Los mismísimos católicos son conscientes de esto;
La New Catholic Encyclopedia declara: “La formulación ‘un solo Dios en tres Personas’ no quedó firmemente establecida, y ciertamente no se asimiló por completo en la vida cristiana ni en su confesión de fe, antes del fin del siglo IV.
Pero es precisamente esta formulación la que originalmente reclama el título de el dogma trinitario.
Entre los Padres Apostólicos, no había existido nada que siquiera remotamente se acercara a tal mentalidad o perspectiva” (1967, tomo XIV, pág. 299).
Además se dice esto;
En The Encyclopedia Americana leemos: “El cristianismo se derivó del judaísmo y el judaísmo era estrictamente unitario [creía que Dios era una sola persona].
El camino que llevó de Jerusalén a Nicea difícilmente fue recto.
El trinitarismo del siglo IV no reflejó con exactitud la enseñanza del cristianismo primitivo respecto a la naturaleza de Dios; manifestó, al contrario, un desvío de esta enseñanza” (1956, tomo XXVII, pág. 294L).
De acuerdo con el Nouveau Dictionnaire Universel: “La trinidad de Platón, en sí meramente un rearreglo de trinidades más antiguas que se remontan hasta pueblos más primitivos, parece ser la trinidad racional de atributos de índole filosófica que dio origen a las tres hipóstasis o personas divinas respecto de las cuales enseñan las iglesias cristianas. [...]
El concepto que tuvo este filósofo griego [Platón, del siglo IV a. de la E.C.] de la divina trinidad [...] puede encontrarse en todas las religion
En su diccionario bíblico en inglés, Dictionary of the Bible, John L. McKenzie, S.J., dice: “La trinidad de personas dentro de la unidad de naturaleza se define en términos de ‘personas’ y ‘naturaleza’, los cuales son términos filosóficos g[rie]gos; en realidad estos términos no aparecen en la Biblia.
Las definiciones trinitarias surgieron como resultado de largas controversias en las cuales ciertos teólogos aplicaron erróneamente a Dios estos términos y otros, tales como ‘esencia’ y ‘sustancia’” (Nueva York, 1965, pág. 899).es antiguas [del paganismo]” (París, 1865-1870, edición dirigida por M. Lachâtre, tomo 2, pág. 1467).