Hola saludos gente. He seguido en parte este tema y me gustaría exponer un analisis sobre esta cuestion de porque quienes creemos que Jesus es Dios así lo entendemos.
A continuacion voy transcribir un comentario personal que estuve desarrollando en otro foro de Testigos de Jehova, se basa en el capitulo de Juan 10 versiculos 27 al 36 donde, a mi entender, se evidencia el porque Jesucristo es Dios, basandome en el hecho de que el titulo Hijo de Dios implica igualdad a Dios.
Desde ya agradezco cualquier comentario, correccion u objecion dado que estoy empezando a profundizar en ese tipo de asuntos.
Jn. 10:27 Mis ovejas oyen mi voz, y yo las conozco, y me siguen,
Jn. 10:28 y yo les doy vida eterna; y no perecerán jamás, ni nadie las arrebatará de mi mano.
Jn. 10:29 Mi Padre que me las dio, es mayor que todos, y nadie las puede arrebatar de la mano de mi Padre.
Jn. 10:30 Yo y el Padre uno somos.
Jn. 10:31 Entonces los judíos volvieron a tomar piedras para apedrearle.
Jn. 10:32 Jesús les respondió: Muchas buenas obras os he mostrado de mi Padre; ¿por cuál de ellas me apedreáis?
Jn. 10:33 Le respondieron los judíos, diciendo: Por buena obra no te apedreamos, sino por la blasfemia; porque tú, siendo hombre, te haces Dios.
Jn. 10:34 Jesús les respondió: ¿No está escrito en vuestra ley: Yo dije, dioses sois?
Jn. 10:35 Si llamó dioses a aquellos a quienes vino la palabra de Dios (y la Escritura no puede ser quebrantada),
Jn. 10:36 ¿al que el Padre santificó y envió al mundo, vosotros decís: Tú blasfemas, porque dije: Hijo de Dios soy?
Creo que para dilucidar este asunto del título de Hijo de Dios podemos tomar estos versículos de Juan 10: 27-36 como uno de tantos ejemplos donde se puede revelar el significado real de este término. Me parece apropiado al caso comenzar el análisis a la inversa del desarrollo del pasaje en cuestión, dado que el mismo Jesucristo planteaba a los judíos porque blasfemaría cuando había mencionado que era Hijo de Dios, (vs 36). Para ellos (los judíos) Jesucristo pretendía hacerse Dios siendo que era hombre (vs 33), pero leemos más arriba en el versículo 30 que Jesucristo dijo que él y el Padre uno somos. Antes de ver que para el Señor Jesucristo se puede permutar que “yo y el Padre uno somos” (vs 30) con “soy Hijo de Dios” (vs 36), debemos dejar en claro en qué medida Jesucristo y el Padre uno son, por lo que seguimos avanzando hacia el inicio del tema donde Jesús dice que a sus ovejas nadie se las arrebatará de su mano (vs 28), dando a entender que están ahora en su mano y que son su posesión porque el Padre se las dio (a Jesucristo vs 29), pero el Señor para enfatizar el grado de resguardo que tienen sus ovejas ahora dice que nadie las puede arrebatar de la mano de su Padre, siendo que antes dijo que están en su mano (la de él, Jesucristo). Esta primera aparente discordia en estas palabras del Señor Jesús se resuelven inmediatamente con lo que el mismo declara en el versículo siguiente: “yo y el Padre uno somos”. Con lo que queda confirmado que la pretensión de Jesucristo es establecer una igualdad entre él y el Padre, o sea Jesucristo tiene en sí mismo el poder de Dios, no un poder ministrado a su persona, sino más bien intrínseco por el hecho de que en el versículo 28 da a entender que solo en él están todas las facultades para preservar a sus ovejas. Entonces una vez que queda señalado por parte de Jesucristo que la igualdad del Padre con el Hijo es una cuestión de virtudes y no de personas, el mismo Señor cierra como con un decreto esta revelación con la frase: “yo y el Padre uno somos”, lo que motiva la acusación de blasfemia por parte de los judíos.
Por último veamos cómo responde el Señor a la imputación que le hacían los judíos, y así poder corroborar aun más lo que Jesucristo acababa de manifestar:
Se suele argumentar que Jesucristo negó la acusación que hacían sus detractores en este episodio relatado en Juan. Esto se debe supuestamente a que el Señor, ante el hecho de que los judíos interpretaron que él se hacía Dios (vs 33), él rectifica esto aclarando que dijo Hijo de Dios soy (vs 36). Pero si leemos detenidamente podemos comprobar que tal corrección no aparece o se sugiere de algún modo:
Jn. 10:33 Le respondieron los judíos, diciendo: Por buena obra no te apedreamos, sino por la blasfemia; porque tú, siendo hombre, te haces Dios.
Jn. 10:34 Jesús les respondió: ¿No está escrito en vuestra ley: Yo dije, dioses sois?
Jn. 10:35 Si llamó dioses a aquellos a quienes vino la palabra de Dios (y la Escritura no puede ser quebrantada),
Jn. 10:36 ¿al que el Padre santificó y envió al mundo, vosotros decís: Tú blasfemas, porque dije: Hijo de Dios soy?
El análisis es el siguiente:
Los judíos acusan a Jesús de blasfemia de acuerdo a la ley, porque según ellos, él siendo un hombre común se hacia Dios.
Jesús responde con un tipo de planteo denominado “de lo menor a lo mayor”, por ejemplo Juan es más alto que Pedro. Si Pedro alcanza, con más razón alcanzará Juan. Otros casos bíblicos de este tipo de argumento se hallan en Romanos 11:21, Hebreos 10: 28-29. Esta clase de razonamiento para que sea coherente se centra en la cuestión de una afirmación verdadera, en el caso de Juan y Pedro, es el hecho de alcanzar algo, y en el caso que propone Jesucristo serian los meritos necesarios para ser dios. Entonces si los hombres que recibieron la ley (vs 35), se los llamó (son) dioses y esto está vigente hasta el día de hoy debido a que la ley no puede ser quebrantada, con mayor razón o derecho, aquel que el Padre santificó y envió tiene que ser Dios, por dos razones necesarias: Primero, para que el planteo del Señor Jesucristo sea coherente en esta forma de argumento, no hay otra alternativa al respecto dado que él tenía mayor derecho en esta cuestión, por lo que queda aclarado que ser Hijo de Dios implica ser igual a Dios y esto descartaría la suposición de que Jesucristo negó los cargos de los judíos, y segundo, es Dios y no dios por lo que él Señor explicó desde el versículo 27 al 30: el es Dios por haber dado a entender virtudes inherentes a Dios y no como uno de aquellos que se constituyen dioses por ser sólo portadores de la ley de Dios.
Para finalizar, no en vano Jesucristo utilizó para sí el titulo Hijo de Dios en reemplazo de lo que literalmente le dijeron los judíos, esto es: “te haces Dios”, porque dicho título lo iguala a Dios en su carácter o naturaleza pero a su vez lo distingue de la posición del Padre y revela su propósito.