PERSECUCIÓN ASESINA
Por Tesoro Digital
En el año 1555, reinaba en Inglaterra María I, que perseguía y mataba a todos los que se atrevían a leer la Biblia. La llamaban María Sanguinaria.
Ella había elegido continuar con la religión católica romanista de su madre Catalina de Aragón.
Entre abril de 1554 y 1555, María I emprendió una feroz represión contra todos aquellos contrarios a la reinstauración del catolicismo, condenando a la hoguera a 273 personas. De ahí su apodo.
En la aldea de Harrant vivía un herrero en una pequeña casa al lado de su taller. El tesoro más precioso que él poseía era una hermosa Biblia con tapas de cuero.
Si te hubieras acercado a la herrería habrías visto a una linda niñita de ojos azules jugando allí. Era la hija del herrero, y puesto que su madre había muerto, ella siempre acompañaba a su padre en su trabajo.
Un día Elisa, entrando calladita en el taller, vio a su padre detrás de la puerta leyendo su Biblia. Él no la había sentido, así que ella se quedó quieta, observándole. Para su asombro, al terminar de leer, su padre tomó un palo que guardaba detrás de la puerta, y golpeó suavemente. Una parte de la viga se abrió, descubriendo un hueco del preciso tamaño para colocar su Biblia dentro.
El herrero guardó el libro y devolvió el trozo de madera a su lugar. Dio media vuelta, y se encontró con su hijita.
“Elisa”, le dijo severamente, “¿estás espiando a tu padre?”
Los ojos de la niña se llenaron de lágrimas al contestarle, “no, Papá, usted no me sintió entrar, y yo no podía evitar ver dónde usted escondió la Biblia. Pero, papá, es un lugar tan seguro que los soldados de la reina no podrán encontrarla”.
“Hija, no digas a nadie donde escondí el libro”, le advirtió solemnemente.
“No tenga cuidado, papá, yo amo la Biblia tanto como usted, y la guardaré con mi vida”, prometió la niña.
“No obstante estaría más tranquilo que no supieras el escondite. La reina ha mandado recoger y quemar todas las Biblias. Si me encuentran con una, me matarán, pero no puedo deshacerme de mi Biblia. Es la única entre Harrant y el mar. Elisa, no cuentes a nadie lo que has visto”.
Los agentes de la reina estaban seguros que en Harrant había una Biblia, pero no la pudieron hallar, aun cuando registraron todas las casas más de una vez. Los aldeanos rechazaron firmemente aceptar la religión católico romanista de la reina, y puesto que el herrero era el único que sabía leer, por fin le encarcelaron.
Pobre Elisa, estaba sola y triste a pesar del cariño de sus vecinas.
Cuando se acordaba del secreto de la Biblia escondida, temía por la vida de su padre.
Un día los soldados volvieron, y Elisa les oyó decir:
“Vamos a quemar la herrería. Si hay una Biblia allí, será destruida”.
Al verlos acercarse a la casa, la niña arrancó por el jardín atrás hasta llegar a los potreros. Temblando, se tiró al suelo, escondiéndose entre la maleza.
Cuando sintió que se marchaban los soldados, se calmó un poco, pero en seguida notó olor a madera quemándose. Se enderezó, y vio que el techo de la casa y del taller estaba en llamas.
Elisa se olvidó totalmente de los soldados, del peligro y del miedo.
Un solo pensamiento se apoderó de ella, ―La Biblia de su padre, la única entre Harrant y el mar, se iba a quemar.
Tenía que salvarla.
Como una flecha corrió a la casa. Entró sin miedo. Antes que alcanzara la viga que contenía la preciosa Biblia, las llamas chamuscaron su ropa, su cara y sus manos. Sin embargo, logró sacarla, y en pocos segundos salió medio ahogada por el humo, con el libro en sus manos.
Nuevamente se dirigió al jardín. Allí se arrodilló, y sacando su falda de lana, envolvió la Biblia en ella. Luego con sus manos ya ampolladas por las quemaduras, cavó en la tierra blanda, y enterró el libro.
Una hora más tarde, los vecinos la encontraron, inconsciente, al lado de un estero a donde se había arrastrado para tratar de aliviar el dolor de sus quemaduras.
Cuando los aldeanos supieron del hecho heroico de Elisa, y vieron donde ella había enterrado la Biblia, cada hombre juró que defendería ese libro con su vida.
Amigo, ¿qué valor tiene para ti la Biblia?
Es la Palabra de tu Dios. En ella, o encontrarás la salvación, o ella te juzgará en el día final.
―Mejor me es la ley de tu boca que millares de oro y plata.‖ (Salmo 119:72).
―Desde la niñez has sabido las Sagradas Escrituras, las cuales te pueden hacer sabio para la salvación por la fe que es en Cristo Jesús.‖ (2 Timoteo 3:15)
“De cierto, de cierto os digo: El que oye mi palabra, y cree al que me envió, tiene vida eterna; y no vendrá a condenación, mas ha pasado de muerte a vida‖ (Juan 5:24).
―El cielo y la tierra pasarán, pero mis palabras no pasarán‖ (Mateo 24:35).
El jefe del catolicismo romano es el diablo.