Hermanos del foro:
Para considerar la parabola del rico y Lazaro, tendria que previamente haber comentado la parabola del mayordomo injusto, pero eso haria demasiado larga my participacion. Solamente voy a incluir, previo a la parabola en cuestion, un comentario de los versiculos 14 al 18 del mismo capitulo, que es la respuesta de Jesus a los fariseos.
14.
Oían también todas estas cosas los fariseos que eran avaros
Lo que sigue (vers. 14-31) es evidentemente la continuación de lo que ocurrió en esa misma ocasión (vers. 1-13). Algunos han dicho que se aplicaba mejor a los saduceos que a los fariseos, tal como aparece aquí, pues afirman que los saduceos eran los más ricos de la sociedad judía. Pero Jesús no se refiere sólo a la posesión de riquezas. Tener éstas no impide la entrada del hombre en el cielo, sino el amor inmoderado por ellas y el uso equivocado que se les dé. Nada impide que el pobre sea avaro o codicioso. En otras ocasiones, Jesús acusó abiertamente a los fariseos de ser codiciosos (ver Mat. 23: 14). Según la manera de pensar de los fariseos, la riqueza era una evidencia de las bendiciones divinas; pero, como un contraste, Jesús ni tenía posesiones (ver Mat. 8: 20) . En este respecto, como también en otros, los principios de Jesús y los de los fariseos eran diametralmente opuestos.
Se burlaban de él.
Los fariseos comprendieron sin duda que Jesús se estaba dirigiendo a ellos .
15.
Os justificáis.
Compárese con el caso de un intérprete de la ley que quiso
justificarse preguntando quién era su prójimo (cap. 10: 25-29). Los fariseos habían logrado persuadir a la gente de la validez de su teoría: que la riqueza era una recompensa de la rectitud. Habían defendido hábilmente su posición y, por lo menos los que tenían cierta cantidad de los bienes de este mundo, hallaban satisfacción con tal teoría.
Dios conoce vuestros corazones.
Ver 1 Sam. 16: 7. El problema de los fariseos consistía en que eran hipócritas (ver Mat. 6: 2; 7: 5); pero su 'justicia" no era más que una deslumbrante apariencia ( Mat. 23: 13-33).
16.
La ley y los profetas.
Es decir, los escritos canónicos del AT (Mat. 5: 17; 7: 12; 22: 40; Luc. 24: 25-27,44; Hech. 13: 15; 28: 23.
Hasta Juan.
Esto es, hasta Juan el Bautista. "Hasta" Juan, que predicaba el reino de Dios, los sagrados escritos del AT fueron la principal guía del hombre para la salvación (Rom. 3:1-2). La palabra "hasta" no indica en nada, como lo sugieren algunos expositores superficiales de las Escrituras, que la ley y los profetas -es decir, los escritos del AT- perdieron su fuerza o su valor cuando Juan comenzó a predicar. Lo que Jesús enseñó con estas palabras era que "hasta" el ministerio de Juan los hombres sólo habían tenido "la ley y los profetas". El Evangelio no vino para reemplazar o anular lo que Moisés y los profetas habían escrito, sino para complementar esos escritos, reforzarlos y confirmarlos ( Mat. 5: 17-19). El Evangelio no ocupa el lugar del AT, sino que se suma a él. "La muerte reinó desde Adán hasta Moisés" (Rom. 5: 14), pero sabemos bien que la muerte continuó después de Moisés.
El NT nunca disminuye el valor del AT; por el contrario: en el AT fue donde los creyentes del NT encontraron la más firme confirmación de su fe. El AT era, en verdad, la única Biblia que tenía la primera generación de cristianos en los días del NT ( Juan 5: 39). Ellos no despreciaban el AT como lo hacen hoy algunos que se llaman cristianos, sino que lo honraban y lo amaban. No hay duda de que Jesús estaba afirmando en esta ocasión que los escritos del AT eran suficientes para guiar a los hombres al cielo (Luc. 16: 29-31). Los que enseñan que las Escrituras del AT carecen de valor y de autoridad para los cristianos, están enseñando en contra de lo que Jesús enseñó. Pablo afirmaba que sus enseñanzas no incluían "nada fuera de las cosas que los profetas y Moisés dijeron que habían de suceder" (Hech. 26: 22); y en su enseñanza, se refería constantemente a la "ley de Moisés" y a "los profetas" (Hech. 28: 23).
En el Sermón del Monte Jesús dejó muy en claro que sus enseñanzas de ninguna manera desplazaban a las del AT. Declaró enfáticamente que no había venido a quitar de las Escrituras del AT la más mínima "jota" ni "tilde" ( Mat. 5: 18). Cuando declaró, "pero yo os digo" (Mat. 5: 22), el contraste que estableció entre las enseñanzas del AT y sus propias enseñanzas no era con la intención de disminuir el valor o importancia de las primeras, sino para liberarlas de los estrechos conceptos de los judíos de su tiempo y de ampliarlas y darles fuerza.
Desde entonces.
Desde que Juan el Bautista comenzó a proclamar el reino de Dios, había empezado a brillar una luz adicional sobre el camino de la salvación, y los fariseos no tenían excusa alguna para ser avaros (vers. 14). Habían tenido suficiente luz en el AT (vers. 29-31), pero habían rechazado esa luz (Juan 5: 45-47). Ahora adoptaron la misma actitud hacia la luz mayor que brillaba a través de la vida y de las enseñanzas de Jesús (Juan 1: 4; 14: 6).
Todos.
Jesús probablemente se refiera a las grandes multitudes que le seguían dondequiera que iba. Había un enorme interés en su persona, en sus milagros y en sus enseñanzas, aunque algunas veces ese interés no estaba bien encaminado.
17
Más fácil es que pasen el cielo y la tierra que se frustre un tilde de la ley.
La ley.
Según el modo de expresarse los judíos, "la ley" era toda la voluntad revelada de Dios, especialmente los escritos de Moisés (ver com. Deut. 31: 9; Prov. 3: 1). Cuando esta palabra se usa sola en el NT, puede considerarse como un término general que abarca todo el AT. Marción, maestro cristiano cismático que vivió en el segundo siglo de la era cristiana, puso en su versión de los Evangelios "mi palabra" en lugar de "la ley", para evitar la evidente referencia a las Escrituras del AT y a la aprobación que Jesús les dio. Marción se consideraba un ferviente seguidor de Pablo, pero no aceptaba nada que fuera judío, ni siquiera el AT. Fue uno de los primeros cristianos en tomar la posición de que el AT no tiene valor ni significado para el creyente cristiano.
18.
Repudia a su mujer.
El adulterio continúa siendo adulterio aun cuando los hombres lo legalicen. Hay quienes afirman que en el registro evangélico de Luc. 16: 14-18 este evangelista agrupó varias sentencias aisladas de Jesús, pronunciadas en diferentes ocasiones. Pero no se dan cuenta que hay un pensamiento que une a todo el capítulo y lo convierte en un discurso unificado y sistemático. Según el vers. 15, los fariseos y sus enseñanzas eran "abominación" delante de Dios; pero esta situación no se debía a que no tuvieran suficiente luz, pues habían tenido "la ley y los profetas" desde antaño (vers. 16), y recientemente habían recibido el Evangelio. En el vers. 17 Jesús afirma la unidad fundamental de sus enseñanzas con las del AT, y en el vers. 18 presenta una ilustración de ese hecho. En el Sermón del Monte, Jesús ya había presentado estos mismos ejemplos como una evidencia de que sus enseñanzas no invalidaban las del AT (Mat. 5: 17-19, 27-32).
Con esta cortita introduccion, nos enfocaremos en la parabola del rico y Lazaro.
19.
Un hombre rico.
Acerca de lo poco que se sabe en cuanto a las circunstancias que rodearon la presentación de la parábola, es evidente que esta parábola fue dirigida especialmente a los fariseos (cap. 15: 2; 16: 14), aunque los discípulos (cap. 16: 1), los publicanos y los pecadores (cap. 15: 1), y sin duda un gran público también estaban presentes.
Jesús continúa en esta parábola con la lección que ha presentado en la parábola del mayordomo infiel (cap. 16: 1-12): que la manera como se usan las oportunidades en esta vida determinará el destino futuro . Esta parábola había sido especialmente dirigida a los discípulos pero tambien a los fariseos presentes . Estos, sin embargo, se negaron a aceptar las enseñanzas de Jesús acerca de la mayordomía y se burlaron de él (vers. 14). Jesús entonces destacó que era posible que fueran honrados por los hombres, pero que Dios leía su corazón como un libro abierto ( vers. 15). Habían tenido suficiente luz, por mucho tiempo habían gozado de la enseñanza de la ley y de los profetas, y desde el ministerio de Juan la luz adicional del Evangelio les había sido dada (vers. 16). En los vers. 17-18 Jesús afirma que los principios expuestos en "la ley" son inmutables, puesto que Dios no cambia, y da un ejemplo de esta sublime verdad. A continuación presenta la parábola del rico y Lázaro para mostrar que el destino se decide en esta vida de acuerdo al uso de los privilegios y oportunidades que se tengan . "Un hombre rico" representa en primer lugar a todos los que utilizan mal las oportunidades de la vida, y en sentido colectivo también a la nación judía que, como el rico, estaba cometiendo un error fatal. La parábola consiste de dos escenas: una representa esta vida (vers. 19-22); la otra, la vida futura (vers. 23-31). La parábola del mayordomo infiel presentaba el problema en forma positiva, es decir, desde el punto de vista de uno que había hecho los preparativos para el futuro. La parábola del rico y Lázaro presenta el mismo problema, pero desde el punto de vista negativo, es decir, destacando la actitud de otro que no hizo los preparativos necesarios. El rico se equivocó al pensar que la salvación se basaba en ser descendiente de Abrahán y no en la preparación individual .
La parábola del rico y Lázaro debe interpretarse, como toda otra, en armonía con su contexto y con el sentido general de las Escrituras. Uno de los principios más importantes de interpretación es que cada parábola tenía el propósito de enseñar una verdad fundamental, y necesariamente tiene un significado intrínseco, sino para darle forma al relato. Es decir, no debe insistirse en que los detalles de una parábola tienen un significado literal en lo que a verdades espirituales se refiere, a menos que el contexto deje en claro que ese significado es parte integral de la intención original. De este principio se deduce este otro: no es sabio presentar los detalles de una parábola para enseñar una doctrina. Sólo puede ser tomada como base doctrinal la enseñanza fundamental de la parábola -según se deduce claramente de su contexto y se confirma por el sentido general de las Escrituras-, junto con los detalles que se explican en el contexto mismo. La suposición de que Jesús quería que esta parábola enseñara que los hombres, buenos o malos, reciben al morir su recompensa, viola estos dos principios.
Según lo muestra claramente el contexto (ver lo anterior), esta parábola tenía el propósito de enseñar que el destino futuro queda determinado por el modo en que los hombres aprovechan las oportunidades en esta vida. Jesús no estaba tratando aquí el estado del hombre en la muerte ni el tiempo cuando se darán las recompensas. Sencillamente estaba haciendo una clara distinción entre esta vida y la venidera, y mostrando la relación de la una con la otra. Además, interpretar que esta parábola enseña que los hombres reciben su recompensa inmediatamente después de morir, contradice claramente lo que Jesús mismo enseñó: "el Hijo del Hombre vendrá en la gloria de su Padre con sus ángeles, y entonces pagará a cada uno conforme a sus obras" (ver com. Mat. 16: 27; 25: 31-41; cf. 1 Cor. 15: 51-55; 1 Tes. 4: 16-17; Apoc. 22: 12; etc.). Una de las reglas más importantes de interpretación es: los relatos y las expresiones figuradas deben entenderse a la luz de las afirmaciones literales de las Escrituras acerca de las verdades a las cuales se hace referencia. Aun aquellos que procuran hacer que esta parábola enseñe algo contrario a su contexto inmediato y al sentido general de las enseñanzas de Cristo, admiten que muchos de los detalles de la parábola son figurados .
Cabría entonces preguntarse por qué Jesús introdujo una parábola con ilustraciones figuradas que no representan con exactitud una verdad tan claramente expuesta en otros pasajes bíblicos, y especialmente en las propias declaraciones literales del Maestro. La respuesta es que Jesús estaba hablando a la gente de acuerdo con lo que ella conocía. Muchos de los presentes, sin tener el menor apoyo del AT, habían llegado a creer en la doctrina de que los muertos están conscientes entre la muerte y la resurrección . Esta falsa creencia, que no aparece en el AT -ni tampoco en el NT-, impregnaba, en general, la literatura judía posterior al exilio y como muchas otras creencias tradicionales se había convertido en parte del judaísmo en el tiempo de Jesús (ver Mar. 7:7-13). En esta parábola Jesús sencillamente se valió de una creencia popular para presentar con claridad una importante lección que deseaba inculcar en sus oyentes.
El Comentario Bíblico Critico Internacional dice lo siguiente en relación con el vers. 22: "Se sostiene el principio general de que la bienaventuranza y la desventura después de la muerte son determinados por la conducta anterior a la muerte; pero los detalles del cuadro son tomados de las creencias judías en cuanto a la condición de las almas en el Seol , y no deben entenderse como una confirmación de esas creencias".
Algunas veces se hace notar que Jesús no dice que el relato del rico y de Lázaro es una parábola, al menos tal como la presenta Lucas , mientras que en el caso de otras parábolas suele identificárselas como tales (Mat. 13: 3, 24, 33, 44-45, 47). Pero debería señalarse que aunque Jesús con frecuencia comenzaba una parábola diciendo que era una parábola o que el reino de los cielos se asemejaba a una persona o a una cosa en las circunstancias que a continuación relataba, no siempre lo hacía (Luc. 15: 8, 11 ; 16: 1). Lo mismo ocurre con varias parábolas del AT, como las de Juec. 9: 8-15 y 2 Rey 14: 9; pero nadie se atreve a decir -y menos a creer- que porque esas parábolas no se identifican claramente como tales, deben tomarse literalmente. La falacia de tal argumento es evidente cuando se leen las pocas referencias citadas.
Sin duda, Jesús quería que los fariseos se vieran a sí mismos en este rico, y que en el desventurado caso de éste contemplaran un cuadro de su propio y triste fin ( vers. 14).
Púrpura y lino fino.
La púrpura era el color de la dignidad real, y el lino fino era la tela de lujo.
Un mendigo.
Pordiosero, pobre.
Lázaro.
Lázaro, nombre que significa "Dios ha ayudado". Debe señalarse que el nombre corresponde bien con la condición espiritual del que lo llevaba.
Echado a la puerta.
El rico tuvo muchas oportunidades para socorrer a Lázaro, pero no lo hizo. Evidentemente no trató mal al desventurado que, sin duda lo suponía el rico, estaba sufriendo un castigo de Dios. Su actitud fue similar a la que expresó Caín cuando respondió: "¿Soy yo acaso guarda de mi hermano?" (Gén. 4: 9). No maltrató a Lázaro, pero no fue misericordioso con él. Adoptó una posición negativa frente a sus responsabilidades en esta vida, en vez de asumir una actitud positiva. No conocía el verdadero significado del segundo gran mandamiento de la ley, que ordena amar al prójimo (ver Mat. 5: 43; 22: 39; 25: 35-44). Este rico, como la nación judía, no estaba haciendo ningún bien positivo, y por eso era culpable de un grave mal. Se apropiaba de todas las ventajas que el cielo le había concedido disfrutando sólo de ellas para su propio placer y complacencia .
Lleno de llagas.
El hecho de que Lázaro estuviera "echado a la puerta", sugiere que era inválido y no podía trasladarse solo.
21.
Ansiaba saciarse.
Por eso estaba a la puerta. Su necesidad era grande, y el rico podía suplirla. En el relato no hay nada que sugiera que Lázaro se quejara de Dios por su pobreza y sufrimiento.
Las migajas que caían.
"lo que caía de la mesa", es decir, los restos de comida. Es evidente que el rico nunca hizo esfuerzo alguno para dar alimento a Lázaro.
Le lamían.
Probablemente no podía evitar que los perros que merodeaban hambrientos por las calles le lamieran las llagas.
22.
Fue llevado por los ángeles.
Con referencia a los principios que rigen la interpretación de Luc. 16: 25-31, ver com. vers. 19. Debe recordarse que el propósito de esta parábola es comparar las oportunidades que se tienen en esta vida y el uso que se hace de ellas, con la recompensa o castigo en la vida futura. El destino queda decidido cuando la persona muere, y los hombres deben aprovechar sus oportunidades en esta vida si quieren gozar de las bendiciones de la vida venidera.
Seno de Abraham.
Expresión típicamente judía, que equivale a "paraíso". En la antigua literatura judía algunas veces aparece Abrahán dando la bienvenida a los que llegan al paraíso. Jesús describió el paraíso como un lugar adonde "vendrán muchos del oriente y del occidente, y se sentarán con Abraham" en la fiesta "en el reino de los cielos" (ver Mat. 8: 11). Abrahán era el padre de los judíos (Juan 8: 39, 56), y éstos en la práctica habían llegado a buscar la salvación en Abrahán antes que en Dios (ver Luc. 16: 24). Creían que Abrahán daba la bienvenida a sus hijos en el paraíso en una forma muy parecida a la que ahora, a veces, se representa a Pedro recibiendo a los cristianos en la puerta del cielo.
Fue sepultado.
Los que afirman que este relato debe tomarse en forma literal y no como una parábola, deberían fijarse que si el rico fue literal y corporalmente al tormento, entonces Lázaro fue también llevado inmediatamente al cielo en forma literal y corporal. Sin embargo, los cuerpos de Lázaro y del rico volvieron al polvo de donde habían sido originalmente tomados (Gén. 2: 7; 3: 19; Ecl. 12: 7).
23.
Hades.
Gr. hád's, "sepulcro" o "muerte" (ver Mat. 11: 23). El hád's es la morada de todos, buenos o malos, hasta que llegue la resurrección; por lo tanto, literalmente Lázaro también debía estar allí.
Sus ojos.
El rico yace sin vida en el hád's. No puede ver ( vers. 24).
Tormentos.
"tortura", "tormento", viene de una palabra griega que se emplea para describir a quienes sufren intensamente, por lo tanto, indica una gran angustia, agitación o aflicción.
La creencia de que la gente al morir va a un lugar a sufrir tormentos, no tiene ningún apoyo en la Biblia. Las Sagradas Escrituras enseñan con claridad que los muertos nada saben (Ecl. 9: 5; Sal. 146: 4). Jesús comparó la muerte con un sueño (Juan 11: 11, 14). Si se deduce por esta parábola que Jesús enseñó que los impíos cuando mueren son llevados a cierto lugar para ser atormentados, entonces se enseña tácitamente que Jesús está contradiciendo lo que enseñó claramente en otras ocasiones acerca de los muertos, y también contradice lo que la Biblia enseña acerca de este tema. Los pecadores sufrirán en el infierno de la géenna los tormentos del fuego ( Mat. 5: 22), y no en el hádes (sepulcro). Cuando Jesús presentó al rico como si estuviera "atormentado en esta llama" (Luc. 16: 24) en el hád's, claramente estaba hablando en forma figurada, y, por lo tanto, sus palabras no se pueden interpretar en forma literal. En cuanto a los principios de interpretación que rigen la explicación de esta parábola, ver com. vers. 19.
Vio... a Abraham.
¿Están acaso tan cerca el cielo y el infierno que se pueda hablar desde uno al otro, y que los que están en el cielo pueden contemplar el sufrimiento de sus amigos y amados en el infierno sin poder aliviar su tormento, mientras que los que están en el infierno pueden observar la dicha de los justos en el cielo? No. Sin embargo, esto es lo que esta parábola enseña si se interpreta literalmente. Pero los que creen que es literal, se apresuran a añadir que el "seno" de Abrahán es sólo una figura literaria porque los santos no descansan literalmente en su seno. Además admiten que la proximidad del cielo con el infierno, que aquí aparece como muy real, es también solamente figurada. Pero desde el momento en que admiten que estas y otras declaraciones son evidentemente figuradas y no deben tomarse en forma literal, están asintiendo que toda la parábola es figurada. Y si no quieren admitir que es figurada, entonces se ven obligados a confesar que su decisión en cuanto a las partes que deben considerarse en forma figurada se basa sólo en una elección arbitraria, y no en ningún principio de interpretación claramente definido y consecuente.
Lázaro en su seno.
Ver com. vers. 22.
24.
Padre Abraham.
Abrahán aparece en la parábola como si presidiera sobre el hád's (ver com. vers. 23). El rico se dirige a Abrahán como si fuera Dios. Sufre aunque es descendiente del patriarca, y acude a él como acudiera un hijo a su padre.
Envía a Lázaro.
Evidentemente, el rico supone que, a su mandato, Lázaro debe ser enviado al had's, lo cual equivaldría, en cierto sentido, a continuar la relación que había sostenido con él en la tierra.
La punta de su dedo.
Quienes procuran hallar argumentos en esta parábola para probar la doctrina de la inmortalidad del alma, no pueden explicar por qué las almas tienen dedos. El cuerpo de Lázaro estaba en la tumba, inclusive también sus dedos. Es increíble que un espíritu desencarnado tuviera dedos -que no debe tener-, que los mojara en agua, y luego tocara una lengua inexistente de otro espíritu desencarnado. Evidentemente, Jesús estaba narrando algo imaginario, cuyo propósito era enseñar claramente una verdad específica en cuanto a la relación que existe entre esta vida y la futura (ver com. vers. 19), y que no tenía la intención de que sus palabras fueran tomadas en sentido literal. El rico, que sufre figuradamente en el hád's, aceptaría de buena gana el menor alivio de sus tormentos; anhela ahora una gota de agua fresca así como Lázaro, mientras ambos vivían, deseaba los residuos de la mesa del rico . Si el rico tenía ojos (vers. 23) y lengua de verdad (vers. 24), y Lázaro tenía dedos (vers. 24), habría entonces que afirmar que cuando mueren las personas, buenas o malas, reciben inmediatamente lo que merecen como seres reales, esto es, con todas las partes de su cuerpo. Sin embargo, la parábola misma enseña claramente que no reciben su recompensa inmediatamente después de morir, pues sus cuerpos estaban en la tumba, en donde no hay fuego .
Atormentado en esta llama.
En cuanto a la evidencia de que dicha recompensa no se recibe inmediatamente después de la muerte, sino cuando Jesús vuelva visiblemente a este mundo, y más aún, después del milenio cuando los impíos sufrirán el castigo del fuego del infierno, ver com. vers. 19.
25.
Hijo recibiste.
Había recibido en vida todos los bienes que cualquiera pudiera desear, sin prepararse para la vida futura. Aplicó en forma inversa el principio de Mat. 6: 33: había buscado primeramente "todas estas cosas" esperando, sin embargo, que Dios encontraría alguna manera de añadirle más tarde el cielo. El rico había recibido toda la recompensa que había de recibir ( Mat. 6: 2). Su cuenta en el cielo mostraba que estaba en bancarrota moral. Debe destacarse que fue castigado no por haber poseído riquezas, sino por haberlas usado mal. Las malgastó egoístamente; no las puso al servicio de Dios y de sus prójimos ( Mat. 19: 21-22; 25: 25-30). No es pecado ser rico; Abrahán fue muy rico (Gén. 13: 2). Pero el rico de esta parábola sencillamente prefirió olvidar que era responsable por la manera en que usaba sus riquezas.
Lázaro también males.
Así como el rico no fue castigado porque era rico, Lázaro tampoco recibió la recompensa en el cielo solamente porque había sido pobre en esta tierra. Lo que determina el destino es el carácter moral, no las posesiones materiales o la carencia de ellas.
26.
Además de todo esto.
La respuesta de Abrahán al pedido del rico tiene dos partes. En la primera (vers. 25), Abrahán le dice que no sería correcto concederle su petición; en la segunda (vers. 26), le señala que la condición del mundo venidero hace imposible concedérsela.
Sima.
El "abismo" que los separaba representa la enorme diferencia de carácter moral entre el rico y Lázaro . El abismo que se ha interpuesto entre los dos realza el hecho de que después de la muerte no se puede modificar el carácter. Entonces será demasiado tarde para mejorarlo (Isa. 26: 10). El abismo que impedía al rico participar en la bienaventuranza del seno de Abrahán se había formado en esta vida, por no haber usado debidamente las oportunidades que se le habían presentado para desarrollar el carácter correcto .
27.
Te ruego, pues.
El rico insinúa que no recibió una advertencia clara de la suerte que le esperaba al morir.
Le envíes.
El rico no puede comunicarse con sus parientes vivos, y Abrahán no le permite a Lázaro que lo haga.
29.
A Moisés y a los profetas.
Es decir, las Escrituras del AT. Esta era la forma en que comúnmente se hacía referencia a los escritos canónicos del AT en los días de Jesús . Jesús destacó una y otra vez que en asuntos de fe y de doctrina las Escrituras son de valor supremo, y las recomendó a sus oyentes, como lo hace aquí, como una guía segura para la salvación (ver Mat. 5: 17-19; Luc. 24: 25, 27, 44; Juan 5: 39, 45-47).
Oiganlos.
Según la amonestación de Jesús, dada aquí como consejo de Abrahán al rico, las Escrituras del AT constituían para la gente de su tiempo una guía segura para alcanzar la salvación, y acerca del más allá, una fuente autorizada de información para los que estaban y están vivos. El rico había sido advertido ampliamente en cuanto a la suerte que aguardaba a los que preferían vivir como él había vivido. Si se le hubiera dado luz adicional al respecto también la habría rechazado .
30.
No, padre Abraham.
El rico no acepta la decisión de Abrahán; insinúa que sabe más que Abrahán. Es evidente que no había aceptado que el AT era una evidencia convincente, y duda que sus cinco hermanos puedan aceptarla. Los que dan poca importancia a los mensajes del AT harían bien en prestar atención a la suerte del rico de esta parábola, quien a pesar de haber tenido acceso a Moisés y a los profetas no había sacado de ellos ningún beneficio.
Si alguno fuere.
Como ya se indicó , el rico representa no sólo a los que no aprovechan las oportunidades que reciben en esta vida para desarrollar el carácter y para hacer el bien a los prójimos, sino también a la nación judía que, en conjunto, estaba siguiendo la misma conducta.
La evidencia adicional que el rico exigía, reflejaba los diversos pedidos de los escribas y los fariseos para que Jesús les mostrara una señal. La vida, las enseñanzas y las obras de Jesús eran una evidencia convincente de su divinidad para todos aquellos que tuvieran motivos sinceros (Mat. 15: 21; 16: 1); pero el tipo de evidencia que Jesús les ofrecía no era el que ellos deseaban o buscaban.
31.
Si no oyen.
Los que no se dejaran impresionar por las claras enseñanzas de la verdad eterna que se encuentran en las Escrituras, no recibirían una impresión más favorable ni por el mayor de todos los milagros. Pocas semanas después de relatar esta parábola -y como si fuera una respuesta al desafío de los dirigentes judíos que pedían una evidencia mayor que la que hasta ese momento habían recibido-, Jesús resucitó a un hombre llamado Lázaro. Pero ese mismo milagro impulsó aún más a los dirigentes de la nación a intensificar su complot para quitar la vida a Jesús ( Juan 11: 47-54). Y no sólo eso, sino que también pensaron que era necesario acabar con Lázaro para proteger su ya insostenible posición (Juan 12: 9-10). De este modo los judíos demostraron literalmente la verdad de lo que Jesús afirmó aquí: que los que rechazaban el AT rechazarían la luz mayor, aun el testimonio de alguien que se levantara de entre los muertos.
Se persuadirán.
No se convencerían de que debían arrepentirse.
Aunque alguno se levantare.
Pocas semanas después de todo esto, nuestro Señor resucitó a Lázaro para proporcionar a quienes persistían en criticarle la concesión del pedido expresado por el rico de la parábola. Pero, así como Jesús puso en labios del "padre Abrahán" la advertencia dirigida al rico, así también la mayoría de los judíos se negaron a creer en él. Y más aún: ese mismo milagro fue el que, en verdad, los impulsó definidamente, más que antes, a tramar la muerte de Jesús (Juan 11: 47-54).
Hermanos, hasta aqui la parabola. Espero que este comentario les sea de mucha bendicion y ayuda en vuestra vida espiritual , es mi sincero deseo y oracion.
Bendiciones
Alfredo