maravillosas enciclopedias con todos los argumentos ya pensados por otros, pero que sus palabras no son suyas, sino adoptadas de otras bocas.


Mire, yo sé poco de esto, pero he leído lo suficiente como para saber que los rollos del mar Muerto y los de QmRam están escritos sin signos ortográficos, es decir, sin puntos ni comas. Esto puede dar lugar a interpretaciones. No es lo mismo decir: "considerando que no, debe de ser condenado a muerte" que decir: "considerando que no debe de ser condenado a muerte" La diferencia por culpa de la coma es la vida.

Pero no me refiero a interpretaciones erroneas, no, sino que me refiero a incongruencias y a contradicciones.

Por ejemplo: matar es matar. Cuando alguien mata a alguien inmediatamente se convierte en un homicida. El homicida puede hallar circunstancias atenuantes, agravantes y eximentes. Si se dan las eximentes, el crimen no es tal y el homicida no es homicida. Si se dan atenuantes, la pena es menos grave. Las agravantes solamente pueden hacer calificar al homicidio como asesinato: la alevosía, la nocturnidad, el abuso de fuerza, el precio o recompensa... Pero la víctima sigue muerta. O sea, alguien ha matado y existe la ley de Dios que dice NO MATARAS, y la ley de derecho natural que dice "vida que no has de dar es vida que no has de quitar"

Entonces, veo cada vez más claro que lo que para mí son contradicciones e incongruencias son solamente las meteduras de pata de los que han intervenido en la transcripción de la biblia.

Creo que si se acepta de este modo se puede decir que realmente existen y que son aparentes porque en cada época era uno diferente el que escribía. Ya sé que no parece un razonamiento al estilo de los grandes teólogos que por aquí pululan, pero en roman paladino esto es lo que hay.

En fin, espero una avalancha de críticas por estas palabras. Ya veremos como salgo de ellas.
 
MARCIÓN RESUCITA


Aunque"¿Hay algo de que se puede decir: He aquí esto es nuevo? Ya fue en los siglos que nos han precedido." (Eclesiastés 1:10)

Uno de los personajes más conspicuos de los primeros siglos de la era cristiana fue Marción. Vivió en el siglo II y se convirtió en un formidable enemigo de la fe, al punto que algunas de las mejores plumas de los siglos II y III, como Justino, Ireneo o Tertuliano, hubieron de emplearse a fondo para combatir sus enseñanzas. Se cuenta que encontrándose un día con Policarpo (que había conocido al apóstol Juan en persona), le preguntó: "¿Me reconoces?", a lo que Policarpo respondió: "Si, te reconozco como el primogénito de Satanás."

Es muy difícil clasificar a Marción; algunos han intentado catalogarle entre los gnósticos, pero eso no le hace justicia, pues nunca encontraremos en él, por ejemplo, las especulaciones y fantasías sobre las interminables emanaciones que dentro de la Deidad imaginaban los gnósticos. Además, y a diferencia de éstos, Marción se preocupó de dotar a su movimiento con una estructura organizada, no simplemente un cuerpo amorfo o espontáneo, sino jerárquicamente constituido, lo que venía a significar una iglesia alternativa; de hecho, su movimiento no desapareció con su muerte sino que le sobrevivió por varios siglos.

Pero ¿cuál era el problema de Marción? ¿qué es lo que lo hacía tan peligroso?. Básicamente una sola cosa: su insistencia en separar el Antiguo y el Nuevo Testamento. Para él, el Antiguo Testamento era indigno de ser considerado Palabra de Dios. Según Ireneo, "Marción del Ponto... ha promovido la más atrevida blasfemia contra el que la ley y los profetas proclaman como Dios, diciendo que es el autor de los males, que se deleita en guerras, que su propósito es inestable y que se contradice a sí mismo..." (Ireneo, Contra herejes 1:27,2). Por lo tanto, el Antiguo Testamento no formaba parte del canon de Marción. Por supuesto, su simpatía se volcaba hacia el Nuevo Testamento, en el que veía una antítesis del Antiguo; pero como no todo en el Nuevo Testamento concordaba con sus ideas preconcebidas, se vio en la necesidad de mutilar ciertas partes del Nuevo Testamento también, como la carta a los Hebreos y las pastorales de Pablo, de manera que Marción terminó por hacerse su propia "Biblia", la que se ajustaba a su predilección personal. Al final, Marción terminó condenado como hereje y por la descarada manipulación que hizo de la Sagrada Escritura, dio pie a que la Iglesia de aquel tiempo profundizara en la fijación del canon y definiera las regula fidei, o reglas de fe -lo que posteriormente se llamarían credos- en los que, en forma escueta, se postulan las grandes verdades de la fe cristiana.

La unidad del Antiguo y el Nuevo Testamento fue magistralmente definida por Agustín de Hipona al decir que "el Antiguo Testamento está patente en el Nuevo y el Nuevo está latente en el Antiguo", eliminando así la oposición entre ambos que Marción pretendía hacer y dando a cada uno su peculiaridad característica: en el Antiguo está la semilla que eclosiona en el Nuevo, de tal manera que la manipulación o destrucción del Antiguo Testamento lleva, inevitablemente, a la manipulación o destrucción del Nuevo. No se pueden separar ambos; la suerte del uno es la suerte del otro. Y esto es así, porque existe entre ellos un hilo conductor que los recorre y que forma su espina dorsal.

Pues bien, hay motivos más que sobrados para pensar que Marción está entre nosotros de nuevo, con la única diferencia de que lo que el Marción del siglo II hizo de jure, el Marción del siglo XXI lo hace de facto. Es decir, hoy el Antiguo Testamento está bajo sospecha: su teología, su enseñanza, sus principios... Para empezar, apenas si se lee, mucho menos se medita y poco se predica sobre él. Y es que la actual idea de que Dios es exclusivamente amor se ha apoderado de tal forma de nuestras mentes, que resulta insostenible soportar pasajes y libros enteros del Antiguo Testamento, y del Nuevo, y reconciliarlos con esa idea. Atributos como la justicia o la ira de Dios son inimaginables para muchos, cosas desagradables que nada tienen que ver con la realidad. Pero entonces ¿qué hacer con esas partes de la Biblia?. Solamente caben dos opciones: o me pliego a lo que la Biblia dice y reajusto mis ideas para que concuerden con ella u obligo a la Biblia a decir lo que yo quiero que diga para que concuerde conmigo. En definitiva, la disyuntiva es si yo me sujeto a Dios o pretendo que Dios se someta a mí.

No es extraño que la idea de la condenación eterna, por ejemplo, sea rechazada cada vez por más teólogos pues, ¿quién quiere lidiar con ese tipo de realidad?. Ese "Dios", que a fuerza de ser solamente amor, se convierte fácilmente en algo empalagoso, desde luego nada tiene que ver con eso. Pero el problema es que ese "Dios" es producto de nuestra invención y preferencia.

Marción fabricó su propia "Biblia" y con ello también su propio "Dios", comprometiendo gravemente la integridad del mensaje cristiano; hoy día es preciso estar alerta ante el mismo peligro que cada vez adquiere más extensión y auge. Que Dios nos ayude a contender "ardientemente por la fe que ha sido una vez dada a los santos." (Judas 1:3).


Wenceslao Calvo es conferenciante y pastor en una iglesia de Madrid



© W. Calvo
© I+CP, 2001, Madrid
 
El Canon del Nuevo Testamento

por Plutarco Bonilla Acosta
Descubre La Biblia, (Miami, FL USA: Sociedades Bíblicas Unidas) 1998


Introducción

La Biblia es el libro sagrado del cristianismo

De las páginas de ese Libro han bebido los creyentes a lo largo de los siglos. Alabada por los cristianos y despreciada por sus detractores; traducida a muchas lenguas y prohibida su lectura por peligrosa; impresa por millones de ejemplares y distribuida por organismos como Sociedades Bíblicas Unidas, y perseguida, a veces con saña, por personas y regímenes que han visto en ella un formidable enemigo digno de ser atacado; estudiada con sacrificio y ahínco por millones de discípulos de Jesucristo y de adoradores del Dios altísimo, y abandonada en un polvoriento rincón de la casa o del despacho por muchos que se llaman a sí mismos cristianos, la Biblia ha capeado todas las tempestades. Y cada día es mayor el número de quienes ansían descubrir en sus páginas el mensaje de esperanza que no han podido encontrar en teorías ni en ideologías, en ciencias ni en instituciones religiosas, en el activismo político ni en la entrega apasionada al activismo hedonista que tanto caracteriza a este mundo en desesperación.

Religión y texto sagrado

El sentimiento religioso es una experiencia de carácter prácticamente universal. Ya lo señaló un pensador antiguo: puede uno recorrer los pueblos del mundo y se encontrará con que muchos de ellos no han construido teatros ni coliseos; otros no han desarrollado las artes o algunas de ellas; aun en otros faltan instituciones que ya existían en pueblos que les eran contemporáneos. Sin embargo—decía el filósofo e historiador Plutarco, del siglo II de la era cristiana—, que no se conocían pueblos en los que no existiera alguna forma de expresión del sentimiento religioso, por muy primitivos que tanto este como aquella pudieran ser.

Como parte de esa expresión—y de manera muy particular en las religiones que lograron alcanzar un determinado grado de desarrollo—aparecen también los libros sagrados: el conjunto de aquellos textos que una determinada comunidad religiosa considera que son de particular interés y valor para ella, y, como consecuencia, poseedores de una autoridad tal que ningún otro texto comparte. Por eso existen los Vedas y El libro de los muertos, El Corán, El libro de Mormón y los libros de Russell. Las diferentes comunidades religiosas interpretan de diversa manera el origen y el significado de su propio conjunto de libros sagrados.

En el cristianismo no podía ser de otra manera. Por una parte, hereda del judaísmo una colección de libros sagrados—la Biblia hebrea—que, con el tiempo, pasó a denominar con la expresión «Antiguo Testamento». Y, por otra, su propia experiencia y desarrollo le hace producir una serie de textos que también se van incorporando al conjunto de libros tenidos como de especial valor y autoridad.


La historia del texto, la transmisión del texto
y la formación del canon


¿Cómo se formó el canon del Nuevo Testamento?.

Es obvio que no se trata de que a alguien se le hubiera ocurrido reunir en un solo volumen un cierto conjunto de obras—muy dispares, por cierto, en cuanto a extensión y contenido—y hubiera proclamado, porque así le pareció bien, que esos libros eran sagrados.

Tampoco se trata de que Dios le haya soplado a alguien en el oído y le haya dictado, libro por libro, la lista completa de los que habrían de componer el Nuevo Testamento.

El proceso fue muy distinto. Mucho más complejo, mucho más rico y mucho más interesante. Y no exento de dificultades.

En primer lugar, hay una estrechísima vinculación entre la formación del canon y la formación del texto. Ambos desarrollos no pueden identificarse, pero tampoco pueden separarse sin hacer violencia a uno de los dos.

Como es de sobra conocido, los escritos del Nuevo Testamento son escritos ocasionales. Con ello queremos decir que hubo una «ocasión» (o unas «ocasiones») que, de hecho provocaron su formación. O, dicho de otra manera: Esos textos no aparecen simplemente porque sus autores un día se levantaron con ganas de escribir y luego tuvieron la brillante idea de que sería «bonito» poner por escrito lo que les había venido a la mente. Al contrario. No es extraño el caso de un determinado autor bíblico que escriba angustiosamente, y que habría preferido no tener que escribir lo que estaba escribiendo. Eso es, en efecto, lo que a veces le pasaba a Pablo apóstol. Oigámoslo cuando escribe estas palabras: «Porque por la mucha tribulación y angustia de corazón os escribí con muchas lágrimas, no para que fueseis contristados… Porque aunque os contristé con la carta, no me pesa, aunque entonces lo lamenté…» (2 Co 2.4; 7.8a).

Fueron muy diversas las «ocasiones» o circunstancias que movieron a los diferentes autores del Nuevo Testamento a poner en papiro (que era el papel de la época) sus pensamientos, exhortaciones, esperanzas, oraciones, etc. El material que se incluye en esa obra global es variado: hay predicaciones (u homilías), cuentos que Jesús contaba (eso son las parábolas, y Jesús era un consumado e inigualable narrador), relatos de acontecimientos, oraciones, exhortaciones, visiones proféticas y apocalípticas, escritos polémicos, cartas personales, secciones poéticas… En cada caso, fue el problema o situación particular que el autor quería enfrentar y las características propias de sus lectores lo que determinó la naturaleza de cada escrito.

Por supuesto, mucho de lo anterior también se encuentra en la Biblia hebrea y, de alguna manera, ella sirvió de modelo para los escritores neotestamentarios. A ese modelo ellos agregaron su propia creatividad y ciertos detalles que eran característicos de la época en la que se forma el Nuevo Testamento. Hay, sin embargo, en el desarrollo de la comunidad cristiana de los primeros tiempos y en su producción literaria, una diferencia fundamental respecto de los escritos heredados del judaísmo. Veamos:

• Cuando Pablo, Pedro, Juan o Judas, pongamos por caso, se sientan a escribir, ya sea por propia mano o, como solía hacer Pablo, por la interpósita mano de un secretario, lo que querían hacer era responder a la situación específica que se les había presentado: pleitos entre hermanos, inmoralidad en la congregación, penetración en la comunidad cristiana de ideas extrañas que negaban tanto la eficacia de la obra de Jesucristo como la eficacia de la fe, gozo por la fidelidad de los hermanos y por la expresión de su amor, necesidad de recibir aliento en momentos de dificultad y prueba… o lo que fuera. Y esas autoridades de la iglesia escriben, habiendo buscado la dirección de Dios, en su calidad de tales: apóstoles, obispos (en el sentido neotestamentario), pastores y dirigentes de la comunidad cristiana en la diáspora.

• Cuando ellos escribían, ni siquiera soñaban que aquello que producían tenía, o llegaría a tener, la autoridad de los escritos sagrados que leían en la sinagoga y en las primeras congregaciones de cristianos. Puede decirse que en el Nuevo Testamento, quizás con la excepción del Apocalipsis—por su naturaleza particular—, no hay indicios de que sus autores creyeran que lo que estaban escribiendo iba a ser parte de «La Escritura». Pero, por proceder esos escritos de quienes procedían, por la autoridad que representaban sus autores y por considerar que, de alguna manera, eran testimonio de primera mano y fidedigno de «las cosas que entre nosotros han sido ciertísimas» (Lc 1.1), los grupos cristianos no sólo guardaron y releyeron los textos que directamente ellos habían recibido sino que, además, comenzaron a producir muchas copias y a distribuirlas entre otras tantas comunidades hermanas. Poco a poco, los cristianos fueron reconociéndoles a esos textos autoridad privilegiada para la vida de la Iglesia y, con ello, reconocieron la inspiración divina en su producción y elaboraron, en fecha posterior, la doctrina correspondiente.

Nos hemos referido hasta ahora a libros del Nuevo Testamento que se escribieron, en su mayoría, «de corrido». La situación se torna más compleja cuando tratamos de textos como los de los evangelios, cuya composición siguió otro camino.

En efecto, a Jesús no lo seguían estenógrafos que iban tomando notas de todo lo que él hacía y enseñaba, y que luego «se sentaron a escribir un libro».


De la palabra hablada a los textos escritos

La primera etapa de la transmisión del material que se incluye en los cuatro evangelios corresponde a la «tradición oral»: los apóstoles y demás discípulos de Jesús contaron a sus nuevos hermanos en la fe todo lo que podían recordar de su experiencia con su Señor y salvador.

Muy pronto comenzaron a hacerse colecciones escritas de los dichos de Jesús. Quizá nos parezca que algunos dichos de nuestro Señor que encontramos en los evangelios canónicos están como «descolgados» de su contexto literario. Probablemente se deba ello a que hayan sido tomados de alguna de esas colecciones.

De los textos que han llegado hasta nosotros, y por los testimonios de escritores antiguos, sabemos, además, que los seguidores de Jesús y de sus apóstoles también hicieron, en fecha posterior, otras colecciones de libros sagrados. Textos favoritos de esas colecciones parecen haber sido los escritos de Pablo.

Cuando los autores de los evangelios que son parte del Nuevo Testamento se pusieron a redactar en forma final sus escritos, echaron mano del material que tenían a su disposición, e incluso buscaron más información por su propia cuenta. De ello da claro testimonio el propio Lucas, al comienzo de su evangelio.

Ahora bien, ni los cuatro evangelistas fueron los únicos que escribieron obras de ese género literario que llamamos «evangelio», ni Lucas fue el único que escribió un libro como el de Hechos, ni las epístolas del Nuevo Testamento fueron las únicas epístolas cristianas que circularon en el mundo antiguo, ni nuestro Apocalipsis es el único libro cristiano de ese tipo que se escribió en la antigüedad.

¿Qué queremos decir con lo anterior?

Sencillamente que, dada la naturaleza del cristianismo, su expansión y la diversidad que había entre los cristianos de los primeros siglos (sin olvidar las desviaciones que se llamaban a sí mismas cristianas), fueron muchos los que se dedicaron a escribir «evangelios», «hechos», «epístolas» y «apocalipsis». Relativamente pronto, la iglesia comenzó a discriminar entre unos y otros, aunque, en algunos casos, la discriminación no resultaba muy fácil.

Además, en la etapa inmediatamente posterior a los apóstoles hubo cristianos—entre los que se contaban algunos que con su sangre habían sellado la genuinidad de su testimonio y de su vida, como Ignacio, Obispo de Antioquía, o como Justino, de sobrenombre Mártir o el Filósofo—que escribieron obras muy importantes, ya sea para defensa de la fe o para la edificación de los cristianos. Algunas de esas obras resultaron ser sobremanera apreciadas por muchas comunidades cristianas, donde se leían con verdadera veneración y respeto. De entre ellas, unas, como la Primera epístola de Clemente de Roma a los corintios, la Carta de Bernabé, El Pastor, de Hermas, la Didajé y otras, llegaron a ser consideradas por muchos cristianos, y por las comunidades a las que ellos pertenecían, como obras canónicas y, por tanto, como escritos sagrados investidos de autoridad para la iglesia.

El canon

La situación interna de la iglesia

Desde el primer siglo—y de ello tenemos testimonio en los escritos del Nuevo Testamento—los dirigentes cristianos hubieron de enfrentarse a problemas que tenían que ver no sólo con aspectos prácticos de la vida cristiana personal y comunitaria (cuestiones morales y de relaciones personales), sino también con desviaciones doctrinales, resultado de la incomprensión—o de la distorsión intencionada—del significado del evangelio. En varios libros del Nuevo Testamento podemos detectar esta lucha de aquellos primeros escritores cristianos.

Con el pasar del tiempo, los problemas fueron creciendo y haciéndose cada vez más agudos. El acelerado crecimiento del cristianismo contribuyó también a ello, además de otros factores. Entre estos podemos mencionar los siguientes: el natural proceso de transformación desde un movimiento con «mística» y visión hasta una institución que tiene que gastar gran cantidad de energía en resolver sus asuntos internos (el menor de los cuales no era la administración) y en cuidar su supervivencia; el tránsito desde una comunidad perseguida a una comunidad primero tolerada, luego protegida y finalmente asimilada al poder político y capaz de perseguir (o, en otros términos, el paso del cristianismo a la cristiandad); la incorporación a la nueva fe, durante los primeros siglos, de muchas personas que, antes de su conversión, habían sido muy bien formadas de acuerdo con la cultura helenística dominante, no cristiana; la carencia del instrumental ideológico y técnico (además del lexicográfico) para profundizar y expresar, desde adentro de la fe, la inteligencia de esa misma fe; la «oferta» que le hacía al cristianismo el contexto sociocultural, del instrumental ideológico, técnico y lexicográfico provisto por la prevaleciente cultura helenística (sobre todo en el oriente cristiano, donde se elabora, en su primera etapa, la teología cristiana); la entrada al cristianismo (sobre todo en la época constantiniana) de gran número de personas que lo hicieron por razones no «teológicas», sin que hubiera realmente conversión.

Surgen entonces las controversias doctrinales, en algunas de las cuales se vio envuelto todo el mundo cristiano. Por supuesto, no todas suscitaron el mismo interés (algunas estaban circunscritas a una región) ni tenían igual importancia. Pero desde el principio se vio una necesidad imperiosa: la de contar con un corpus propio de libros sagrados que pudieran servir como punto de referencia y como fuente y criterio a la hora de tomar decisiones doctrinales. En otras palabras: hacía falta establecer un canon.

Como es de esperar, la conciencia de esta necesidad no fue algo que irrumpió repentinamente en los círculos cristianos. Es más, los cristianos de los primeros siglos, como ya se indicó, llegaron a considerar que algunos libros que actualmente no forman parte de nuestro Nuevo Testamento sí eran parte del canon. Este hecho es fundamental para entender el panorama que hoy se nos presenta en el marco general del cristianismo, pues no todos los cristianos aceptan el mismo conjunto de libros canónicos.

En líneas anteriores mencionamos algunos de esos libros que fueron citados como fuentes de autoridad por los escritores cristianos. A este respecto, es necesario ampliar nuestra comprensión de aquel período. Esos mismos cristianos, incluidos los autores de los libros que componen el Nuevo Testamento, se sentían en libertad de citar, en sus obras, escritos que no eran parte del canon del Antiguo Testamento, tal como este se acepta hoy por la mayoría de las iglesias protestantes. En efecto, encontramos en el Nuevo Testamento alusiones a textos o historias que pertenecen a los libros deuterocanónicos; aún más, como fuente importante, y no como mero adorno literario, hay citas de libros que pertenecen al grupo de los llamados pseudoepígrafos (o apócrifos, según otra nomenclatura).

Esta libertad de uso, junto al hecho de que los libros sagrados de la primera comunidad cristiana eran los que habían recibido del judaísmo, explica que cuando empiezan a hacerse las primeras listas de los nuevos libros admitidos por la iglesia aparezcan en ellas algunos de los que hoy nos extrañamos… y no aparezcan otros que todas las comunidades cristianas de nuestra época aceptan como canónicos. Veamos, a vuelo de pájaro, los siguientes hechos:

Recepción de los libros y autoridad conferida

Los escritos de los apóstoles y de los otros seguidores de Jesús (especialmente la mayoría de aquellos escritos que luego se incluyeron en el conjunto que llamamos Nuevo Testamento) gozaron desde muy temprano de una calurosa recepción y se convirtieron en fuente de autoridad para los escritores cristianos de los años subsiguientes. Cuando se leen los escritos de los Padres apostólicos puede notarse la presencia, en ellos, de la enseñanza apostólica, tal como la conocemos por los libros ahora canónicos. Hay citas, en esos escritos, de todo el Nuevo Testamento, con excepción de los siguientes libros: Filemón, 2 de Juan y 3 de Juan. Los siguientes se citan muy poco: 2 de Pedro, Santiago y Judas.

Algunos tratados de los Padres apostólicos—tratados fundamentalmente pastorales—, por la naturaleza de su contenido, por la autoridad de su autor y por su cercanía temporal y temática a la enseñanza de los apóstoles, gozaron de gran simpatía, prestigio y aceptación. Aun cuando se basaban en lo que habían transmitido los discípulos de Jesús (de ahí el recurrir a las citas de las obras de estos últimos), muy pronto esos mismos escritos comenzaron a ser citados como libros de igual autoridad: los miembros de la comunidad los leían como si fueran parte de las «escrituras cristianas».

Los Padres de la iglesia

El período inmediatamente posterior al de los Padres apostólicos se conoce como el de los «Padres de la iglesia». Algunos dividen este período, a su vez, en tres etapas (que no tienen necesariamente secuencia cronológica): la etapa apologética (los Padres apologistas), la polémica y la científica. Es entonces cuando recrudecen los problemas doctrinales, tanto por los ataques externos de los enemigos del cristianismo como por dificultades internas, causadas por el sano deseo de profundizar en la inteligencia de la fe y en la comprensión de la enseñanza. De hecho se trata, en este último aspecto, de reducir cada vez más el ámbito del misterio; o sea, de intentar «explicar» todo aquello que pueda ser explicable, incluso después de aceptar la irrupción del misterio o del milagro. Por ejemplo, aceptada, como hecho y como milagro, la encarnación, se buscará explicar cómo se unen las dos naturalezas (humana y divina) en la persona de Jesús. Lo mismo sucede respecto de la persona y la voluntad. Y otro tanto en relación con la doctrina de la Trinidad.

Los esfuerzos fueron múltiples, y variadas las soluciones propuestas. Desafortunadamente, la nuevas relaciones entre el cristianismo y el imperio romano hacen que intereses políticos no sean ajenos a las controversias teológicas.

No es de extrañar, dadas esas circunstancias, que el período nos ofrezca una gran riqueza de producción literaria: amplia y variada, en la que están representados los diferentes bandos teológicos en pugna.

Marción

En el siglo II aparece un personaje de cuya vida tenemos muy pocos datos: Marción. Al parecer, fue excomulgado de la iglesia por su propio padre (quien debió, por tanto, ser obispo). Luego se afilió a la comunidad cristiana de Roma, y también de allí lo expulsaron (probablemente en el 144 d.C. Influido por creencias no cristianas, consideró que el Dios de quien habla el Antiguo Testamento no es el Dios verdadero, por lo que rechazó, en bloque, todos los libros de la Biblia hebrea. Por aquel entonces no se había establecido en la iglesia ningún canon, y por eso bien puede afirmarse que es Marción el primero que define un canon de libros cristianos. Según él, estaba constituido por el Evangelio de Lucas y por diez de las epístolas paulinas (todas menos las cartas pastorales; Hebreos no cuenta). Aun en esos libros que aceptó, Marción hizo recortes, pues consideraba que la iglesia había manipulado el texto y lo había pervertido.

La acción de Marción fue muy significativa. Muchos escritores cristianos lo atacaron. Fue condenado en el 144 d.C. Pero su atrevimiento dio inicio, en cierto sentido, a un proceso que llevaría a la definición de un canon «cerrado». «La polémica contra las pretensiones de los gnósticos de disponer de tradiciones secretas y contra las de Marción de escoger y corregir los textos, rechazando además las Escrituras hebreas, contribuyó a reforzar la conciencia del privilegio que tenían los escritos juzgados como apostólicos, en función de la acogida que obtuvieron entre las principales iglesias y teniendo en cuenta los criterios internos de seriedad y ortodoxia».

Ya por el año 200 d.C. se ha aceptado la idea del canon y se ha compilado una buena parte de su contenido; sin embargo, no hay unidad de criterio en cuanto a la totalidad de los libros que lo componen. Este hecho se percibe muy bien por las dudas y variaciones que se presentan en las listas que se dan en diversas partes donde el cristianismo se había desarrollado.

Taciano

Antes de finales del siglo II, Taciano—que había sido discípulo de Justino Mártir—escribe su Diatessaron (ca. 170 d.C.), que es una armonía de los cuatro evangelios. Este hecho muestra que, para esa fecha, ya se consideraba que los evangelios canónicos eran esos cuatro.

El Fragmento Muratori

De finales del siglo II o principios del III, es un manuscrito que contiene una lista de libros del Nuevo Testamento, escrita en latín, conocida como el Fragmento Muratori, por el nombre del anticuario y teólogo que descubrió el documento: Ludovico Antonio Muratori.

En el Fragmento Muratori se mencionan, como libros aceptados, 22 de los que componen nuestra versión del canon del Nuevo Testamento. Faltan los siguientes: Hebreos, Santiago, 1 y 2 de Pedro, 3 de Juan. Pero se añaden, como aceptados, otros dos libros: Apocalipsis de Pedro y Sabiduría de Salomón. Además, se da una lista de obras que fueron rechazadas por la iglesia, por diversas razones.

Orígenes

Por su parte, el gran Orígenes (quien muere alrededor del año 254 d.C.), indica que son aceptados veintiún libros del actual canon de veintisiete; pero hay otros que él cita como «escritura», como la Didajé y la Carta de Bernabé. Luego menciona entre los textos acerca de cuya aceptación algunos dudan, los siguientes: Hebreos, Santiago, Judas, 2 de Pedro, 2 y 3 de Juan, además de otros libros (como la Predicación de Pedro o los Hechos de Pablo).

Eusebio de Cesarea

Eusebio de Cesarea nos presenta, en su Historia eclesiástica, una síntesis de la situación a principios del siglo cuarto, en cuanto al status de los libros sagrados dentro del cristianismo. Dice así el padre de la historia eclesiástica:

«En primer lugar hay que poner la tétrada santa de los Evangelios, a los que sigue el escrito de Hechos de los Apóstoles.

»Y después de este hay que poner en lista las Cartas de Pablo. Luego se ha de dar por cierta la llamada 1 de Juan, también la de Pedro. Después de estas, si parece bien, puede colocarse el Apocalipsis de Juan, acerca del cual expondremos oportunamente lo que de él se piensa.

»Estos son los que están entre los admitidos [griego: homolo- goumena]. De los libros discutidos [antilegomena], en cambio, y que, sin embargo, son conocidos de la gran mayoría, tenemos la Carta llamada de Santiago, la de Judas y la 2 de Pedro, así como las que se dicen ser 2 y 3 de Juan, ya sean del evangelista, ya de otro del mismo nombre.

»Entre los espurios [noza] colóquense […] aun, como dije, si parece, el Apocalipsis de Juan: algunos, como dije, lo rechazan, mientras otros lo cuentan entre los libros admitidos».

Resumen

¿Qué nos enseña todo este proceso?

Primero, que el camino de la recepción y aceptación como libros privilegiados de un determinado número de textos a los que se les reconoció especial autoridad en las comunidades cristianas fue un proceso propio y natural de esas mismas comunidades. No fue resultado de una decisión consciente, de tipo jerárquico o conciliar. Las comunidades cristianas recibieron con alegría, respeto y hasta reverencia las comunicaciones (epístolas, por ejemplo) de los apóstoles o de otros dirigentes de la iglesia, y las aceptaron como documentos que poseían autoridad. Las leían y releían y las compartían con otras comunidades hermanas. Movida por su impulso misionero, la iglesia muy pronto comenzó a sacar copias de esos mismos textos y a repartirlas a las nuevas comunidades que se iban constituyendo a lo largo y ancho del Imperio y aun más allá de sus fronteras.

Segundo, que los demás escritores cristianos, predicadores, teólogos, etc., utilizaron esos escritos y los citaron con frecuencia, en su esfuerzo por comprender mejor la enseñanza cristiana y compartirla con sus lectores.Tercero, que así se fue reuniendo un conjunto de libros que gozaban del mismo privilegio de aceptación. Este proceso de colección no fue uniforme en todo el territorio en que había presencia cristiana. Por una u otra razón, algunos libros eran aceptados por unas comunidades y rechazados por otras. Fue esa precisamente la causa de que no hubiera una única e idéntica lista de libros «canónicos» en todas partes.

Cuarto, que el fenómeno que acabamos de explicar no se limita, de manera exclusiva, a variaciones dentro del conjunto de libros que hoy aceptamos como canónicos. No sólo algunos de estos eran rechazados por algunas comunidades, sino que otros libros extraños a esa lista eran aceptados, quizás por esas mismas comunidades.

Quinto, que las listas de los siglos II y III que han llegado hasta nosotros representan, fundamentalmente, la posición de los grupos cristianos que las confeccionaron (o a los cuales pertenecían las personas que las confeccionaron). Por ejemplo, el «canon» de Muratori (o sea, la lista de libros que aparece en el fragmento de ese nombre) es, con toda probabilidad, el «canon» de la comunidad cristiana de Roma.

Sexto, que la variedad que se produjo se daba, en términos generales, dentro de un marco determinado, con excepción de los «cánones» que se fueron formando en comunidades que estaban al margen de la iglesia (como es el caso de la iglesia marcionita).

Séptimo, que no es sino a partir del siglo IV cuando comienzan a tomarse decisiones conciliares respecto de la composición del canon. Al principio se trató solo de concilios locales o regionales. Muy posteriormente fue asunto de los concilios generales o ecuménicos.

Octavo, que esas decisiones conciliares confirman la tendencia que se manifestaba en los siglos precedentes y, poco a poco, va consiguiéndose un consenso que se orienta al cierre del canon de los veintisiete libros, en las iglesias cristianas mayoritarias. Desde el siglo IV en adelante, los concilios publican listas de los libros que componen el Nuevo Testamento. Algunos de los libros tenidos por «dudosos» pasan a engrosar la lista del canon. Otros, quedan fuera para siempre. A veces, las circunstancias religiosas de una región podían afectar la aceptación definitiva de un determinado libro. Por ejemplo, en el Oriente se tarda más tiempo en aceptar el Apocalipsis de Juan porque este libro fue usado por algunos para apoyar ideas que se consideraban heterodoxas. Por otra parte, se siguió dudando, hasta el día de hoy, de la paternidad literaria paulina de Hebreos (o de la petrina de 2 de Pedro). Pero los veintisiete libros canónicos son los que la iglesia cristiana en su gran mayoría ha aceptado y acepta.

Hay que destacar que la aceptación definitiva del canon del Nuevo Testamento no se debió a las decisiones de los concilios. Lo que estos hicieron no fue sino reconocer y ratificar lo que ya estaba sucediendo en las diversas comunidades cristianas que formaban la iglesia universal.

Nos toca, como cristianos, agradecer a Dios por el don especial de estos libros que son «un libro», abrir sus páginas para descubrir en ellas su palabra, para recibir inspiración y corrección, y para comprender mejor su voluntad.

«… conoces las sagradas Escrituras, que pueden instruirte y llevarte a la salvación por medio de la fe en Cristo Jesús. Toda Escritura está inspirada por Dios y es útil para enseñar y reprender, para corregir y educar en una vida de rectitud, para que el hombre de Dios esté capacitado y completamente preparado para hacer toda clase de bien» (2 Ti 3.15–17, DHH).

Libros recomendados

Báez-Camargo, Gonzalo. Breve historia del canon bíblico. México: Ediciones «Luminar», 1982.

Eusebio de Cesarea. Historia eclesiástica. Traducción de Argimiro Velasco Delgado. Madrid: B.A.C., 1973.

Gerhardson, Birger. Prehistoria de los evangelios. Santander: Sal Terrae, 1980.

González, Justo L. Historia del pensamiento cristiano. Buenos Aires: Methopress, 1965.

Gribomont, J. «Escritura (Sagrada)». Diccionario patrístico y de la antigüedad cristiana. Dirigido por Angelo Di Berardino. Trad. de Alfonso Ortiz García y José Manuel Guirau. Salamanca: Sígueme, 1991. 2 volúmenes.

Muñoz Iglesias, S. «Canon del NT». Enciclopedia de la Biblia. Dirección Técnica: Alejandro Díez

Macho y Sebastián Bartina. Barcelona: Ediciones Garriga, S.A., 1969. 6 volúmenes.

Trebolle Barrera, Julio. La Biblia judía y la Biblia cristiana. Madrid: Editorial Trotta,


Extracto del libro: "Descubre la Biblia" por Plutarco Bonilla Acosta -Sociedades Bíblicas Unidas (Miami FL USA) - 1998



Daniel Sapia - "Conoceréis la Verdad"
Apologética Cristiana - ® desde Junio 2000
www.conocereislaverdad.org
 
De como Eusebio de Cesarea, CITA DE FORMA CONSTANTE EL ANTIGUO TESTAMENTO en su obra "Historia Eclesiástica"


CAPÍTULO 2

Resumen de los aspectos principales de la preexistencia y de la divinidad de nuestro Salvador y Señor, el Cristo de Dios

1 La naturaleza de Cristo es doble: una es como la Cabeza del Cuerpo (por la que le reconocemos Dios); la otra es comparable a los pies (la que tomó forma de hombre con las mismas pasiones que nosotros para nuestra salvación). Por ello nuestra declaración de lo siguiente será completa si tomamos como punto de partida lo principal y lo más prominente de toda su historia. Así también quedará demostrada la antigüedad, juntamente con el carácter divino de los cristianos, ante los que suponen que son recientes y extraños, que no salieron a luz antes de ayer.

2 Ningún tratado sería suficiente para exponer el linaje, la dignidad, la esencia y la naturaleza de Cristo; por esto el Espíritu divino dice en su profecía: «Su generación, ¿quién la contará?»3 Porque nadie conoció al Padre, sino el Hijo, ni nunca nadie conoció al Hijo debidamente, sino solamente el Padre que lo engendró.

3 ¿Quién, excepto el Padre, hubiera sido capaz de considerar con pureza la luz previa al mundo, la sabiduría inteligente y real antes de los siglos, el Verbo vivo que es Dios y se encuentra desde el principio con el Padre, el primero y único Hijo de Dios, anterior a toda creación y producción de todas las cosas tanto visibles como invisibles, el capitán del ejército espiritual e inmortal del cielo, el ángel consejero, el servidor del Padre en su plan inefable, el hacedor de todas las cosas con el Padre, la causa segunda del universo después del Padre, el verdadero y unigénito hijo de Dios, el Señor, el Dios y el Rey de toda criatura, que ha recibido del Padre la soberanía, la supremacía, la propia divinidad, el poder y el honor? Porque acerca de su divinidad en las Escrituras leemos: «En el principio era el Verbo, y el Verbo era con Dios, y el Verbo era Dios.Éste era en el principio con Dios. Todas las cosas por Él fueron hechas, y sin El nada de lo que ha sido hecho, fue hecho.»

4. También dice esto el gran Moisés, siendo el profeta más antiguo, cuando esboza, por el Espíritu divino, la formación y la ordenación del universo: El creador y hacedor de todas las cosas permitió únicamente al Verbo, divino y primogénito, formar las criaturas inferiores. Y comenta con Él acerca de la creación del hombre: «Entonces dijo Dios: Hagamos al hombre a nuestra imagen, conforme a nuestra semejanza».

5. Otro profeta refuerza esta afirmación hablando de Dios en sus himnos del modo siguiente: «Porque Él dijo, y fue hecho; Él mandó, y fue creado.» 6 Por un lado presenta al Padre y creador como soberano universal, actuando como espíritu real, y por otro lado, al Verbo divino (el mismo que nos ha sido anunciado) como segundo después de Él, realizando las órdenes del Padre.

6. Y ya desde el principio de la creación del hombre lo reconocieron, al verlo con los ojos puros de su mente, todos los que se dice que destacaron en la justicia y la excelencia de la piedad: los seguidores del gran siervo Moisés. Abraham, el primero antes de él, sus hijos Y todos aquellos que posteriormente demostraron ser justos y profetas. Los cuales le rindieron la veneración debida al Hijo de Dios.

7. Asimismo Él, no olvidando en modo alguno la piedad al Padre, vino a ser, para todos los hombres, maestro del conocimiento del Padre. Así pues, se menciona que el Señor Dios fue visto semejante a un hombre común por Abraham, que estaba sentadojunto a la encina de Mamre. Pero Abraham, a pesar de verlo con sus ojos como un hombre, echándose inmediatamente a sus pies le adora como a Dios, le suplica como al Señor, y manifiesta que no desconoce su personalidad, ya que menciona sus propias palabras: «El juez de toda la tierra, ¿no ha de hacer lo que es justo?»

8. Por lo tanto, si es contra toda razón que el Ser no engendrado e inmutable de Dios omnipotente se transforme en apariencia de hombre o que burle los ojos de los que le contemplan con una visión semejante a la de un ser engendrado, e incluso que la Escritura presente tales relatos (aparentemente mitológicos), ¿a qué otra persona puede anunciar como Dios y Señor que juzga toda la tierra y lleva a cabo la justicia y además es visto en forma de hombre, si no es voluntad divina que sea llamado la causa primera del universo, sino sólo a su Verbo preexistente? También se habla acerca de Él en los Salmos: «Envió su palabra, y los sanó, Y los libróde su ruina.»

9. Moisés con suma claridad lo anuncia Señor, segundo después del Padre, al decir: «Entonces el Señor hizo llover sobre Sodoma y sobre Gomorra azufre y fuego de parte del SeñoD>.10 De nuevo, cuando aparece en forma humana a Jacob, la Escritura divina lo proclama Dios, diciéndole: «No se dirá más tu nombre Jacob, sino Israel; porque has luchado con Dios...»;ll y entonces «llamó Jacob el nombre de aquel lugar "Visión de Dios"; porque dijo: Vi a Dios cara a cara, y fue librada mi alma» .

10. Y ciertamente tampoco es correcto conjeturar acerca de las apariciones divinas mencionadas, pensando que son ángeles inferiores y servidores de Dios, porque siempre que uno de ellos se aparece a los hombres, la Escritura no lo oculta, sino que los llama ángeles (no Dios ni Señor) como es fácil demostrar con millares de testimonios.

11. También Josué, el sucesor de Moisés, lo llama príncipe de las fuerzas del Señor, habiéndolo visto únicamente en forma y apariencia de hombre; y así lo considera jefe de los ángeles y arcángeles de los cielos y de las potestades superiores, la fuerza y la sabiduría del Padre y quien ha recibido la segunda soberanía y autoridad sobre todas las cosas.

12. Acerca de esto está escrito: «Estando Josué cerca de Jericó, alzó sus ojos Y vio un varón que estaba delante de él, el cual tenía una espada desenvainada en su mano. Y Josué, yendo hacia él, le dijo: ¿Eres de los nuestros, o de nuestros enemigos? Él respondió: No; mas como Príncipe del ejército del Señor he venido ahora. Entonces Josué, postrándose sobre su rostro en tierra, le adoró; y le dijo: ¿Qué dice mi Señor a su siervo? Y el Príncipe del ejército del Señor respondió a Josué: Quita el calzado de tus pies, porque el lugar donde estás es santo».

13. Por estas mismas palabras entenderás que no se trata de otro, sino del mismo que también se dirigió a Moisés, porque la Escritura usa los mismos vocablos: «Viendo el Señor que él iba a ver, lo llamó el Señor de en medio de la zarza, y dijo: ¡Moisés, Moisés! Y él respondió: Heme aquí. Y dijo: No te acerques; quita tu calzado de tus pies, porque el lugar en que tú estás, tierra santa es.»

14. Además de las pruebas aportadas, que demuestran que en verdad hay un ser vivo y que existe antes del mundo, el cual sirvió al Padre y Dios de todo el universo en la creación de toda criatura, y es llamado Verbo y Sabiduría de Dios, también encontramos a nuestra disposición el oírIo de la misma Sabiduría, la cual, por medio de Salomón, nos acerca a su misterio: «Yo, la sabiduría, habito en la cordura, y hallo la ciencia de los consejos. Por mí reinan los reyes, y los príncipes determinan justicia. Por mí dominan los príncipes, y todos los gobernadores juzgan la tierra» .

15. Y a estas palabras añade: «El Señor me creó como principio de sus caminos para sus obras, me estableció antes de los siglos. En el principio, antes que hiciera la tierra, antes que brotasen las fuentes de las aguas, antes que los montes fuesen formados, antes de los collados, ya había sido yo engendrada. Cuando formaba los cielos, allí estaba yo; cuando afmnaba las fuentes bajo el cielo, con Él estaba yo ordenándolo todo, y era su delicia de día en día, teniendo solaz delante de Él en todo tiempo, cuando se regocijaba por su universo terminado».

16. Con estas pocas palabras hemos demostrado que el verbo divino era preexistente y hemos mencionado a quienes se apareció (ya que no se apareció a todos).

17. Pero la razón por la cual no fue anunciado anteriormente a todo hombre del mismo modo que lo es ahora, tal vez quede demostrada con la siguiente explicación: la vida de los hombres en la antigüedad no era capaz de retener la enseñanza de Cristo, lleno de sabiduría y virtud.

18. Pues, efectivamente, el primer hombre, después de su tiempo inicial de vida colmada de bendiciones, se precipitó en este modo de vivir mortal y perecedero, despreocupándose de la instrucción divina, y tomó esta tierra maldita a cambio de la vida regalada con Dios. Y los que vinieron después de él poblaron toda nuestra tierra y demostraron ser en gran manera peores asumiendo una forma de vivir animal e insoportable (exceptuando uno o dos casos excepcionales).

19. Y pasaban la vida como nómadas duros e incultos en un desierto, sin concebir siquiera la idea de ciudades, o constituciones u oficios, ni preocupándose del saber, de las leyes o juicios ni del honor, e incluso desconociendo el mismo nombre de la filosofía. Pervirtieron los razonamientos naturales y toda semilla intelectual y civilizada, propios del alma del hombre, por su exceso de maldad tomada deliberadamente. Además se dieron completamente a todo tipo de impiedad, de manera que tan pronto se pervertían unos a otros, como se mataban practicando incluso el canibalismo. Finalmente alcanzaron el colmo de su desfachatez al pretender luchar contra Dios y contra los gigantes conocidos por todos, y proyectaron, en el extravío de su mente, fortificar la tierra contra el cielo disponiéndose para combatir contra el que está por encima de todas las cosas.

20. Mas Dios, que cuida de todas las cosas, persigue a los que obran de este modo con inundaciones y con fuego consumidor como a un bosque salvaje dispersado por toda la tierra. Por esto también a ellos les oprimió con hambres, pestes y guerras, e incluso fulminándolos desde lo alto, como si tratara una horrible y muy dura enfermedad del alma con los medios de corrección más amargos

21. Cuando la cumbre de la maldad estaba ya por lanzarse sobre todos, sofocando y oscureciendo el alma de casi todos los hombres a modo de una horrible embriaguez, la Sabiduría de Dios, su primogénito, el Verbo preexistente (movido por su supremo amor para con los hombres), se apareció a los seres inferiores como poder de Dios para su salvación -a uno o dos de los antiguos hombres que amaban a Dios-, ya sea por visiones de ángeles o a través de sí mismo; y lo hizo en forma de hombre, porque sólo de ese modo podía revelarse a ellos.

22. Cuando la semilla de la piedad fue infundida por ellos a muchos hombres y un pueblo entero, de los primeros hebreos, se acercó sobre la tierra a la piedad, Dios, a través del profeta Moisés, les dio unas imágenes y símbolos de un sábado misterioso, y les concedió el poder ver otras visiones espirituales, pero no todo el misterio claramente, ya que muchos seguían en sus antiguas costumbres.

23. Entonces su legislación fue conocida y se extendió como viento fragante divulgándose entre todos los hombres, de manera que los espíritus de ellos y los de la mayoría de los paganos fueron refrenados por legisladores y filósofos de todas partes, hasta el punto en que la crueldad salvaje y animal se convirtió en mansedumbre, y de este modo incluso tenían, entre ellos, paz profunda,amistad y tratos. Fue en esta situación cuando, finalmente, en elprincipio del Imperio Romano, el mismo maestro de virtudes, el servidor del Padre en todo el bien, el divino y celestial Verbo de Dios se reveló a todos los otros hombres, a todos los pueblos de la tierra, estimándolos listos y aptos para recibir el conocimiento del Padre, y esta revelación la llevó a cabo un hombre en absoluto diferente a nosotros en lo que se refiere a sustancia corporal, que cumplió y sufrió todas las cosas conforme a las profecías, las cuales anunciaban con anterioridad que un hombre y Dios a la vez se hallaría en esta vida, sería autor de obras maravillosas, y sería dado a conocer como maestro de la piedad del Padre para todos los pueblos; además, también proclamaban la maravilla de su nacimiento, su nueva enseñanza, sus admirables obras, la manera en que murió, la resurrección de entre los muertos y, sobre todas estas cosas, su restablecimiento divino en el cielo.

24. El profeta Daniel, comprendiendo por el Espíritu divino el reinado [mal del Verbo, inspirado, describe la visión divina con términos humanos, diciendo: «Estuve mirando hasta que fueron puestos tronos, y se sentó un Anciano de días, cuyo vestido era blanco como la nieve, y el pelo de su cabeza como lana limpia; su trono llama de fuego, y las ruedas del mismo, fuego ardiente. Un río de fuego procedía y salía de delante de él; millares de millares le servían, y millones de millones asistían delante de él; el Juez se sentó, y los libros fueron abiertos.»

25. Y sigue: «Miraba yo en la visión de la noche, y he aquí con las nubes del cielo venía uno como un hijo de hombre, que vino hasta el Anciano de días, y le hicieron acercarse delante de él. Y le fue dado dominio, gloria y reino, para que todos los pueblos,naciones y lenguas le sirvieran: su dominio es dominio eterno, que nunca pasará, y su reino uno que no será destruido.»

26. Todas estas cosas se refieren claramente a nuestro Salvador, el Verbo divino que desde el principio estaba con Dios, al cual llama Hijo del Hombre por su encarnación.

27. Puesto que ya reuní todas las profecías concernientes a nuestro Salvador Jesucristo en otros comentarios, y habiendo demostrado con mayor exactitud lo que hemos mencionado acerca de Él, nos contentaremos con lo dicho en la presente obra.

(Historia Eclesiástica I - Eusebio de Cesarea - Editorial Clie)
 
Re: Para Juan30

Re: Para Juan30

Originalmente enviado por: Yelo
..............
Creo que si se acepta de este modo se puede decir que realmente existen y que son aparentes porque en cada época era uno diferente el que escribía. Ya sé que no parece un razonamiento al estilo de los grandes teólogos que por aquí pululan, pero en roman paladino esto es lo que hay.

En fin, espero una avalancha de críticas por estas palabras. Ya veremos como salgo de ellas.


Sí, claro; en cada época era uno diferente el que escribía pero los cristianos creen que el que inspiraba a los que escribían era el mismo.

Yawvé:

"No matarás": Ex 20, 13


Yawvé:

Ex 21, 12,14; 21, 23-25: "El que hiera mortalmente a otro hombre, morirá sin remisión"__
Ex 21, 15ss: "El que golpee a su padre o a su madre, morirá sin remisión... ";
"Quien rapte a un hombre... morirá sin remisión".
"El que maldiga a su padre o a su madre, morirá sin remisión"
"Si, en el curso de una riña, alguien golpea a una mujer encinta, provocándole el aborto, pero sin causarle otros daños, el culpable deberá indemnizar con lo que le pida el marido de la mujer y determinen los jueces. Pero si se produjeran otros daños, entonces pagarás vida por vida, ... "
"Pero si se sigue algún daño, entonces pagarás vida por vida, ojo por ojo, diente por diente, mano por mano, pie por pie, quemadura por quemadura, herida por herida, contusión por contusión"
"No dejarás con vida a la hechicera"
"El que se uniere con una bestia, morirá sin remisión" _
"El que ofrezca sacrificios a los dioses, será entregado al anatema"
"Cualquiera que fabrique otro parecido o unja con él a un profano será exterminado de en medio de los suyos"
"Quien hiciere algún trabajo en día de sábado, morirá sin remisión"_

y etc. etc.
 
Efectivamente

Efectivamente

Pese a quien pese, el que mata es un homicida y el que roba e un ladrón. Las circunstancias pueden determinar grados de culpabilidad, pero en la biblia no hay medias tintas y al paln le llaman pan y al vino le dicen vino.

Saludos.
 
Como bien afirma Wenceslao


Todo queda reducido a un concepto de tipo gnóstico que intenta negar el origen del pecado, que es por supuesto el hombre, para culpar de ello a Dios.

Como hizo Marción con los escritos de entonces, hacen hoy muchos, fabricándose una "biblia" a su medida y que no les estorbe para crear su propia religión.

El problema es que , sin conocer sobre el tema, se lanzan a leer y a beber de fuentes venenosas, y se alejan cada vez más, del Dios de Amor que se hizo Hombre y que cumplió de forma meticulosa cada profecia del Antiguo Testamento.

Dios les guíe mientras todavía vean algo de Su Luz Admirable y puedan llegar a conocer de forma personal, al Dios del Antiguo Testamento en la bendita persona de Cristo Jesús.



1. El Mesías nacería en Belén
Miqueas 5.2
Mateo 2.1-6; Lucas 2.1-20

2. El Mesías nacería de una virgen
Isaías 7.14
Mateo 1.18-25; Lucas 1.26-38

3. El Mesías sería un profeta como Moisés
Deuteronomio 18.15,18,19
Juan 7.40

4. El Mesías entraría triunfante en Jerusalén
Zacarías 9.9
Mateo 21.1-9; Juan 12.12-16

5. El Mesías recibiría el rechazo de su propia gente
Isaías 53.1,3; Salmo 118.22
Mateo 26.3,4; Juan 12.37-43; Hechos 4.1-12

6. Uno de sus seguidores traicionaría al Mesías
Salmo 41.9
Mateo 26.14-16, 47-50; Lucas 22.19-23

7. El Mesías sería procesado y condenado
Isaías 53.8
Lucas 23.1-25; Mateo 27.1,2

8. El Mesías guardaría silencio ante sus acusadores
Isaías 53.7
Mateo 27.12-14; Marcos 15.3-4; Lucas 23.8-10

9. El Mesías sería golpeado y escupido por sus enemigos
Isaías 50.6
Mateo 26.67; 27.30; Marcos 14.65

10. Se burlarían del Mesías y lo insultarían
Salmo 22.7,8
Mateo 27.39-44; Lucas 23.11,35

11. Crucificarían al Mesías
Salmo 22.14,16,17
Mateo 27.31; Marcos 15.20,25

12. El Mesías sufriría junto a criminales y rogaría por sus enemigos
Isaías 53.12
Mateo 27.38; Marcos 15.27,28; Lucas 23.32-34

13. Al Mesías se le daría a beber vinagre con hiel
Salmo 69.21
Mateo 27.34; Juan 19.28-30

14. Echarían suertes para repartirse las ropas del Mesías
Salmo 22.18
Mateo 27.35; Juan 19.23,24

15. No quebrarían las piernas del Mesías
Éxodo 12.46
Juan 19.31-36

16. El Mesías moriría como un sacrificio por nuestros pecados
Isaías 53.5,6,8,10,11,12
Juan 1.29; 11.49-52; Hechos 10.43; 13.38,39

17. El Mesías resucitaría
Salmo 16.10
Hechos 2.22-32; Mateo 28.1-10

18. El Mesías está ahora a la diestra de Dios
Salmo 110.1
Marcos 16.19; Lucas 24.50,51

 
A muchos profesionales del periodismo les pagan sus artículos por el número de palabras que contengan.

Pero no por escribir artículos largos cobran más. Lo que se trata es de fijar un determinado número de palabras para saber el espacio que va a ocupar su trabajo en la maquetación del diario o de la revista en que lo van a publicar.

Y los trabajos han de ser originales. No les dejan copiar de maravillosas enciclopedias.

Claro, esto no es un periódico ni una revista. Aquí valen muchas cosas extrañas.
 
Originalmente enviado por: Maripaz
Como bien afirma Wenceslao


Todo queda reducido a un concepto de tipo gnóstico que intenta negar el origen del pecado, que es por supuesto el hombre, para culpar de ello a Dios.

Como hizo Marción con los escritos de entonces, hacen hoy muchos, fabricándose una "biblia" a su medida y que no les estorbe para crear su propia religión.

El problema es que , sin conocer sobre el tema, se lanzan a leer y a beber de fuentes venenosas, y se alejan cada vez más, del Dios de Amor que se hizo Hombre y que cumplió de forma meticulosa cada profecia del Antiguo Testamento.

Dios les guíe mientras todavía vean algo de Su Luz Admirable y puedan llegar a conocer de forma personal, al Dios del Antiguo Testamento en la bendita persona de Cristo Jesús.


Increíble, señora.
Todavía va por aquí mostrando un cristianismo rehusado por la crítica mundial desde hace lustros.
Todavía va esgrimiendo el trasnochado Isaías 7 con su *virgen* y todo lo demás de lo que la mayoría ni tan siquiera son profecías y las que lo son no se refieren al Mesías.

¿Fuentes venenosas?: la Torá, el Tenaj... judíos, señora.
A ver, ¿en dónde se anuncia que el Mesías no tendría un padre humano sino que sería un *espíritu*? ¿Dónde se anuncia que predicaría, tendría discípulos y prometería volver? ¿Dónde que su reino sería celestial?

¿Quiere más preguntas?
¿Todavía no se ha dado cuenta del ridículo que está haciendo?

Con la Biblia, señora; no nos venga con diccionarios.
 
JAJAJAJA

¡Hay qué bueno!


Lo que yo veo aquí es que para desgracia de algunos, su "objetividad" no da de sí lo suficiente como para distinguir entre la muerte por castigo y la muerte por asesinato.

Su dilema (que nunca han podido enfrentar) es el siguiente:

¿Cómo restuara su justicia la muerte provocada por un hombre a otro hombre?

Para este tipo de gente su bondad es más grande que la de Dios. Ellos son tan "buenos" que cometen la increíble injusticia de no dar justicia y hacen que el delito y el castigo sean incompatibles.

Con "bondades" y "objetividades" a su lado Hitler era una monja de la caridad.


Jejeje... lo malo es que se topan con Israel y lo que Dios hacía a sus enemigos... ¡y echan espumarajos de rabia por la boca, en vez de gozarse!

Esto, y sólo esto, demuestra lo que hay en ellos:

1) Una falta absoluta de revelación en cuanto al propósito y corazón de Dios.

2) Una carencia absoluta de conocimiento del alma humana.

3) Un vacío total en sus vidas de cualquier atisbo de Justicia.


Siguen tropezando con la Piedro de Tropiezo... ¡para su propia desgracia!


Salud
 

5Y si nuestra injusticia hace resaltar la justicia de Dios, ¿qué diremos? ¿Será injusto Dios que da castigo? (Hablo como hombre.) 6En ninguna manera; de otro modo, ¿cómo juzgaría Dios al mundo? 7Pero si por mi mentira la verdad de Dios abundó para su gloria, ¿por qué aún soy juzgado como pecador? 8¿Y por qué no decir (como se nos calumnia, y como algunos, cuya condenación es justa, afirman que nosotros decimos): Hagamos males para que vengan bienes?

<CENTER>No hay justo</CENTER>

9¿Qué, pues? ¿Somos nosotros mejores que ellos? En ninguna manera; pues ya hemos acusado a judíos y a gentiles, que todos están bajo pecado. 10Como está escrito:
No hay justo, ni aun uno;
11 No hay quien entienda,
No hay quien busque a Dios.
12 Todos se desviaron, a una se hicieron inútiles;
No hay quien haga lo bueno, no hay ni siquiera uno.
13 Sepulcro abierto es su garganta;
Con su lengua engañan.
Veneno de áspides hay debajo de sus labios;
14 Su boca está llena de maldición y de amargura.
15 Sus pies se apresuran para derramar sangre;
16 Quebranto y desventura hay en sus caminos;
17 Y no conocieron camino de paz.
18 No hay temor de Dios delante de sus ojos.
19Pero sabemos que todo lo que la ley dice, lo dice a los que están bajo la ley, para que toda boca se cierre y todo el mundo quede bajo el juicio de Dios; 20ya que por las obras de la ley ningún ser humano será justificado delante de él; porque por medio de la ley es el conocimiento del pecado.

<CENTER>La justicia es por medio de la fe</CENTER>

21Pero ahora, aparte de la ley, se ha manifestado la justicia de Dios, testificada por la ley y por los profetas; 22la justicia de Dios por medio de la fe en Jesucristo, para todos los que creen en él. Porque no hay diferencia, 23por cuanto todos pecaron, y están destituidos de la gloria de Dios, 24siendo justificados gratuitamente por su gracia, mediante la redención que es en Cristo Jesús, 25a quien Dios puso como propiciación por medio de la fe en su sangre, para manifestar su justicia, a causa de haber pasado por alto, en su paciencia, los pecados pasados, 26con la mira de manifestar en este tiempo su justicia, a fin de que él sea el justo, y el que justifica al que es de la fe de Jesús.
27¿Dónde, pues, está la jactancia? Queda excluida. ¿Por cuál ley? ¿Por la de las obras? No, sino por la ley de la fe. 28Concluimos, pues, que el hombre es justificado por fe sin las obras de la ley. 29¿Es Dios solamente Dios de los judíos? ¿No es también Dios de los gentiles? Ciertamente, también de los gentiles. 30Porque Dios es uno, y él justificará por la fe a los de la circuncisión, y por medio de la fe a los de la incircuncisión. 31¿Luego por la fe invalidamos la ley? En ninguna manera, sino que confirmamos la ley. (Rom. 3.)
 
¡Hay qué bueno!


Lo que yo veo aquí es que para desgracia de algunos, su "objetividad" no da de sí lo suficiente como para distinguir entre la muerte por castigo y la muerte por asesinato.

Su dilema (que nunca han podido enfrentar) es el siguiente:

¿Cómo restuara su justicia la muerte provocada por un hombre a otro hombre?
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Amigo
El problema no es que sea muerte "por castigo" o " asesinato" sino que la muerte implica dos conceptos = " Desechar" y a la vez e sun sinonimo de "impotencia" ¿ cuando se producen las guerras? por la i mpotencia d e las palabras l o que quiere decir eso d ematarp or castigo es que " Dios todopoderoso no tiene palabras ni argumentos para convencer que no sean por el miedo o la muerte" tal vez seria distinto decir que lam uerte es solo un paso a una solucion mas profunda algo asi como cuando muere un animalito par aque otros animalitos coman pero es enaimalito va haca dios y .... ¿me entiendes?
ma sque criticar la muerte es critica rla ide aque Dios mata y que tras eso "s eolvida de esa persona"

suy@ Dreamer
 
Originalmente enviado por: Isengard
Increíble, señora.
Todavía va por aquí mostrando un cristianismo rehusado por la crítica mundial desde hace lustros.
Todavía va esgrimiendo el trasnochado Isaías 7 con su *virgen* y todo lo demás de lo que la mayoría ni tan siquiera son profecías y las que lo son no se refieren al Mesías.

¿Fuentes venenosas?: la Torá, el Tenaj... judíos, señora.
A ver, ¿en dónde se anuncia que el Mesías no tendría un padre humano sino que sería un *espíritu*? ¿Dónde se anuncia que predicaría, tendría discípulos y prometería volver? ¿Dónde que su reino sería celestial?

¿Quiere más preguntas?
¿Todavía no se ha dado cuenta del ridículo que está haciendo?

Con la Biblia, señora; no nos venga con diccionarios.


Estamos espeando.
 
Saludos en Cristo Dreamer

Dreamer>>>¿cuando se producen las guerras? por la impotencia de las palabras lo que quiere decir eso de matar por castigo es que " Dios todopoderoso no tiene palabras ni argumentos para convencer que no sean por el miedo o la muerte"

Israel>>>>Dreamer, dreamer genio y figura hasta la sepultura :D

Lo que dices tambien ya le ocurrio a Moises, diciendole a Dios, no los mates porque que van a decir los egipicos, que como no los pudiste meter a la tierra los mataste y Dios le dijo; Oye deveras que si! que buen idea Moy, denle para el desierto, por alla los voy a pasear, asi les puso a fuego lento.

Oye amigOOOO me acorde de aquel que se quizo pasar de listo y cuando tenia que subir unos costales de grano, alego que estaba lastimado de la cintura, entonces el patron en su bondad le dijo, esta bien tendre compacion de ti, vacia los costales y sube de granito en granito pa’que no te lastimes y el muy bruto hasta hoy trabaja :cuadrado:

El prende a los sabios en su astucia(pero tu no te preocuopes amigOOOOO, pues dice a los sabios)

La paz de Dios