Buenas, smm.
Sólo hacerle notar que en el texto anterior sí que aparece el Amor: la omnibenevolencia consiste en ser inmensamente bueno, disponer de una inmensa bondad. La explicación incluye los omni, como usted les llama, más importantes que se atribuyen a Dios.
De cualquier modo, su explicación no me convence en absoluto: no explica ni justifica ninguno de los interrogantes planteados, al menos según yo lo veo. Ciertamente es muy manida, pero ello no quiere decirnos que sea válida.
Por otro lado, los ejemplos que usted utiliza en relación al ser humano pueden ser muy visuales, pero en absoluto sirven para explicar el problema, ya que no son ejemplos que tengan relación con Dios, que es de quien se habla en este tema.
Por otro lado Dios, siendo omnipotente, omnipresente, omnibenevolente y omnisciente, sí que podría haber hecho lo que usted expone… si así hubiera querido. Si no lo hizo es porque no quiso (ojo, siempre y cuando aceptemos que tiene todas estas cualidades a las que aludimos), por lo cual, hay que afirmar que el mundo en que vivimos es como es porque Dios quiso que fuese así y no de otra forma. Si aceptamos como bueno que Dios es Amor, es decir, es omnibenevolente, entonces, lo primero que hemos de admitir es que Dios no puede castigar sin perdonar, porque la falta de perdón no está en su naturaleza (ciertamente, podría si quisiese, pero entonces no sería omnibenevolente). Si Dios castiga y no perdona (ojo, incluso a quienes no piden su perdón, es un dato a tener en cuenta), entonces la premisa de la onminbenevolencia es falsa: Dios no sería inmensamente bueno si decidiese castigar a la gente por sus faltas sin perdonarlos tras ello. Es interesante constatar que bajo esta premisa los castigos sólo pueden ser temporales, ya que Dios, tras un tiempo por él determinado, perdonaría a todos, incluso a quienes no pidiesen su perdón y acabaría con el castigo impuesto. También es interesante el constatar que esta misma omnibenevolencia haría que al final todos pudiesen disfrutar de los bienes que Dios ha determinado para quienes están salvos: su inmensa bondad le impediría dejar a unos dentro y a otros fuera, del mismo modo que antes le impidió el no perdonar las faltas de los primeros.
No obstante, resulta mucho más curioso el comprobar que, de hecho, el problema del Bien y del Mal es mucho más profundo de lo que podríamos pensar en un principio. Primero, para entenderlo con claridad, tenemos que definir con exactitud que es el Mal: es la ausencia de Bien, es de hecho algo que no está en la naturaleza de Dios (al menos en nuestro estudio), en tanto y en cuanto Dios es onmibenevolente (inmensamente bueno, sólo capaz de obrar el bien). Por supuesto el Dios creador fue quien puso en el hombre la capacidad de obrar el Bien, o de no hacerlo… Sin embargo, esto es, en principio, un imposible lógico, ya que no está en la naturaleza de Dios el no obrar el Bien, por lo que no pudo otorgar a los hombres algo que no está en su propia naturaleza. Si así lo hizo bien fue por no ser omnibenevolente (es indiferente o disfruta con el sufrimiento de sus creaciones), omnipotente (no es capaz de corregir sus errores) u omnisciente (no tiene conocimiento de que algo ha fallado o del sufrimiento de sus criaturas) o todas ello al mismo tiempo.
Por otro lado, personalmente no culpo a Dios de que exista mal en el mundo: Los responsables de cada acción son quienes las realizan. El hombre es en el fondo el único culpable de que exista eso que llamamos mal. Si ningún ser humano hiciese acciones que pudiésemos considerar malas, entonces el mal no existiría, eso está claro. Dicho lo cual insistirle en que no veo cómo, el hecho de que los hombres seamos responsables de nuestras propias acciones, cambia en algo lo que expuse antes. Soy de la opinión de que no tienen relación, al menos respecto al tema que abordamos.
Un cordial saludo.
Atentamente, Cthulhu.