Re: El Concilio de Constanza y el Mito de la Sucesión Apostólica.
SIGAMOS
CRISIS DE AUTORIDAD A RESULTA DEL VATICANO II
Es posible que esta Congregación para la Defensa de la fe tenga bastante trabajo en el futuro. La crisis de autoridad que padece el mundo católico-romano es profunda y, probablemente, duradera. Si fuese reprimida mediante los antiguos procedimientos estaría facilitando los pasos de algunos católicos hacia la ruptura definitiva con Roma. Es posible que la nueva Congregación, y los hombres frente a la misma, consigan evitar el peligro, y, armados de más paciencia y prudencia, lleguen a la síntesis que tanto anhelaba Pablo VI. Por de pronto, en la Argentina, el episcopado de aquel país , a principios de 1966, se vió obligado a publicar un documento sobre "la posición de la Iglesia argentina ante los problemas surgidos sobre la puesta en práctica de las decisiones del concilio Vaticano II" en la nación. En una conferencia de prensa, el secretario del episcopado, manifestó que la declaración tenía por objeto recordar a los católicos la necesidad de someterse a la obediencia.
Tenía razón Pablo VI al decir: "La vida de la Iglesia está dominada por el concilio por el concilio que ha sido clausurado en diciembre pasado... El concilio deja tras si que permanece y sigue actuando. Es como una fuente de la que brota un rio; la fuente puede estar lejos pero la corriente del rio nos acompaña " Lo que no desearía el papa es que la corriente llevara el ímpetu que lleva en ciertos sectores de su iglesia.
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Lo que para mi está claro es que ha sido peor el remedio que la enfermedad. No hay duda que la intención de Juan XXIII era volver a las tesis de Constanza, para que el episcopado católico fuese mas católico que romano. Este era la enfermedad a curar. El remedio fue el giro que le dio Pablo VI y la Curia fue el remedio y este ha sido peor que la enfermedad. Enfermedad que puede dejar en coma a toda la Institucion. Y el "coma" es el preludio de la muerte.
SEGUIRA
Leemo nuevamente una defensa total y plena del progresismo teologico. Ese modernismo que tanto daño hace a la Fe Cristiana. Para ello basta recordar a David F. Wells, profesor adjunto de Historia de la Iglesia en la Facultad de Teología Evangélica de la Trinidad, de Illinois, USA y su libro
Revolution in Rome, fue reseñado por el distinguido teólogo neozelandés Padre G. H. Duggan, en el periódico bimensual Faith, que dirige el Padre Holloway:
"Debemos admitir —escribe el Padre Duggan— que el autor da en el blanco cuando señala ciertas ambigüedades de los documentos del Vaticano II, ambigüedades que han sido explotadas al máximo por los teólogos progresistas‟
Bajo el reinado de Pío XII, los teólogos liberales habían estado a la defensiva, pero ahora, como consecuencia del Concilio, la situación se invirtió. Juan XXIII, como el Doctor Victor Von Frankenstein, creó un ser que no pudo controlar. Escribe el Cardenal Heenan:
"A medida que el Concilio avanzaba, Juan XXIII se deprimía más y más." Y asi ocurrio, el Papa Juan XXIII desesperado y muy enfermo se entrevista dos veces con el Card. Ottaviani, le pide una defensa de la posicion tradicional de la Iglesia frente al progresismo. Y le entrego el 13 de julio de 1962, los primeros siete esquemas preparatorios se distribuyeran a los Padres conciliares por todo el mundo. Los primeros cuatro eran constituciones dogmáticas y se titulaban:
- Fuentes de la Revelación,
- Preservar la pureza del depósito de la Fe,
- Orden Moral Cristiano,
- Castidad, Matrimonio, Familia y Virginidad.
¡Estos solos títulos resultaban suficientes para mandar corriendo a cualquier liberal que se respete al consultorio del psiquiatra! Sin embargo desde el Episcopado Modernista de Holanda vino el ataque progresista. La jerarquía holandesa publicó un comentario impreso en latín, francés e inglés, que se distribuyó a los Padres de todos los países a medida que llegaban al Concilio. Dicho comentario contenía un fuerte ataque a los primeros cuatro esquemas y sugería que debían rehacerse completamente y que se debía considerar en primer término el esquema de la liturgia, de inspiración liberal.
Monseñor Lefebvre observa que:
Esta organización presionó a Juan XXIII diciéndole: “Es inadmisible que usted insista en que analicemos esquemas que no han tenido un voto mayoritario; deben rechazarse”. El papa entonces hizo saber que ya que ni la mitad de los miembros de la Asamblea los había aceptado, debían ser retirados. En la quincena posterior a la apertura del Concilio no quedaba ninguno de los esquemas preparados con tanto cuidado; ni uno solo. Todos habían sido rechazados, arrojados al cesto de papeles; no quedaba nada, ni una sola frase.
De esta manera Juan XXIII supo que el Concilio estaba destinado al fracaso e intento por todos los medio frenar el avance modernista, pero su enfermedad, su edad, y la violencia del grupo del Rhin destrozo toda esperanza en el envejecido Juan XXIII cuyo deseo era hacer del Concilio Vaticano II una reforma ortoxoda al mero estilo del Concilio Vaticano I.
CONTINUARA...