Re: El Concilio de Constanza y el Mito de la Sucesión Apostólica.
VIII.- Entrega
Deposición de los tres papas. 2ª Parte
Ya solo quedaba Benedicto XIII, el Papa Luna. Únicamente los reyes hispánicos estaban a su lado. No es de extrañar que, al ver depuestos a sus dos contrincantes, abrigara todavía esperanzas de que se le reconociera como único papa legítimo. Por ello es que aceptó negociar con el concilio.
Se había concertado una entrevista a celebrar en Niza. Pero lo cierto es que no pasó de Perpignan, toda vez que su regio acompañante, el Rey Fernando de Aragón y por causa de enfermedad no pudo continuar el viaje.
Las conversaciones entre los representantes del último papa aviñonés y el propio Segismundo que encabezaba la delegación del concilio, resultaron infructuosas. El Emperador decidió regresar a Constanza, aunque en Narbona se le pidió la reanudación de las conversaciones y tampoco en esta segunda vez se llegó a ningún acuerdo. Entonces el papa Luna, temiendo que algo se fraguase en su contra. huyo a Peñíscola. El 13 de diciembre de 1415 los reyes de la Península Ibérica le retiraron sus apoyo y enviaron delegaciones al concilio y bajo el nombre genérico de España, constituyeron la quinta nación de la asamblea conciliar.
En la sesión XIII, del 5 de noviembre de 1416, se abrió proceso contra Benedicto XIII. Los cargos en su contra fueron desobediencia al concilio negándose a abdicar. Por ello, el 26 de Julio de 1417 fue condenado públicamente por el concilio: “A Pedro de Luna ha de considerársele privado de todas sus dignidades y de todos sus derechos, por ser perjuro, cismático y hereje, ya nadie debe prestarle obediencia”.
En Peñíscola, rodeado tan solo por tres cardenales adictos, seguía Benedicto en sus trece, diciendo: “Aquí en Peñíscola está la verdadera Iglesia, como hubo un tiempo en que la humanidad estuvo en el arca de Noé”. Todo y sabiendo que la suya era una causa perdida no dio su brazo a torcer y en 1423, en los últimos días de su vida, creo cuatro cardenales. Tres de éstos eligieron papa al canónigo barcelonés Gil Sánchez, con el nombre de Clemente VIII. Sin embargo no tardó en darse cuenta de que su pontificado era inviable y renunció al mismo. Martín V le recompensó con el obispado de Mallorca.
El historiador Jedín en su obra Breve Historia de Concilios (p. 83) acierta en decir que el Papa Luna no respondió solamente con terquedad sino que su pensar era riguroso conforme al Derecho Canónico. Pedro de Luna les dijo a los enviados del concilio: “Vosotros decís que yo ni mi contrincante (Gregorio XII) somos papas. Entonces yo soy el único cardenal sobreviviente del papa anterior del cisma y solo yo tengo derecho a elegir Papa. Si queréis lo elegiré en el plazo de un día y os doy mi palabra de no elegirme a mi mismo”.
No hay la menor duda de que tenía razón si hemos de entender el papado bajo los principios gregorianos. Como eso no fue atendido en la elección de Martín V hemos de entender que el concilio estaba por encima del papado. Entonces y en cuanto que Pedro de Luna tenía razón, la pretendida sucesión apostólica se trunco en el concilio de Constanza. Por lo tanto, y conforme a sus propios principios, se truncó la pretendida sucesión apostólica del papa romano. Los papas elegidos después de Martín V son sucesores de éste y no de Pedro.
PD. Toni. ¿Crees posible que católica, con lo de Pedro, se refería a Pedro de Luna.
A mi, de los tres, es el que me resulta más simpático. Además en más de una ocasión he visitado el castillo de Peñíscola, donde tuvo su última "Sede Apostólica"
VIII.- Entrega
Deposición de los tres papas. 2ª Parte
Ya solo quedaba Benedicto XIII, el Papa Luna. Únicamente los reyes hispánicos estaban a su lado. No es de extrañar que, al ver depuestos a sus dos contrincantes, abrigara todavía esperanzas de que se le reconociera como único papa legítimo. Por ello es que aceptó negociar con el concilio.
Se había concertado una entrevista a celebrar en Niza. Pero lo cierto es que no pasó de Perpignan, toda vez que su regio acompañante, el Rey Fernando de Aragón y por causa de enfermedad no pudo continuar el viaje.
Las conversaciones entre los representantes del último papa aviñonés y el propio Segismundo que encabezaba la delegación del concilio, resultaron infructuosas. El Emperador decidió regresar a Constanza, aunque en Narbona se le pidió la reanudación de las conversaciones y tampoco en esta segunda vez se llegó a ningún acuerdo. Entonces el papa Luna, temiendo que algo se fraguase en su contra. huyo a Peñíscola. El 13 de diciembre de 1415 los reyes de la Península Ibérica le retiraron sus apoyo y enviaron delegaciones al concilio y bajo el nombre genérico de España, constituyeron la quinta nación de la asamblea conciliar.
En la sesión XIII, del 5 de noviembre de 1416, se abrió proceso contra Benedicto XIII. Los cargos en su contra fueron desobediencia al concilio negándose a abdicar. Por ello, el 26 de Julio de 1417 fue condenado públicamente por el concilio: “A Pedro de Luna ha de considerársele privado de todas sus dignidades y de todos sus derechos, por ser perjuro, cismático y hereje, ya nadie debe prestarle obediencia”.
En Peñíscola, rodeado tan solo por tres cardenales adictos, seguía Benedicto en sus trece, diciendo: “Aquí en Peñíscola está la verdadera Iglesia, como hubo un tiempo en que la humanidad estuvo en el arca de Noé”. Todo y sabiendo que la suya era una causa perdida no dio su brazo a torcer y en 1423, en los últimos días de su vida, creo cuatro cardenales. Tres de éstos eligieron papa al canónigo barcelonés Gil Sánchez, con el nombre de Clemente VIII. Sin embargo no tardó en darse cuenta de que su pontificado era inviable y renunció al mismo. Martín V le recompensó con el obispado de Mallorca.
El historiador Jedín en su obra Breve Historia de Concilios (p. 83) acierta en decir que el Papa Luna no respondió solamente con terquedad sino que su pensar era riguroso conforme al Derecho Canónico. Pedro de Luna les dijo a los enviados del concilio: “Vosotros decís que yo ni mi contrincante (Gregorio XII) somos papas. Entonces yo soy el único cardenal sobreviviente del papa anterior del cisma y solo yo tengo derecho a elegir Papa. Si queréis lo elegiré en el plazo de un día y os doy mi palabra de no elegirme a mi mismo”.
No hay la menor duda de que tenía razón si hemos de entender el papado bajo los principios gregorianos. Como eso no fue atendido en la elección de Martín V hemos de entender que el concilio estaba por encima del papado. Entonces y en cuanto que Pedro de Luna tenía razón, la pretendida sucesión apostólica se trunco en el concilio de Constanza. Por lo tanto, y conforme a sus propios principios, se truncó la pretendida sucesión apostólica del papa romano. Los papas elegidos después de Martín V son sucesores de éste y no de Pedro.
PD. Toni. ¿Crees posible que católica, con lo de Pedro, se refería a Pedro de Luna.
A mi, de los tres, es el que me resulta más simpático. Además en más de una ocasión he visitado el castillo de Peñíscola, donde tuvo su última "Sede Apostólica"