Re: EN DEFENSA DE LA DOCTRINA DEL SANTUARIO
A manera de introducción, se hará una exposición muy resumida de la doctrina del Santuario de la IASD, a fin de que los que la desconozcan, al menos tengan una idea, a grosso modo, de que se trata y se formen su propio juicio.
Hay un símil tomado del diario vivir en nuestros hogares, un poco tonto, pero que nos puede ayudar a entender algo referente a los 2 servicios que se llevaban a cabo en el Santuario Terrenal: Por lo general uno tiene una papelera en la habitación, y todos los días uno va botando papeles, lápices gastados, y cualquier cantidad de cosas pequeñas. Por supuesto, la papelera tiene una capacidad máxima de almacenaje, por lo que, al menos una vez a la semana, se debe vaciar toda la papelera en el aseo para que vuelva a prestar su útil función.
Pues bien, el servicio en el Santuario terrenal de los israelitas se comportaba de manera algo similar, pero relacionado con los pecados confesados y expiados allá. El pueblo iba, confesaba y ofrendaba por sus pecados todos los días, los cuales eran expiados por la sangre de los animales sacrificados”. Sin embargo, esa sangre se introducía al Santuario (Lugar Santo), donde quedaba “su rastro” o registro. Una vez al año, todos esos pecados expiados que permanecían en el Santuario debían ser eliminados, y de esa forma el santuario volvía a prestar su función en el nuevo año civil. En ese día conocido como Día de Expiación o Yom-Kippur, tal como se lee en Levítico 16, se tomaban dos machos cabríos para la expiación de los pecados del pueblo de Israel. Una para en suerte para Jehová, y el otro para Azazel (Satanás). El macho cabrío sobre el cual caía la suerte de Jehová era sacrificado en expiación por los pecados del pueblo, prefigurando la muerte expiatoria de Cristo, y la sangre inocente de ese sacrificio era trasladada hasta el Lugar Santísimo. Dice la Biblia: “Así purificará el santuario” la sangre del sacrificio. Por otro lado, el otro macho cabrío, el de Azazel, era llevado ante el sacerdote, quien poniendo sus dos manos sobre el animal, “confesaba sobre él las iniquidades de los hijos de Israel”, es decir, todos los pecados del pueblo de Israel eran transferidos al chivo, el cual representaba a Satanás. Este chivo luego era llevado a “tierra inhabitada” en el desierto, representando así los 1000 años de soledad que vivirá Satanás y sus demonios en esta tierra como consecuencia de la destrucción devastadora producida por la Segunda Venida de Jesús en gloria (Apocalipsis 12:7).
Los judíos, aún en la actualidad, consideran el Yom-Kippur como un día de sentencia de juicio, en el cual Dios declara que sus nombres pueden seguir en los libros del cielo o no. En ese día es común saludarse así: “Que tengas una buena firma”, es decir, que Dios apruebe tu vida del año pasado. La idea del juicio no es extraña a las enseñanzas del cristianismo bíblico. El mensaje del primer ángel de Apocalipsis es:: “Temed a Dios y dadle gloria, porque la hora de su juicio ha llegado”. En la parábola de las bodas de Mateo 22, se ve a las claras que hay un juicio investigador, y que éste se realiza antes de las bodas, es decir, cuando Cristo es investido como Rey y se le da el dominio y gloria del mundo renovado libre de pecado. Antes de verificarse las bodas entra el Rey para ver a los huéspedes, y cerciorarse de que todos llevan las vestiduras de la boda, el manto inmaculado del carácter de Cristo. Al que se le encuentra sin traje conveniente, se le expulsa, mientras que los que lo tienen son aceptados. Esta tarea de examen implica un juicio investigador, el cual es la obra final que Cristo hará en el santuario celestial como nuestro sumo sacerdote (Hebreos 8:1,2). Pero este juicio amerita una obra de preparación de su pueblo, pues sin santidad nadie verá a Dios (Hebreos 12:14). Ese periodo es equivalente a lo que los judíos llaman “los días de horror”, que van desde el 1er día del mes séptimo o Tishri (Rosh-Hashanah) hasta el décimo día o Yom-Kippur, en los cuales hacen una introspección con aflicción profunda a causa de los pecados cometidos durante el año que acababa de finalizar
Conocido ya el significado de purificar o justificar el santuario delante de Dios, se puede entender la interpretación adventista de Daniel 8:14, que dice: “Y él dijo [un santo]: Hasta dos mil trescientas tardes y mañanas; luego el santuario será purificado”. Esta fue la respuesta a la pregunta de otro ser santo: “”¿Hasta cuándo durará la visión del continuo sacrificio, y la prevaricación asoladora entregando el santuario y el ejército para ser pisoteados? V.13. Estos dos pasajes vienen enmarcados dentro de una visión dada a Daniel sobre el carnero [reino medo-persa, v.20] y el macho cabrío [rey de Grecia, v.21]. Nótese que los dos tipos de animales eran utilizados en el Día de Expiación (Levítico 16). El ángel Gabriel le da esta interpretación, junto con una somera descripción del cuerno pequeño, más no lo identifica, porque como él mismo Gabriel le afirma a Daniel esa visión “es para el tiempo del fin” v.19. Acto seguido, Daniel sufre un quebranto y se enferma, impidiéndole al ángel explicarle lo relativo a los 2300 tardes y mañanas. Años después, Daniel siente la necesidad de buscar a Dios y pronuncia su famosa oración intercesora, en medio de la cual vuelve a aparecérsele el ángel Gabriel, y retoma la explicación de la anterior visión, y comienza a darle la profecía de “las 70 semanas”. Dado que Daniel oraba por su pueblo, por Jerusalén y su templo (Daniel 9:16), Gabriel le da otra profecía relativa al pueblo judío, a Jerusalén y al santuario, diciendo: “Setenta semanas están determinadas [Hb. también puede significar determinada, cortada de algo] sobre tu pueblo, y sobre tu santa ciudad . . . . .Sabe, pues, y entiende, que desde la salida de la orden para restaurar y edificar a Jerusalén . . “ Daniel 9:24-25. Esta profecía, aunque arrojaba luz sobre el destino de Israel, no la comprendió Daniel en su totalidad, en virtud de permanecer indescifradas las 2300 tardes y mañanas. Sin embargo, los primeros estudiosos del movimiento adventista [no de la iglesia adventista] del tiempo de William Miller, se preguntaron: ¿Pero de dónde fueron descontadas las 70 semanas?. Tenía que ser de un periodo igualmente relacionado con la suerte de Israel, y el único periodo mayor de donde debía ser cortada era el periodo de las 2300 tardes y mañanas. Por lo tanto, tanto las 70 semanas como las 2300 tardes y mañanas, debían comenzar en una misma fecha. ¿Cuándo?: “Desde la salida de la orden para restaurar y edificar a Jerusalén”. Si se puede encontrar la fecha de tal orden o edicto real, quedará fijado el punto de partida del gran periodo de 2300 tardes y mañanas y del periodo de las 70 semanas. Este decreto se encuentra en Esdras (7:12-26), el cual fue promulgado por Artajerjes, rey de Persia, en el año 457 a.C. Tomando como base de interpretación profética, la más adecuada bíblica e históricamente hablando, la premisa de 1 día profético = 1 año real, y partiendo del año 457 a.C., se llega al bautizo o ungimiento de Cristo en el 27 d.C., a su crucifixión en el 31 d.C., al apedreamiento de Estaban en el 34 d.C., fecha que marcaba el rechazo de los judíos al cristianismo, y el fin del periodo profético de las 70 semanas. Tomando la misma fecha de origen, las 2300 tardes y mañanas, ahora 2300 años, el periodo se extendería hasta el año 1844. Este año fue malinterpretado por el movimiento adventista inicial e Miller, al considerar que lo que se debía purificar era este planeta, lo que llevó a un gran chasco. Sin embargo, un grupo remanente de adventistas, los que dieron origen a la IASD, no cejó en el estudio profundo de las Escrituras, y vieron en textos, tales como Levítico 16, Hebreos 8; 9:22 y Apocalipsis 11:19, que lo que se había purificado o justificado era el santuario celestial, donde Jesucristo intercede por nosotros. Cristo había venido, no a la tierra, como ellos lo esperaban, sino, como estaba simbolizado en el símbolo, al Lugar Santísimo del templo de Dios en el cielo (comparar con Daniel 7:13 y Malaquías 3:1), y aunado al juicio implícito en el Día de Expiación, así como al juicio anunciado en Apocalipsis antes de que Cristo venga, se interpretó que el año 1844 d.C. marca el inicio del Juicio Investigador, en el cual serán evaluadas las vidas de todos los seres humanos, que desde la caída del hombre han profesado fe en los méritos del sacrificio expiatorio provisto por Dios. Este sería la fase del juicio procesal. El juicio ejecutivo lo llevará a cabo Jesucristo en su Segunda Venida, cuando venga para ejecutar la sentencia o “recompensar a cada uno según su obra” Apocalipsis 22:12. Como se ve, lo anteriormente explicado revela un sistema de verdades que formaba un conjunto armonioso y demostraban que la mano de Dios había dirigido el gran movimiento adventista. Esto es de manera sumaria la doctrina del Santuario de la IASD.