En la parte de la abominación desoladora.
Por Stephen R. Miller
Varias palabras hebreas se traducen “abominación”. En la mayoría de los casos corresponde a to’ebah que se refiere a algo repulsivo, detestable u ofensivo. Entre los ejemplos se incluyen la perversión sexual (Lev. 18:22-26), el orgullo (Prov. 16:5), la adoración hipócrita (Isa. 1:13) y en especial la idolatría (por ej. Deut. 7:25-26; 1 Rey. 14:24; Ezeq. 7:20).
Otro término es
shiqquts que indica “algo detestable”. Las 28 veces que aparece en el AT está asociado con la idolatría y suele describir a los ídolos como algo desagradable y ofensivo para Dios. Otras palabras hebreas que se traducen “abominación” o “abominable” son
piggul (alimentos ceremonialmente inaceptables; Lev. 7:18; 19:7; Isa. 65:4; Ezeq. 4:4) y
ba’ash (literalmente “hedor”, pero se emplea como símbolo de algo ofensivo, repugnante u odiado; 1 Sam. 13:4).
Bdelugma también significa “algo detestable”; es el término griego que aparece seis veces en el NT y que generalmente se traduce como “abominación”. No hay duda de que la palabra en Mat. 24:15; Mar. 13:14; Apoc. 17:4,5 y posiblemente en Apoc. 21:27 se refiere a la idolatría.
La abominación desoladora se menciona cinco veces (Dan. 9:27; 11:31; 12:11; Mat. 24:15; Mar. 13:14). El hebreo presenta leves variaciones, pero en las tres referencias de Daniel corresponde a formas de
shiqquts (“abominación”) y
shamem (“estar desolado, horrorizado”). La abominación desoladora es una acción, un objeto o una persona que hace que los adoradores abandonen el templo.
La “abominación” que se menciona en Dan. 11:31 se produjo cuando Antíoco IV erigió un altar o una imagen pagana de Zeus (Júpiter) en el templo de Jerusalén en diciembre del 167 d.C. (1 Mac. 1:47,54; 2 Mac. 6:4-5; Antiquities [Antigüedades] de Josefo, 12.5.4; conf. Dan. 8:13). Los intérpretes que señalan que el libro de Daniel se escribió durante el reinado de Antíoco IV a menudo sugieren que la expresión hebrea correspondiente a “abominación desoladora” (
shiqquts shomem) es una modificación deliberada de
Ba’al Shamen (“señor del cielo”), el equivalente sirio de Zeus. Los críticos también asumen que Dan. 9:27 y 12:11 se refieren a la blasfemia de Antíoco, en tanto que los eruditos evangélicos por lo general vinculan estos pasajes con la destrucción que llevaron a cabo los romanos en el 70 d.C. o con un sacrilegio del anticristo escatológico.
“Abominación desoladora” aparece dos veces en el NT (Mat. 24:15; Mar. 13:14). En el discurso sobre el fin de los tiempos, Jesús le atribuyó la expresión a Daniel e indicó que se cumpliría en el futuro. El testimonio fehaciente de Jesús señala que todas las referencias a la “abominación desoladora” no se cumplieron durante la época de Antíoco IV. Dado que Dan. 11:31 alude a la blasfemia de Antíoco, las palabras de Cristo deben referirse a la “abominación desoladora” de Dan. 9:27 y/o 12:11. Por lo tanto, Jesús identifica la “abominación” que se menciona en estos pasajes con un futuro sacrilegio del templo de Jerusalén.
La mayoría de los eruditos vinculan esta “abominación desoladora” neotestamentaria con (1) la destrucción del templo, (2) el anticristo escatológico o (3) ambas cosas. Podría referirse a cualquiera de las facetas de la revolución judía y de la destrucción de Jerusalén y el templo a manos de los romanos en el 70 d.C., incluso la entrada de Tito al lugar santísimo (Josefo, Guerras 6,4,7; 7,5,5); el propio ejército romano (comp. Luc. 21:20), en particular las insignias militares con imágenes idólatras (Josefo, Guerras 6.6.1); o la profanación del templo en el 67–68 d.C. que infligieron los zelotes judíos (Josefo, Guerras 4,3,7–10). El sacrilegio del anticristo escatológico se menciona en 2 Tes. 2:3-12. Los que aluden a ambos acontecimientos argumentan que posee una doble aplicación. Dado que los elementos de la profecía de Jesús se extienden más allá de la destrucción llevada a cabo por los romanos en el 70 d.C. y aluden a Su venida (Mat. 24:29-30; 36-44), las opiniones 2 y 3 parecieran ser las más aceptables.
Por Stephen R. Miller Varias palabras hebreas se traducen “abominación”. En la mayoría de los casos corresponde a to’ebah que se refiere a algo repulsivo, detestable u ofensivo. Entre los ejemplos se incluyen la perversión sexual (Lev. 18:22-26), el orgullo (Prov. 16:5), la adoración...
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