Re: El 7mo mes del 8vo año de Artajerjes
Ya entraste en shock pues no puedes explicar cómo, según tú, Miller contó el año cero y solo tuvo un error de 6 meses. No puedes explicarlo porque Miller no contó el año cero.
¿Te parece?
Ella replica: “Verdad es que no se había producido el acontecimiento esperado, pero ni aun esto pudo conmover su fe en la Palabra de Dios... Dios no se olvidó de su pueblo; su Espíritu siguió acompañando a los que no negaron temerariamente la luz que habían recibido ni denunciaron el movimiento adventista” (C.S., 457, 459). Y cierra ella el capítulo resumiendo el sentir de aquella grey sometida a prueba: “El único proceder seguro para ellos consistía en apreciar la luz que ya habían recibido de Dios, atenerse firmemente a sus promesas, y seguir escudriñando las Sagradas Escrituras esperando con paciencia y velando para recibir mayor luz” (C.S., 460). Paciencia, fe, estudio y vigilia fue lo que caracterizó al grupo remanente después del gran chasco.
Para empezar, Samuel Snow nunca dijo que el 22 de octubre de 1844 era el día “judío” de la expiación. Dijo, con toda propiedad, que ese era el día bíblico de la expiación. El cálculo para las fiestas del antiguo Israel debe partir del principio bíblico, no de un método matemático inventado en tiempos postbíblicos como lo es el calendario rabínico. Los judíos efectivamente se han apegado al calendario matemático diseñado en el silgo IV de nuestra era por Hillel II, pero ésa no es la manera en que se calculaban las fiestas en el antiguo Israel.
¿Cómo se calculaba el tiempo en la Biblia?
La instrucción divina establecía que el año empezaba con el mes de Abib (Éx. 12:2). “Abib no es propiamente el nombre de un mes, sino una parte de la frase «el mes de las espigas nuevas de grano». Esto puede indicar la manera como los israelitas determinaban el año nuevo”, comenzando el año con la nueva luna más próxima o previa a este estado del crecimiento de la cebada. El año indicado así era prácticamente el mismo que el año Babilónico, y presumiblemente llegó con Abrahán? (“Abib”, James Orr, ed., International Standard Bible Encyclopedia).
En la Biblia se dan las siguientes instrucciones para el establecimiento del calendario: 1. El primer mes del año debía ser el mes en el cual los israelitas salieron de Egipto (Ex. 12:2; equinoccio de primavera; Abib o Nisán). 2. La ceremonia de la gavilla mecida en relación con la fiesta de los Panes sin Levadura, que seguía a la Pascua a mediados de Abib (Éx. 23:15; Lev. 23:5, 6; Deut. 16:1-8), debía señalar el comienzo de la cosecha de cebada (Lev. 23:5-14) y tenía que preceder por 49 días (50 contando ambos extremos); a la fiesta de los primeros frutos de la cosecha del trigo (Lev. 23:15-21; Deut. 16:9, 10), fiesta llamada de las Semanas (Éx. 34:22; equinoccio de otoño), más tarde conocida como Pentecostés (Hec. 2:1; 20:16; 1 Cor. 16:8 ). Si en el decimosegundo mes (Adar) era evidente, por las condiciones de las siembras de cebada cerca de Jerusalén, que a mediados del siguiente mes sería demasiado temprano para ofrecer la gavilla mecida de cebada madura, se anunciaba que el mes que seguía a Adar se llamaría Segundo Adar (Veadar); en ese caso, el primer mes (Abib o Nisán) se procrastinaba hasta la siguiente luna nueva.
Puesto que la luna nueva tarda aproximadamente 29 días y medio en dar la vuelta a la tierra, en tiempos bíblicos se determinaban los meses a partir de las observaciones lunares: cuando aparecía la luna nueva, se establecía el inicio del nuevo mes. En cambio, el calendario rabínico, que se introdujo siglos después de los tiempos bíblicos, empleó otro método para computar el tiempo.
El calendario hebreo o judío tuvo tres etapas de desarrollo: el preexílico o bíblico, el post-exílico o talmúdico y el post-talmúdico. El primero se basaba meramente en la observación, el segundo en la observación junto con el cálculo, y el tercero solamente en el cálculo. En el primer periodo los sacerdotes determinaban el principio de cada mes por la aparición de la luna nueva y la recurrencia de las fiestas prescritas entre los equinoccios vernal y otoñal. Así, el mes de Abib ('ābhībh), el primer mes del año de acuerdo con la ley levítica, en la que debía celebrarse la Pascua, se determinaba por observación (Éx. 12:2; Deut. 16). Después del exilio se pusieron en boga métodos más precisos para determinar los meses y las estaciones, y el cálculo se empleaba para suplir y corregir las observaciones, y el calendario era regulado de acuerdo con el sistema babilónico, como se evidencia por los nombres de los meses que se derivaron de él. En tiempos más tardes el calendario se fijó por métodos matemáticos (“Calendar”, James Orr, ed., International Standard Bible Encyclopedia).
La razón de esta innovación en el calendario es obvia: tras la destrucción de Jerusalén por los romanos en el 70, el pueblo judío fue esparcido por el mundo antiguo. Muchos judíos que habían sido llevados a Roma como prisioneros de guerra emigraron a Francia, Alemania, Inglaterra, Escandinavia y Europa Oriental. A estos judíos se les hacía imposible cumplir con el calendario para la celebración de las fiestas, pues no tenían acceso la información del estado de la cosecha en Jerusalén. Para suplir esta deficiencia, el judaísmo rabínico diseñó un calendario general que permitiera a los expatriados la observancia de las fiestas en cualquier lugar que estuviesen, independientemente de lo que ocurriera con la cosecha en Jerusalén. Al hacer esto, se introducían cambios en la cuenta del tiempo y en las fechas en que debían caer las fiestas judías.
La Jewish Encyclopedia explica que Hillel II (330/365) fue quien adelantó el diseño del año lunisolar para sustituir el año bíblico, con el objeto de garantizar a todos los judíos expatriados la celebración de las fiestas. Esto ocurrió hacia el año 359 de nuestra era. La reforma de Hillel tomó en consideración lo que se conoce como el “ciclo metónico de 19 años”, diseñado por el matemático griego Metón (siglo -V). Según este principio, cada 19 años la luna nueva y la luna llena vuelven a caer en los mismos días del año solar. Evidentemente, para respetar esta coincidencia debían añadirse días y meses al calendario bíblico. “Para igualar el año lunar con el año solar, y así dar posibilidad a la celebración universal de las fiestas en los días designados en la Biblia, se requerían intercalaciones ocasionales de un día al mes y de un mes al año... Estas intercalaciones se determinaron en reuniones de una comisión especial del Sanedrín” (Singer, Isidore; Mendelsohn, S., “Hillel II”, en Jewish Encyclopedia,
http://www.jewishencyclopedia.com/view.jsp?artid=731&letter=H).
Según la Jewish Encyclopedia, Hillel fue quien ordenó a Huna b. Abin hacer el ajuste en el calendario. Hillel se propuso proveer un calendario oficial que fuera observado a partir de ese momento, permitiendo así unificar a todas las comunidades judías de la Diáspora con su madre patria. Desde luego, un intento así exigía una transformación sustancial del calendario judío tal y como se venía observando desde los tiempos bíblicos. Y eso fue precisamente lo que hizo Hillel.
El calendario de Hillel “destruyó lo que mantenían los patriarcas y los judíos esparcidos”, pero los rabinos lo justificaron en razón de la necesidad que había de ofrecer a todos los judíos del mundo un calendario que les permitiera celebrar las fiestas de manera simultánea en cualquier parte que estuvieran (Jacobs, Joseph; Adler, Cyrus, “Calendar, History of”, en Jewish Encycloepdia,
http://www.jewishencyclopedia.com/view.jsp?artid=43&letter=C).
Hacia el siglo IX de nuestra era, los judíos del mundo en general comenzaron a observar este calendario llamado “rabínico”, “post-talmúdico” o “lunisolar”. Para 1844 este calendario señaló el 23 de septiembre como el día de Yom Kippur. Así, esta fecha no se marcó de acuerdo con el cómputo que se hacía en tiempos bíblicos, sino con el método rabínico posterior.