En un mundo donde las normas de Dios no importan mcuhas cosas que Dios no aprueba serían "normales" solo porque a alguien le dieron deseos de hacerlo y nadie más le puede decir que no lo puede hacer. Dios no necesita la opinión humana para decidir lo que los humanos pueden hacer; como él fue el que nos creó, él sabe lo que es apropiado para nosotros y lo que no lo es. En Isaías 48:17 al 19 él dice que todo lo que le dice a los humanos es por el propio bien de ellos.
Imagina que un día los robots puedan tomar decisiones por sí mismos, y uno de ellos decida que quiere recargar su batería en una toma de corriente de 440 volts y no en una de 220 volts, aunque el manual que le dieron dice que su batería solo aguanta el voltaje más pequeño. ¿Qué le pasaría a ese robot y porqué? Los manuales de uso existen por una razón.
Para saber que Dios desaprueba la homosexualidad basta revisar las leyes que les dió a los israelitas sobre esa práctica. Cualquier varón que la realizara tenía que morir y todo el mundo tenía que entender que esa práctica era del todo inaceptable. Israel era una nación que debía obedecer la ley de Moisés como si fuera la constitución de derechos y responsabilidades penales de cada cual. Si alguien la violaba tenía que ser condenado según su delito. En una nación dirigida teocráticamente no se admitiría en absoluto una práctica de ese tipo, y la condena era la muerte.
Jesucristo no creó una nueva constitución para los cristianos; cada país tiene sus propias leyes y todos los ciudadanos las tienen que cumplir o son condenados en caso contrario. Pero las cosas que le desagradaban a Dios cuando Israel era su pueblo, nos sirven para saber lo que nunca va a aceptar. Cuando el reino de Dios venga, las personas van a tener que vivir bajo leyes similares, pero para entonces ya se habrán dado cuenta de que todas las cosas que no deben hacer serán por su propio bien. En el nuevo mundo de Dios las familias serán la base de la nueva sociedad, y las familias humanas se conforman de padre, madre e hijos, y lo demás está sobrando.
En sociedades permisivas las cosas incorrectas florecen y se multiplican, pero en sociedades donde se respetan los principios la gente vive sin problemas. En Israel nunca se hubiera dado ni la más mínima posibilidad de un homosexual exigiendo que aceptaran sus prácticas. Esas cosas solo se dan en el mundo de hoy, aunque no eran posibles hace unos años atrás. No todo el mundo desea que la permisividad sea la norma de la convivencia; los criminales también exigen derechos como si los merecieran, y yo personalmente encuentro esa exigencia ridícula. Claro, yo no soy el juez, sino Dios.
