Con el correr de los años se ha enseñado y así se ha creído que texto hebreo, el "Baráshit", considerado como fuente primaria, llamado según la voz griega el “Génesis”, trata del principio de la creación del universo infinito y de igual manera trata de la creación del planeta Tierra e incluso la de la humanidad, lo cual no coincide con lo que está consignado en las Escrituras genésicas hebreas.
Pero obviamente que este estudio no se extenderá en comentarios sin sustentar la anterior exponencia a la luz de las Sagradas Escrituras, desde luego las hebreas. De esa manera este replanteamiento evitará ser tildado o acusado de insana doctrina. Bajo la perspectiva adecuada no será mas que un simple análisis que responderá con lo profetizado: “que los últimos serán los primeros” en el sentido de entender el contexto bíblico a plenitud, “porque nada quedará oculto entre cielo y tierra”, y es apenas comprensible que las generaciones próximas a los “últimos tiempos” entenderán los hechos bíblicos al amparo de los adelantos tecnológicos y arqueológicos, entre otras ayudas, que permitirán tal comprensión.
Es, entonces, un compromiso de cada líder espiritual, llámese “mesiánico” o considérese “cristiano”, el conocer cada día más a fondo las Sagradas Escrituras, tanto las hebreas como las griegas, y de esa manera experimentar el poder del Dios de los israelitas.
El apóstol lo requirió: "Hermanos míos, no os hagáis maestros muchos de vosotros, sabiendo que recibiremos mayor condenación" (San.3.1).
III
Baráshit
Génesis
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Baráshit-(Génesis)1.1
"En lo creado creó Elohím esos los cielos y esa la Tierra".
Para comparar tomemos como referencia la versión Reina-Valera, por ser la más utilizada, y encontramos que su traducción dice:
"En el principio creó Dios los cielos y la tierra"
Comparando la traducción literal del texto hebreo con la versión antes indicada, podemos observar que la versión, como suele suceder con otras, interpreta más no traduce fielmente lo consignado. Tal interpretación no es ajena a la realidad, pero para el caso las versiones no suelen transmitir exactamente la revelación divina depositada en el texto hebreo.
Empecemos analizando la voz hebrea "BARÁSHIT"
Es de esperar que los defensores de la interpretación popular, sustentados en la traducción “En el principio”, argumenten cuanto consideren apropiado para justificar su perspectiva y creencia, pero para descartar la polémica, si es posible, y continuar con el análisis vayamos a la construcción de fondo de la voz hebrea en cuestión, "Baráshit", que debe ser traducida fielmente, más no interpretarse, en conformidad con el propósito del Creador, quien fue el ordenador de su arreglo lingüístico.
Este análisis debe “arrancar”, entonces, desde el significado del término "Baráshit", traducido del griego como el ‘En el principio’. Como vocablo hebreo BARA se sustenta en el juego de tres palabras integradas: "bará" o crear, ‘be rosh ‘en cabeza’ y su terminal ‘it’, que inclina la palabra hacia lo infinitivo.
Estas tres voces hebreas, en su conjugación entrelazada, bien pueden colegir una traducción como ‘en la encabezadura’ o mejor ‘en el encabezamiento’ o “en lo creado”, por la voz inicial “crear”, bará, connotando en su significado integral una obra realizada en lo que ya estaba creado, es decir, que el texto revela una obra llevada a cabo en la creación ya existente y con el propósito de continuar con algo más después de un sagrado <YOM SHABBAT> o ‘intervalo’ (llamado <día>) de reposo’.
El significado de “Barashit” como “En lo creado” será el eje de este análisis, el cual deja en entre dicho la interpretación popular que resalta hacia un supuesto "principio", en el orden del inicio o comienzo de la creación de la nada, tal como se ha venido aceptando a través de los tiempos.
"En el principio" se dice en hebreo "batjalá", "beikarón" o ‘bamakor".
Con esa base, el primer versículo se debería traducir como "En lo creado creó Elohím esos los cielos y esa la Tierra", según reza en el texto hebreo, considerado como la fuente de las versiones del llamado “Antiguo Testamento”.
Antes de seguir ampliando este versículo iniciador o “genésico”, vamos al resto de la revelación. A luz del texto hebreo, el relato se está refiriendo a un acontecer donde resalta que en lo ya creado o con base en ese ‘encabezamiento’, Elohím creó enfáticamente a "esos los cielos" y a "esa la tierra", a los cuales resalta en su revelación, descartando así otros ‘cielos’ y otra tierra. Todo indica que sobre esa revelación está sustentado el relato bíblico y la razón de ser del mismo.
La Escritura hebrea genésica está aclarando, entonces, lo que este análisis resaltará, que el texto hebreo está indicando, que en ese ‘encabezamiento’ revelado ya la creación existía desde la eternidad, tal como lo advierte el Predicador: 9 "¿Qué es lo que fue? Lo mismo que será. ¿Qué es lo que ha sido hecho? Lo mismo que se hará, pues nada hay nuevo debajo del sol. 10 ¿Acaso hay algo de que se pueda decir: «He aquí esto es nuevo»? Ya aconteció en los siglos que nos han precedido. 11No queda memoria de lo que precedió, ni tampoco de lo que ha de suceder quedará memoria en los que vengan después" (Ecl. 1. 9-11).
¿Qué creó Elohím? Pues, creó ("bará") esos (“et”) los "hashamaim" (los "cielos") y esa (“et”) "La Tierra" ("Ha-aretz").
Observemos que el texto hebreo señala específicamente a ‘esos los cielos y a esa la Tierra’, los mismos que un día <dejarán de ser>.
“Porque he aquí que yo creo cielos nuevos y tierra nueva. No habrá más memoria de las cosas primeras, ni vendrán más al pensamiento. (Isa.65.17).
“Alzad vuestros ojos hacia los cielos, y mirad abajo hacia la tierra. Porque los cielos se desvanecerán como humo; la tierra se envejecerá como vestidura, y sus habitantes morirán como moscas. Pero mi salvación permanecerá para siempre, y mi justicia no perecerá.” (Isa.51.6).
“Porque como permanecerán delante de mí los cielos nuevos y la tierra nueva que yo haré, así permanecerá vuestra descendencia y vuestro nombre, dice Yehovah.” (Isa. 66.22).
“Pero el día del Señor vendrá como ladrón. Entonces los cielos pasarán con grande estruendo; los elementos, ardiendo, serán deshechos, y la tierra y las obras que están en ella serán consumidas” (2P3.10).
“Según las promesas de Dios esperamos cielos nuevos y tierra nueva en los cuales mora la justicia” (2P.3.13).
“Vi un cielo nuevo y una tierra nueva; porque el primer cielo y la primera tierra pasaron, y el mar ya no existe más” (Ap 21:1)
“De cierto os digo que hasta que pasen el cielo y la tierra, ni siquiera una jota ni una tilde pasará de la ley hasta que todo haya sido cumplido”. (Mt. 5.18)
“El cielo y la tierra pasarán, pero mis palabras no pasarán. Pero acerca de aquel día y hora, nadie sabe; ni siquiera los ángeles de los cielos, ni aun el Hijo, sino sólo el Padre” (Mt.24.35).
Para continuar con el análisis y en su momento retomar esta primera parte, es necesario insistir que en hebreo la Escritura está señalando, de manera precisa y determinante, a "esos los cielos" a los cuales hace referencia, y no a otros "cielos", indicándonos que existen “otros cielos”, y en ese mismo sentido la revelación genésica está especificando a "esa" la Tierra, indicándonos también que no se está refiriendo a otra “Tierra”, aunque, según las Escrituras consideradas como sagradas, existen “otras tierras” (Isa. 13.5/ Jn. 14.2)
“Según las promesas de Dios esperamos cielos nuevos y tierra nueva en los cuales mora la justicia” (2P.3.13).
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Baráshit-(Génesis) 1.2
"Y la Tierra estaba en caos y en soledad y oscuridad (estaba) sobre la cara del “despeñadero” y el espíritu de Elohím revoloteaba sobre la cara de las aguas".
Comparemos el relato hebreo con la versión en cuestión la cual registra: "Y la tierra estaba desordenada y vacía, y las tinieblas estaban sobre la faz del abismo, y el espíritu de Dios se movía sobre la faz de las aguas".
Evaluando la información dada por la traducción, apreciamos primeramente que dicha versión -no hebrea- proyecta a la tierra "desordenada y vacía". De esa traducción sobresale la inquietud, ¿cómo puede estar un lugar "desordenado" y a la vez "vacío"? La lógica nos dice que en un lugar vacío no puede haber ni orden ni desorden, porque nada hay allí. ¡Esta vacío!
A continuación analicemos la revelación en hebreo que nos dice en ese aparte: "Y la Tierra estaba en caos y en soledad...". Observemos que la fuente hebrea, inmediatamente después del primer versículo, nos proyecta de manera enfática, tajante y directa la situación en que ya en aquellos tiempos así se encontraba "esa la Tierra". Este planeta, en esos tiempos remotos, “estaba en caos y en soledad”. El relato genésico para nada se refiere a una tierra "desordenada y vacía", tampoco a la creación del planeta, sino a la situación en que ya se hallaba el planeta (“estaba en caos y en soledad ”).
No es el objetivo de este replanteamiento analizar las razones de ese ‘caos y de esa soledad’, pero si insistir en que la Tierra ya existía y que por ciertas causas estaba en "caos y en soledad". En ese versículo, en lo absoluto está consignado algo, lo más mínimo, relacionado con la creación de la Tierra.
En ese mismo aparte genésico bíblico tampoco existe el menor indicio relacionado con la creación "de esos los cielos", de esos "et ha shamaim". La fuente hebrea nada revela sobre la creación del universo. Aquí no hay cabida para una innecesaria polémica, tampoco para la interpretación, simplemente porque el relato hebreo inicia proyectándonos la situación en que ya se encontraba el planeta.
El texto hebreo no se contradice, claramente explica que el planeta estaba en "caos y en soledad". Es decir, que por causa de ese "caos" toda la Tierra estaba en "soledad". ¿A qué "caos" y a qué tipo de "soledad" se refiere el texto hebreo?
Continuando con el análisis, siempre basados en el relato hebreo, podemos observar que además de esa situación caótica que se experimentaba en la Tierra, acompañada de una extraña soledad, existía también una extraña "oscuridad".""
Hasta ahora cuatro aspectos resalta la fuente hebrea: una Tierra que ya existía, que en esas eras estaba en una situación “caótica”, acompañada por una extraña “soledad”, y seguidamente, la existencia también de una ‘oscuridad’.
A continuación analicemos el asunto de esa ‘oscuridad’. Usualmente se enseña que la Tierra, después de haber sido creada, se halló en tinieblas por la ausencia del astro sol. A este supuesto evento, la inexistencia de la estrella llamada el “sol”, se le agregan muchas especulaciones con base en que existían esas tinieblas, y la revelación hebrea al hablarnos de esa “oscuridad” nos enfatiza que ¡estaba únicamente “sobre la cara del “despeñadero”..."!
En otras palabras, esa "oscuridad" no cubría toda la Tierra, a menos que todo el planeta fuera un “despeñadero”. Para averiguarlo nos queda una sola alternativa: analizar qué es un ‘“despeñadero”’. Un “despeñadero”, dice el diccionario, ‘es una profundidad grande y peligrosa’. En ese orden, ¿era toda la Tierra ‘una profundidad grande y peligrosa’, un “despeñadero”? O en su defecto, ¿tenía "esa la tierra" un particular “despeñadero” que por razones desconocidas, en esos lejanos tiempos, resaltaba de manera especial, al punto que está incluido en la revelación bíblica? ¿A cuál “despeñadero” se refiere el relato genésico, y por qué es tan importante?
No hay duda, el relato hebreo es claro, nos revela que existía esa extraña oscuridad o tinieblas, pero que dicha oscuridad -conforme lo advierte el relato hebreo- no cubría la totalidad de la Tierra, sino solamente la ‘cara’ de ese extraño ‘“despeñadero”’. Si esa "oscuridad" solamente estaba sobre la "cara" de ese extraño “despeñadero”, ¿qué sucedía con el resto del planeta? ¿Estaba iluminado?
A la luz del relato hebreo es notorio que esta Tierra, en aquellos remotos tiempos, estuvo sumida en “un caos y en una soledad”. Que para esos mismos tiempos existía un “despeñadero”, cuya importancia sobresale porque tenía una “cara” y sobre ella estaba esa “oscuridad”. Esta revelación, insistimos, descarta que esa oscuridad cubría la totalidad de la Tierra, porque está bastante lejana la probabilidad de que el planeta, como tal, fuera un “despeñadero”.
Ahora, sucedía también, revela la fuente hebrea, que "el espíritu de Elohím revoloteaba] sobre la cara de las aguas". La Escritura nos dice que allí estaba “el espíritu de Elohím”, pero que “revoloteaba” y lo hacía únicamente sobre otra “cara”, en este caso, “sobre la cara de las aguas”. Si existían esas “aguas” significa que la tierra no estaba ‘vacía”, pero ¿a cuáles "aguas" se refiere el texto y por qué son tan importantes? ¿Por qué “el espíritu de Elohím” solamente “revoloteaba” (“merajefet”) sobre la “cara” de esas “aguas” y no sobre la otra “cara”, la del ““despeñadero””, cubierta por esa “oscuridad”?
Concluyendo con este aparte bíblico genésico, podemos concretar que los primeros dos versículos del Baráshit se limitan a revelarnos que en la creación existente Elohim creó en lo particular “esos los cielos y esa la Tierra” que resalta la Escritura hebrea, pero seguidamente la fuente nada habla sobre “esos los cielos” y en su lugar orienta su revelación en relatarnos la situación en la que ya se encontraba la Tierra.
Algunas versiones bíblicas suelen contradecirse al exponer una traducción que nos proyecta una Tierra desordenada y a la vez vacía, cuando en un vacío no puede haber orden ni desorden y mucho menos unas aguas. Al respecto las polémicas pueden suscitarse por esas versiones, pero no por la fuente hebrea.
De "esos los cielos" ni una palabra. Por ahora, nada indica que el relato hebreo se haya referido a la creación del universo y tampoco a la creación de la Tierra.
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Baráshit -(Génesis)1.3
"Y dijo Elohím sea la luz; y fue la luz"
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El manuscrito hebreo aclara que con base en esa situación en que se encontraba la tierra, Elohím decidió y ordenó la aparición de una luz. ¿Era la luz solar? Usualmente se enseña que toda la tierra estaba en tinieblas y por ello Dios creó el sol, pero esta creencia no coincide con lo aclarado en el segundo versículo, que "la oscuridad estaba sobre la faz del despeñadero" o en otras palabras, que esa “oscuridad” no estaba sobre la totalidad de la Tierra. Tal tradicional creencia tampoco coincide con lo aclarado en el "día", ("iom”) cuarto, donde el relato bíblico parece que habla de la aparición del concierto de las luminarias, la ‘mayor’ y la ‘menor’, e incluso de las estrellas (Baráshit-Genesis 1:14-19). Es decir, que tres "días" después de este “día” que analizamos, el de la “luz” ordenada por Elohím, fue que aparecieron las “luminarias” a las cuales se refiere el ‘día cuarto’. Entonces, si no era la luz solar, ¿qué luz apareció en ese primer ‘día"?
Por orden de Elohím, apareció esa "luz". ¿Con qué objetivo se hizo presente esa “luz” si la “oscuridad” cubría solamente la "cara" de ese “despeñadero” y no la totalidad del planeta?
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Baráshit -(Génesis)1.4
“Y vio Elohím esa la luz,que era buena y diferenció Elohím
entre la luz; y entre la oscuridad”
"Y vio Dios que la luz era buena y separó Dios la luz de las tinieblas", dice la versión. Según esa traducción, el objetivo de Dios, al ordenar que apareciera la luz, fue la de “separarla” de las tinieblas, una vez apreció su excelente calidad, “que era buena”. ¿Tiene eso algún sentido? Es decir, que las tinieblas, siguieron existiendo, sobre la "faz" de ese abismo, porque Dios se limitó, siempre según la versión, a separar esa luz de las tinieblas. De acuerdo a la traducción, esa “luz”, entonces, apareció solamente para estar “separada” de las “tinieblas”.
Conforme a la perspectiva de la versión, las tinieblas continuaron cubriendo exclusivamente al abismo porque "Dios” -solamente- “separó la luz de las tinieblas", como si esa luz haya estado mezclada con las tinieblas.
Al respecto, ¿qué dice la Escritura fuente? El texto hebreo aclara que "Y vio Elohím que esa la luz que era buena y diferenció Elohim entre la luz y entre la oscuridad"
Acorde con la escritura hebrea, Elohím "vio" que esa luz evidentemente era "buena". Paso seguido, Elohím “diferenció”. Pero, ¿qué “diferenció”? El texto lo aclara: "entre la luz y entre la oscuridad. ¿Y qué, exactamente, “diferenció” Dios entre estos dos aspectos?
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Baráshit -(Génesis)1.5
"Y llamó Elohím a la luz Día
y a la oscuridad llamó Noche.
Y fue tarde y fue mañana día uno".
La creencia popular asevera que con la aparición del astro sol Dios hizo el día. Pero el relato bíblico hebreo no dice eso. Ahí dice muy claramente que Elohím a esa la luz "que vio buena", a la que “diferenció” de la “oscuridad”, la llamó, la identificó, le puso un nombre, en hebreo ‘íom’ (intervalo), en español DIA, y no por causa del astro sol, porque, primeramente, aún no había llegado el ‘día cuarto’, cuando aparecieron las “luminarias”, entre estas, la “luminaria mayor”, el astro sol, según parece, y seguidamente, porque se trató de un simple cambio de identificación.
Esa “oscuridad” ya existía antes que Elohím ordenara que apareciera “esa la luz que era buena”. A esa “oscuridad” la llamó "NOCHE". La “noche”, entonces, no procede de la luna, sino de la “oscuridad” que existía antes que apareciera la luz, llamada “día”. Pero la “luminaria menor” habría aparecido el “día cuarto”. Además, la luna no es una “luminaria”, porque no produce luz, solamente la refleja. Tenemos, pues, que ni el ‘día’ ni la ‘noche’ procedieron del astro sol ni de la luna, respectivamente. Resultado: "Y fue la tarde y fue la mañana día uno".
La llamada “noche”, siendo la misma “oscuridad”, no cubría la totalidad del planeta Tierra. Es decir, que esa ‘noche’ no estaba en todo el planeta, sino solamente sobre la ‘cara’ del “despeñadero”. Pero, ¿qué del "Día", de esa luz que vió Elohím que era buena? Si la oscuridad, ahora llamada NOCHE, solamente cubría la ‘cara’ del “despeñadero”, y si la Tierra no era un “despeñadero”, entonces, la luz, ahora llamada “día” cubría el resto del planeta excepto la ‘cara’ de ese “despeñadero”, de tal manera que existió la "noche" exclusivamente en ese perímetro limitado por la "oscuridad". En otras palabras, la "noche" se limitó al área del “despeñadero”. Por su parte, "la luz que era buena" siguió actuando sobre el resto de la Tierra, si se acepta o se considera que toda la tierra no era un “despeñadero”.
Resumiendo, las Escrituras dicen, entonces, que Elohím, después que “vió que la luz era buena" la identificó con el nombre "día", e igualmente identificó a la "oscuridad" con el nombre "noche".¡Simples cambios de nombres!
De la diferenciación “entre la luz y la oscuridad”, resultaron dos nuevos aspectos: la "tarde" y la "mañana". Es decir, que esos aspectos no formaban parte del “despeñadero”, cubierto por la “oscuridad”, llamado posteriormente la "noche". Al darse ambos aspectos nació un período llamado o identificado como "el día uno". Si la palabra "luz" significa "día", estaríamos ante la "luz primera". Entonces, esa luz o ese día, nada tiene que ver con el astro sol, como tampoco la “oscuridad”, llamada ahora la "noche", nada tiene que ver con la luna.
"Y llamó Elohím a la luz Día
y a la oscuridad llamó Noche.
Y fue tarde y fue mañana día uno".
Podemos concluir que esa “luz” (“que era buena”) no procede del astro sol, porque, repetimos, esa “luminaria mayor” habría aparecido “tres días” después. En ese mismo orden, el “día” no procede de la estrella mediana llamada el sol, porque esa voz -“día”- fue el nombre mediante el cual Elohím identificó a esa “luz”, solo después de haber “diferenciado entre la luz y entre la oscuridad”.
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Breve resumen
Pasemos rápida y brevemente del "día uno" al último "día", el "séptimo", con el fin de corroborar parte del análisis anterior.
Baráshit (Génesis) 2:2-3 en el texto hebreo dice: "Beiejol Elohím (Y terminó Elohím) beiom (el día) hashivii (el séptimo) melaajto (su obra) asher (tal cual) azá (hizo) beishbot (y reposó) beiom (el día) hashevii (el séptimo) mikol (de toda) melaajto (su obra) asher (tal cual) azá (hizo). Be-ibraja Elohím (Y bendijo Elohím) et iom (ese día) hashevii (el séptimo) beikadesh (y lo bendijo) oto (a él) ki (porque) bo (en él) shabat (reposa) mikol (de toda) melajto (su obra) asher (tal cual) bara Elohím (creó Elohím) laazot (para hacer)".
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“Y terminó Elohím en el día el séptimo la obra tal como la hizo, y reposó en el día el séptimo de toda su obra tal como la hizo. 3Y bendijo Elohím ese día el séptimo y lo santificó, porque en él reposa de toda su obra tal como la creó Elohím para hacer” (Traducción literal del hebreo).
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Es preciso observar que la mayoría de las versiones no se ponen de acuerdo en esta traducción. Para el caso que analizamos sigamos utilizando la versión más usada en español, "Reina-Valera", la cual traduce que Dios "descansó de toda la obra que había hecho en la creación". Acorde con esa traducción, ¿dónde hizo Dios esa obra? Ahí lo dice la versión: ¡En la creación!
Aunque la traducción no es exacta tampoco alcanza alterar de fondo el mensaje bíblico porque de todas maneras ratifica que el reposo de Dios se basó, como lo consigna evidentemente el texto hebreo, en la obra que había hecho Elohím, y según la versión esa obra Dios la hizo... en la creación... que desde luego, a la luz de las sagradas escrituras hebreas, ... ¡siempre ha existido! (Ecl.1.4-10; 3.10-15).
En otras palabras, y a título de ejemplo, según esa traducción Dios descansó de la "obra" hecha en el "terreno". O sea que el terreno ya existía y el descanso de Elohím se basa específicamente por la terminación de una "obra" hecha "en ese terreno". La versión "Reina-Valera" no consigna que Dios reposó por haber creado la creación, sino por haber terminado específicamente esa obra... en un lugar especifico, en este caso en la creación. Esa versión da por sentado que ya existía la creación.
Por su parte, otra versión, la de Ediciones Paulinas traduce: "Dios dio por terminada su obra el séptimo día y en este día cesó de toda obra que había hecho. Dios bendijo este día y lo santificó porque en él había cesado de toda obra de su actividad creadora". Esta versión también insiste en que Dios dio por terminada una obra en ese día y ese día Dios lo santificó porque finalizó esa obra "que había hecho". Tampoco dice que Dios finalizó la creación ese día al cual santificó.
La versión "Biblioteca de Autores Cristianos" (BAC) dice: "Y rematada en el día sexto toda la obra que había hecho, descansó Dios el séptimo día de cuanto hiciera: y bendijo al séptimo día y lo santificó porque en él descansó Dios de cuanto había creado y hecho". Esa versión ratifica que Dios "remató" en ese día, el sexto, toda esa obra que había "creado y hecho". Las otras versiones coinciden con el hebreo respecto de que Dios terminó su obra el séptimo día y esta versión dice que fue el sexto.
Otra versión, la "Living Bibles International" traduce: "Al séptimo día, después de terminar la obra en que estaba ocupado, Dios cesó en su tarea. Y bendijo el séptimo día y lo instituyó como día santo, porque era el día en que había terminado su obra de creación".
Las variadas "versiones" y las frecuentes "revisiones", siempre diferentes entre las editoras bíblicas, aunque contrastan con la fuente considerada como la original, que en hebreo no varía a pesar del tiempo, enfatizan que Dios reposó por la terminación de una obra y en sus traducciones no dicen que Dios terminó ese día la creación. De todas maneras, el texto hebreo allí está vigente y sin sufrir "revisiones" por parte de los eruditos hebreos. Los judíos no lo alteran, lo conservan intacto básicamente por temor a YHVH, nombre que temen pronunciarlo erróneamente y en su lugar llaman a Dios "Adonai", palabra que significa Mi Señor, refiriéndose al Altísimo. La palabra "Adonai" usualmente no es diferenciada por las versiones con la otra voz, "Adoni", que también significa “mi Señor”, y se aplica a las personas, porque esa palabra en hebreo se escribe lo mismo.
Del texto hebreo se desprende, entonces, que Elohím terminó en el día, el séptimo, esa obra que hizo y descansó ese día, el séptimo, de toda esa obra que hizo... para seguir haciendo!
La última palabra del versículo hebreo es concisa, dice "la-azot", o sea que en hebreo está escrito el verbo y la misión "para hacer", vocablo que no se origina de la raíz "bará" que significa ‘crear’, sino ‘hacer’, pero en lo creado. Para nada aparece la palabra "creación" que se dice "yetzirá".
Es imprescindible tener en cuenta que Elohím dio a conocer esa verdad mediante las precisas palabras consignadas en el idioma que escogió, en este caso el hebreo. En síntesis, las Escrituras revelan que Elohím "hizo" una obra la cual terminó después de siete intervalos de tiempo llamados <YOMIM> (traducidos como "días").
El texto hebreo no asegura que Dios terminó el día séptimo la creación y tampoco la Tierra. Enfáticamente está escrito que Elohím terminó una obra que "hizo" con un propósito, el de seguir haciendo: Del hebreo se traduce exactamente: "Y Elohím bendijo ese día y lo santificó porque en él descansa de toda su obra que creó Elohím para hacer".
En resumidas cuentas, en el día, "el séptimo", Elohím reposó y reposa de toda la obra que creó con el propósito de hacer algo más (Juan 5:17). En ninguna parte está escrito que terminó al séptimo día de hacer la creación universal, insondable e infinita. Definitivamente, se insiste en que Elohím terminó una "obra", sin referirse a la creación.
Efgi