Re: Diezmo cristiano DOCTRINA FALSA
Hay numerosos ejemplos, a lo largo del Antiguo y Nuevo Testamento, del cumplimiento de esta obligación por parte del pueblo creyente. El Señor mismo dice que hay que pagar el diezmo, pero que no es suficiente para asegurarse la Salvación: "¡Ay de vosotros, escribas y fariseos, hipócritas! porque diezmáis la menta y el eneldo y el comino, y dejáis lo más importante de la ley: la justicia, la misericordia y la fe. Esto era necesario hacer, sin dejar de hacer aquello." (Mateo 23.23). Por lo tanto, no creamos que con la llegada del Nuevo Pacto Dios nos exime del pago del diezmo. Ya hemos visto como el Señor nos dice que es necesario pagar el diezmo. Pero no se limita a decirlo, sino que también lo hace: "Cuando llegaron a Capernaum, vinieron a Pedro los que cobraban las dos dracmas, y le dijeron: ¿Vuestro Maestro no paga las dos dracmas?El dijo: Sí. Y al entrar él en casa, Jesús le habló primero, diciendo: ¿Qué te parece, Simón? Los reyes de la tierra, ¿de quienes cobran los tributos o los impuestos? ¿De sus hijos, o de los extraños?Pedro le respondió: De los extraños. Jesús le dijo: Luego los hijos están exentos.Sin embargo, para no ofenderles, ve al mar, y echa el anzuelo, y el primer pez que saques, tómalo, y al abrirle la boca, hallarás un estatero; tómalo, y dáselo por mí y por ti." (Mateo 17.24-27).
Este capítulo nos da una nueva visión del diezmo. Hasta ese momento el diezmo es el tributo o impuesto que Dios cobra a sus súbditos, el pueblo de Israel; desde el momento que Jesús lo paga, el diezmo es la ofrenda que los hijos de Dios hacemos al Señor. Jesús estaba exento de pagarlo, pero quiso hacerlo para enseñarnos que aunque con su sangre nos ha liberado del pecado y de las ataduras de la Ley y somos hijos de la gracia, por encima de la Ley, debemos pagar el diezmo, no ya como expiación del pecado (sentido que los judíos daban al diezmo), sino como acción de gracias. Los cristianos pagamos el diezmo como hijos, no como súbditos, pero lo pagamos.
La mayoría de las religiones llamadas cristianas expresan que el diezmo es voluntario y no obligatorio. El Señor responde en el último libro del Antiguo Testamento, el libro de Malaquías, que todos los hombres deben pagar el diezmo, porque si no considerará en el Juicio Final que han robado al mismo Dios: "Desde los días de vuestros padres os habéis apartado de mis leyes, y no las guardasteis. Volveos a mí, y yo me volveré a vosotros, ha dicho YHWH de los ejércitos. Mas dijisteis: ¿En qué hemos de volvernos?¿Robará el hombre a Dios? Pues vosotros me habéis robado. Y dijisteis: ¿En qué te hemos robado? En vuestros diezmos y ofrendas.Malditos sois con maldición, porque vosotros, la nación toda, me habéis robado." (Malaquías 3.7-9).
Es muy importante distinguir entre diezmo y ofrenda voluntaria. El diezmo es una ofrenda; de hecho, en el Antiguo Testamento, se utiliza la palabra ofrenda para explicar el sentido del diezmo. Es una ofrenda obligatoria ya que así como Abram agradeció la salvación a Melquisedec, simbolizada en el pan y el vino, 2000 años antes de que se materializara, los cristianos agradecemos al Señor la realización de la promesa hecha a Abram ofreciendo para la obra de Dios el 10% de nuestra ganancias. Hay otro tipo de ofrendas, que no constituyen diezmo, las voluntarias. Son las promesas o votos que una persona hace a Dios. Hay que tener cuidado puesto que hay obligación de cumplirlas y no se debe prometer nada al Señor si no estamos seguros de poder hacerlo. Fijémonos en lo que le pasó a Ananías: "Pero cierto hombre llamado Ananías, con Safira su mujer, vendió una heredad,y sustrajo del precio, sabiéndolo también su mujer; y trayendo sólo una parte, la puso a los pies de los apóstoles.Y dijo Pedro: Ananías, ¿por qué llenó Satanás tu corazón para que mintieses al Espíritu Santo, y sustrajeses del precio de la heredad?Reteniéndola, ¿no se te quedaba a ti? y vendida, ¿no estaba en tu poder? ¿Por qué pusiste esto en tu corazón? No has mentido a los hombres, sino a Dios.Al oír Ananías estas palabras, cayó y expiró. Y vino un gran temor sobre todos los que lo oyeron.Y levantándose los jóvenes, lo envolvieron, y sacándolo, lo sepultaron. Pasado un lapso como de tres horas, sucedió que entró su mujer, no sabiendo lo que había acontecido.Entonces Pedro le dijo: Dime, ¿vendisteis en tanto la heredad? Y ella dijo: Sí, en tanto.Y Pedro le dijo: ¿Por qué convinisteis en tentar al Espíritu del Señor? He aquí a la puerta los pies de los que han sepultado a tu marido, y te sacarán a ti.Al instante ella cayó a los pies de él, y expiró; y cuando entraron los jóvenes, la hallaron muerta; y la sacaron, y la sepultaron junto a su marido." (Hechos 5.1-10).
Ananías no estaba pagando un diezmo (obligatorio) sino una promesa, hecha voluntariamente, de ofrecer su posesión, heredad, a Dios y a los hermanos. Nadie le obligaba a vender y menos a dar el dinero recaudado a la obra de Dios. Pero una vez que lo ofrece, no puede echarse atrás y menos engañar y dar sólo una parte de lo recaudado, para quedar bien ante la sociedad, puesto que ya esa heredad no le pertenecía, era de Dios. Fíjate que Dios lo castiga con la muerte. Yo te aconsejaría que no hagas promesas al Señor sin antes haberlo reflexionado severamente. "Mejor es que no prometas, y no que prometas y no cumplas." (Eclesiastes 5.5)
Ananías hizo lo mismo que Caín. Prometió una cosa y luego hizo otra. Engañó. Por eso a Dios no le fue grata la ofrenda de Caín y sí la de Abel. Pero esto no tiene que ver con el diezmo. Dios no nos ha ordenado que le hagamos ofrendas voluntarias, depende de nosotros si las queremos hacer o no, sin embargo, si nos ha ordenado que le ofrezcamos el diezmo.
En las epístolas de Pablo se hace varias referencias a como utilizaban las ofrendas los primeros cristianos: "Porque Macedonia y Acaya tuvieron a bien hacer una ofrenda para los pobres que hay entre los santos que están en Jerusalén." (Romanos 15.26) o en 1ª de Corintios 16.1 y ss. En ocasiones, este dinero servía para cubrir necesidades materiales de personas necesitadas (viudas, huérfanos...) tanto cristianos como paganos. Otras veces, para pagar gastos que surgen por predicar la Palabra (desplazamientos, alojamientos...).