ALGUNAS REFLEXIONES MÁS
ALGUNAS REFLEXIONES MÁS
Originalmente enviado por: Tobi
Respecto al Libro de Job.
Además de lo que, acertadamente se ha aportado del mismo, hay otro aspecto de suma importancia. El planteamiento del Bien y del Mal. Lo plantea pero no lo resuelve y cabe preguntarse el porque.
Unos amigos acusan a Job de no haber sido justo. Job se defiende hasta el extremo de cuestionar la justicia de Dios. Llega el momento en que el mismo Señor interviene en la palestra pero su argumento básico fué: "donde estabas tú" (38:4) A partir de aquí Dios muestra a todos su obra en la Creación. Eso nos lleva a otra pregunta: ¿Por qué remite su enseñanza a sus Obras parcialmente vistas por el hombre? ¿No será una referencia al primer hombre Adan?
¿Que supo Adan de Dios? No voy a especular al respecto, pero si voy a recordar aquello que perdió al desear saber del bien y del mal.
Veamos lo que nos dice D. Bonhoeffer:
Por ello es que el libro de Job plantea, a traves de sus protagonistas, la problemática del conocimiento mal adquirido sobre el bien y el mal. Pero no prentende resolverlo porque como bien dice Bonhoeffer el hombre solo puede conocerlo contra Dios.
Observese que en este mismo epígrafe se ha entrado en esta temática en la que (queramos o no) se ha juzgado a Dios mediante nuestro saber del bien y del mal.
Vuestras opiniones
Bendiciones.
Hola hermano Tobi,
Ya que has compartido estas observaciones yo quisiera complementarlas con otras que considero importantes. Estimulado por el intercambio, este fin de semana leí el capítulo sobre Job del libro de Philip D. Yancey,
The Bible Jesus read (La Biblia que leía Jesús; Grand Rapids: Zondervan, 1999). Este autor presenta en forma muy elaborada y consistente algunas de las ideas que independientemente bosquejé en mi aporte previo.
Sobre lo último que dices, es pertinente una cita de un ensayo de C.S. Lewis que se titula
Dios en el banquillo.
El hombre antiguo se acercaba a Dios (o incluso a los dioses) como la persona acusada se acerca a su juez. Para el hombre moderno, los papeles se han invertido. Él es el juez, y Dios quien está en el banquillo. Es un juez amable; si Dios presentare una defensa razonable por permitir la guerra, la pobreza y la enfermedad, [el hombre] está dispuesto a oírla. El juicio hasta puede concluir con el sobreseimiento de Dios. Pero lo importante es que es el hombre quien está en el estrado, y Dios quien está en el banquillo.
Así planteado, debiera ser a todos evidente la necedad de intentar llevar a juicio a Dios basados en nuestra propia conciencia engañosa y entenebrecida, en lugar de someternos nosotros a su justo y misericordioso juicio y esperar en Él.
Yancey nota que la mayoría de los comentaristas siente cierta incomodidad por los dos primeros capítulos de Job y dan la impresión de que si por ellos fuera, preferirían que el libro comenzase en el capítulo 3.
No obstante, los capítulos introductorios son indispensables para que comprendamos de qué se trata el libro. Contestan para nosotros (si bien no para Job) en este caso concreto las preguntas que tendemos a hacernos cuando nos golpea la adversidad: ¿por qué? ¿Qué hice de malo? ¿qué me quiere decir Dios con esto?
En este caso concreto (insisto) estas preguntas quedan respondidas al comienzo:
¿Por qué?
Pues porque Satanás ha cuestionado que un ser humano pueda serle fiel a Dios de no ser por el beneficio que espera obtener o el castigo que espera evitar. La implicación es que Dios no es digno, o no puede ser reconocido como digno, de ser amado y respetado simplemente por causa de quién es él.
En un sentido, el Acusador se nos presenta como el primer psicólogo conductista. El conductismo es una escuela psicológica moderna (principios del siglo XX) originada con John B. Watson, quien consideraba que cosas como la mente o el alma, no medibles en el laboratorio, carecían de relevancia en psicología. En resumen, según esta posición, el comportamiento depende del resultado aprendido (recompensa o castigo) y no sería sino una forma particularmente compleja de actos reflejos.
Al menos en sus formas más crudas, el conductismo desecha la noción de libre albedrío, que explica el hecho empírico de que nuestras circunstancias puedan tener influencias poderosas pero no inexorables sobre nosotros. Todos conocemos casos de personas viciosas procedentes de hogares virtuosos y bien constituidos, y a la inversa, de personas rectas procedentes de hogares en extremo disfuncionales (¡el propio Watson era un ejemplo de esto último!).
Los "consoladores" (tornados acusadores) de Job evidentemente creían en un estrecho e inexorable vínculo entre conducta y recompensa o castigo. Si a Job le habían sobrevenido todas esas calamidades, y dando por supuesto que Dios es justo, la única posible razón es que Job hubiera pecado. Por su parte, nosotros los lectores sabemos desde el principio que ellos están equivocados, y Dios mismo se encarga de desmentirlos solemnemente al final (Job 42:7).
¿Qué hice de malo?
En el caso de Job, la respuesta es: Nada. Todo lo contrario, y esa es precisamente la razón por la que Dios lo puso como un ejemplo notable de hombre virtuoso.
Pero para Satanás no hay tal cosa como un hombre virtuoso, capaz de honrar a Dios simplemente porque esto es bueno. Al cuestionar la integridad de Job, Satán está en último extremo cuestionando el juicio y la integridad de Dios mismo, que creó a Job y lo puso como ejemplo.
El caso de Job es en cierto modo una reiteración de lo ocurrido en el Edén, solamente que en circunstancias mucho más adversas. Adán y Eva se hallaban en circunstancias óptimas, en un ambiente protegido, en contacto con Dios y sólo se les exigió un particular acto de obediencia. Sin embargo, fracasaron.
Por otra parte a Job, sin advertencia le acontecen toda clase de desgracias, y sin dársele ninguna explicación se espera de él que conserve su fidelidad a pesar de todo.
¿qué me quiere decir Dios con ésto?
En el caso de Job, la respuesta es: Nada. La trama plantea una lucha cósmica, no un mensaje particular para Job.
Sugiero que esta es la razón por la cual Dios tampoco le proporciona ninguna explicación. Es cierto que, como dice Tobi, la revelación del despliegue del poder creador de Dios apunte hacia el origen de la raza humana, de Adán y Eva. Pero hay otra cosa: el conflicto aquí es primariamente moral y espiritual. Con su enumeración de la obra creada, Dios puede estarle diciendo a Job (¡y nos dice a nosotros!) que para poder llevarle a Él a juicio en cuanto a lo moral y espiritual, primero debiéramos estar al menos calificados para realizar lo que Él hace en el orden físico. Es una especie de razonamiento (implicito) de menor a mayor. Si reconocemos la sabiduría, el poder y la bondad de Dios en el orden natural, ¿por qué habremos de dudar de Él en el orden espiritual?
El foco de la trama
Ahora podemos entender la importancia de los capítulos introductorios. Ellos ya han respondido para nosotros la causa de las pruebas de Job, nos han dicho que no se debe a ningún pecado suyo, e implícitamente que no se trata primariamente de nada que Dios quiera decirle a Job. Despejadas estas preguntas desde el comienzo, podemos concentrarnos en lo único importante que resta, a saber: ¿cómo responderá Job?
Se habla proverbialmente de la paciencia de Job, pero la lectura del libro no justifica tal proverbio.
Job se impacienta con Dios y más aún con sus amigos tornados acusadores. Job no niega a Dios pero clama su inocencia y no comprende lo que ocurre.
La palabra "fe" tiene dos significados primarios. El primero es el de "confianza", la seguridad que uno tiene en algo o alguien. El segundo es el de "fidelidad", lealtad e integridad hacia algo o alguien.
Lo que uno observa en las palabras de Job es que su confianza en Dios resulta severamente zarandeada, pero su
fidelidad resiste airosa la prueba. Job sabe que Dios es justo, y sabe que él mismo no ha cometido injusticia. Pero se niega a rechazar a Dios, o como le recomendó su propia esposa, a maldecir a Dios.
Para mí al menos es muy reconfortante e instructivo el hecho de que, a pesar de las grietas en su confianza, Dios reivindica a Job a causa de su fidelidad:
Job 42:7 Y sucedió que después
que el SEÑOR habló estas palabras a
Job, el SEÑOR dijo a Elifaz temanita:
Se ha encendido mi ira contra ti y contra
tus dos amigos, porque no habéis
hablado de mí lo que es recto, como mi
siervo Job.
En otras palabras, lo que reivindica a Job -con todo lo que estaba en juego- es su fidelidad sometida a la prueba más dura que pueda concebirse. "Aunque me matare, yo esperaré en Él", dice.
Lecciones para nosotros
El libro de Job no responde al problema del sufrimiento de los justos, salvo indirectamente (al indicar que hay razones que escapan a nuestro conocimiento y comprensión).
En cambio, nos inculca el hecho de que las actitudes y acciones humanas son importantes para Dios. Eliú censuró a Job con estas palabras:
Job 35:6 Si has pecado, ¿qué logras tú contra El? Y si tus transgresiones son muchas, ¿qué le haces?
7 Si eres justo, ¿qué le das, o qué recibe El de tu mano?
8 Para un hombre como tú es tu maldad, y para un hijo de hombre tu
justicia.
Sin embargo, Dios mismo dice que Elifaz y los otros no habían dicho la verdad con respecto a Dios. Nuestras acciones, buenas o malas, ciertamente le importan a Dios. El mismo ha dispuesto que así sea, y nosotros debiéramos tomarlo en serio.
Primera lección: A Dios sí que le importa lo que hagamos de nuestra vida.
En segundo lugar, nos muestra que cuando Job sentía que Dios estaba más lejano, en realidad Él estaba particularmente atento, si cabe, a sus pensamientos y actos. Dios había comprometido su honor, como si dijéramos, en una apuesta a esta única carta, este as que supuestamente era Job.
Mucho más tarde, Jesús sintió el abandono de Dios en la cruz, precisamente cuando por medio de Cristo, Dios estaba reconciliando consigo al mundo.
Segunda lección: Dios está con nosotros, quizá hasta de un modo especial, en aquellas circunstancias en que podemos sentirlo más lejano (como corolario, no debemos confiar en nuestros sentimientos al respecto).
En tercer lugar, Dios valora más nuestra fidelidad que nuestra confianza y, me atrevería a decir, nuestra pureza doctrinal. No que estas dos últimas cosas no sean importantes. Pero la historia de Job sugiere que
las dudas que puedan sobrevenirnos o los errores o la ignorancia que podamos tener son menos importantes siempre que nos mantengamos fieles a Él en toda circunstancia.
De nuevo, este mensaje adquiere una relevancia sobresaliente en estos tiempos en que se predica un evangelio de "gracia barata" y también, incluso con más fervor, de "tome y traiga" el cual se esperan en proporción directa a nuestra fe (confianza y fidelidad, pero principalmente la primera) bendiciones materiales e inmediatas.
¡Quiera el Señor que siempre podamos ser hallados fieles!
Bendiciones en Cristo
Jetonius
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