Decir la verdad no es calumniar.
Se puede disculpar que no conozcas nada acerca de estos hechos históricos.
Porque en la cristiandad moderna no se enseñan estas cosas, debido a la agenda establecida.
Pero lo que es imposible disculpar
ES QUE NO CREAS EN LAS PROMESAS DE CRISTO A SUS DISCÍPULOS.
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Salud y bendición en la paz de Cristo.
Tus «verdades» son los chistes y chanzas que el diablo cuenta a sus demonios... para que se rían un poco del ridículo que estás haciendo.
Y si quieres hechos históricos... aquí tienes...
«SEGUNDA VENIDA DE CRISTO
Pero del día y la hora nadie sabe, ni aun los ángeles de los cielos, sino sólo mi Padre. Mateo 24:36
Asimismo como sucedió en los días de Lot; comían, bebían, compraban, vendían, plantaban, edificaban; mas el día en que Lot salió de Sodoma, llovió del cielo fuego y azufre, y los destruyó a todos. Así será el día en que el Hijo del Hombre se manifieste. Lucas 17:28-30
Y a ustedes que son atribulados, daros reposo con nosotros, cuando se manifieste el Señor Jesús desde el cielo con los ángeles de su poder, en llama de fuego, para dar retribución a los que no conocieron a Dios, ni obedecen al evangelio de nuestro Señor Jesucristo; los cuales sufrirán pena de eterna perdición, excluidos de la presencia del Señor y de la gloria de su poder, cuando venga en aquel día para ser glorificado en sus santos y ser admirado en todos los que creyeron por cuanto nuestro testimonio ha sido creído entre ustedes. 2 Tesalonicenses 1:7-10
Pero el día del Señor vendrá como ladrón en la noche; en el cual los cielos pasarán con grande estruendo, y los elementos ardiendo serán deshechos, y la tierra y las obras que en ella hay serán quemadas. Puesto que todas estas cosas han de ser deshechas ¡cómo no debéis ustedes andar en santa y piadosa manera de vivir, esperando y apresurándoos para la venida del día de Dios, en el cual los cielos, encendiéndose, serán deshechos, y los elementos, siendo quemados, se fundirán! 2 Pedro 3:10-12
He aquí que viene con las nubes, y todo ojo le verá, y los que le traspasaron; y todos los linajes de la tierra harán lamentación por él. Apocalipsis 1:7
Velen por su vida; procurando que estén ceñidos sus lomos y sus lámparas encendidas, y estén dispuestos, porque no saben la hora en que vendrá el Señor… Entonces aparecerán las señales de la verdad. Primeramente será desplegada la señal en el cielo, después la de la trompeta, y en tercer lugar la resurrección de los muertos, según se ha dicho: “El Señor vendrá con todos sus santos” ¡Entonces el mundo verá al Señor viniendo en las nubes del cielo! Didaché (80-140 d.C.)
Atiendan, hijos, qué quiere decir: las acabó en seis días. Esto significa que en seis mil años consumará todas las cosas el Señor, pues un día es para Él mil años. Lo cual, Él mismo lo atestigua, diciendo: He aquí que el día del Señor será como mil años. Por lo tanto, hijos, en seis días, es decir, en los seis mil años, se consumarán todas las cosas. Y descansó en el día séptimo. Esto quiere decir: Cuando venga su Hijo y destruya el siglo del inicuo y juzgue a los impíos y mudare el sol, la luna y las estrellas, entonces descansará de verdad en el día séptimo. Bernabé (70-130 d.C.)
Asimismo, vengamos aquí con más frecuencia, y esforcémonos en progresar en los mandamientos del Señor, para que, unánimes, podamos ser reunidos para vida. Porque el Señor ha dicho: Vengo para congregar a todas las naciones, tribus y lenguas. Al decir esto habla del día de su venida, cuando vendrá a redimirnos, a cada uno según sus obras… Y los justos, habiendo obrado bien y sufrido tormentos y aborrecido los placeres del alma, cuando contemplen a los que han obrado mal y negado a Jesús con sus palabras y con sus hechos, cuando sean castigados con penosos tormentos en un fuego inextinguible, darán gloria a Dios, diciendo: Habrá esperanza para aquel que ha servido a Dios de todo corazón. Segunda de Clemente (150 d.C.)
Los profetas predijeron en su día dos advenimientos de Cristo: uno, ciertamente, que ya se ha verificado, como de hombre despreciado y sujeto a dolores, y otro, cuando se anuncia que vendrá con gloria desde los cielos, juntamente con su ejército angélico, cuando resucitará los cuerpos de todos los hombres que han existido y revestirá de incorrupción los cuerpos de los que sean dignos y enviará los de los malvados, con sentido para padecer eternamente, al fuego eterno juntamente con los perversos demonios. Justino Mártir (160 d.C.)
(Cristo) De nuevo vendrá en la gloria como salvador de todos los que se salvan y como juez de los que son juzgados, para enviar al fuego eterno a quienes desfiguran su verdad y desprecian a su Padre y su venida. Ireneo (180 d.C.)
(Dios envió a) su Hijo Jesucristo, el cual nos rescató de la apostasía mediante su sangre a fin de que fuésemos el pueblo santo el mismo que un día volverá de los cielos con el poder del Padre para juzgar a todos y para dar los bienes divinos a cuantos observen sus mandamientos. Ireneo (180 d.C.)
Cristo descendió a los lugares inferiores de la tierra para ver con sus propios ojos lo que faltaba de completar a la creación, sobre lo cual dijo a sus discípulos: “Muchos profetas y justos desearon ver y oír lo que ustedes ven y oyen” Cristo descendió no sólo en favor de aquellos que creyeron en tiempos del César Tiberio; ni el Padre pensó de antemano sólo en los seres humanos de hoy, sino en todos los hombres que desde el principio, en su propio origen, temieron y amaron a Dios según sus capacidades, se comportaron con el prójimo con piedad y justicia, y desearon ver a Cristo y escuchar su voz. Por este motivo en su segunda venida despertará del sueño y hará resucitar en primer lugar a éstos, antes de los demás que serán juzgados, para introducirlos en su reino. Ireneo (180 d.C.)
Cristo ya no muere, pues la muerte no tiene dominio sobre él; sino que el Hijo vendrá en la gloria del Padre para exigir de los administradores el dinero que les entregó para que lo hiciesen producir, y a quienes dio más, más les exigirá. Ireneo (180 d.C.)
Cristo, vendrá sobre las nubes, para iniciar el día que será como un fuego ardiente, herirá la tierra con la palabra de su boca y con el soplo de sus labios matará a los impíos, tendrá en su mano el aventador para limpiar su era, recogerá el trigo en el granero y quemará la paja en fuego inextinguible. Ireneo (180 d.C.)
Otros lo vieron en la figura de un Hijo de Hombre que venía sobre las nubes, y dijeron de él: “Verán al que traspasaron.” Dieron a conocer su venida, como él mismo dice: “¿Acaso cuando venga el Hijo del Hombre encontrará fe sobre la tierra?,” y Pablo escribe: “Si es justo ante Dios retribuir con aflicción a quienes les afligen, ustedes los afligidos, descansarán con nosotros cuando del cielo se revele el Señor Jesús junto con los poderosos ángeles en la llama de fuego” Ireneo (180 d.C.)
Cuando el Anticristo devastare todas las cosas en este mundo, y hubiese reinado durante tres años y seis meses, sentado en el templo de Jerusalén, entonces el Señor vendrá entre las nubes del cielo en la gloria del Padre. Entonces lo enviará al lago de fuego con sus seguidores, e instaurará el tiempo del reino para los justos, es decir el descanso, el séptimo día santificado, y cumplirá a Abraham la promesa de la herencia. Este es el reino al cual, según la palabra del Señor, muchos vendrán de oriente y occidente, para tomar su lugar junto con Abraham, Isaac y Jacob. Ireneo (180 d.C.)
Su segunda venida ya está más cerca de nosotros. Cipriano (250 d.C.)
Los cristianos antes vendían sus casas y terrenos para así almacenar tesoros en el cielo. Ellos presentaron el dinero de las ventas a los apóstoles para ser repartidos entre los pobres. Sin embargo, ahora ni siquiera damos la décima parte de nuestros bienes. Y mientras el Señor nos manda a vender, preferimos comprar y aumentar nuestras provisiones. De esta manera la fuerza de la fe ha disminuido entre nosotros. Así la fuerza de los creyentes se ha vuelto débil. Por eso el Señor dice: “¿Cuando venga el Hijo del Hombre encontrará fe en la tierra?” Vemos que Él ha predicho lo que había de suceder. Cipriano (250 d.C.)
Él vendrá pronto desde el cielo para condenar al diablo y juzgar a la raza humana, con la fuerza de la venganza y con el poder de un juez. Cipriano (250 d.C.)»
Y si quieres más...
«Los reinados de Vespasiano y de Tito (69–81) abrieron un paréntesis a las persecuciones.
Luego, bajo Domiciano (81–96), arreciaron nuevamente las persecuciones, a pesar de que la saña contra los cristianos pareciera alimentada más por su carácter celoso y cruel, que por el deseo de acabar con la nueva religión. Perecieron varios cristianos, entre los cuales se encontraba el sobrino del emperador, llamado Flavio Clemente. Su esposa, Domicila, parienta de Domiciano, fue desterrada, suerte que cupo a otras muchas mujeres. Se cree que fue por aquel tiempo que el apóstol Juan estuvo desterrado en Patmos.
Temiendo el tirano que los judíos se sublevaran si algún descendiente de sus reyes los empujaba a ello, ordenó que se buscaran a los descendientes de David.
Por sus espías supo que vivían dos nietos de Judas, el hermano del Señor, e hizo que le fueran presentados. Preguntóles, entonces, si en efecto eran descendientes de David. A su respuesta afirmativa, quiso saber acerca de sus medios de vida; respondiéronle que no tenían dinero, que juntos poseían un campo que cultivaban, produciéndoles lo necesario para vivir y pagar los tributos y, al mismo tiempo, le enseñaron sus manos encallecidas por el trabajo. Domiciano, preguntóles finalmente en qué consistía el reinado de Cristo y cuándo se realizaría. Éstos le contestaron que el reinado de Cristo no era temporal, ni terrestre, sino angélico y celestial, el cual se establecería al final de los tiempos, cuando apareciera Cristo mismo, rodeado de gloria para juzgar a vivos y muertos, dando a cada uno según sus obras. Domiciano, al oír tales afirmaciones, los despidió con menosprecio, pero hizo que cesara la persecución de la que eran víctimas.»
HISTORIA DE LA IGLESIA PRIMITIVA: Desde el siglo I hasta la muerte de Constantino E. Backhouse y C. Tylor
Que Dios les bendiga a todos
Paz a la gente de buena voluntad