El error de Fénelon fue negar razón de existencia propia a los motivos del amor si no tienen como fin último la gloria de Dios. Eso implica aniquilar como un fin último el legítimo deseo sobrenatural de ser amados por Dios.
Transcribo una cita en el original francés de Explicación de las máximas de los santos, con una traducción que sujeto a tu amable revisión
"L'amour pour Dieu seul, confideré en lui-même & fans aucun mélange de motif inte- reffé ni de crainte ni d'espe- rance, et le pur amour, ou la parfaite charite. parfaite charité".
(
https://gallica.bnf.fr/ark:/12148/btv1b8608261d/f65.image)
"Amor solo por Dios, confiado en sí mismo, sin mezcla de motivos, miedo o esperanza, amor puro o perfecta caridad. perfecta caridad"
Gracias Ibero, saludos
Hola Abemanar. Traduzco el primer artículo y un poco del segundo...
Máxima de los Santos: o Máximas en relación con las experiencias de la Vida Interior y la doctrina del Puro Amor
Por Fénelon, Arzobispo de Cambrai (publicado por primera vez en enero de 1697):
Artículo PRIMERO:
Hay varios tipos de amor a Dios. Al menos, existen varios sentimientos que acompañan a ese nombre.
Primero, el que podríamos llamar amor mercenario o egoísta; es decir, aquel amor a Dios que surge en exclusiva para cuidar de nuestra propia felicidad. Aquellos que aman a Dios sin otro amor que este le aman como el avaro a su dinero y como el hombre voluptuoso a sus placeres; Dios no tiene más valor añadido que ser un medio para alcanzar un fin; y ese fin es la gratificación de uno mismo. Este tipo de amor, si es que puede retener ese título, es indigno de Dios. Él ni lo pide ni lo recibe. En el lenguaje de Francisco de Sales, "es sacrílego e impío".
El
segundo es otro tipo de amor que no excluye que su motivación sea la felicidad propia, pero exige que esta motivación esté subordinada a una muchísimo más alta, en concreto,
la gloria de Dios. Es un estado mixto, en el cuál nos consideramos a nosotros mismos y a Dios al mismo tiempo. Este amor no es imperativamente egoísta e incorrecto. Al contrario, cuando los dos objetos que les ocupa (Dios y nosotros mismos), están en su lugar apropiado relativo el uno del otro (es decir, cuando amamos a Dios como Él debe ser amado y nos amamos a nosotros mismos no más de lo que debemos ser amados), es un amor que, al estar subordinado adecuadamente, es generoso y correcto.
Artículo SEGUNDO:
I. En cuanto a los sujetos de este amor mixto, no todos están por igual avanzados.
II. El AMOR MIXTO se convierte en PURO AMOR cuando el amor hacia uno mismo se pierde de un modo relativo, que no absoluto, respecto a la voluntad de Dios. Este es siempre el caso cuando los dos objetos se aman en su debida proporción. De manera que el puro amor es amor mixto cuando se
combina adecuadamente.
III. El amor puro no es inconsistente con el amor mixto, sino que es un amor mixto llevado a su verdadero ser. Cuando se alcanza este resultado, la motivación de la gloria de Dios se expande a tal punto, y tanto llena la mente, que la otra motivación (la de nuestra propia felicidad) se hace tan pequeña y tanto retrocede de nuestra percepción interior, que podríamos considerarla
prácticamente aniquilada. Es entonces cuando Dios se convierte en lo que debería ser: el centro del alma hacia el cuál tienden todos sus afectos; el gran sol moral del alma del cuál procede toda su luz y calor. Es entonces que el hombre ya no piensa más en sí mismo. Se ha convertido en el hombre "de ojo sencillo". Su propia felicidad, y todo cuanto concierne a su persona, se ha perdido de vista debido a su enfoque sencillo y anclado en la voluntad de Dios y la gloria de Dios.
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Como ves, Fénelon no dice lo que tú dices que dice.
Amor,
Ibero