Re: El sabado no es eterno
Estimado larosa. Saludos cordiales.
Tú dices:
El sábado fue solo para Israel o el sabbat como señal de que Jehová los sacó de Egipto. Ya que eso se encuentra en el viejo pacto. Los diez mandamientos no hacen a nadie perfecto ni mejor cristiano ni amar a Dios con todo el corazón ni al prójimo. Pueden ser buenas personas fieles a lo que creen pero pero no se les desborda naturalmente el amor hacia Dios y al prójimo como lo principal en su vida.
Respondo: Porque amamos a nuestro bondadoso Señor quién dió su vida por nosotros, por agradecimiento y reconocimiento a que Él merece nuestra adoración, es que guardamos sus mandamientos, y estos no son gravosos. Jesús nos dice: "Si me amáis, guardad mis mandamientos" Juan 14: 15
"Y les di también mis días de reposo, para que fuesen por señal entre mí y ellos, para que supiesen que yo soy Jehová que los santifico". (Eze. 20: 12)
Así como el sábado fue la señal que distinguía a Israel cuando salió de Egipto para entrar en la Canaán terrenal, así también es la señal que ahora distingue al pueblo de Dios cuando sale del mundo para entrar en el reposo celestial.
La observancia del sábado es el medio dispuesto por Dios para reservar el conocimiento de sí mismo y para establecer una distinción entre sus súbditos fieles y los transgresores de su ley.
El sábado. . . pertenece a Cristo. . . Y como lo hizo todo, creó también el sábado. Por él fue apartado como un monumento recordativo de la obra de la creación. Nos presenta a Cristo como Santificador tanto como Creador. Declara que el que creó todas las cosas en el cielo y en la tierra, y mediante quien todas las cosas existen, es cabeza de la iglesia, y que por su poder somos reconciliados con Dios.
“Pudimos investigar las conclusiones de trabajos de especialistas en Cronología y no encontramos ni uno solo que tuviera la más leve duda acerca de la continuidad del ciclo semanal desde mucho antes de la Era Cristiana” (James Roberts, director del Observatorio Naval de los EE. UU., en carta a F. D. Nichol del 12 de marzo de 1932).
El séptimo día de nuestro almanaque se llama sábado en 106 idiomas del mundo. Hay idiomas, como el inglés (“Saturday”), en los que el séptimo día debe su nombre a Saturno. Pero en la mayoría de las lenguas, simplemente se lo llama sábado (descanso).
El sábado actúa como una señal del pacto que Dios hizo con su pueblo (Éxo. 31:17). La celebración sabática proporciona un palacio especial en el tiempo para la comunicación y la comunión con Dios, y en su estela, trae regeneración física, mental y espiritual. También proporciona libertad y liberación del trabajo, de la competencia, y de las tensiones de la existencia diaria. En resumen, trae descanso y renovación.
Quienes guardan el sábado reconocen a Dios como su Señor del pacto, el Señor de sus vidas. Reconocen a Dios como su Redentor y Santificador. Mediante ese reconocimiento, renuncian a cualquier pretensión de que guardar el sábado es una manera de ganar vida. Sin embargo, la obediencia indica que guardar la ley por el poder habilitante de Dios es la manera adecuada de vivir para cada verdadero hijo e hija de Dios.
El sábado es una señal del pacto con tres dimensiones en el tiempo. Tiene importancia para el aquí y ahora; reflexiona sobre el pasado; y alcanza al futuro. Reflexiona en que fue instituido en la creación y es un monumento a la creación divina del mundo, Dice algo significativo relacionado con la actividad de Dios en el presente, confirmando como señal del pacto en las vidas de quienes reconocen a Dios como su Señor y han aceptado su señorío y su redención y que viven como lo hacen por el poder de Dios. Entonces el sábado alcanza al futuro definitivo, al encontrar su cumplimiento concreto en el plan de salvación, cuando se experimentará la libertad total e ilimitada y la redención final.
Las cualidades redentoras y santificadoras maravillosas inherentes al sábado nos dirigen desde la creación “buena en gran manera” de Dios (Gén. 1:31), en el principio, a un futuro más glorioso de comunión sin obstáculos con el Padre y el Señor Jesucristo y el acceso ilimitado a ellos. El sábado une la creación (Gén. 2:2, 3) con la nueva creación (Isa. 66:23). Es un eslabón que señala al futuro como una garantía de un cielo nuevo y una tierra nueva, donde los redimidos gozarán un compañerismo no interrumpido y cara a cara con Dios para siempre.
Leemos en ambos Testamentos que el sábado tiene su origen en la creación del mundo. Esta verdad es afirmada en el Antiguo Testamento en Génesis 2:2, 3 (NVI): “Al llegar el séptimo día, Dios des- cansó porque había terminado la obra que había emprendido. Dios bendijo el séptimo día, y lo santificó, porque en ese día descansó de toda su obra creadora”. El Nuevo Testamento reafirma en las palabras de Jesús y de los apóstoles el hecho de que el sábado, el séptimo día, tuvo su origen ene1 Edén (Mar. 2:27; Heb. 4:1-11).
Tanto los observadores del sábado como quienes no lo guardan han reconocido que el séptimo día mencionado en Génesis 2:2 y 3 es el sábado. Noten un ejemplo contemporáneo: “La palabra ‘sábado’ no se emplea [en Génesis 2:2, 3]; pero es seguro que el autor [del Génesis] tuvo la intención de afirmar que Dios bendijo y santificó el séptimo día como el sábado”
Otra idea importante expresada en Génesis 2:2 y 3 es que Dios “santificó” o “hizo santo” el séptimo día.
¿Cuál es la idea que comunica el hecho de hacer santo el sábado? ¿Es para proporcionar un día con la calidad mágica de santidad, presente sólo en ese día específico? El significado básico de “hacer santo” o “santificar” sugiere que el término, como se usa aquí, describe un acto de Dios al poner aparte ese día de todos los demás días, con el propósito de la presencia santificadora del Creador.
La santidad con que está saturado el sábado tiene la connotación de la manifestación especial de la presencia de Dios en ese día específico. La santidad del sábado y la santidad del pueblo de Dios están interrelacionadas de una manera u otra. El propósito de Dios cuando pidió a su pueblo: “Guardaréis mis sábados”, es que “yo soy Jehová que os santifico” (Éxo, 31:13), La santidad de Dios, la santidad del hombre, y la santidad del sábado deben estar juntas.
También se afirma que Dios “bendijo” el sábado, La idea de bendecir en las Escrituras es sumamente rica. En el Antiguo Testamento la palabra para bendecir generalmente indica un otorgamiento de algún bien material (Deut. 11:26; 28:1-14; Prov. 10:22; 28:20). Pero también se usa en otras situaciones. Por ejemplo, encontramos expresiones como “bendito sea... Israel mi heredad” (Isa. 19:25). Rara vez encontramos que en el Antiguo Testamento Dios bendiga cosas: una vez se registra que Dios bendijo los campos (Gén. 27:27), y una vez que bendijo los animales (Gén. 1:22).
Una señal entre Dios y su pueblo, una señal del pacto: “Guardarán, pues, el sábado los hijos de Israel, celebrándolo por sus generaciones por pacto perpetuo. Señal es para siempre entre mí y los hijos de Israel; porque en seis días hizo Jehová los cielos y la tierra, y en el séptimo día cesó y reposó”(Éxo. 3 1:16, 17). En el Antiguo Testamento el sábado se designa cuatro veces como una señal (ver Éxo. 31:13, 17; Eze. 20:12, 20).
¿Qué significa que el sábado sea una señal? La palabra señal puede tener varios significados. En su sentido más amplio, se aplica a una acción, condición, cualidad, u objeto visible que señala un hecho o trasmite un mensaje. Es apropiado comprender el sábado como una señal en el sentido en que la Biblia usa la palabra señal. Para determinar este sentido, investigaremos unas pocas de las setenta y ocho veces en que se usa ese término en el Antiguo Testamento.
En tres casos tenemos señales asociadas a pactos. La primera señal es el arco iris (Gén. 9:12, 13, 17). Luego tenemos la “señal” relacionada con la circuncisión en el pacto hecho con Abrahán (Gén. 17:11). Y el tercer caso asocia “señal” con “pacto”, en relación con el sábado como una señal del pacto que Dios hizo con su pueblo en el monte Sinaí en Éxodo 31 (ver también Eze. 20). Al asignar ciertas características a estos eventos en la historia de la salvación, o al asignar a estos eventos el carácter de una señal, estos acontecimientos y los fenómenos asociados con ellos adquieren un valor mucho más allá del tema y del evento mismo.
El sábado es una señal del pacto “entre mí y vosotros por vuestras generaciones” (Éxo. 31:13; comparar con Eze. 20:12), había dicho Dios a Israel, La persona que guarda e1 sábado con el espíritu correcto indica por ese medio que él está en una relación salvadora con Dios.
El sábado, como una señal, le imparte al creyente en primer lugar el conocimiento de que el Señor es su Dios del pacto. También indica que Dios “santifica” su pueblo (Lev. 20:8; 21:8; 22:32; Eze. 37:28) haciéndolo un pueblo “santo” (Éxo. 19:6; Deut. 7:6; Lev. 19:2, 3).
El sábado como una señal de la santificación divina necesita más ampliación. Consideremos más de cerca Éxodo 31:13, un texto sabático que declara específicamente: “Guardaréis mis sábados; porque es señal entre mí y vosotros por vuestras generaciones, para que sepáis que yo soy Jehová que os santifico”. Se enfatiza aquí un aspecto enteramente nuevo del sábado como señal, la idea del sábado como una “señal” de santificación. Una persona que considera la observación del sábado como algo legalista o farisaico puede pensar que la observancia del sábado misma lo santificará. De ninguna manera. El Señor es quien santifica, dice el texto. Que la santificación es un acto de parte de Dios en favor de su pueblo es algo que nunca debe ser pasado por alto.
El proceso de santificación es tanto la obra del amor redentor de Dios como lo es la obra salvadora y redentora del Cielo mediante Cristo. Tanto la justificación como la santificación son actividades de Dios. “Yo soy Jehová que os santifico”, De este modo el sábado es una señal que imparte el conocimiento de Dios como Santificador. “El sábado dado al mundo como la señal de que Dios es el Creador es también la señal de que él es el Santificador”.
La segunda idea nueva en Éxodo 31:13 es que el sábado es una señal de conocimiento: “Para que sepáis”. El concepto hebreo de conocimiento es sumamente amplio. El conocimiento tiene aspectos intelectuales, emocionales y de relación. “Conocer” no significa simplemente saber un hecho intelectualmente, particularmente cuando el objeto es una persona. Significa tener una relación significativa con la persona que es conocida. Así, “conocer a Dios” significa estar conscientemente en una relación correcta con él. Significa “servirle” (1 Crón. 28:9); significa “temerle” (Isa. 11:3; Sal. 119:79; Prov. 1:7); significa “creer” en él (Isa. 43:10); significa “confiar” en él (Sal. 9:10); significa “buscarlo” (Sal. 9:10); significa “invocar” su nombre (Jer. 10:25; Sal. 79:6).
El texto afirma claramente que el sábado es una señal del pacto entre Dios y su pueblo por todas las generaciones, con el propósito de que “sepáis que yo soy Jehová que os santifico” (Éxo. 3 1:13). El sábado como señal, con respecto al conocimiento, relaciona el hecho de que Dios es conocido como el que santifica a su pueblo. Es Dios quien hace que el pueblo sea santo. Este conocimiento es conocimiento salvador. El creyente que realmente comprende el significado del sábado y de la observancia del sábado comprende que el Señor del sábado también es su Señor. Su Señor es el Creador. Su Señor es el Redentor. Su Señor también es el Santificador.
El sábado actúa como señal todavía en otro sentido. Sirve como una marca de separación, indicando al pueblo de otras religiones o al pueblo que no guarda el sábado que existe una relación singular entre Dios y su pueblo observador del sábado. Actuando como una señal de reconocimiento, el sábado separa para Dios a su pueblo del resto de la humanidad. Como Caín fue reconocido por una señal que Dios puso sobre él, así el pueblo de Dios es reconocido por el sábado que los mantiene separados para Dios en servicio al mundo.
El sábado como una señal: “Mediante la santificación del sábado debemos demostrar que somos su pueblo. Su Palabra declara que el sábado ha de ser la señal que distinguirá al pueblo que guarda los mandamientos... Los que guardan la ley de Dios serán uno con él en la gran controversia comenzada en el cielo entre Satanás y Dios”. El sábado es una señal de separación y de distinción del pueblo de Dios, haciéndolos visibles dentro de la esfera del gran conflicto entre los poderes del bien y los poderes del mal.
Se ha reconocido una y otra vez que el mandamiento del sábado se encuentra en el centro de los Diez Mandamientos. ¡Cuán apropiado es, siendo que relaciona la dimensión divino-humana y la dimensión humana-humana! También es apropiado como analogía con el lugar de los sellos en los antiguos documentos oficiales. El mandamiento del sábado identifica al Señor del sábado de una manera especial e indica su esfera de autoridad y dominio. En estos dos aspectos o sea,
1) la identidad de la deidad como Yahweh, el Señor, quien es el Creador (Éxo. 20:11; 31:17) y que por ello ocupa una posición singular, y
2) la esfera de su dominio y autoridad sobre “los cielos y la tierra, el mar, y todas las cosas que en ellos hay” (Éxo. 20:11; comparar con 31:17)— del mandamiento del sábado tiene las características de un sello típico en los documentos que contenían tratados internacionales del antiguo Cercano Oriente. Estos sellos estaban típicamente en el centro o en el medio de los documentos del tratado y contenían también
1) la identidad de la deidad en cuyo nombre se juraba el tratado (usualmente un dios pagano), y
2) la esfera de su dominio y autoridad (generalmente un área geográfica limitada).
Por analogía, el sábado opera como una “señal” (Éxo. 31:13, 17), o en este caso, más bien como un sello, entre Dios y su pueblo (“entre mí y vosotros”), y por ello es el sello de la relación entre Dios y su propio pueblo. Esto es importante para el creyente, porque al observar el sábado, como lo hizo Dios al terminar la semana de la creación, el creyente lo reconoce como el Creador y el Re-creador (Redentor y Santificador). El creyente también reconoce la propiedad o dominio de Dios y su autoridad sobre toda la creación, aun sobre el mismo. Hace que el creyente sea parte de la comunidad del pacto de Dios de los verdaderos adoradores.
Estas son algunas de las vislumbre de las riquezas del sábado dentro del pacto. El sábado es realmente un don de Dios para los seres humanos. Proporciona para ellos un tiempo señalado divinamente para el descanso humano dentro de la inquietud de la humanidad
Sobre tu comentario: "Pueden ser buenas personas fieles a lo que creen pero pero no se les desborda naturalmente el amor hacia Dios y al prójimo como lo principal en su vida.", no te olvides que Dios mira el corazón y Él juzgará.
Bendiciones.
Luego todo Israel será salvo.