Estimados hermanos
Es impresionante ver el fundamento de algunos creyentes. La palabra de Dios ha sido y será siempre el fundamento del creyente;… sin embargo, es realmente impresionante como muchos cristianos están pendiendo de un hilo y se encuentran suspendidos en el aire. Cuando dudamos de la Palabra de Dios, de un versículo de un capítulo, o de una porción …cuando le hacemos decir lo que no dice, o la acomodamos a nuestros intereses, cuando buscamos una y mil traducciones, …la que más nos acomode a nuestros intereses o posturas del momento;….. eso quiere decir sencillamente que estamos en el aire… que pendemos apenas de un hilo…
El trabajo de muchos foristas que de una o de otra manera fomentan la duda en la Palabra, que un texto está, que el otro está añadido, que el otro dice lo que no dice; que el hebreo dice así, que el griego asá y el arameo acá y etc. etc. etc. …ese trabajo,. no hace sino develar quien es quien. Prestarse, consciente o inconscientemente para presentar dudas en la Palabra; de cualquier forma que se haga, es prestarse a los intereses del mismo satanás; es él quien está interesado en hacer tambalear la Palabra de Dios para finalmente el que debiera fundarse en ella, no sepa en cual versículo o porción de las Escrituras confiar… lo que lo hace estar ..¡en el aire!...
Si hiciéramos caso a lo que presenta una gran mayoría de los foristas, en cuanto a lo que está o no en su palabra, cuales son añadiduras puestas por los hombres, que libro es dudoso, cual no es inspirado, cual es tergiversado, que uno lo escribió, que otro no fue el que lo escribió, que tal o cual palabra no es correcta porque dice lo contrario de lo que está traducido, que aquí, que allá. Etc. … ¡¡tendríamos destruida toda la Biblia!!...
Extraer la verdad del evangelio, sus doctrinas, sus enseñanzas, y lo que es más, la parte que a nosotros los que hemos llegado al conocimiento del evangelio nos corresponde declarar, interpretar y enseñar… es una tarea delicada;… Requiere honestidad, imparcialidad primero con nosotros mismos; y lo más importante, hacerlo bajo la dirección divina.
Todo método, principios de teología, exégesis, homilética, hermenéutica y todos los terminados en “éutica”, fórmulas y etc. … no son los métodos divinos; Dios no se complace en el camino que algunos toman para interpretar su Palabra; o lo hacemos bajo la dirección, voluntad y forma divina; bajo la inspiración del Espíritu Santo, el autor de las Escrituras… o no lo estamos haciendo… Su verdad permanecerá inmutable delante de nuestros ojos, pero no la podremos tocar; … tendremos conocimiento, letra, pero la verdad permanecerá allí inmutable ante nuestros ojos velados.
Su Palabra nos enseña que no a cualquiera le es dada la capacidad de interpretar su Palabra, no es el conocimiento, no es el estudio teológico, no es el tiempo, no son fórmulas ni métodos;… es Dios, es la intervención de Dios, es el Espíritu Santo, su inspiración, es la obra de Dios en el hombre, es la unción de Dios en el creyente.
Aquellos hombres de Dios que desarrollaron doctrina, que pusieron en orden la historia de los acontecimientos de los primeros tiempos de su iglesia, que transmitieron la verdad del evangelio, no estudiaron en Institutos, Seminarios, Universidades ni cosa semejante… ellos fueron hechos por Dios “ministros de la Palabra” (“Como nos lo enseñaron los que desde el principio lo vieron por sus ojos, y fueron MINISTROS DE LA PALABRA” (Luc. 1:2) … ni tampoco se dieron la libertad de aplicar su propia exégesis de la verdad y del conocimiento de Dios.
Si al hombre, por muy creyente que sea, no le es dado de parte de Dios conocer la genuina verdad del evangelio, … nunca la entenderá;… si no es Dios quien interviene directamente, llevaremos letra y nada más que letra, pero ausente del espíritu. Para que los discípulos pudiesen entender estas verdades, fue necesario inevitablemente, que Jesús los capacitara; sin el “toque” divino no hubieran entendido las Escrituras: “Entonces LES ABRIÓ EL SENTIDO, para que entendiesen las Escrituras” (Lucas 24:45) Si no es Cristo, Dios, quien nos abre el sentido espiritual para entender las Escrituras… no lo hará jamás el griego, el hebreo, el araméo, el Instituto, la Universidad, el Seminario o la teología... solo nos desvaneceremos en nuestros vanos discursos.
A falta de ser “ministros de la Palabra” y de que no se nos haya abierto el “sentido” para entender las Escrituras, solo nos queda “torcer”, e interpretar a nuestro antojo las enseñanzas de Dios e insistir en posturas equivocadas.
Dios les bendiga