No sé, Maripaz, no sé Lulis, de verdad que es increíble, pero no sé.
El problema tal vez sea de raíz, porque no consigo que me entre no ya en la mente, sino en la imaginación, la idea de Dios. No concibo a un Dios. Ni tan siquiera un panteísmo.
Lamentablemente, lo que tengo es una serie de conocimientos de segunda mano de lo que son las religiones o los comportamientos religiosos de los diferentes grupos sociales que voy conociendo, llámense como se quieran llamar. Pero eso no me da una noción de Dios.
Mirad, yo no me considero ateo por la sencilla razón de que el ateo es no ya solamente el que niega la existencia DE Dios, sino que además combate la creencia EN Dios. Yo simplemente DESCONOZCO a Dios. El término agnóstico no me vale tampoco demasiado, porque el agnóstico no es solamente el que desconoce si Dios existe o no existe, sino que a esta condición se suma la de no importarle esa existencia divina. Entonces, no me puedo encuadrar en las filas de esta gente, al menos al 100%, porque yo BUSCO conocer a Dios.
¿Qué es lo que me pasa? Pues sencillamente que he vivido TODA mi vida alejado de creencias. He sido educado en un ambiente arreligioso (que no irreligioso ni antirreligioso). Mis padres son agnósticos convencidos y lo declaran si viene al caso y lo que hicieron fue darme una educación en el sentido de que yo conociera lo que es el
hecho religioso (palabras suyas) y unos conocimientos suficientes de la historia de las religiones. Lo suficiente para que yo eligiera libremente ser religioso cuando fuera adulto. Pero esto no basta. Hay que mamarlo desde niño y yo no lo mamé. Hubo alguien que dijo: cuando me hablaron de una cosa, me gustó; cuando la vi, la entendí; cuando la hice, la comprendí. Bueno, a mí cuando me hablaron de Dios en serio (¿recuerdas Maripaz cuando conté lo del cura de Vilaselán, que me habló y me habló?) me gustó el tema. Yo no es que pretenda "ver" ni "hacer" a Dios, pero me es imposible asimilar el concepto Dios. Soy capaz de comprender por qué los católicos se dirigen a los Santos y el porqué de dirigirse a la Santísima Virgen (uso estos adjetivos por respeto); soy capaz de distinguir la diferencia entre la sola fe y la fe más las obras; soy capaz de enteder la jerarquía de la Iglesia Católica; soy capaz de distinguir el odio irracional que algunos sienten hacia otros; conozco los hechos de la Iglesia (Inquisición, guerras, saqueos, engaños) porque he estudiado bastante de Historia, por eso sé enmarcar los hechos etanto en la época como en la mentalidad de la época, y por eso los comprendo y los justifico; veo a diario en TV en hoteles de toda Europa programas de pastores de vaya usted a saber qué Iglesia no católica que piden y piden dinero a cambio de la gracia del Espíritu Santo (tampoco entiendo el concepto Espíritu Santo); tengo conocimientos de las corrientes filosóficas antiguas y actuales; conozco las divergencias que en su día hubo entre franciscanos y dominicos referente a la manera de vivir una vida religiosa y sus repercusiones en la vida del siglo XXI; conozco - aunque no lo puedo entender, me dicen que es un Misterio - que los cristianos reconocen a un Dios que es tres personas diferentes y un solo Dios verdadero; conozco... conozco... ¡pero no conozco a Dios!. No le niego, fijaos en ello, no me burlo de los creyentes, he ido descartando paulatinamente religiones orientales porque mi mentalidad es occidental. Si no puedo entender la existencia de un Dios a la manera occidental ¡díganme cómo voy a admitir a un Dios oriental, con lo que conllevan sus cultos y tradiciones! Pero lo grande es que yo podría decir tranquilamente: no conozco a Dios, pero ¿a mí qué me importa?. No lo puedo decir porque la verdad es que ME GUSTARIA CONOCER A DIOS.
Yo envidio a esas personas que se arrodillan en una iglesia delante de un sagrario, o delante de una imagen, incluso las comprendo. Y también envidio a los que se dirigen a Dios a su manera, sin sagrarios, sin imágenes, y también les comprendo y les envidio, pero yo no tengo fe.
No, que nadie se equivoque, que nadie me diga que no es un Dios chino o un Dios árabe, que es un solo y único Dios y que llegará el día en que me toque el corazón y ver´ñe la luz. Que nadie me diga eso, por favor, porque me va a hacer sufrir más de lo que estoy sufriendo. Esto es lo que creo y admito: si existe Dios, ha de ser DIOS, así, nada más que Dios. Y nada menos, porque ese Dios ha de ser TODO.
Pero ese TODO ha de englobar también la posibilidad de que me mande una luz. Necesito esa luz, pero no la veo. Cuando me acerqué al judaismo pude ver lo que decía uno de los grandes rabinos acerca de que si le damos a Dios una rendija como el punto de una aguja en nuesto corazón, Él haría una grieta para entrar tan grande como la puerta de una muralla. Pero no parece que yo sea capaz de dar ese punto de aguja. Yo admiro y envidio también a los judíos creyentes; también son capaces de dar la vida si es necesario no solo por su Dios, sino por la unicidad de su Dios. De los musulmanes, nada que decir, aunque no les envidio, como tampoco envidio a los Testigos de Jehová y a otros creyentes que sirven a no sé qué intereses.
Sinceramente, cuando estuve a punto de morir en el naufragio, no sentí ningún miedo. Solamente pensé para mis adentros: "se acabó el baile. Que nos quiten lo bailado, Angelito". Pero tuvo que venir el marinero con su invocación. Y ahí empecé a pensar: "¿y si...? ¡No, no puede ser! Pero... ¿y si...? ¡Bah!". Pero empezó mi curiosidad. Pensé que tal vez era una señal como la de un faro a los navegantes y me decidí a seguir esa luz, una luz que me ha traído hasta aquí, pero sin poder enteder lo que es Dios. Pero en estos momentos no hay luz ninguna para seguir.
Este verano tuve que quedarme entre España y Francia, como ya dije, y aproveché para visitar al cura D. Manolo, de Vilaselán, y juntos fuimos a un pueblo de raices marineras cercano que se llama Viveiro. El muy jo.... del cura no me dijo que era la fiesta del Carmen, y cuando llegamos allí, después de charlar y charlar, nos dimos de cara con la procesión de la Virgen del Carmen. Y detrás de la imagen iban pescadores, marineros y náufragos. Y entre ellos iban dos compañeros míos de naufragio... y entre lágrimas y abrazos se me metió más lío en la mente: ante la devoción de estos hombres, mucho más mayores que mi propio padre, yo ya tenía una necesidad no urgente, sino crítica de conocer a Dios. ¡Y no veais cómo lloré aquella tarde!
Pero nada. Seguimos igual. Ni la emoción de escuchar a los marineros cantando un bonito himno llamado "salve marinera" (los coros de voces de hombres emocionan, y yo ya venía emocionado), ni lo que me decía don Manolo, ni nada de nada me hizo entender más que unos ritos. Ni estar delante de un sagrario, ni estar delante de un crucifijo: nada de nada. Si no fuera por lo serio que estoy ahora mismo, diría uno de mis chascarrillos: no entendía nada, pero después entendí el doble, es decir, nada - nada.
Esta es la segunda vez que desnudo mi alma en el foro, y espero que sea la última. Lo hago por Maripaz y lo hago por Lulis, lo hago por Catalá y lo hago por Alejandro Riff y otros muchos, pero no lo voy a volver a hacer jamás. Es mi problema. Es mi decisión, es mi búsqueda y es cosa mía, mía y de Dios si es que existe (Maripaz, ya sé que me vas a decir que existe, pero déjame ser yo).
Y voy a seguir leyendo los mensajes de los foristas, voy a dar opiniones y a exponer dudas, voy a opinar cuando crea que puedo decir algo; cuando vea noticias interesadas o tendenciosas voy a ser como soy: irónico si puedo y cruel ante la "mala uva", y voy a disculparme cada vez que se me haga ver que he sido injusto u ofensivo, y veremos lo que pasa.
Ahora quiero pediros un favor: no me contestéis a este mensaje. Maripaz, no me digas nada de este mensaje, no podría leer lo que me digas, por favor, hazlo por mi si en algo me aprecias, y creo que sí. Por favor, haced como que lo habéis leído y como que ha sido borrado inmediatamente. Os prometo que no voy a volver a daros la matraca con mi milonga particular, a cambio, os pido que olvidéis todo esto. No creo que volvais a pillarme otra vez con la moral tan baja.
Saludos cordiales.