Todo puede estar muy bien... pero, tú no tienes el corazón limpio
De modo que: ¿a cuál "mundillo" perteneces tú?
Don Jorge, buenos días primeramente.
El corazón limpio en términos prácticos en relación con el pecado, o pecados, no lo tiene nadie, comenzando por este servidor, como bien has escrito.
Ni siquiera su amante Bergoglio y de ahí para abajo, pasando por Arzobispos, Cardenales, cura de parroquia, hasta llegar a usted y su familia católica.
Cuando esta expresión:
"CORAZÓN LIMPIO"
Aparece en este contexto:
Sal_51:10 Crea en mí, oh Dios,
un corazón limpio,
Y renueva un espíritu recto dentro de mí.
Es una oración con la aspiración a una buena conciencia delante de Dios... no delante de su María, o de su Bergoglio o de la multitud de santos y santos del Panteón del romanismo católico, muchos de los cuales están en el infierno.
Pero cuando esta misma expresión la hallamos escrita aquí:
1Ti 1:5 Pues el propósito de este mandamiento
es el amor nacido de corazón limpio, y de buena conciencia, y de fe no fingida,
¿A cuál mandamiento se está refiriendo el apóstol?
En su contexto inmediato, no tenemos ninguna duda que a este:
1Ti 1:3 Como te rogué que te quedases en Efeso, cuando fui a Macedonia,
para que mandases a algunos que no enseñen diferente doctrina,
Esto significa que las doctrinas de los hombres, ajenas a la Doctrina Apostólica, contaminan el corazón del creyente, cauterizan su conciencia y surge una fe hipócrita.
¿Cómo que una fe hipócrita?
Claro que sí, es una fe en crucifijos de oro o de plata, o de madera.
Es una fe en estatuas de yeso, en veladoras, en cirios.
Es una fe en doctrinas de demonios, como la transustanciación, la prohibición de casarse en su jerarquía eclesiástica.
Es una fe en falsas enseñanzas como por ejemplo, la idea que vuestra María subió al cielo en cuerpo y alma.
Es una fe en la idea de que todos ustedes deben obediencia al "sumo pontífice" de turno, de acuerdo a vuestros concilios.
Esto, en sí mismo, constituye una fe hipócrita inventada por el magisterio de lo que ustedes llaman falsamente: "la santa madre iglesia, apostólica y romana"
Fuera de la cual, según el diablo, no hay salvación posible.
Ahora , cuando leemos de los celos del apóstol Pablo, por la Iglesia del Señor Jesucristo:
2Co 11:2 Porque os celo con celo de Dios; pues os he desposado con un solo esposo,
para presentaros como una virgen pura a Cristo.
Esto nada tiene que con el romanismo católico donde ustedes militan engañados y rumbo al infierno.
2Co 11:3 Pero temo que como la serpiente con su astucia engañó a Eva, vuestros sentidos sean de alguna manera extraviados de la sincera fidelidad a Cristo.
Ustedes, los católicos romanistas, han sido extraviados de la sincera fidelidad a Cristo , jamás la han tenido.
Desde bebés han sido engañados a través de los siglos, de generación en generación desde mediados del siglo tercero, cuando surge en Roma, vuestra religión idolátrica.
Posicionalmente, nosotros, la genuina Iglesia de Cristo, gozamos del privilegio de una "SANTIDAD POSICIONAL" Leemos:
Jua_17:19 Y por ellos yo me santifico a mí mismo, para que también ellos sean santificados en la verdad.
La expresión:
"PARA QUE TAMBIÉN ELLOS SEAN SANTIFICADOS EN LA VERDAD"
Es nuestra responsabilidad de imitar a Cristo en todas las áreas de nuestra vida, en pensamiento, palabra y obra. Leemos:
Jua_13:15 Porque ejemplo os he dado, para que como yo os he hecho, vosotros también hagáis.
A nosotros, los redimidos por la sangre de Cristo, se nos presenta un problema , y no lo escribo para justificarme. Sino para enfatizar nuestra dependencia de Cristo. Y es la concupiscencia. Leemos:
Stg 1:13 Cuando alguno es tentado, no diga que es tentado de parte de Dios; porque Dios no puede ser tentado por el mal, ni él tienta a nadie;
Este pasaje permite conocer la responsabilidad de la criatura en su decisión de cometer pecado, en lo que se conoce como el libre albedrío de la criatura.
A la vez que deja a Dios intocable, completamente ajeno a la maldad del ser humano.
Stg 1:14 sino que cada uno es tentado, cuando de su propia concupiscencia es atraído y seducido.
De manera que aquí aprendemos que la concupiscencia es inherente a la naturaleza de la criatura, nunca de su Hacedor.
Uno descubre, por la misma Palabra de Dios, que la naturaleza divina del segundo Adán que es Cristo, es ajena a la concupiscencia.
Porque Cristo es Dios manifestado en carne y Dios no tiene concupiscencia.
La naturaleza pecaminosa de la criatura María, que aparece como la "madre" de Jesús, el Hijo de Dios, no lo contaminó.
¿Por qué?
Su cuerpo preparado por el Espíritu Santo en el vientre de María, lo fue en los términos que el ángel anunció:
Luc_1:35 Respondiendo el ángel, le dijo: El Espíritu Santo vendrá sobre ti, y el poder del Altísimo te cubrirá con su sombra; por lo cual también
el Santo Ser que nacerá, será llamado Hijo de Dios.
“EL SANTO SER QUE NACERÁ”
Sin concupiscencia.
Respecto a su última inquietud:
¿a cuál "mundillo" perteneces tú?
Solo soy, entre millones, un sencillo redimido por la sangre de Cristo.
Ojalá usted llegara a saber el valor pagado por la redención de los que son pertenencia de Cristo.
Estoy seguro que abandonaría su lugar de perdición eterna y vendría gozoso con su familia a los pies de Cristo para servirle.
Pásala bien y no seas incrédulo sino creyente en Cristo.