Re: EL ATAVÍO DE LA MUJER CRISTIANA
PARTE 2. TENDENCIAS PELIGROSAS CUANDO SE HABLA ACERCA DEL ATAVÍO
El Etnocentrismo
Jesucristo ordenó que su evangelio fuera predicado en todas las naciones (Mateo 28:19, Marcos 16:15, 24:47). En cumplimiento de este mandato, la iglesia está conformada por gente de todas las naciones, todas las culturas, todas las tribus y todas las lenguas (Apocalipsis 7:9, 7:14, 14:6). La Escritura nos enseña que Dios ha llamado igualmente al judío y al gentil para que hagan parte de su iglesia, sin hacer diferencia o discriminar al uno en favorecimiento del otro (Romanos 10:12). Esto nos enseña que Dios llevará consigo a gente de diferentes culturas, y que por ende han tenido conceptos diferentes en cuanto al vestido.
Por esta razón, los creyentes deben diferenciar las verdades y principios bíblicos (que son universales y aplicables a cualquier contexto cultural), de las aplicaciones que la iglesia de un contexto cultural particular ha hecho de esos principios. Lo bíblico es nuestro mensaje básico, pero la aplicación de estos principios sí puede y debe variar de un contexto a otro. Tal vez aquellas aplicaciones son válidas para un determinado contexto cultural, pero no necesariamente lo son para otros contextos culturales.
Por no comprender este asunto, algunos han caído en el error del etnocentrismo, que es aquella “tendencia emocional que hace de la cultura propia el criterio exclusivo para interpretar los comportamientos de otros grupos, razas o sociedades”. [12] El etnocentrismo cree que todo el mundo debe vivir como uno mismo vive. “Siendo que ꞌtradiciones étnicasꞌ también es otra manera de decir ꞌculturaꞌ (en su sentido antropológico), entonces el etnocentrismo incluye la creencia de que todo gira o debe girar alrededor de una cultura particular (normalmente la del individuo etnocentrista)… [Por lo cual dicho individuo] percibe (conscientemente o no) a su propia cultura como ꞌmejorꞌ, ꞌmás avanzadaꞌ, ꞌmás santaꞌ o ꞌmás cristianaꞌ. Y, por ser así, es percibida como algo que merece ser duplicado por esta [otra] etnia...” [13]
Estamos acostumbrados a pensar que lo correcto es que todas las gentes de todas las culturas se deberían vestir como nosotros, porque el ser humano es muy lleno de prejuicios. Sin embargo, “podemos ver cuán pretencioso es dictar reglas generales de esa naturaleza basadas en nuestra propia ignorancia cultural. En las islas del Pacífico los hombres usan faldas, y en alguno de esos lugares las autoridades oficiales visten una falda y arriba usan una chaqueta al estilo occidental, hasta con corbata. En Fiji los hombres visten una falda que llaman ꞌsuluꞌ. En Indonesia hombres y mujeres visten el ꞌsarongꞌ que es una tela larga que cuelgan como falda. En la Polinesia existen distintos vestuarios: pareo, lava-lava, etc. En Hawai el ꞌkikepaꞌ. En Malasia el ꞌkainꞌ. En Japón el famoso ꞌkimonoꞌ. Los escoceses el ꞌkiltꞌ, y así podría seguir enumerando diversas vestimentas según sus costumbres y tradiciones… Considero que cuando el Señor nos permite conocer diversas culturas, no solamente enriquecemos nuestra propia cultura general, sino que además nos hace cuestionar cosas que hemos aceptado como dogmas inamovibles, pero que luego entendemos que no son más que tradiciones de hombres y no corresponden a las ordenanzas de Dios”. [14]
Pastores de la Iglesia Pentecostal Unida Internacional en Samoa.
Samoa es un grupo de islas perteneciente al archipiélago de la Polinesia en el Pacífico Sur. El patrimonio cultural de Hawaii, Fiji, la Polinesia Francesa y Samoa, incluye una falda envolvente que es usada por los hombres y las mujeres, que consiste en un trozo de tela que puede ser vinculada de diversas maneras. Por supuesto, hay diferencias entre las faldas masculinas y femeninas de aquellos lugares.
Melciades Tórres, pastor de la Iglesia Pentecostal Unida de Colombia, perteneciente a la etnia amerindia de los arhuacos, que habitan en la Sierra Nevada de Santa Marta.
Grupo musical pentecostal, perteneciente a la etnia amerindia de los guambianos, que habitan en el departamento del Cauca, Colombia. Su Resguardo Mayor está en el municipio de Silvia y habitan también en otros lugares cercanos, en la vertiente occidental de la Cordillera Central de los Andes colombianos.
Los peligros y las maldades del etnocentrismo, se tienen que contrarrestar con el bibliocentrismo. “En vez de poner al ser humano o a sus prácticas en el centro de todo, tenemos que poner a Dios, su revelación y sus prácticas en el centro. En vez de tener todo girando alrededor de lo humano, nuestras vidas tienen que girar alrededor de Dios y su Palabra. En vez de pensar primeramente en sistemas humanos (sean nuestros o de otros), debemos pensar en Dios y sus sistemas. Esta es la solución al etnocentrismo. Y esto se logra por dedicarse a su Palabra y por la transformación continua que el Espíritu Santo trae a nuestra vida. Sólo esto nos puede librar del etnocentrismo. Dios está fuera de la esfera de la cultura humana. Dios es ꞌsupraculturalꞌ (por encima de toda cultura humana). Así, Dios puede evaluar, juzgar y corregir cualquier (y toda) cultura. Entonces, sólo su Palabra y la obra de su Espíritu Santo en nuestra vida pueden abrir nuestros ojos al etnocentrismo en nosotros mismos. Y sólo su Palabra y nuestra sumisión a su operación transformadora continua en nuestra vida, nos puede librar del etnocentrismo. Dios nos libra de nuestra naturaleza humana y nos libra de nuestro etnocentrismo. Pero es una lucha continua”. [15]
Confundiendo a la Tradición con la Palabra de Dios
Al hablar acerca del vestido, se presenta otro problema que es cuando alguien no es capaz de distinguir entre una tradición y la enseñanza misma de la Escritura, o en otras palabras, cuando alguien sostiene que sus propias interpretaciones o aplicaciones tradicionales de las Escrituras están al mismo nivel (o incluso a un nivel superior) de lo que está escrito en la Palabra de Dios. La costumbre hace que las personas dejen de reflexionar acerca de sus prácticas, se contenten con aceptarlas y no quieran cambiarlas. Esto puede conducir a la gente hacia una confianza estricta en un conjunto de preceptos que no forman parte de las claras enseñanzas bíblicas, y entonces puede producir personas legalistas que están más confiadas en su propio rendimiento y en su capacidad de adherirse a un código de conducta hecho por el hombre, que en la obra salvadora de Jesucristo en el calvario. Este tipo de legalistas justifican sus actos basados en la mera tradición y en la autoridad, diciendo por ejemplo: -
“¡Esa era la moda con la que los pioneros de nuestra organización se vestían, y nosotros debemos seguir manteniendo esa costumbre en el vestir si queremos ser tan santos como lo fueron ellos!”-; ó -
“¡Seguir nuestra tradición es mantener las buenas y sanas costumbres, por lo cual si se acepta cualquier otra forma de vestir es atentar contra la santidad, pues no puede haber santidad aparte de nuestras tradiciones”- [16] ó –
“¡Esto es lo que nuestra iglesia (organización) cree, y usted debe obedecer a la Iglesia!”-. Este tipo de enseñanzas simplemente no tienen éxito en el desarrollo de la verdadera santidad.
Continuando con nuestra discusión sobre la tradición, es imperioso aclarar que ser conservador o tradicionalista no es necesariamente ser legalista. Una persona solamente sería legalista si llega a poner la confianza en su estricto apego a ciertos preceptos creyendo que estos le pueden otorgar la santificación y la salvación, y pone a éstos por encima del poder transformador de Cristo. Sin embargo, no hay legalismo si una persona o un grupo de personas mantienen una tradición, pero a la vez tienen claridad en que su santificación viene exclusivamente por la gracia de Dios, que ninguna cantidad de buenas obras puede hacerles ganar un favor de Dios, y que sus actos son producto de una consagración especial que proviene del amor que ellos sienten por el Dios que los ha salvado.
“Yo no me opongo a los [conservadores o a los] ultra-conservadores en lo más mínimo. De lo que estoy en contra, es que los conservadores se vuelvan legalistas, condenando a los demás que no hacen lo que ellos hacen. Ahí es cuando el asunto se torna feo, y cuando el título de ꞌlegalistaꞌ es justificado. Si lo que hacemos, lo hacemos para el Señor, es bueno. Incluso si hay algo que técnicamente no es un pecado ante los ojos de Dios, lo que importa es que si una persona se abstiene de hacerlo porque piensa que está mal, se abstenga de hacerlo como para el Señor. Eso es lo que importa y no si es bueno o malo en sí mismo (ver Romanos 14; 1. Corintios 8, 10). Ellos lo están haciendo por causa de Dios, tratando de agradar a Dios, y esa actitud es agradable ante Dios” [17] “Si otros quieren hacer las mismas cosas que un grupo cristiano particular, teniendo las mismas convicciones que ellos, esto es significativo. Sin embargo, si se ven obligados a hacer algo en contra de su voluntad o sin el entendimiento, eso es legalismo. Nos convertimos en legalistas cuando hacemos demandas injustificadas sobre los demás, en las áreas que no están prohibidas por la Escritura”. [18]
“A veces Dios da a una persona unas ciertas convicciones que no son compartidas por algunos otros creyentes. Quizás esto es necesario debido al trasfondo de aquella persona o de sus debilidades en ciertas áreas; o quizás Dios le está guiando a una relación más cercana con Él. En esta situación, la persona debería ser leal a sus convicciones propias en cuanto a su conformidad con la Escritura. ꞌCada uno esté plenamente convencido en su propia mente... y todo lo que no proviene de fe, es pecadoꞌ (Romanos 14:5, 23). A la vez, él no debería tratar de exigir que otros las respeten. Asimismo, otros creyentes deberían respetar sus convicciones y no lo deben menospreciar (Romanos 14:2-6). Dios siempre honra y bendice a aquellos que hacen consagraciones personales. Hay bendiciones especiales y relaciones especiales con Dios que vienen mediante estas consagraciones especiales”. [19]