Son los muchos, por desgracia, quienes creen que para creer y dar a conocer la Buena Nueva, es necesario de disponer de muchos conocimientos y sabiduría, pero ello no es cierto. Realmente es todo lo contrario, pues bien nos dice Jesús que nos hemos de volver como niños.
De hecho, los mismos maestros de la ley, los escribas y los fariseos contemporáneos de Jesús, aun teniendo grandes conocimientos de las Escrituras y la ley, estos más que acercarles a Jesucristo y creer en él, les llevaron a rechazarlo.
"Un ejemplo que me encanta, y que muestra a la perfección lo poco que se necesita para creer y dar a conocer la Buena Nueva, es el que nos muestra Jesús ante la mujer samaritana.
Ante esta, apenas le fueron necesarias unas breves palabras. Muy simples, muy sencillas, muy concretas, pero suficientes para que ella le reconociese como el Cristo esperado, como el Mesías y, dejando todos sus propósitos, acudiese corriendo a hablar de él a todos, a los cuales movió con sus palabras y poquísimos conocimientos a que buscasen y recibiesen a Jesucristo en sus casas, entre ellos, en sus vidas mismo.
El Evangelio, la Buena Nueva, es muy sencilla. Es el hombre quien se empeña en complicarla."
