LA PROFUNDIDAD DEL PECADO DE IDOLATRÍA
Lev 13:2 Cuando el hombre tuviere en la piel de su cuerpo hinchazón, o erupción, o mancha blanca, y hubiere en la piel de su cuerpo como llaga de lepra, será traído a Aarón el sacerdote o a uno de sus hijos los sacerdotes.
Aquí tenemos la atenta mirada del sacerdote antiguo, ante la posibilidad de que la persona que ha venido a él, o ha sido traída, realmente se halle leproso.
Lev 13:3 Y el sacerdote mirará la llaga en la piel del cuerpo; si el pelo en la llaga se ha vuelto blanco, y pareciere la llaga más profunda que la piel de la carne, llaga de lepra es; y el sacerdote le reconocerá, y le declarará inmundo.
Vemos como el sacerdote tenía ciertas instrucciones de parte de Dios, al examinar al paciente, pues no podía actuar con ligereza en su diagnóstico para señala livianamente a alguien como leproso.
El tenía que guiarse por las especificaciones que Dios le había instruido al examinar atentamente al paciente.
"El sacerdote mirará la llaga en la piel del cuerpo; si el pelo en la llaga se ha vuelto blanco"
Este cambio de color indicaba que la sangre no estaba fluyendo en el tejido donde se halla la llaga, la hinchazón, por lo tanto, no tenía circulación sanguínea, de modo que el cabello había cambiado a color blanco, porque la parte donde ese pelo se hallaba, estaba muerta ya.
" Si el pelo en la llaga se ha vuelto blanco, y pareciere la llaga más profunda que la piel de la carne, llaga de lepra es; y el sacerdote le reconocerá, y le declarará inmundo"
Lev 13:8 Y si reconociéndolo el sacerdote ve que la erupción se ha extendido en la piel, lo declarará inmundo: es lepra.
El sacerdote bajo la ley, tenía instrucciones muy seguras, evidencias muy visibles y evidentes, en la piel, en el cuerpo de la persona examinada, para declararlo leproso o llegar a la conclusión de que la persona tenía otra clase de afección cutánea, pero que realmente no era lepra.
Respecto al pecado de idolatría, nuestro Sumo Sacerdote entronado, el Señor Jesucristo, el mismo que dio las instrucciones al sacerdote antiguo en Israel, tiene una mirada como se presenta a la Iglesia de Tiatira, leemos:
Apo 2:18 Y escribe al ángel de la iglesia en Tiatira: El Hijo de Dios, el que tiene ojos como llama de fuego, y pies semejantes al bronce bruñido, dice esto:
Apo 2:23 Y a sus hijos heriré de muerte, y todas las iglesias sabrán que yo soy el que escudriña la mente y el corazón; y os daré a cada uno según vuestras obras.
La mirada del Señor para detectar el pecado en el ser humano es profunda, y el pecado de idolatría no escapa a su escrutinio.
La mayoría conocemos que la lepra en la Biblia es una figura del pecado.
Se parece mucho al pecado en su manifestación y en su desarrollo y una de las cosas que el sacerdote al mirar, podía detectar, era si el pelo donde se hallaba la llaga, había cambiado de color. No por causa de la edad, sino porque el color del pelo había sido afectado porque el lugar donde se hallaba se había podrido.
Podemos afirmar en cuanto al pecado, que este cambia terriblemente nuestra percepción de la realidad ante la Santidad del Señor.
El pecado nos desnaturaliza.
Nos vuelve insensibles.
Y respecto a la idolatría, todavía estamos cargando el muñeco o muñeca de yeso en las procesiones, y decimos que eso no es idolatría.
Y la paga del pecado es muerte.
Repetimos, el pecado insensibiliza a la persona para mal.
No la hace estar consciente de que está haciendo algo que Dios abomina.
Y nosotros, estamos bajo el escrutinio de nuestro Gran Sumo Sacerdote entronado.
De su `penetrante mirada no podemos escondernos, y tampoco podemos esconder lo que hay en nuestro corazón.
Lo que el mundo no puede ver, y aunque un creyente católico pueda seguir funcionando en apariencia, y asistiendo a misa como si nada, acostumbrado a estar rodeado de muñecos, con sus velas y sus rezos, aparentando que está bien, Aquel Sumo Sacerdote entronado, sabe muy bien que no pertenece a su Iglesia, que no es una oveja acostumbrada a sus pastos, en cambio el chivo o la chiva come hasta plástico.
La oveja no come yeso.