Respuesta Segunda parte
Respuesta Segunda parte
1 TESALONICENSES 4:15,16.
En palabra del Señor. El apóstol recurre a una autoridad superior a la suya ( Cor. 7: 6, 10, 12, 25). Nosotros que vivimos, que habremos quedado. Es decir, los que queden vivos hasta el retorno de Cristo, en contraste con los justos muertos. Pablo parecería expresar aquí la esperanza de que él y los conversos a quienes escribía, estarían vivos cuando Cristo regresara, esperanza común a los cristianos de todos los siglos; pero no afirma explícitamente que estaría vivo hasta ese gran día (ver Rom. 13: 11; 1 Con 10: 11; Fil. 4: 5; Tito 2: 13; ). Aclara sus pensamientos acerca de este tema en 1 Tes. 5: 1-11, donde trata de lo inesperado del segundo advenimiento y la incertidumbre de que él, o los tesalonicenses, estuvieran vivos cuando volviera el Señor (vers. 10). Parece que los creyentes de Tesalónica entendieron mal las afirmaciones de Pablo, y algunos voluntariamente las torcieron, enseñando que el día del Señor era entonces inminente (ver . 2 Tes. 2: 2). Para rectificar ese error de concepto, el apóstol escribió su segunda carta poco después .
Venida. Gr. parousía (ver . Mat. 24: 3). Parousía a veces se usaba para referirse a la llegada de un general romano que iba a desfilar triunfalmente por las calles de la ciudad. Es una palabra apropiada para describir el retorno triunfal de Cristo. No. En griego hay una doble negación que podría traducirse, "dé ninguna manera". Precederemos.
Gr. fthánÇ, "venir antes", "preceder". Pablo está asegurando a sus lectores que los cristianos vivos no se unirán con su Señor antes que los que duermen. "Los muertos en Cristo resucitarán primero. Luego nosotros los que vivimos, los que hayamos quedado, seremos arrebatados juntamente con ellos" (vers. 16-17). De modo que los santos que estén vivos no tendrán prioridad sobre los que murieron en el Señor. Esta enseñanza aclara el verdadero estado de los que han muerto "en Cristo". Ellos duermen esperando la venida del Salvador. Aún no se han reunido con él, pero, como los cristianos vivos, esperan la segunda venida para que se efectúe su largamente anhelada reunión con el Maestro (cf. Juan 11: 23-25). Ninguna de las dos clases precederá a la otra. Cuando su Señor venga, llevará juntamente a ambos grupos a la gloria.
16. Porque. Pablo está presentando la verdadera base de su enseñanza del vers. 15.
El Señor mismo. Aquí se describe claramente la aparición personal, visible y corporal del Señor con gran majestad. Cristo no enviará a un representante ni viene espiritualmente, sino que él mismo viene en persona. El mismo Jesús que ascendió al cielo, descenderá del cielo. Antes de irse al cielo, prometió que volvería (Juan 14: 3). Cuando el Salvador ascendía en una nube, se aseguró a la iglesia que "este mismo Jesús" vendría como le habían visto "ir al cielo" (Hech. 1: 9-11). Pablo repite estas promesas y registra detalles adicionales acerca de la forma de su cumplimiento.
Con voz de mando. Gr. kéleusma, "orden", "mandato". Este vocablo sólo. aparece aquí en el NT. Kéleusma se usa en los escritos extrabíblicos para referirse a un oficial que da órdenes a sus tropas o un auriga que apura a sus caballos. En la sintaxis del griego no es claro si Cristo pronuncia la orden o si otro personaje da la orden mientras desciende el Señor; pero por el contexto se deduce que es Cristo el que habla . Aquí no se da ninguna razón específica para la "voz de mando", pero la "voz de mando", la "voz de arcángel" y la "trompeta de Dios" son seguidas inmediatamente por la resurrección de los "muertos en Cristo". Por lo tanto, esta sucesión de sonidos puede tomarse como los preliminares de la resurrección de los justos (cf. Juan 5: 25, 28-29; 11: 43). Cristo desciende del cielo proclamando victoria. Ha vencido a la muerte y al sepulcro (Apoc. 1: 18). La muerte, que es el enemigo, no puede retener más en sus frías garras a ninguno de los redimidos. Los justos muertos responden a la voz de su Señor, y salen triunfantes de sus tumbas.
Arcángel. Gr. arjággelos, "ángel principal', "primer ángel", palabra compuesta por el prefijo arji, que significa 'jefe" o "superior", y ággelos, "ángel"; por lo tanto significa "jefe de los ángeles". Arjággelos aparece en el NT sólo aquí y en Jud. 9, donde se dice que Miguel es el arcángel. Esto apoya la conclusión de que Miguel es nuestro Señor Jesucristo (no es que Cristo sea Arcángel o ángel sino que tiene el nombre de... ) (ver . Dan. 10: 13; Jud. 9; Apoc. 12: 7). De esta interpretación es posible deducir que la voz de Cristo como voz de arcángel, es la que se escuchará mientras él desciende del cielo (ver Jud. 9).
Trompeta de Dios. No se refiere necesariamente a una determinada trompeta que pertenece exclusivamente a Dios, sino más bien a un instrumento que se usa en el servicio de Dios. En el AT con frecuencia se mencionan trompetas en relación con notables intervenciones de Dios, ya fueran reales o proféticas (Exo. 19: 13, 16, 19; Sal. 47: 5; Isa. 27: 13; Joel 2: 1; Sof. 1: 16; Zac. 9: 14). Las trompetas también se usaban para congregar al pueblo de Dios (Núm. 10: 2-4), para hacer resonar alarmas bélicas (vers. 5-9) y para ocasiones de carácter nacional (vers. 10). En el NT el sonido de una trompeta se relaciona con la reunión de los elegidos y la resurrección de los muertos (Mat. 24: 31; 1 Cor. 15: 52).
Descenderá. Gr. katabáinÇ, "bajar", "descender". Este verbo sólo se usa aquí en el NT para referirse al segundo advenimiento de Cristo, aunque también se lo emplea para aludir al descenso del Hijo del hombre desde el cielo en su primer advenimiento (Juan 3: 13; 6: 33, 38; etc.). EI descenso de Cristo en su segunda venida está implícito en otros relatos bíblicos del regreso del Señor (Mat. 16: 27; 24: 30; etc.).
Y los muertos en Cristo. La conjunción "y" se usa para indicar el resultado que acompaña a los sonidos que retumban en el cielo, a saber: la resurrección de los justos. Los "muertos en Cristo" son los que se durmieron en la fe, incluyendo los santos del AT (ver Rom. 4: 3; 1 Cor. 15: 18; cf. Apoc. 14: 13). Están incluidos entre los que Jesús describe como los "hijos de la resurrección" (Luc. 20: 36). En otro pasaje Pablo los llama "los que son de Cristo, en su venida" (1 Cor. 15: 23). Cuando salgan de las tumbas tendrá lugar la "primera resurrección" (ver. Apoc. 20: 5-6). Las palabras "los muertos en Cristo" sirven para distinguir a los santos que duermen de otras dos clases de personas: (1) los impíos muertos que no resucitarán en la segunda venida de Cristo; (2) los cristianos que estén vivos, a quienes se les asegura que sus amados muertos no estarán en desventaja cuando vuelva Jesús, sino que recibirán la primera atención al ser resucitados, con lo cual estarán en el mismo nivel con los santos que estén vivos.
Resucitarán primero. Es decir, serán resucitados antes de que los santos que estén vivos sean "arrebatados" para encontrarse con el Señor en el aire (vers. 17).
HEBREOS 1:3-14
3. El cual, siendo. O "el que es". El verbo griego eimí, "ser" o "estar", nunca puede traducirás "llegar a ser" o "convertirse en". La misma idea se nota en Juan l: l: "En el principio era el Verbo" . En el principio Cristo no apareció ni vino a la existencia, ya era. Según Juan l: 14, cuando el que era o existía antes vino a la tierra, se hizo carne, lo que antes no había sido. Por otra parte, la frase "el que es" aparece la LXX de Exo. 3:14 como nombre de Dios; el que se use aquí la misma frase sin duda no es coincidencia (ver Apoc. 1:4).
Resplandor. Gr. apáugasma, "resplandor", esplendor", "reflejo". El Padre y el Hijo son inseparables. El Hijo revela al Padre, es el reflejo del Padre. Cuando miramos el sol, no vemos el sol sino sus rayos; tampoco vemos al Padre sino al Hijo, pues el Padre es invisible, "habita en luz inaccesible; a quien ninguno de los hombres ha visto ni puede ver" (1 Tim. 6:16).
Gloria. Gr. dóxa (ver Rom. 3:23; 1 Cor. 1l: 7). La gloria de Dios es la suma total de todos sus atributos. Moisés le pidió a Dios: "Te ruego que me muestres tu gloria" (Exo. 33: 18), y Dios le respondió: "Yo haré pasar todo mi bien ['mi bondad'] delante de tu rostro" (Exo. 33:19; cf. cap. 34:5-7).
La gloria de Dios es su carácter. Cristo no llegó a ser el resplandor de la gloria de Dios; ya lo era, y siempre lo había sido (ver. Juan l: l; ). Esto constituye el fundamento esencial y eterno de su personalidad.
Imagen misma. Gr. jaraktér originalmente una herramienta para grabar o marcar. Posteriormente llegó a significar la marca misma. La traducción "impronta" se acerca más al significado de algo grabado o marcado. Esta misma dualidad de significa se puede advertir en algunas palabras. Por ejemplo, "sello" puede significar la impresión que se marca sobre un objeto y también el sello que la marcó. Cristo es el sello o la "impronta" exacta de Dios.
Sustancia. Gr. hupóstasis, literalmente, "lo que está debajo", y por lo tanto, "meollo", "esencia", "realidad". Es realidad en contraste con imaginación y fantasía. Se usa esta palabra para designar la esencia de las cosas, la naturaleza íntima de algo, el verdadero ser. También se emplea para denotar firmeza, estabilidad, seguridad, confianza.
Cuando se dice que Cristo es "la imagen misma" de la hupóstasis del Padre, significa más que una semejanza externa: es la expresión exacta y verdadera de la naturaleza íntima de Dios. Así como es el Padre, así es el Hijo: uno en esencia, uno en carácter, uno en pensamiento y propósito. Son tan semejantes que Cristo pudo decir: "El que me ha visto a mí, ha visto al Padre... Yo y el Padre 412 uno somos" (Juan 14: 9; 10: 30). o de los grandes propósitos de la venida de Cristo a esta tierra fue para dar a los hombres una fiel representación del Padre.
Sustenta. Gr. féro, "dirigir", "llevar", "sostener". Puede añadirse el significado de movimiento, propósito, conducción, de proceder con una intención definida. Cristo es el que sostiene todas las cosas en todo el universo y el que mantiene a los cuerpos celestes en sus órbitas prefijadas. Compárese con la oración "todas las cosas en él subsisten". Féro es más abarcante que "subsistir" o "consistir", pues abarca el concepto de una acción deliberada, llena de propósito. Esta definición cambia el concepto de un poder que sólo sostiene el universo físico, por el de un Ser inteligente que tiene un plan y se halla en el proceso de llevarlo a cabo.
Palabra. Gr. rhema, "expresión", "palabra", "orden". El universo fue constituido por la "palabra" (rhema) de Dios (cap. 11:3). Compárese con el uso de la rhema de Dios en Rom. 10:8, 17-18; Efe. 6:17; 1 Ped. 1:25.
Su. O de Cristo. Poder. Gr. dúnamis, "potencia", "vigor", "capacidad de realizar".
Purificación. Con su expiación en la cruz Cristo obtuvo la limpieza del pecado en general -que incluye finalmente la purificación del pecado en el universo-, y también la limpieza de los pecados individuales. Esta última purificación, también hecha posible mediante la cruz, aún se lleva a cabo, y continuará hasta cuando sea posible salvar la última persona. Cristo terminó su obra en la cruz como víctima y sacrificio. Derramó su sangre, y así se convirtió en "un manantial abierto... para la purificación del pecado y de la inmundicia" (Zac. 13: l). Pero continúa su obra como intercesor. Es nuestro abogado ante el Padre (ver Heb. 7:25). Cristo venció toda tentación. Aunque los pecados del mundo fueron colocados sobre él, su alma permaneció inmaculada. Rechazó toda sugestión al mal. Satanás nunca obtuvo ventaja alguna. Atacó mil veces a Cristo, pero nunca tuvo éxito.
Nuestros. La evidencia textual establece (c. 10) la omisión de esta palabra. Por lo tanto, el texto significa que Cristo llevó "a cabo la purificación de los pecados". Es cierto que Cristo purificó "nuestros" pecados, pero el autor presenta aquí un panorama más abarcante, incluyendo a todos los pecados.
Por medio de sí mismo. La evidencia textual se inclina por (cf. p. 10) la omisión de estas palabras. Las omiten la BJ, BA, BC y NC. Pero la idea está implícita en la expresión griega que se traduce "habiendo efectuado la purificación". Cristo pisó solo el lagar (Isa. 63:3).
Se sentó. Esta expresión indica hacerse cargo de algo, asumir un cargo; sugiere una inauguración, una coronación. Significa investir con autoridad, reconocer el derecho de Cristo a tener jurisdicción. Era el principio, no el fin, de su actividad como mediador especial. Era la colocación del sello de Dios sobre su obra de intercesión. Dios, sentando en esa forma a Cristo a su diestra, colocó su aprobación sobre la obra que Cristo había hecho en la tierra, y la aceptó. Lo consagró como sumo sacerdote y, por lo tanto, lo autorizó para que se desempeñara como mediador según el orden de Melquisedec (cap. 7:17).
A Cristo se le concedió que se sentara a la diestra de la Majestad en las alturas porque había logrado la purificación de los pecados. Había triunfado donde fracasó Adán. Había ganado el derecho de hablar y actuar en favor de la humanidad. Por lo tanto, lejos de sentarse a descansar, estaba comenzando su nueva actividad. Cuando un juez se sienta para presidir una asamblea, ocupa su solio de magistrado y comienza el procedimiento judicial. Así también Cristo se sentó a la diestra de Dios, y recibió un reconocimiento oficial ante las multitudes congregadas de que actuaba por la designación y la voluntad de Dios. En los servicios del santuario los sacerdotes ofrecían la sangre de las víctimas que la gente presentaba. Era necesario que Cristo, como sumo sacerdote, tuviera "algo que ofrecer" (cap. 8:3). Ese "algo" no fue la "sangre de machos cabríos ni de becerros, sino... su propia sangre" (cap. 9:12). No podía ofrecer esa sangre hasta que no la hubiera derramado en el Calvario. Pero tan pronto como la derramó, pudo comenzar su ministerio; y lo hizo inmediatamente después de ser instituido en su cargo. Ahora ya era sacerdote para siempre, y estaba listo para interceder por el hombre en el santuario del cielo.
Diestra. El lugar de honor y autoridad. Hay sin duda una alusión a Sal. 110: 1. 413
Majestad. Gr. megalosúne "grandeza", "magnificencia". En el NT sólo aparece aquí, Heb. 8: 1 y Jud. 25. Aquí se usa como atrito de la divinidad en lugar del nombre divino, sin duda con propósito literario. En Las alturas. Es decir, en el cielo (cf. Sal. 93:3).
4. Hecho. Mejor "habiendo llegado a ser". Debido a su encarnación, Jesús llegó a ser "un poco menor que los ángeles" ( cap. 2: 9); ahora es grandemente ensalzado (cap. 1:3).
Tanto superior. El resto del capítulo se dedica a presentar el contraste entre Cristo y los ángeles. El autor comienza mostrando que Cristo es Dios en sentido supremo. Si Cristo limpia a los hombres de los pecados, tiene que ser Dios, pues sólo Dios puede perdonar pecados. Aunque los ángeles fueran poderosos y aunque los judíos tuvieran un concepto tan elevado de ellos, ningún ángel puede ser jamás un salvador. Por eso el autor procede a mostrar que Cristo es "tanto superior" a los ángeles.
La deidad de Cristo era una gran piedra de tropiezo para que los judíos aceptaran el cristianismo. Israel se había sentido orgulloso durante siglos de adorar a un solo Dios, entre tanto que los paganos tenían muchos dioses. "Jehová nuestro Dios, Jehová uno es" (Deut. 6: 4) había sido el desafío a sus vecinos paganos. Los judíos necesitaban entender la naturaleza de la Deidad, que las palabras "Jehová uno es" incluían al Padre, al Hijo y al Espíritu Santo.
Heredó. Cristo fue constituido "heredero de todo" (ver com. vers. 2). Con esta herencia también le fue dado "un nombre que es sobre todo nombre" (ver com. Fil. 2:9).
Más excelente nombre. Algunos creen que este nombre es "Jesús". Este es el nombre que se le dio al nacer, y le fue dado reconociendo el hecho de que salvaría "a su pueblo de sus pecados" (Mat. l: 2 l). Puesto que el ángel que anunció el nombre sólo estaba cumpliendo una orden de Dios, en realidad fue Dios el Padre quien le dio el nombre. Otros piensan que se hace referencia al título "Hijo". Creen, que este es ensalzado con las diversas citas que se presentan del AT (Heb. 1:5-8). El título "Hijo" se aplicó especialmente con respecto a la encarnación (ver . Luc. 1: 35). Los ángeles son sólo "espíritus ministradores" (Heb. l: 13- 14); el único "Hijo" es Jesús.
5. Cuál de los ángeles. Se da comienzo a una serie de citas del AT para probar la superioridad de Cristo sobre los ángeles. La respuesta anticipada a la pregunta es: "Nunca dijo esto a ningún ángel en ningún momento". Mi Hijo eres tú. Una cita de Sal. 2: 7. En cuanto al título "Hijo" aplicado a Cristo, ver com. Luc. 1: 35; cf. com. Rom. 1:4. El autor desbarata el argumento de algunos de que Cristo es sólo un ángel encumbrado. Si Cristo fuera realmente un ángel elevado a su condición de gloria, entonces Dios "habría dicho" a un ángel: "Mi Hijo eres tú"; pero Dios 'jamás" "dijo" esto a ningún ángel.
Algunos se refieren a Job 1: 6; 2: 1; 38: 7 como una prueba de que las Escrituras llaman hijos de Dios a los ángeles. Debe notarse que todas estas expresiones están en plural. Las Escrituras no dicen en ninguna parte que un ángel es llamado hijo de Dios; y los ángeles, por supuesto, son seres creados (Col. 1: 16).
Yo te he engendrado hoy. En cuanto a las diversas interpretaciones dadas a este pasaje, ver . Hech. 13: 33; Rom. 1: 4. Yo seré a él Padre. Una cita de 2 Sam. 7: 14. La profecía original se había aplicado en primer lugar a Salomón, pero aquí se le da no significado mesiánico. El propósito de la cita es destacar la condición de hijo de Cristo, y de ese modo establecer más firmemente su superioridad sobre los ángeles.
6. Cuando introduce. Una indudable referencia a la encarnación, aunque en ninguna parte se registra una orden tal. Algunos insisten en que no debe destacarse el elemento temporal. Cristo era Dios antes de la encarnación; era Dios durante la encarnación; y es Dios después de la encarnación. En cualquiera de esas etapas le correspondía la adoración. La orden de adorarlo destaca la supremacía del Hijo.
Primogénito. Gr. protótokos (ver com. com. 8:29). Adórenle todos los ángeles.
Una cita no textual de Deut. 32: 43, LXX, con elementos de Sal. 97:7. La cita no aparece así en la Biblia hebrea. Las citas de la LXX son características de esta epístola. La orden de adorar a Cristo confirma la deidad del Salvador. Los ángeles son encumbrados, pero Cristo es tan superior a ellos, que se les ordena que lo adoren. Sólo se debe adorar a Dios (Apoc. 22:8-9), por lo tanto, Cristo es Dios.
7. Espíritus. Gr. pnéuma, "viento", "espíritu", "aliento". Una cita del Sal. 104: 4. El propósito del autor al citar este texto es mostrar que los ángeles son siervos, y que Dios los usa como a sus ministros, en contraste con el Hijo que es Dios. En cuanto a la diferencia entre Sal. 104:4 y Heb. 1:7,. Sal. 104:4. Nótese que "ángel" y "mensajero" tienen una misma raíz: en hebreo, mal'ak significa tanto "ángel" como "mensajero" ( 2 Sam. 14:17); y en griego, ággelos también puede traducirse o "ángel" o "mensajero" ( Apoc. l: 20). Otro tanto sucede con "espíritu" y "viento": ambos pueden ser o del hebreo ruaj (Job 1:3), o del griego pneúma ( Luc. 8:55).
Ministros. Gr. leitourgós (ver com. Rom. 13:6). El Hijo es Dios y debe ser adorado; pero los ángeles son ministros, siervos que se deleitan en cumplir la voluntad de Dios. Desde el mismo principio han tenido una parte definida en el plan de Dios y han servido de muchas maneras. Después que el hombre pecó, custodiaron el camino que daba acceso al árbol de la vida (Gén. 3:24). Cuando se produzcan los sucesos finales y Cristo vuelva a la tierra, los ángeles vendrán con él (Mat. 25:31), y Cristo los enviará para que reúnan "a sus escogidos, de los cuatro vientos, desde un extremo del cielo hasta el otro" (Mat. 24:31). Los ángeles han sido a través de toda la historia los guardianes y protectores de los hombres, "enviados para servicio a favor de los que serán herederos de la salvación" (Heb. l: 14). Los ángeles se presentaron con frecuencia durante el ministerio terrenal de Cristo, desde el primer anuncio de su nacimiento hasta el momento de su ascensión. Aunque no estemos siempre conscientes de la presencia constante de los ángeles en nuestras vidas, con seguridad podemos saber que siempre estamos bajo su amoroso cuidado.
Llama de fuego. Cf. Gén. 3:24. 8. Del Hijo. En contraste con "de los ángeles" (vers. 7). Tu trono, oh Dios. Una cita de Sal. 45:6-7. El Padre se dirige reverentemente al Hijo llamándolo Dios, lo cual puede considerarse como el clímax del tema de la posición y dignidad de Cristo. No puede haber un testimonio superior en cuanto a la deidad de Cristo, que esta exclamación del Padre dirigida al Hijo. En forma solemnísima se afirma la deidad de Cristo, y eso lo hace el mismo Padre. La salvación del hombre y todo el plan de salvación se basan en la deidad de Cristo. Si Cristo no es Dios en el sentido más sublime y por su propio derecho, es vana nuestra fe y la salvación se vuelve imposible. Muchos de los judíos habían visto a Jesús en persona, y quizá les era más difícil que a las generaciones posteriores creer que Cristo era divino. ¿Acaso no conocían a su supuesto padre y a su madre, y no vivían todavía algunos de su familia? ¿Cómo podía ser Dios este hombre? El autor procura quitar esta piedra de tropiezo, y por eso recurre al testimonio de las Escrituras para confirmar su posición. De poco valdría presentar los temas vitales que trata la Epístola a los Hebreos si este punto no era aclarado y plenamente aceptado. Cuando consideramos la historia de la iglesia desde los días de los apóstoles, sentimos la necesidad de destacar la deidad de Cristo. Hay muchos hoy día que reverencian a Cristo y lo estiman altamente a su manera, y sin embargo se niegan a darle el lugar al que tiene derecho. No comprenden que la deidad de Cristo es el hecho central en el plan de redención, y que "no hay otro nombre bajo el cielo, dado a los hombres, en que podamos ser salvos" (Hech. 4:12).
Por el siglo del siglo. Apoc. 11: 15; 14: 11. Equidad. Gr. euthúts, "rectitud", "justicia". Son dignas de notarse las referencias al "trono" y al "cetro": indican verdadera posesión de poder y no una posibilidad. No presentan el reino como futuro, sino como presente y en función activa. El trono y el reino son eternos; y el cetro -símbolo de verdadero ejercicio de autoridad- se caracteriza por su rectitud.
9. Justicia. Gr. dikaiosúne (. Mat. 5:6). Se refiere especialmente a la vida terrenal de Cristo. Por eso fue ungido, como se menciona en la última parte del versículo. Amar la justicia es una virtud más noble que simplemente practicar la justicia. Muchos sinceros cristianos participan activamente en diversas empresas buenas más por un sentido de obligación que por un amor inherente a la obra. Un misionero puede ir a un lugar necesitado movido por un alto sentido del deber y de responsabilidad, y puede hacer una gran obra; pero sólo alcanzará la norma establecida por Dios cuando esté dominado por el amor a la obra y cuando comience a amar verdaderamente a ala gente entre quienes trabaja. Es digno de alabanza que uno trabaje motivado por el deber; pero una experiencia mayor a ésa es trabajar motivado por el amor. Muchos aceptan la doctrina de la iglesia y obedecen lo que Dios ordena debido a la lógica abrumadora de la verdad y su excelente presentación; "el amor de la verdad para ser salvos" (2 Tes.2: 10)finalmente pueden ser hallados faltos. El amor movió a Dios actuar: "De tal manera amó Dios al mundo, que ha dado a su Hijo unigénito" (Juan 3:16) "Cristo amó a la iglesia, y se entregó así mismo por ella" (Efe.5: 25). Pablo, quien declara, "he trabajado más que todos ellos" (1 Cor.15:10), testifica: "el amor de Cristo nos constriñe" (2 Cor.5:14).
Maldad. Gr.anomía,"ilegal", "violación de la ley"; "iniquidad" (BJ).El amor es una virtud cristiana esencial; pero es necesario destacar también la cualidad de odiar el mal. Dios alaba a Cristo por su amor a la justicia, y también por su odio al pecado.
Es posible resistir el pecado sin odiarlo realmente. Un cierto pecado puede no atraer a una persona, y por lo tanto no serle una tentación. Otros pecados quizá la atraigan, pero como sabe que son pecado y que podría ser descubierta, se abstiene de hacer lo que en realidad le agradaría hacer. No sabemos cómo se considerará una persona tal en los libros del cielo; pero sí sabemos que no es suficiente que no es suficiente el motivo de abstenerse de pecar por temor de que se arruine la reputación propia si se es descubierto. El ha aprendido en realidad a odiar el pecado es el único que puede estar seguro. El que se abstiene de pecar y sin embargo desea hacerlo y encuentra que el pecado es atrayente e interesante, no está en terreno seguro. Necesita aprender a odiar el pecado. La iglesia de Efeso fue alabada por que odiaba la obra de los nicolaítas (Apoc. 2:6)En los libros de Dios no sólo lo que amamos sino también lo que odiamos.
Ungió. Este ungimiento es con el "óleo de alegría", es decir, con aceite que es alegría. El ungimiento es un símbolo de bendiciones y de gozo (ver Deut. 28:40; Sal. 23:5; 92: 10).
Compañeros. En la profecía original éstos eran sin duda otros personajes celestiales. Cuando el pasaje se aplica a Cristo, algunos entienden que estos "compañeros" representan a todos los otros seres; otros creen que representan a los que están asociados con Cristo en el plan de salvación, es decir, los salvados que son coherederos con él.
10. Tú. Los vers. 10- 12 son una cita de Sal. 102:25-27. Se presenta una cita tras otra tomadas de la LXX, para establecer la deidad de Cristo por encima de toda duda. En el vers. 8 Cristo es llamado Dios; aquí Señor. Jesús es Señor y Dios ( Hech. 2:36).
Fundaste la tierra. Ya se ha mencionado el hecho de que Cristo fue el agente activo en la creación (ver. vers. 2). Aquí se muestra que una cita del AT que los judíos consideraban como referente a Dios, se refiere específicamente a Cristo.
11. Ellos perecerán. Es decir, los cielos atmosféricos y la tierra experimentarán cambios fundamentales (ver Mat. 24:35-, Apoc. 2 l: l). Tú permaneces. A Cristo se le atribuye eternidad. Como Creador, Cristo existió antes que todas las cosas (Col. l: 17), y cuando se desvanezcan las cosas perecederas, él permanecerá.
12. Como un vestido. Una impresionante figura de la naturaleza transitoria y pasajera de los cielos y la tierra (ver. vers. 11). Tú eres el mismo. Esta declaración afirma la inmutabilidad de Cristo. Todos los atributos de Dios son imprescindibles. Destacamos su amor, su bondad, su justicia; pero su inmutabilidad es igualmente importante, aunque no siempre la apreciemos. Gozamos de una infinita bendición al tener la certeza de que Cristo es siempre "el mismo ayer, y hoy, y por los siglos" (cap. 13:8).
Inmutabilidad y eternidad dan la idea de coherencia, estabilidad, permanencia. Son " segura y firme ancla del alma" (cap. 6: 19). En estos tiempos de incertidumbre es bueno tener algo sobre lo cual edificar; es bueno tener un ancla que no vaya a la deriva.
13. Los ángeles. La respuesta anticipada a la pregunta ( vers. 5) es: "Dios nunca llamó a un ángel 'mi Hijo', ni jamás lo invitó a que se sentara a su diestra para compartir el lugar divino y sus prerrogativas". Siéntate a mi diestra. Cita de Sal. 11 0: l. 416 Ver com. Heb. 1:3. Tus enemigos por estrado. Referencia a una costumbre oriental, según la cual el vencedor colocaba un pie sobre el cuello de sus enemigos como señal de sumisión de los vencidos. Compárese con la referencia de Jesús a esta declaración de los Salmos (Luc. 20:42- 43).
14.Ministradores. Gr. leitourgikós, "destinado al servicio", "dedicado al ministerio". Es un vocablo relacionado con leitourgós, cuyo plural se ha traducido como "ministros" en el vers. 7. En cuanto al verbo leitourgéo, ver com. Hech. 13:2. Para servicio. En cuanto a diakonía, ver com. Rom. 12:7. Cuando el autor presenta la supremacía de Cristo sobre los ángeles, no tiene el propósito de hablar livianamente de estos mensajeros de Dios. Su misión es destacada (ver. vers. 7 ). Los judíos tenían un alto concepto de los ángeles. Por eso es tan grandioso el tema de este capítulo.
HEBREOS 2:4-6
Dios juntamente. Dios también dio testimonio de la veracidad del mensaje evangélico. El mensaje no podía tener una confirmación mayor. Señales. Respecto a una definición de señales, prodigios y milagros, ver. Rom. 15:19. Repartimientos del Espíritu Santo.
Hay una enumeración de estos dones en 1 Cor. 12: 8-10, 28; cf. Efe. 4: 11-12. Según su voluntad. Ver 1 Cor. 12: 11.
5. A los ángeles. Se trata nuevamente del lugar de Cristo en contraste con el de los ángeles (. cap. l). El pensamiento que sigue implica el lado positivo: el mundo venidero ha sido sometido al Hijo. El mundo venidero. Una indudable referencia al reino de gloria que comenzará con la segunda venida de Cristo ( Mat. 4:17; 5:3). Ver Efe. l: 2 l; Heb. 6:5.
6. Cierto lugar. No implica incertidumbre en cuanto a dónde debe hallarse la referencia; es sólo un medio de introducir una declaración cuando se cree innecesario citar la fuente.
¿Qué es el hombre? La cita de los vers. 6-8 es de Sal. 8:4-6, LXX. En cuanto al significado original del pasaje, ver . Sal. 8: 4-6. El autor de Hebreos extiende por inspiración el significado del pasaje y lo aplica a Cristo (Heb. 2:9). En cuanto a los principios que fundamentan tales aplicaciones, ver . Deut. 18:15.