Re: El adventismo y su falsa "ley dominical"
Respondo: Al contrario, Pablo declara enfáticamente: "yo no estoy sin ley de Dios, sino bajo la ley de Cristo" (1 Cor. 9:21). ¿Y qué es la ley de Cristo? El bautista A. W. Pink nos lo dice:
La "Ley de Cristo" es la Ley moral de Dios, pero en las manos del Mediador. Es la Ley bajo la cual Cristo Mismo nació (Gál. 4:4). Es la Ley que está en su corazón (Sal. 40:8). Es la Ley que Él vino a "cumplir" (Mat. 5:17). La "Ley de Dios" es ahora llamada "la Ley de Cristo" porque ahora se relaciona con todos los Cristianos. Como criaturas estamos para "servir a la ley de Dios" (Rom. 7:25). Como pecadores redimidos estamos obligados a ser "siervos de Cristo" (Ef. 6:6), y así es como estamos obligados a servir "a Cristo el Señor" (Col. 3:24). La relación entre estas dos apelaciones, "la ley de Dios" y "la ley de Cristo" está claramente demostrada en 1 Cor. 9:21, donde el apóstol declara, que él no estaba sin ley de Dios, porque él estaba "bajo" la ley de Cristo.
O tal como lo vierte la Biblia en Lenguaje Sencillo: "Esto no significa que no obedezca yo la ley de Dios. Al contrario, la obedezco, pues sigo la ley de Cristo". Pink corrige a quienes pretenden que Pablo está aboliendo el decálogo en Gálatas 3:13:
…una cuidadosa lectura de la Epístola mostrará que la Emancipación aquí no es de la Ley como regla de conducta moral, sino de la maldición o pena de la Ley; y la herejía particular de los Judaizantes no era que pretendían hacer presión en los santos en relación con los Diez Mandamientos como norma de vida, sino que insistían que las obras de la Ley debían cumplirse para que el pecador pudiera salvarse. (Véase Hechos 15:1). El problema en Galacia era el legalismo y el ritualismo.
Exactamente, el problema no era la ley, sino el legalismo y el ritualismo, esto es, pretender hacer justicia propia por encima de los méritos de Cristo. Aunque en Gálatas 3:13 Pablo ataca el legalismo, no ataca la vigencia de la ley, la cual ya él ha validado varias veces. De este mismo pasaje John Wesley entiende que "todos los Cristianos estarán bajo la ley para siempre".
Adam Clarke también aporta: "Aunque Cristo vino al mundo para redimir a los creyentes de la maldición de la ley, él no los redimió de la necesidad de caminar en esa novedad de vida que estos mandamientos inculcan tan fuertemente".
El hecho mismo de que todos seamos pecadores indica que la ley de Dios sigue vigente, porque si ya no hubiera ley, nadie sería pecador, de acuerdo con lo que dice Pablo: "donde no hay ley, tampoco hay transgresión" (Rom. 4:15, comp. Rom. 3:20).
Nuestros examinadores nos piden que leamos Romanos 7:1-6. ¿Habrán leído ellos realmente ese texto? Romanos 7 es uno de los capítulos más esclarecedores en relación con el tema de la ley y la salvación. La ley, según lo que enseña Pablo allí, condena al hombre, por cuanto el hombre la violó: "al venir el mandamiento, el pecado revivió y yo morí" (Rom. 7:9). Sin embargo, la muerte de Cristo ha logrado que el hombre sea salvado del peso de muerte que pende sobre todo transgresor. Al morir Cristo en nuestro lugar, es como si nosotros mismos hubiésemos sido crucificados. Es lo que explica Pablo claramente al decir que "habéis muerto a la Ley mediante el cuerpo de Cristo" (vers. 4). Obsérvese que no es la ley la que ha muerto, sino nosotros a ella, por medio del sacrifico vicario de Cristo (Gál. 5:24). Puesto que ya Cristo murió por nosotros, quedamos libres de la condenación de la ley.
Nótese además que el problema no es la ley sino el pecado, es decir, la desobediencia a la ley. Pablo aclara que la ley no es mala: "el mismo mandamiento que era para vida, a mí me resultó para muerte, porque el pecado, aprovechándose del mandamiento, me engañó, y por él me mató" (Rom. 7:10, 11). No es malo el mandamiento en sí, sino su transgresión, con la consecuente pena de la muerte eterna. Pero Pablo aclara: "De manera que la Ley a la verdad es santa, y el mandamiento santo, justo y bueno" (vers. 12). ¿Pero cómo es que siendo bueno el mandamiento puede causar la muerte? Pablo lo explica: "Entonces, ¿lo que es bueno vino a ser muerte para mí? ¡De ninguna manera! Más bien, el pecado, para mostrarse como pecado, produjo en mí la muerte por medio de lo que es bueno, a fin de que el pecado, por medio del mandamiento, llegara a ser extremadamente pecaminoso" (vers. 13).
En los versículos 15-25 Pablo manifiesta claramente que él no puede quitarse el pecado obedeciendo la ley, sencillamente porque su naturaleza humana es pecadora. Sin embargo, él ratifica: "Según el hombre interior, me deleito en la ley de Dios", dándole así plena vigencia a la ley. Con todo, Pablo sabe que es pecador y, aunque en su mente están escritos los mandamientos, él no puede dejar de pecar por su propio esfuerzo (17-21).
Adam Clarke anota:
Aunque se dice que Cristo ha cumplido la ley por nosotros, en ningún lugar de la Escritura se entiende que él ha cumplido tanto estas Diez Leyes como para eximirnos a nosotros de la necesidad y el privilegio de no ser idólatras, maldicientes, violadores del Sábado, hijos desobedientes y crueles, asesinos, adúlteros, ladrones, y testigos corruptos. Todos estos mandamientos, es verdad, los cumplió él puntualmente; y todos estos los escribe él en el corazón de cada alma redimida por su sangre.
Y hay una gran diferencia entre escribir la ley en el corazón y declarar que esa ley ha sido borrada.
Matthew Henry coincide con Clarke en este respecto al comentar Éxodo 34:1-4:
Aun bajo el evangelio de paz y reconciliación por Cristo (de quien la intercesión de Moisés era típica) la ley moral debía continuar vigente para los creyentes. Aunque Cristo nos ha redimido de la maldición de la ley, no nos ha librado de su mandamiento, sino que todavía estamos bajo la ley de Cristo; cuando nuestro Salvador, en su sermón de la montaña, expuso la ley moral, y la vindicó de las glosas corruptas con las que los escribas y los Fariseos la habían roto (Mat 5:19), él en efecto renueva las tablas, y las hace como las primeras, esto es, reduce la ley a su sentido e intención primitivos.
Lamentablemente para nuestros retadores, escogieron un pasaje que, lejos de echar por tierra la ley de Dios, la ratifica. En realidad, ninguna oportunidad hay de encontrar un pasaje bíblico que declare que el hombre haya quedado desobligado de obedecer la ley. ¡Todo lo contrario! Tal como lo enseña el teólogo de la iglesia reformada J. L. Berkhof: "Es imposible imaginar una condición en la que el hombre fuera capaz de reclamar libertad de la ley en ese sentido". (Aporte de Giovanni Cabrera)
Bendiciones.
Luego todo Israel será salvo.
[La Palabra de Dios presenta evidencia contundente que demuestra que la ley de los 10 mandamientos, como parte de LA LEY O TORAH dada a la nacion de Israel por JEHOVA, en el monte Sinai, NO ESTA VIGENTE PARA LOS CRISTIANOS DEL NUEVO PACTO.
Invito a todos los Foristas a abrir sus Biblias y ver esta evidencia POR UDS. MISMOS:
1. En 1 Corintios 9: 20 y 21 Pablo nos revela, textualmente: "(AUNQUE YO NO ESTE SUJETO A LA LEY)", cuando Pablo se refiere a la ley que tenian los judios, la cual era la ley de los 10 mandamientos y el libro de la ley de Moises. etc....
Respondo: Al contrario, Pablo declara enfáticamente: "yo no estoy sin ley de Dios, sino bajo la ley de Cristo" (1 Cor. 9:21). ¿Y qué es la ley de Cristo? El bautista A. W. Pink nos lo dice:
La "Ley de Cristo" es la Ley moral de Dios, pero en las manos del Mediador. Es la Ley bajo la cual Cristo Mismo nació (Gál. 4:4). Es la Ley que está en su corazón (Sal. 40:8). Es la Ley que Él vino a "cumplir" (Mat. 5:17). La "Ley de Dios" es ahora llamada "la Ley de Cristo" porque ahora se relaciona con todos los Cristianos. Como criaturas estamos para "servir a la ley de Dios" (Rom. 7:25). Como pecadores redimidos estamos obligados a ser "siervos de Cristo" (Ef. 6:6), y así es como estamos obligados a servir "a Cristo el Señor" (Col. 3:24). La relación entre estas dos apelaciones, "la ley de Dios" y "la ley de Cristo" está claramente demostrada en 1 Cor. 9:21, donde el apóstol declara, que él no estaba sin ley de Dios, porque él estaba "bajo" la ley de Cristo.
O tal como lo vierte la Biblia en Lenguaje Sencillo: "Esto no significa que no obedezca yo la ley de Dios. Al contrario, la obedezco, pues sigo la ley de Cristo". Pink corrige a quienes pretenden que Pablo está aboliendo el decálogo en Gálatas 3:13:
…una cuidadosa lectura de la Epístola mostrará que la Emancipación aquí no es de la Ley como regla de conducta moral, sino de la maldición o pena de la Ley; y la herejía particular de los Judaizantes no era que pretendían hacer presión en los santos en relación con los Diez Mandamientos como norma de vida, sino que insistían que las obras de la Ley debían cumplirse para que el pecador pudiera salvarse. (Véase Hechos 15:1). El problema en Galacia era el legalismo y el ritualismo.
Exactamente, el problema no era la ley, sino el legalismo y el ritualismo, esto es, pretender hacer justicia propia por encima de los méritos de Cristo. Aunque en Gálatas 3:13 Pablo ataca el legalismo, no ataca la vigencia de la ley, la cual ya él ha validado varias veces. De este mismo pasaje John Wesley entiende que "todos los Cristianos estarán bajo la ley para siempre".
Adam Clarke también aporta: "Aunque Cristo vino al mundo para redimir a los creyentes de la maldición de la ley, él no los redimió de la necesidad de caminar en esa novedad de vida que estos mandamientos inculcan tan fuertemente".
El hecho mismo de que todos seamos pecadores indica que la ley de Dios sigue vigente, porque si ya no hubiera ley, nadie sería pecador, de acuerdo con lo que dice Pablo: "donde no hay ley, tampoco hay transgresión" (Rom. 4:15, comp. Rom. 3:20).
Nuestros examinadores nos piden que leamos Romanos 7:1-6. ¿Habrán leído ellos realmente ese texto? Romanos 7 es uno de los capítulos más esclarecedores en relación con el tema de la ley y la salvación. La ley, según lo que enseña Pablo allí, condena al hombre, por cuanto el hombre la violó: "al venir el mandamiento, el pecado revivió y yo morí" (Rom. 7:9). Sin embargo, la muerte de Cristo ha logrado que el hombre sea salvado del peso de muerte que pende sobre todo transgresor. Al morir Cristo en nuestro lugar, es como si nosotros mismos hubiésemos sido crucificados. Es lo que explica Pablo claramente al decir que "habéis muerto a la Ley mediante el cuerpo de Cristo" (vers. 4). Obsérvese que no es la ley la que ha muerto, sino nosotros a ella, por medio del sacrifico vicario de Cristo (Gál. 5:24). Puesto que ya Cristo murió por nosotros, quedamos libres de la condenación de la ley.
Nótese además que el problema no es la ley sino el pecado, es decir, la desobediencia a la ley. Pablo aclara que la ley no es mala: "el mismo mandamiento que era para vida, a mí me resultó para muerte, porque el pecado, aprovechándose del mandamiento, me engañó, y por él me mató" (Rom. 7:10, 11). No es malo el mandamiento en sí, sino su transgresión, con la consecuente pena de la muerte eterna. Pero Pablo aclara: "De manera que la Ley a la verdad es santa, y el mandamiento santo, justo y bueno" (vers. 12). ¿Pero cómo es que siendo bueno el mandamiento puede causar la muerte? Pablo lo explica: "Entonces, ¿lo que es bueno vino a ser muerte para mí? ¡De ninguna manera! Más bien, el pecado, para mostrarse como pecado, produjo en mí la muerte por medio de lo que es bueno, a fin de que el pecado, por medio del mandamiento, llegara a ser extremadamente pecaminoso" (vers. 13).
En los versículos 15-25 Pablo manifiesta claramente que él no puede quitarse el pecado obedeciendo la ley, sencillamente porque su naturaleza humana es pecadora. Sin embargo, él ratifica: "Según el hombre interior, me deleito en la ley de Dios", dándole así plena vigencia a la ley. Con todo, Pablo sabe que es pecador y, aunque en su mente están escritos los mandamientos, él no puede dejar de pecar por su propio esfuerzo (17-21).
Adam Clarke anota:
Aunque se dice que Cristo ha cumplido la ley por nosotros, en ningún lugar de la Escritura se entiende que él ha cumplido tanto estas Diez Leyes como para eximirnos a nosotros de la necesidad y el privilegio de no ser idólatras, maldicientes, violadores del Sábado, hijos desobedientes y crueles, asesinos, adúlteros, ladrones, y testigos corruptos. Todos estos mandamientos, es verdad, los cumplió él puntualmente; y todos estos los escribe él en el corazón de cada alma redimida por su sangre.
Y hay una gran diferencia entre escribir la ley en el corazón y declarar que esa ley ha sido borrada.
Matthew Henry coincide con Clarke en este respecto al comentar Éxodo 34:1-4:
Aun bajo el evangelio de paz y reconciliación por Cristo (de quien la intercesión de Moisés era típica) la ley moral debía continuar vigente para los creyentes. Aunque Cristo nos ha redimido de la maldición de la ley, no nos ha librado de su mandamiento, sino que todavía estamos bajo la ley de Cristo; cuando nuestro Salvador, en su sermón de la montaña, expuso la ley moral, y la vindicó de las glosas corruptas con las que los escribas y los Fariseos la habían roto (Mat 5:19), él en efecto renueva las tablas, y las hace como las primeras, esto es, reduce la ley a su sentido e intención primitivos.
Lamentablemente para nuestros retadores, escogieron un pasaje que, lejos de echar por tierra la ley de Dios, la ratifica. En realidad, ninguna oportunidad hay de encontrar un pasaje bíblico que declare que el hombre haya quedado desobligado de obedecer la ley. ¡Todo lo contrario! Tal como lo enseña el teólogo de la iglesia reformada J. L. Berkhof: "Es imposible imaginar una condición en la que el hombre fuera capaz de reclamar libertad de la ley en ese sentido". (Aporte de Giovanni Cabrera)
Bendiciones.
Luego todo Israel será salvo.