CAPSULAS DE VIDA (Citas de EGW)
No hay mejor ejemplo de los escritos de la carnal White que sus mismos escritos, para que cada quien juzgue si son “cloacales, sucios, satánicos, etc, etc”, tal como cualquier cristiano sincero puede aseverar.
"Mientras orábamos en el altar familiar, descendió sobre mí el Espíritu Santo y me pareció ser levantada cada vez más arriba,
muy por encima del oscuro mundo. Me volví para buscar al pueblo adventista en el mundo, pero no lo hallé en parte alguna, y entonces una voz me dijo: 'Vuelve a mirar un poco más arriba'. Alcé los ojos, y vi un sendero recto y angosto trazado
muy por encima del mundo. El pueblo adventista andaba por ese sendero en dirección a la ciudad que se veía en su último extremo. En el comienzo del sendero, detrás de los que ya andaban, había
una brillante luz, que, según me dijo un ángel, era el
'clamor de media noche'. Esta luz brillaba a todo lo largo del sendero, para que no tropezaran. Delante de ellos iba Jesús guiándolos hacia la ciudad, y si no apartaban los ojos de él, iban seguros. Pero no tardaron algunos en cansarse, diciendo que la ciudad estaba todavía muy lejos, y que contaban con haber llegado más pronto a ella. Entonces Jesús los alentaba levantando su glorioso brazo derecho, del cual provenía una luz que ondeaba sobre la hueste adventista, y exclamaban: '¡Aleluya!'. Otros negaron temerariamente la luz que brillaba tras ellos, diciendo que no era Dios quien los había guiado hasta allí. Pero entonces se extinguió para ellos la luz que estaba detrás y dejó sus pies en tinieblas, de modo que tropezaron y, perdiendo de vista el blanco y a Jesús, cayeron fuera del sendero abajo, en el mundo sombrío y perverso.
Era tan imposible que ellos [los que abandonaron su fe en el movimiento de 1844] recobraran el camino y fueran a la ciudad, como todo el mundo impío que Dios había rechazado. Cayeron a todo lo largo del sendero, uno tras otro hasta que
oímos la voz de Dios como muchas aguas, anunciando el día y la hora de la venida de Jesús. Los santos vivos, 144,000 en número, conocieron y entendieron la voz, mientras que los impíos creyeron que eran truenos y un terremoto. Cuando Dios anunció la hora, derramó sobre ellos el Espíritu Santo, y nuestros rostros comenzaron a iluminarse y a brillar con la gloria de Dios, como lo hizo el rostro de Moisés cuando bajó del Monte Sinaí."